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Revista
La Solidaridad Edici贸n 3 - Marzo 2014
2 Marzo 2014 - La solidaridad La Plata, Buenos Aires, Argentina.
CONTENIDO Editorial 3 “El club no se acerca a una escuela, y las escuelas tampoco se acercan a los clubes”
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Cuando la solidaridad es puro cuento.
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Humor por Cris.
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Que bonita vecindad
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MARÍA: soledad y solidaridad
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Solidaridad, para que, si al final la vida sigue igual… Cien años de solidaridad
Autores: Francisco Andres Flores Juan Ignacio Salgado Pablo Martín Scaringi Cecilia López Puertas Nora Pfluger Juan Pablo Olivetto Fagni Cristian Daniel Camargo Cobertura de eventos: Manuela Cardoso Colaboradores: Daniel Rojas Delgado Javier Camargo ILUSTRACIÓN DE TAPA nicolas Pedroza
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Asistente de producción Florencia Salinardi Producción: Grupo Filocalia. Encontranos en:
revsita-x.blogspot.com Email:
revistaxc@gmail.com
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EDITORIAL
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SER SOLIDARIOS, AHORA… Y SIEMPRE
e suele afirmar que una virtud es un “hábito”, es decir, no una buena acción que realizo una vez al año, en la súbita inspiración de un solo instante, sino un modo de actuar cotidiano y permanente, que configura mi personalidad. Así como no soy una persona generosa únicamente por haber tenido, en algún momento perdido de la vida, un gesto caritativo con un hermano, tampoco puedo llamarme “solidario” sólo porque hace unos meses me emocioné al ver por televisión a las víctimas de una inundación o de un terremoto y les envié víveres, si después, en mi accionar cotidiano, soy egoísta, mezquino, incapaz de interesarme en lo que no sea mi propia comodidad. Debemos pasar de una solidaridad afectiva, la que nos mueve cuando sentimos el dolor de un amigo o cuando nos enteramos de una desgracia que nos podría haber ocurrido a nosotros, a una solidaridad efectiva, la que nos involucra en la ayuda a la sociedad entera y nos mantiene perseverantes en el compromiso con las grandes causas de la humanidad. En una época de violencia y de problemas emocionales causados por el aislamiento y el miedo, nuestra solidaridad continua será para muchos un estímulo para la apertura al otro, los vínculos sanos y la confianza.
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POR JUAN PABLO OLIVETTO FAGNI
“El club no se acerca a una escuela, y las escuelas tampoco se acercan a los clubes” Liz Vargas, ex directora de la escuela 56, nos cuenta su experiencia de conformar una red de instituciones que promuevan y protejan los derechos de los niños.
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stoy muy contento de poder compartir con ustedes, las experiencias y reflexiones de aquellos educadores que dan la pelea por construir estructuras de vida. Liz Vargas se recibió de maestra en el año 1987, algunos años después estudió psicopedagogía, y en el 2003 realizó la licenciatura en educación en la Universidad Vir-
tual de Quilmes. Además realizó muchos seminarios y talleres sobre las ciencias sociales y el ambiente. 17 años de docencia, y otros en los gabinetes (hoy equipos de orientación). Desde el 2006 al 2011 fue vicedirectora en la escuela nº56, y desde el 2011 hasta estos días fue directora en dicha escuela. Pero próximamente trabajará como directora en la escuela 120.
En su función directiva en la escuela “Almafuerte”, se puso como objetivo llevar a delante un proyecto pedagógico desde la institución, a partir de un fuerte trabajo con toda la comunidad educativa. Y se encontró con muchas cuestiones administrativas y organizativas que llevan tiempo y energías, pero aún así llevo adelante una propuesta pedagógica construida por toda la escuela. Para ese proyecto educativo los ejes fueron: identidad, ambiente, nuevas tecnologías, atravesados todos los ejes por los derechos de los niños. Sostenido y fundamentado por la ley de promoción y protección de los derechos del niño, el proyecto abordó las problemáticas como el contrato con las familias, “vos imaginate que cuando yo llegue a la 56 a la semana tenía un piquete de padres, para que echemos a un chico de la escuela, a las dos semanas ya tenía un discurso delante de todos los padres, diciendo que ningún chico iba a ser echado, y hoy los padres te hacen piquete si perseguimos a un pibe. Fue todo un cambio tremendo…” afirma Liz con una serenidad que mantiene a lo largo de la entrevista. En el proyecto pedagógico del Almafuerte, se trabajo la implementación del nuevo diseño curricular, y se abordó fuertemente la convivencia entre los miembros de la escuela. El diagnóstico de los docentes era que los alumnos no sabían poner en palabras lo que les pasaba. Hoy ante un problema de convivencia se hace una asamblea áulica. Todas estas cuestiones serán desarrolladas en profundidad en futuros textos. Pero en esta ocasión les compartiré las cuestiones referidas al trabajo en red entre institucio-
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nes, o como me parece más preciso: la construcción de estructuras de vida. J: Estuve chusmiando el blog de la escuela http://escuelaprimaria56.blogspot.com.ar y ahí vi algunas cuestiones que me llamaron la atención. ¿Qué es y que hace la Mesa Multisectorial Oeste? L: Esa la creamos nosotros… yo te digo, la 13.298 prevé, ante una vulneración de derechos de una niña, niño, adolescente, instancias previas a las judiciales, pero para eso tiene antes que (hace una pausa) en las escuelas no puede desconocerse esa ley, y nosotros creamos una Mesa con 20 escuelas, empezamos a trabajar con Marta Bedio, abogada, gente amiga que conocemos de la militancia social; trabajamos los dos paradigmas, escribimos un objetivo de la Mesa, hasta que a fines del 2011/inicios del 2012 las inspectoras de psicología reorganizaron las escuelas, y cada escuela tenía un lugar a donde ir. Una Mesa que no existía, había que crearla. Y nosotros ya habíamos hecho por zona, ¿no?. Por que decíamos que una de nuestras líneas de acción era: “compartimos objetivos, compartimos también los niños”. Por ejemplo, en la Mesa Multisectorial que estaba el CPA (Centro Provincial de Atención) de la Cumbre, estaba el Centro Vecinal “El Triunfo”, teníamos alumnos que iban al CPA o padres que iban al CPA por sus hijos, o chicos que iban al taller de huerta en El Triunfo, nosotros compartíamos a los chicos y compartíamos las problemáticas… J: Así que esa mesa la conformaban, la escuela, como otro tipo de instituciones…
L: Si, salitas de primeros auxilios, ¿viste las municipales? Eh… centros vecinales, clubes. Estaba bueno, pero bueno, un poco después se diluyó, porque, bueno, como todo. Viste cuando uno está coordinado… La cuestión es que la escuela 56 siguió trabajando en red con las instituciones cercanas y era más operativo y era más rápido, que esperar la reunión de la Mesa. Y la Mesa bueno, tuvo su función, hicimos una cadena de mails, hicimos un recursero, que bueno el recursero me quedo en la escuela ahora que lo pienso (risas) porque… viste, había un montón de instituciones en toda la zona oeste para trabajar, te venía la mama a decir “mirá, yo trabajo hasta las 5, y por eso de la una hasta las 5 no sé donde mandar al nene”. Vos agarrabas el recursero, y bueno, vos tenés un club de futbol acá. Hablábamos con el referente, “¿puede empezar?, ¿cuándo?”. Entonces al nene le quedaba a 4 cuadras, no había que cruzar avenida. Buscábamos qué lugar, por lo menos la madre trabajando, sabía que una o dos horas el hijo estaba en el club, o estaba haciendo alguna actividad en algún comedor, apoyo escolar ¿viste? J: También en el blog ví que el Diagnóstico Participativo de 2011 (que es una asamblea con docentes, alumnos, auxiliares, las familias), se dijo que no había propuestas barriales como otra alternativa educativa para los chicos. Y se llego a varias conclusiones. Una: que había que hablar con las autoridades del Club Las Quintas y el Club Alberti L: Intentamos muchas veces hacer red con esos dos clubes, nunca lo
logramos. Hicimos invitaciones a los actos, les mandábamos “señor presidente, la escuela 56 lo invita al acto”.Con las Quintas se había empezado a armar ahora una biblioteca, y bueno, quedaron mamas, porque también ese trabajo de red, lo hacen las madres, porque uno no puede estar en todos lados, y entonces dos mamas se habían encargado de hacer red con el Club Las Quintas, y bueno siempre que iban estaba cerrada la biblioteca. Así que no pudimos hacer red. J: ¿Y por qué? ¿Las instituciones no están acostumbradas a trabajar así? L: Yo creo que las instituciones trabajan con los chicos que se acercan al club, el club no se acerca a una escuela, y las escuelas tampoco se acercan a los clubes. Yo la otra vez estaba con, hace unos años atrás, toda la movida de 17 y 72. Con La Grieta, con El Galpón, y le decía a la escuela 58 “¡que bueno!” Y me decían: ah no, nosotros no conocemos el galpón. ¡Y están en frente! Eso te estoy hablando hace unos años atrás, ahora si. […] En los clubes necesitas gente comprometida, no en todos los clubes tenes a una Soledad Odello, a un Matías Torres, ahí tenés además a toda la Juventud Guevarista, que impulsa un montón el trabajo con los chicos, la murga, uno de los chicos nuestros salió a flote gracias a la murga, después hubo más problemas, pero lo que quiero decir, es que es raro que en un club ofrezcan más que un servio; uso de la biblioteca, prestamos de libros [...] Por ahí el club de fútbol infantil, por ahí es más que el club así de barrio. El entrenador que prepara a los chicos de futbol, ese está más presente en lo que es la
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red. Muchas veces hemos trabajado hasta por teléfono, decirle mirá, tenemos un problema con tal y tal, ¿vos podrás hablarlo también en fútbol? Y es más referente el entrenador que el padre. El padre era un golpeador, entonces vos recurrís a otros referentes. J: ¿Y qué otro tipo de instituciones integran la red? L: Cuando armamos la Mesa, hemos trabajado con salitas siempre que era necesario, con el Hospital de niños. Siempre que hay un niño que está con otra institución, tratamos de establecer la red, el contacto, y casi siempre se hace a través de los equipos de orientación escolar, los que antes se llamaban gabinetes. […] Y otras de las redes que se tratan de trabajar, es con los estudiantes avanzados de la universidad, los que se están por recibir de maestros, o con chicos recién recibidos que están haciendo su tesis. Trabajamos con la cátedra de soberanía alimentaria, el colectivo tinta verde, todos contactos de afuera, no es que te los trae la inspectora. Y siempre tratamos que la gente que viene de afuera siepre intentamos que la gente se sostenga en algo que la escuela estaba haciendo, porque antes era al revés, venían con la idea de afuera y la incluían, y por ahí no tenía nada que ver con nosotros. Y otra cosa es que tenes un procedimiento burocrático que hacer con cada persona que entra a la escuela. Estaría bueno que se ejerza la red entre escuelas, pero todavía falta para eso. J: Es otra forma de pensar la institución… L: El mayor obstáculo es ese, el
pensamiento, las concepciones que subyacen y que están muy arraigadas, y que uno las tiene obvio, muchas veces viene uno nuevo y te descoloca. J: Hoy nos íbamos a encontrar en la escuela, pero por la cuestión del paro estamos acá en tu casa. ¿Qué opinión tenes de la medida de hacer paro? L: Yo creo que es la escuela pública la que está en crisis, más allá del salario que es una miseria, aunque es verdad que en los últimos años está mejor que años anteriores. Pero todavía decimos con orgullo que el presupuesto nacional de educación es del 6%. Ahí ya partimos de un error. Normalmente los maestros están siempre tildados de vagos, que laburamos 9 meses, que tenemos 3 meses de vacaciones, que no es así. Nos ponen en esta situación de opresión a días de que empiecen las clases sabiendo que lo que más le molesta a un docente es tener que hacer paro. Te dicen “¿por qué no peleaste en enero?”. En enero no te atienden. Nosotros incluso en diciembre cuando nos fuimos, en la última asamblea de Suteba, el gobierno provincial se había comprometido con el frente a tener paritarias a partir del primero de febrero. No es educación, es un compromiso con la niñez, con la escuela pública. Vos fijate que están cerrando las casitas de los niños, porque no están pagando las becas. Hay un discurso político-progresista que no coincide con la realidad, y ante no tener argumentos, te difaman. Entonce el maestro es el vago, “¿Qué quieren los maestros, que trabajan 4 horas?”. Como si fuese tan importante la cantidad.
Terminan optando por esto de hacer las paritarias en un marco que no es de paritarias, con un ministro de trabajo que está al lado del ministro de gobierno, que se juntan para firmar una conciliación obligatoria. Es un giro a la derecha prácticamente. La opresión ante el trabajador, porque el presentimos que quieren instalar ahora, es para que no hagan más huelga. […] Me parece que el conflicto docente, es la conclusión de otros problemas previos que tienen que ver con el presupuesto, con una voluntad política de qué lugar ocupa la educación en un país, la salud. No puede ser que salud y educación tengan menos del 7% de presupuesto. Más vale que va a haber conflicto. Y se va a seguir sosteniendo, porque los maestros no tienen ganas de empezar. Luchas conseguidas por años, por ejemplo que se quite el presentismo como suma en negro. Nosotros tenemos un 60% de sumas en negro en el sueldo. Que eso vos sabes que cuando va a previsión no aporta. Esta jodido, porque tenes una dirigencia sindical mayoritariamente oficialista. J: Y entonces, ¿qué es lo que te lleva a seguir apostando por la educación? Y que se yo… Me parece que apostar a un país mejor, como dicen las princesas “por la paz mundial” (risas). Para mi es un desafío, y además pensar que puede haber un mundo mejor, donde quepan muchos mundos. Siempre pensando en la justicia social, los chicos son merecedores de la inclusión, y va más allá de estar adentro de la escuela. J: Muchas gracias Liz.
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POR DANIEL ROJAS DELGADO
Cuando la solidaridad es puro cuento En lo cotidiano y en la literatura, solidaridad, compañerismo, favor interesado y amistad se funden y se confunden. ¿Son lo mismo? Algunos ejemplos nos muestran cuándo deja de ser lo que debería ser para convertirse en lo que nos conviene que sea.
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Te invoco, ¡oh, Solidaridad!, mientras escribo esto en una servilleta, a la espera de que venga la moza. Siento que eres una de esas de esas palabras que se gastan al usarla, como un significante vacío. Aunque tampoco me gustaría llamarte la Innombrable, ni convertirte en una palabra prohibida, de las que la academia dice que son muy malas. Por esa razón prefiero simplemente denominarte, de ahora en más, palabra X, y así seguir evitando tu erosión. Llega la moza y le pido una milanesa de carne con papas fritas. Luego abro al azar un libro que traje: —¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principito—. Se está solo en el desierto… —También se está solo con los hombres —dijo la serpiente. Sí. Las páginas doradas de la gran obra que Antoine de Saint-Exupéry publicó en 1943, la del niño que vino del asteroide B 612, aborda mil temas: la soledad, la palabra X, la amistad, la vanidad y 996 más. En el fragmento citado, la visión de la serpiente transmite cierta idea de frialdad en el trato con la gente. Por mi par-
te, interpreto que el poeta español Miguel Hernández dice algo similar —aunque más bien se refería al amor de la pareja— en el poema “Mi cuerpo”: “¡Qué triste un cuerpo solo!” Pero empecemos a hablar en positivo. Punto y aparte. “Todos para uno y uno para todos” podría sintetizar el ideal de la palabra X. Se trata del lema famosísimo de “Los tres mosqueteros”, que el francés Alejandro Dumas (padre) publicó como novela por entregas en 1844, en un periódico. A partir de allí, se han producido más de una decena de películas basada en esta historia, desde la versión muda de 1921, la serie animada “D´Artacán y los tres mosqueperros” de 1981 o “Barbie y las tres mosqueteras” de 2009. En fin: me aburro de esperar, pero lo menos ahora tengo un vaso de gaseosa que burbujea frente a mí. Dicen los que dicen que la palabra X bien entendida comienza por casa —es recomendable que sea en la propia—. ¿Conocen la historia del matrimonio Stone, que tuvo que irse de unos días de su casa y se la dejaron a cargo a
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los Miller? “Vecinos” (1976), así se llama el relato del estadounidense Raymond Carver en el que Bill Miller, en una de sus visitas a la casa de los Stone para dar de comer a la mascota y regar las plantas… Miró por la ventana, y después se movió lentamente por cada una de las habitaciones considerando todo lo que se le venía a la vista, cuidadosamente, un objeto a la vez. (…) Finalmente entró en el dormitorio, y la gata apareció a sus pies. La acarició una vez, la llevó al baño, y cerró la puerta. No hace falta decir que también abrió armarios y demás… Ya les decía que la palabra X está devaluada, y la puede usar cualquiera para referirse a cualquier cosa, en cualquier revista. Por otra parte, quien no quiere que le cierren ninguna puerta es el magnate británico Joseph Lewis, dueño de una porción de paraíso con lago cerca de la localidad de El Bol-
Humor por Cris.
són, hacia la frontera con Chile. El periodista argentino Gonzalo Sánchez publicó dos libros en los que investigó sobre los dueños de las tierras del Sur. En uno, “La Patagonia vendida” (2006), el intendente Oscar Romera le decía de Lewis: Usted no sabe lo que es este gringo, un tipazo. Viene, me pregunta qué necesito. Va a las escuelas, regala videocaseteras, ropa, comida. Fulbo [pelotas] para los pibes. Hay que mandar a un pibe a Buenos Aires para operarlo, paga todo y lo enviamos. Donó los dos camiones para los bomberos. ¿Cómo no le vamos a agradecer? Se dice mucho de él, pero son mentiras (…). Si alguien viene y te dice que te quiere regalar un caballo, ¿te vas a poner a mirarle los dientes? ¡Con razón que al británico le dicen el tío Joe! Se me termina la gaseosa y tengo más hambre. Agarro otra servilleta y sigo escribiendo:
la solidaridad ̶… digo eso, la X, también es compañerismo, humanidad compartida, que no se puede ejercer en solitario. En eso estoy cuando veo que la moza trae la milanesa y las papas. Le miro los dientes: parece honesta. —¿Qué es para usted la palabra X? —le digo. —¿Cómo? Comienzo a ponerle sal al plato y le repito la pregunta. —¿Y cuál sería la palabra X? —responde. —No puedo… decirla… se devalúa —le hablo con la boca llena, porque el primer bocado ya ingresó—. Es una palabra que se gasta fácil. Me mira con cierto desconcierto, se va silenciosa y más tarde vuelve con un diccionario viejo y me pregunta: —Fíjese acá si la encuentra. Igual estaba en un cajón. Hace mucho no se usa.
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POR PABLO MARTIN SCARINGI
desparecer muchas cosas o hacer que aparezcan en otro lado-. Pero bueno, no me voy a detener en el policía, él ya tendrá su espacio en estas hojas.
Que bonita vecindad El chavo es un personaje que vive en la conciencia y en la mente de cada uno de nosotros, todos alguna vez han visto a la vecindad y se han reflejado en algún personaje o reído de él, por ello, decidí describir con gratitud ese consorcio de propietario que juntos conforman una bonita vecindad. - Comenzaré por el principal, el Chavo. El chavo vive en un barril, no tiene familia y solo ostenta un grupo reducido de gente amiga, vive de la limosna y de lo que consigue limpiando vidrios en la calle. Mi amigo, sufre en carne propia la adicción por las tortas de jamón, él las consigue en una cocina de su ciudad-donde poco se vigila y donde mucho pasa-, se vuelve loco
por ellas. La policía lo ve siempre y de vez en cuando le hacen alguna visita. El chavo, suele hacerle mandados al comisario para así comer más tortas o incluso algún refresco de tamarindo. El comisario es un hombre de bien, que se supo ganar su comisaria, la mejor de todas, la que queda en el centro de la ciudad, cerca del teatro y de la plaza. Como por arte de magia se cuenta que sabe hacer
Vuelvo al chavo…Este pibe sabe que tiene acceso a la vivienda, sabe también que las leyes y el mundo de los grandes legisladores de Washington le han otorgado derechos por su sola condición de niñito, esto lo sabe porque, amén del barril, se ha juntado con revolucionarios de verdad que le han leído la norma, que le afirmaron que la Constitución los ha receptado y hasta incluso, que establece esa prerrogativa liberal de la propiedad y el acceso a la vivienda digna. Él gracias a Dios lo sabe todo, como dije, estos revolucionarios tienen un taller y de ahí salen los futuros rebeldes. Como verán, mi compañero vive de la limosna, sobrevive el día a día trabajando para poder zafar. No pudo conocer a sus padres, ve en la esquina su grupo de referencia y en la vecindad un lugar de integración. - El señor Barriga. El Sr. Barriga es un gran empresario, tiene la inmobiliaria más grande e importante de la ciudad, con sus amigos saben jugar al golf, ir de fiestas en fiestas, ellos están contentos porque se dan cuenta que pueden manejar los precios de los alquileres. Se podría decir que son los garantes del art.14 bis C.N., los referentes del art.17 C.N. y quienes pueden colaborar para que vos o yo podamos tener nues-
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tra casa o alquilar nuestro primer departamento. No obstante ello, cuando conviene el Sr. Barriga permite la deuda o es permisivo en el pago de la renta. Eso generalmente ocurre cuando observa la posibilidad de entregar a un amigo o conocido algún departamento sin ocupar. Es muy amigo del intendente, con él se diagraman los nuevos planes de urbanización y se aceptan, con una buena ordenanza, la construcción donde no se es permitido.
el chavo, vive de mendigar y ocupa el inmueble que habita con su hijita. El Sr. Barriga le permite esto a cambio de colaborar en la causa del intendente y de su organización política “10 de diciembre”. Es fanático del fútbol y participa de la barra brava de su equipo, con ellos van a la cancha de local o visitante, manejan los estacionamientos y venden entradas, la que comparten con el líder más una colaboración al comisario.
- Doña Florinda. Es la madre de Kiko, es soltera y cobra una pensión derivada. Se ha mantenido con la fuerza que una mujer puede hacerlo, apostando por su familia y creciendo día a día en el amor. Florinda, sufrió el deceso de su marido y padre de Kiko durante el embarazo, su madre y sus amistades le recomendaban el aborto, ella siguió a pesar de todo. Hoy demuestra ser una excelente mujer, trabajando y tratando de ser ejemplo de lucha, verdadera lucha de mujer, lucha por la vida.
- Doña Clotilde. Jubilada del Ministerio de Educación, cobra una jubilación pequeña en relación a lo que percibe un empleado en actividad, quizás será porque su gremio-una gran central gremial- siempre cierra los salarios “en negro”.
- Kiko. Es el hijo de Florinda y amigo del chavo. A pesar de su realidad trata siempre de ayudarlo, sin embargo, su condición-de niño bien- a veces lo hace renegar y pelearse con su amigo. Es explorador de Don Bosco, vive esperando los sábados y domingos para compartir con ellos y sus animadores excelentes fines de semana, ahí entendió su realidad y se pudo acercar a la fe. - Don Ramón. Este hombre es desocupado como
- El Profesor Jirafales. Hoy por hoy, el “profe” no puede dar clases porque fue acusado de abuso sexual, un juicio iniciado por unos padres con dos elevaciones a juicio y que lleva más de 6 años sin resolver. Este maestro, convencido de su inocencia, sufre el desempleo y el desamor de Florinda, quien enterada de lo que ocurrió, lo dejó de invitar a tomar su taza de café. - El cartero. Algunos dicen que murió y otros afirman que no, todavía sigue siendo un misterio. Hasta aquí algunos de los integrantes de la vecindad, seguramente no entendiste nada. Pero sencillamente lo que quise describir son algunas de las situaciones cotidianas que se dan en la sociedad. Creo que no podemos seguir
mintiéndonos y dejando pasar lo ocurre: El negocio de las inmobiliarias imponiendo precios y manejando las sumas de dinero que manejan, los poderes políticos atrás de cada uno de sus actos. La policía, no toda, vive envuelta en un manto de sospecha, muchas veces convive con el delito y hasta a veces lo genera. Sigue en mi memoria Luciano Arruga y Miguel Bru como así también, los “chavos” que día a día sufren su persecución. Los jubilados, que si bien es cierto que su condición ha mejorado, continúan perdiendo espacios y quedando a la cola de los reclamos salariales. Las barras bravas y las organizaciones políticas que viven de la pobreza y las mafias. Los chavos, nuestros pibes, en el medio de toda esta mierda. ¿Cuánto más tenemos que trabajar para ayudarlos? ¿Cuánto más esfuerzo hay que hacer para colaborar con su vida? Ellos, como todos los demás, merecen de nuestro compromiso. La solidaridad que pretendemos debe ser concebida como un compromiso serio por el otro, debe permitirnos ver la realidad en la que vivimos y denunciarla, no podemos estar callados ante las injusticias, no podemos acostumbrarnos, debemos gritar, como Pepino: ¡La mafia es una montaña de mierda! La solidaridad es un compromiso por el otro y una lucha constante por contar la verdad. La verdad para mí es Dios, es la cruz y la resurrección, es la solidaridad de un Dios que se hizo hombre y vivió por nosotros.
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POR NORA PFLÜGER
MARÍA: soledad y solidaridad Desde su vocación tan especial de Madre del Salvador, que pudo haberla hecho sentir “sola” entre las mujeres, la vida de María es ejemplo de solidaridad con todo el género humano.
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ucha imaginación ha corrido, en teólogos y novelistas, sobre la posible sensación de “soledad” de María, la Madre de Jesús, después de que el Ángel le anunciara que había sido elegida para dar a luz al Salvador del mundo, en condiciones indudablemente extraordinarias. Más de uno se ha preguntado si no se habrá sentido extrañamente distante de las otras mujeres, alejada de sus parientes y amigas, como una chica “rara” y distinta… Es verdad que María debió experimentar la soledad que puede sentir una joven sencilla a quien Dios llama, de pronto, a una misión irrepetible y excepcional. Pero esta soledad suya no fue aislamiento, sino interioridad, unión con Dios, conciencia profunda de su destino. Fue hace años, en un librito del sacerdote trapense Bernardo Olivera, llamado “Catecismo mariano contemplativo”, que encontré por primera vez la expresión “soledad solidaria”, referida a María. Decía el autor: “María es relación con Dios hacia los hombres, su soledad es el rostro interior de su solidaridad, su soledad es solidaria”. Entre los pocos –pero significativos- episodios que la Madre de Jesús protagoniza en el Evangelio,
hay uno que me impresiona profundamente: “En aquellos días María partió y fue presurosa a un pueblo de las montañas de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lucas 1, 39-40). Subrayo lo de “presurosa”. Porque no se trata de una prisa ocasionada por ansiedad. Imaginemos la circunstancia: María acaba de en-
terarse de su elección para ser Madre del Señor y al mismo tiempo, ha recibido la noticia del embarazo de Isabel, su prima ya mayor, a quien se pensaba incapaz, por su edad, de concebir un hijo, y que estaba “en su sexto mes”. Y María no se encierra ni un instante en ella misma: al contrario, se pone de inmediato en camino para ir a atender a su prima,
que seguramente necesitará ayuda. Cuando Isabel saluda a María como la Bienaventurada, Ella entona un canto de alabanza a Dios (el Magnificat), en el que expresa sin ninguna duda su solidaridad con los pobres y con su pueblo: “exaltó a los humildes” (Lucas 1, 52), “se acordó de Israel… de Abraham y de su descendencia para siempre” (Lucas 1, 54-55). Aunque este episodio se conoce en la tradición cristiana como la Visitación, María no se queda sólo de visita una tarde: San Lucas, médico de profesión, señala que permaneció con su prima “tres meses”, es decir, todo lo que faltaba para que naciera el niño que Isabel esperaba, y que recién entonces “se volvió a su casa” (Lucas 1, 56). Consideremos qué profunda tiene que haber sido la unión entre Isabel y María durante esos tres meses, a pesar de que cada una estaba de algún modo sola con su propia misión única e intransferible. María sería la Madre del Redentor; Isabel, la de Juan el Bautista, el Precursor de Jesús. Pero ambas estaban hermanadas en una maternidad que no podría jamás quedarse en los límites de una ternura egoísta, sino que debía abrirse a la generosidad y al servicio a todos los hombres. También nosotros, cuando nos sintamos solos bajo el peso de nuestra vocación, de nuestras decisiones, de nuestras responsabilidades, entendamos que esos dones y compromisos se nos han dado para bien de todos y sepamos abrirnos a los demás, en “soledad solidaria”.
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POR JUAN IGNACIO SALGADO
Solidaridad, para que, si al final la vida sigue igual…
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“Qué has hecho con tu mano, Dónde guardas Dónde escondes la bendición Que hay en tu palma abierta.” Matilde Alba Swann
er Solidarios está de moda. Todas las grandes empresas, los clubes más importantes, los actores y futbolistas más famosos participan activamente en cuanto evento solidario se haga. El número de ONGs solidarias crece de manera exponencial todos los días. Los jóvenes de todas par-
tes se alistan en campañas y proyectos solidarios para ocupar su tiempo libre. Sin lugar a dudas la Solidaridad está de moda. Es mucho el trabajo que se hace en beneficio de los más necesitados, cada vez son más los que se preocupan y participan desde donde pueden y con
lo que pueden para hacer de este mundo un lugar más justo. Y eso es una buena noticia. Los pobres hoy están en el centro de la escena. Las ideologías, las religiones, las políticas, todo parece estar dirigido en el beneficio de los más necesitados, de los sin techos,
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de los marginados. Pero parece que algo debemos estar haciendo mal, porque la pobreza y el hambre siguen siendo una realidad y un problema sin solución en todas partes. Los esfuerzos se multiplican pero los problemas no disminuyen. Con esto no quiero decir, que no valga la pena el esfuerzo. Siempre vale y siempre sirve el trabajo hecho en beneficio del prójimo más necesitado. Pero no es solo importante el trabajo que hacemos, también importa, y mucho, el Por qué lo hacemos. He aquí el meollo del asunto, y de la respuesta que demos dependerá el Éxito de nuestra empresa. Para que la solidaridad no se vuelva un simple asistencialismo, para que el esfuerzo no se convierta en un dar limosna solamente que nos permita disfrutar con cierta paz de nuestra vida confortable, el acto solidario debe ser necesariamente un acto de amor, que el único fin que persiga sea el Bien del Prójimo. Porque si no todo el bien que podamos hacer con nuestras campañas y proyectos se marchitara antes de florecer, sin dar fruto. Y el mundo seguirá andando y el que no se subió se embroma. Pero es imprescindible entonces, para que esto no pase decidir y ponernos de acuerdo en dos cosas funda-
mentales. Primero, debemos aclarar que es el Bien, porque ese será nuestro Norte. Y en segundo lugar debemos saber Quién es el Prójimo, porque él es el motivo de nuestro esfuerzo. En los tiempos que corren donde el relativismo parece ser la doctrina dominante ponernos de acuerdo en el bien que buscamos es tarea imposible, y por eso difícilmente lleguemos a alguna parte. Así, mientras tanto, cada uno camina y trabaja en pos de una Utopía diferente, en muchos casos opuesta, pero para colmo de males cada paso que avanzamos en pos de nuestra Utopía, esta se aleja dos, como dice Eduardo Galeano, y sigue siempre inalcanzable en el horizonte. El escritor uruguayo se pregunta entonces, “¿para qué sirven las Utopías?”, y se responde de una manera muy simpática, “sirven para seguir caminando”, y esto es una respuesta muy linda en la teoría, pero que en la práctica termina irrevocablemente, a la larga o a la corta, en la desesperación o el abandono de la pelea. Y en ese momento uno se vuelve sínico o práctico, es decir, o tira la toalla porque ya no hay más remedio, o hace lo que puede sin despeinarse demasiado porque al final no importa demasiado, el mundo no cambiará. Pero también hay quie-
nes gastan su vida en trabajar por quien lo necesita, con violenta prescindencia del mañana, entregando todos sus esfuerzos en que el paso por esta vida de todos los que se cruzan por este camino sea una experiencia de encuentro y esperanza. Y pienso irremediablemente en la Madre Teresa de Calcuta en este momento, que paso cada minuto de su vida acompañando y haciendo todo lo que estaba a su alcance por dar una mano a cada persona que Dios le puso delante. Y aunque no podía solucionar los problemas importantes del mundo empezó, haciendo lo que estaba a su alcance, una casa hogar adonde llevar a los moribundos de las calles para que pudieran morir en paz y con dignidad. Yo no sé cuál de estas dos maneras es más efectiva, pero estoy seguro de cual es más alegre. Porque al final el porvenir siempre está por venir, y el pasado ya paso, entonces el único tiempo que poseemos es el presente. Para que la Solidaridad no se convierta en una cascara vacía sigamos el ejemplo de la Madre Teresa que decía siempre, “Voy a pasar por la vida una sola vez, por eso, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacerle a algún ser humano, debo hacerla ahora, porque no volveré a pasar por aquí.”
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POR FRANCISCO ANDRES FLORES
Cien años de solidaridad La inundación, la literatura, los muertos, la solidaridad, la mezquindad y el heroísmo. “…porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.” (G. G. Márquez, “Cien años de soledad”)
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a lluvia comenzaba a tejer su negro manto sobre La Plata mientras yo, regresando de Bolivar, intentaba entrar a la ciudad infructuosamente. Por calle 44 un coro de voluntades cada vez más alarmadas se atascaba y, en el frágil refugio del auto, revolvían el dial para
saber qué sucedía. Las radios, sin embargo, repetían la misma música de siempre. Hacia el horizonte los autos, inmóviles, respiraban jadeando la humedad de la lluvia, perfectamente quietos en una postal rara e incomprensible. Al lado de la ruta un patrullero pintaba de celeste el aire espeso, sin saber qué
hacer… sin decir nada… tan atónito como todos. Hubo una pausa, como un bache de tiempo, como si la naturaleza respirara hondo antes de emitir su sentencia irrevocable. Créanme o no, lo percibí. Percibí la pendiente sensible del terreno hacia la ciudad jeroglífica, el agua implacable, las
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autoridades impávidas, los ciudadanos inermes, el terreno aplastado de cemento, la autopista opresiva, la refinería sofocante … todo confluyendo, como un oscuro presagio, sobre la ciudad de La Plata. En un raro rapto de lucidez salté la rambla y regresé, retomando la rotonda para buscar la 520. Acababa de comenzar, sin saberlo, la más oscura noche de los platenses. Inundación. La ciudad, asaltada por el agua, poco a poco empieza a tomar conciencia del dramatismo de la situación. Dora, en su casa de La Loma, revisa la compuerta que debería evitar el ingreso del agua pero parece que falla. No entiende por qué llaman “La Loma” a un barrio que parece un pozo y se inunda siempre. Negro, su perro fiel, observa inquieto, con el fino instinto de los animales, el avance inexorable del agua. En algún momento los celulares dejan de funcionar, y la comunicación con los familiares se vuelve prácticamente imposible: nadie sabe dónde están sus seres queridos, o si están bien… En Los Hornos, Jorge trata de calmar a su nieto cada vez más nervioso por la crecida. El niño quiere ver a su madre, quien vive cerca, y deciden salir para allá: lo lleva en brazos en medio de una calle ya inundada. La corriente se vuelve más impetuosa y la vereda cede bajo sus pies; desesperados, se toman de una reja para evitar el arrastre tremendo de la corriente y allí quedan, peleando con el agua. Unos vecinos les tiran una soga: el niño, más ágil, la alcanzará; su abuelo, en cambio, tendrá dificultades para
asirla y mantenerse en la reja…. A unas cuantas cuadras de ahí, mis azorados acompañantes y yo alcanzamos la 520: no está mucho mejor que la 44, pero al menos está vacía. El agua sube desde el Sudeste e inunda una mano pero, con la rambla como dique, la otra está transitable, así que manejo a contramano durante cuadras hasta alcanzar la 137. Allí vemos a las familias con el agua hasta el pecho sacando a sus niños en los hombros. Los que pueden saldrán a pie, o subirán al techo para pasar la noche, pero no todos tendrán esa suerte. En medio de la lluvia, como una aparición, o como un ángel, aparece un tractor: yo, imposibilitado de entrar calle abajo por la altura del agua, lo celebro con bocinazos. Será uno de los tantos héroes anónimos de la jornada que sacará vecinos durante horas. En Tolosa la crecida es implacable y no da tiempo a nada. Antes de que terminen de subir las cosas al cuarto de arriba, Josefina y su familia se dan cuenta que el lugar más elevado deberá ser, no para las cosas, sino para ellos mismos; más tarde abrirán las puertas también a los vecinos y pasarán la noche hacinados en el primer piso. No todos los vecinos de la cuadra conseguirán un refugio elevado. Literatura. La frase que encabeza este relato es, probablemente, la conclusión más famosa de la literatura hispanoamericana. Cierra el libro “Cien años de soledad”, y abre una multitud de preguntas e interpretaciones. Entre todas ellas, el autor del libro nos da la clave: “Nadie ha tocado el punto que a
mí más me interesaba al escribir el libro, que es la idea de que la soledad es lo contrario de la solidaridad y que yo creo que es la esencia del libro” ( González Bermejo, Ernesto. “Ahora doscientos años de soledad”, en García Márquez habla de García Márquez, Bogotá: Rentería Editores, 1979, Pág. 55. Lo que García Márquez llama poéticamente “soledad”, tal vez podríamos llamarlo, en términos más sociológicos, “individualismo”. El autor es aún más explícito: “…aquí hay un concepto político: la soledad considerada como negación de la solidaridad, es un concepto político” (ídem). En esa frase, G. G. Márquez nos afirma claramente que no se refiere a la soledad como estado de ánimo o sentimiento, sino a la soledad como negación del otro, como indiferencia a las necesidades y problemas de los demás, como pretensión de autosuficiencia, como vivir encerrado en uno mismo; y, sobre todo, como construcción de una sociedad que no es solidaria. El correlato político es claro: la “soledad” de los Buendía arrastra en su drama a su entorno, a la naturaleza y a la ciudad; García Márquez lo dice claramente: “la frustración de los Buendía proviene de su soledad, o sea, de su falta de solidaridad, la frustración de Macondo viene de ahí, y la frustración de todo, de todo, de todo” (ídem). Muchos han visto en ésto una crítica a la autosuficiencia del hombre moderno, y creo que es cierto en gran medida. Creo también que hay algo más profundo aún que nos dice García Márquez: que cualquier intento social o político que no se construye con el reconocimiento del otro, que no es
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sensible a las necesidades del otro, en fin, que niega la solidaridad, es un proyecto condenado a la frustración, un proyecto que no tendrá “una segunda oportunidad sobre la tierra”. Inundación II. Macondo, frustrada ciudad idílica, desaparece en un remolino de viento. La Plata, ciudad laberíntica, se debate aún en el remolino de la inundación. Pasamos rezando el puente de la 137 sobre el arroyo El Gato y alcanzamos el extremo Oeste de la ciudad. El paisaje es dantesco: oscuridad absoluta, gritos y bocinas, multitud de autos atascados sobre la 32, cuadras totalmente anegadas… solo el Estadio Único permanece encendido: su luz testaruda le pelea a la oscuridad de la noche, insuficiente sin embargo para la magnitud del drama. En el Distribuidor un enjambre de autos huye a contramano de la ciudad, en una secuencia apocalíptica que no olvidaré nunca. Del otro lado, los que no pueden salir o prefirieren esperar a que pare, se refugian en sus autos. Para algunos, su auto será su tumba. En Villa Elvira el arroyo Maldonado se lleva casillas enteras. La lluvia es culpable de la inundación, pero la desigualdad social es previa a la lluvia. La vida precaria de los pobres los vuelve más vulnerables a todo, incluso a la indiferencia del Estado. Los municipales recién se acordarán de este barrio dos días después, cuando aparezcan las cámaras. En Villa Alba, Maxi ayuda a los vecinos a escapar del agua. Sacará a decenas de ellos. Maxi es moreno, robusto, de melena “marado-
niana”, y habitualmente pide en la puerta de San Ponciano; pero esa noche se olvidará de sus carencias y estará sin dormir por ayudar a otros. Como se cortó la luz y las comunicaciones no andan, muchos se enterarán recién al otro día de la catástrofe: saldrán a trabajar y encontrarán una ciudad sitiada. Otros, en cambio, pasarán toda la noche precariamente refugiados y casi sin dormir. Otros no verán el amanecer. Mezquindad y heroísmo. Al fondo de la diagonal 73 el sol levanta su luz tímida sobre la ciudad, pero el nuevo día no termina de quitarse de encima la noche anterior. La ciudad es un caos. Los mecanismos del Estado, en todas sus formas, están ausentes. El amiguismo y el acomodo, versión aparentemente inocua de la corrupción, muestran en la mañana triste su cara más cruda, su consecuencia mortal de insensatez e inoperancia. La mayoría de los muertos murieron abandonados. En la tele el gobernador se prepara para un discurso de ocasión, sabe que tiene que salir a hablar, pero no sabe qué decir: su capital está inundada y llena de muertos; y, lo peor, sin asistencia efectiva del gobierno. Los asesores de siempre, confidentes de la mezquindad, le recomiendan que reconozca que hay muertos (para no quedar en orsai) pero que no diga cuántos. Él duda: al fin y al cabo algún principio le queda, o al menos eso cree. Los asesores insisten: no conviene dar la cifra impresionante que conocen para no alarmar a la población y generar pánico… nadie quiere
eso… (la peor mentira siempre es la que se cree necesaria y pretende ser un bien para el engañado). El gobernador al fin cede al argumento de los mezquinos y sale en TV minimizando las víctimas. Se arrepentirá toda la vida de ésto. El día apenas acaba de comenzar. Mientras el Estado se esfuerza más por ocultar sus miserias que por cuidar a la gente, de a poco un ejército silencioso de vecinos comienza a organizar la ayuda. Crece como una marea más grande que la misma inundación, más impetuosa, y lentamente colma las instituciones y las iglesias. En su mayoría jóvenes, se vuelven los protagonistas de la jornada: se multiplican en cadenas humanas, en incursiones para rescatar gente o para llevar ayuda, en detectar necesidades… A medida que los medios de comunicación se hacen eco, el drama conmueve al país y las donaciones llegan desde todos lados. Los días se hacen eternos trabajando desde la primera hora hasta la madrugada. En el Banco de Alimentos se descargan enormes camiones que llegan de Buenos Aires, y se reparte la mercadería en autos y camionetas particulares. A veces los voluntarios llegan a destino, otras veces son desvalijados en el camino por barras o punteros políticos que acaparan la mercadería. En Caritas San José no hay descanso: a toda hora se asiste a familias y se revisa, centro por centro, la enorme red de solidaridad que se teje para que ningún barrio quede sin ayuda. No importa el color político o religioso: todos reciben lo que precisan; y si no hay, se consigue. En Tolosa la Cruz Roja multiplica brazos y esfuerzos, y en todas las
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parroquias y clubes sucede lo mismo. A medida que pasan los días la ayuda crece, y la gente común le da al poder una lección silenciosa pero inolvidable. En el Pasaje Dardo Rocha en cambio se concentra la solidaridad “oficial”. Tratan de borrar el papelón de haber mentido descaradamente, en una red social, cuando afirmaron que el intendente estaba ayudando y en realidad estaba de viaje. Allí sí hay camiones en abundancia y custodia policial. Lo mismo sucede en los centros culturales y barriales subsidiados por el Estado, sea municipal o provincial. La discriminación es evidente. La ayuda será enviada, pero a los punteros de siempre. En algunos lugares se obliga a usar una pechera partidaria para colaborar. Sucede que algunas personas o grupos se consideran los herederos del compromiso social y solidario en la Argentina, y parece que cualquier intento fuera de ellos no es válido… es el “monopolio de la solidaridad”. Se ve en los intentos de algunos de aparecer como los únicos en ayudar; se ve en los grupos partidarios que “copan la parada”, por las buenas o por las malas; se ve en la solidaridad con bombos y platillos de los canales oficiales… Esto no es exclusivo de grupos políticos: en algunas parroquias hay grupos o personas que, acostumbrados a manejarse como si fueran los dueños, pretenden manejar la situación según sus criterios y urgencias, llevando adelante una solidaridad caudillista y personalista que, lejos de colaborar en la compleja labor de asistencia, termina disgregando la ayuda y malogrando la correcta distribución. No
dudo de las buenas intenciones de nadie, pero pienso nuevamente en el genial libro de García Márquez: no se puede ser un “solidario solitario” (o viceversa). La persona o grupo que pretende ser “solidario en solitario”, en realidad no hace más que expresar su soberbia y su pretensión de parecer mejor que el resto. Porque la solidaridad es una expresión de sensibilidad social y comunitaria más allá de las diferencias. Cuando pase el tiempo y se alejen las cámaras, sólo los verdaderos comprometidos quedarán trabajando; el monopolio de la solidaridad se esfumará y las pecheras naranjas dejarán de ayudar para volver a poner multas en las calles. En Caritas San José, Esteban va y viene frenéticamente. Lleva órdenes de envío desde la organización central a la puerta, y vuelve corriendo con nuevas necesidades. Ese día todo está desbocado y no entiende aún por qué. Entra al salón de los organizadores a los empujones, llega a la mesa de trabajo abriéndose paso sin mucha elegancia y, junto a la mesa, choca bruscamente sin querer a una señora que estaba de espaldas. Se hace un silencio que no entiende; él, levanta la vista: acaba de chocar con la Presidenta de la Nación. Esteban intenta una disculpa, pero ella contesta: “No importa, estabas trabajando”. Esteban extiende sobre la mesa el nuevo mapa de necesidades, y ella se inclina para mirar: por primera vez en mucho tiempo la Presidenta disfruta lo que hace. Ella lo sabe bien: siempre le gustó más la trinchera que los escritorios, y por un momento lamentará tener que codearse cotidianamente con
burócratas egoístas y mediocres que solo miran su ombligo. No puede creer cómo, a algunos de los suyos, se les escapa la tortuga tan fácilmente... Los retará, en público y en privado, pero la suerte está echada. La política, una vez más, impondrá indefectible su danza mezquina de presiones e intereses y marcará el compás de los meses siguientes en los cuales, cuando las aguas bajen, parecerá que nada ha sucedido. Otra vez, muchos dirigentes preferirán sus alianzas de poder a la justicia, sus compromisos partidarios a su compromiso con el pueblo, la mezquindad al heroísmo. Para la gente común la batalla es otra y no importa el brillo de las cámaras: cuando éstas se apagan, ellos siguen igual trabajando hasta altas horas de la noche. La solidaridad de la gente mantiene, en medio de la tempestad, una llama encendida de esperanza. Muertos. Todos lo oímos, todos lo percibimos, en los barrios, en los comentarios boca a boca, en los susurros temerosos de los testigos… decenas de muertos, cientos, escondidos en la morgue, o flotando en la ribera del río, o arrastrados sin misericordia por el arroyo, gritando en la penumbra, sin documentos que prueben su existencia, o con certificados falseados para encubrirlos… Los supuestos testigos eran gente creíble, los relatos consistentes, las ausencias en las listas oficiales notorias… y sin embargo no se investigó seriamente desde el Ejecutivo. La Justicia, en cambio, tuvo intentos encontrados que aún se debaten en su esquizofrenia
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legal. Los reclamos de gobiernos limítrofes por sus ciudadanos supuestamente desaparecidos nunca encontró eco: si no tenían documentos, nunca existieron… La referencia a “Cien años de soledad” me resulta inevitable. Recuerdo el episodio del tren de los muertos: hay una protesta sindical, el ejército reprime con balas, y luego carga los muertos en un tren para hacerlos desaparecer. José Arcadio Segundo es subido en el tren, inconciente, confundido con un cadáver; él se despierta, ve los cientos de muertos apilados…(“los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños…”) y salta. Salta para escapar y regresar a Macondo, pero en el pueblo nadie le creerá y será tomado por loco. Los paralelismos son increíbles. El párrafo siguiente es una pintura cruel de nuestra realidad latinoamericana, tan acostumbrada a muertos que desaparecen y mentiras oficiales: “La versión oficial, mil veces repetida y machacada en todo el país por cuanto medio de divulgación encontró el gobierno a su alcance, terminó por imponerse: no hubo muertos, los trabajadores satisfechos habían vuelto con sus familias, y la compañía bananera suspendía actividades mientras pasaba la lluvia…” (Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”). Solidaridad. Según el compendio de Doctrina Social de la Iglesia, la Solidaridad es una virtud moral y un principio social. Como “virtud moral” es “la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común” (Compendio de DSI, 193). Pero ante todo, afirma el compen-
dio, debe captarse “en su valor de principio social ordenador de las instituciones”, según el cual las “estructuras de pecado… deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad” (ídem). Creo que en relación al último aspecto tenemos, como sociedad, una gran deuda pendiente: no alcanza con compadecerse, o con ejercitar la solidaridad personal o grupal, hay que comprometerse para cambiar las estructuras opresivas que transforman a nuestra sociedad en algo intrínsecamente injusto. El pensar que la solidaridad es algo propio de las ONGs es otra trampa del sistema para mantener sus desigualdades e injusticias, y para perpetuar los privilegios habituales y mezquinos. Compadecernos de las desgracias, pero no comprometernos para cambiar las estructuras injustas que permiten esas desgracias, es una grave omisión. En cuanto al primer punto (la Solidaridad como virtud moral) es innegable su presencia en multitud de conciudadanos nuestros, de toda edad, creencia y extracción social. Esto es un motivo de esperanza: que en oposición al típico “héroe solitario” del caudillismo personalista, podamos hablar, hoy, de innumerables y anónimos “héroes solidarios”; personas que en medio de la catástrofe sostuvieron, con su entrega y testimonio, la esperanza de los que sufren. Conclusión. A Dora la encontraron arrodillada junto a la puerta. Tal vez intentó escapar y no pudo… tal vez rezaba… Negro, su perro, sobrevivió porque pudo treparse a la mesa. Al abuelo Jorge lo buscaron desespe-
radamente durante horas, pero al final se confirmó la más triste de las noticias. A Josefina la vi unos días después: me mostró en el colegio unas fotos de su casa con más de dos metros de agua. Un mes después fallecía de neumonía, como tantas otras personas que sufrieron fatalmente, en su salud, las consecuencias de la inundación. Tenía apenas 16 años. Nunca el Estado se esforzó por prevenir la crisis de salud que la catástrofe implicaba, como tampoco de blanquear su verdadero alcance. Josefina jamás entrará en las estadísticas oficiales de las víctimas. Maxi, héroe en Villa Alba, sigue trabajando con su carro. Su familia aún pide en la puerta de San Ponciano, y no cobró ningún subsidio por la inundación. Las desigualdades sociales, para él y para miles de argentinos, persisten, y son más constantes e intensas que la lluvia. Sobre la ciudad, sin embargo, siguen lloviendo subsidios (siempre acaparados convenientemente), y espectáculos gratuitos, y robots destapa-cañerías… ¿Son espejismos, escapismos, o síntomas de nuestra indefectible condena a cien años de soledad? Escribo para no olvidar. Para canalizar el dolor y la bronca. Y también para encender una esperanza, o un deseo: 100 años de solidaridad. Quiero creer que la luz encendida en la catástrofe por esos miles de héroes solidarios nos puede salvar de la condena de Macondo. Que si cien años de soledad son una condena, tal vez este año de solidaridad pueda ser el comienzo de una bendición para las generaciones futuras. Tal vez, así, tengamos una segunda oportunidad sobre la tierra.
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POR EVENTOS
25 de Marzo - Día del niño por nacer “El martes 25 de Marzo se conmemora el Día Mundial del Niño por Nacer y para celebrarlo se realizan diferentes actividades en muchísimas ciudades del planeta. La gente de buena voluntad sale a la calle para manifestarse a favor de la vida y la familia, y se niega a rendirse ante una cultura de la muerte que busca, ensayando una falsa piedad, justificar lo injustificable, el asesinato de los niños inocentes en el vientre materno. Este 25 de marzo salgamos a la calle, hagamos lío, digamos Sí a la Vida, porque “Lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada.” decía Edmund Burke. Si estas en la Ciudad de La Plata te invito a Rezar el Rosario por la Vida en Plaza Moreno el Martes 25/3 a las 20 Hs. Y el Domingo 30 de Marzo no podes perderte la 9º BIcicleteada por la Vida que Organiza Elegimos la Vida, a las 15:30 Hs en Plaza Moreno, una verdadera fiesta para toda la familia, donde ademas se hará una colecta de pañales para el Htal de niños Sor María Ludovica. Hoy más que nunca digamos Si a la Vida. “
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SI a la
VIDA