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Enfrentando el cambio climático: mitigación y adaptación
Reducir nuestra emisión de GEl implica intentar mitigar el cambio climático, haciendo todo lo posible por reducir su impacto, el cual debemos esperar. Todo esto implicará la aplicación de nuevas políticas, tecnologías innovadoras y un cambio en el estilo de vida de todos nosotros; cada una de estas medidas tendrá un precio.
En su informe sobre los aspectos económicos del cambio climático, el economista del desarrollo y anterior economista jefe del Banco Mundial, Nicolas Stern, calculó que el coste anual de la estabilización de la concentración de CO, equivalente por debajo de un umbral de los 550 ppm, se situaría en torno al 1% del PIB global en 2050. Pero si no actuamos, los costes totales y posibles riesgos del cambio climático serán equivalentes a perder un 5% del producto interno bruto (PIB) mundial cada año, ahora y por siempre. Si se toma en cuenta un mayor rango de riesgos y de impactos, los daños estimados pueden aumentar a un 20% del PIB o más . En el año 2030, el IPCC estima que los costes macroeconómicos de estabilizar la concentración de CO, equivalente entre 445 y 535 ppm se situarán en torno a un 3% del PIB mundial; del mismo modo, el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD sostiene que el coste de estabilizar la fijación de un umbral de 2%C por encima de los niveles preindustriales podría limitarse a un promedio de 1,6 % del PIB mundial hacia el año 2030. Todas estas estimaciones son importantes, cualquiera que sea la más acertada. Pero con un gasto militar global representando un 2,5% del PIB mundial, estamos bastante lejos de conseguir este objetivo.
También deberemos tratar, simultáneamente y a toda velocidad, otra estrategia bien distinta, la adaptación climática, preparándonos para enfrentar los inevitables cambios venideros (inevitables, porque la inercia se encuentra encerrada en la atmósfera y en los océanos: gran parte del calentamiento que estamos experimentando en la actualidad ha sido causado por los GEI emitidos hace varias decenas de años). La neutralidad climática es un camino hacia la mitigación, el cual nos ayudará a reducir el daño probable. Ello, a su vez, disminuirá la necesidad de adaptarse y paliará los costes relacionados. La adaptación y la mitigación son acciones que se pueden complementar y juntas reducir significativamente las consecuencias del cambio climático antropogénico es decir, el cambio causado por la actividad humana.
Las medidas de adaptación se toman para hacer frente a un clima cambiante, por ejemplo: a un aumento de las precipitaciones, temperaturas más altas, recursos hídricos más escasos o tormentas más frecuentes, en la actualidad o en previsión de esos cambios en el futuro. La adaptación tiene por objeto reducir el riesgo y los daños por impactos nocivos, actuales y futuros, de una manera rentable o explotando los beneficios potenciales. Algunas de esas medidas consisten, por ejemplo, en utilizar de una manera eficaz recursos hídricos escasos, adaptar las normas de construcción vigentes para soportar futuras condiciones climáticas yfenómenos meteorológicos extremos, construir muros de contención de inundaciones y subir la altura de los diques frente a la subida del nivel del mar, desarrollar cultivos resistentes a las sequías, seleccionar especies forestales y prácticas que sean menos vulnerables a tormentas e incendios, elaborar planes de ordenación territorial y corredores para ayudara las especies a migrar, etc . (Esta definición está tomada del Libro Verde de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo, al Comité económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones. Adaptación al cambio climático en Europa: Opciones de actuación para la UE [SEC(2007) 849)).
La mayor parte de los gases de efecto invernadero tienen dos tipos de fuentes: naturales y producidas por el hombre. Muchos procesos naturales están en el origen de la emisión y la concentración de gases invernadero, como la actividad volcánica y los pantanos, quienes aportan una cantidad considerable de emisiones de GEl. Su concentración en la atmósfera variaba ya en los tiempos preindustriales. Pero en la actualidad, la concentración total de CO, y de CH, es mucho mayor que la tasa natural de los últimos 650.000 años. Por lo tanto, resulta evidente que esta enorme cantidad de GEl está muy ligada a las actividades humanas, tales como la quema de combustibles fósiles y el cambio en el uso de la tierra, las cuales liberan GEl a la atmósfera. La naturaleza por sí sola no es capaz de equilibrar este desarrollo.
¿Gordo o delgado?
Entonces, ¿quién debe dejar el hábito y someterse a una dieta climática? Por ahora, y a pesar de las complejidades que nos depara el futuro, la respuesta es bastante sencilla. Si se pretende lograr un desarrollo sostenible, el acceso equitativo a una energía asequible es sin duda una de las prioridades. Esta guía se dirige a todo aquel que tenga acceso a la energía y, consecuentemente, la posibilidad de usarla de un modo más sostenible y responsable que en la actualidad. Esto concierne por tanto a la mayoría de nosotros.
Algunos argumentarán que dejar este hábito sólo aplica a los países desarrollados. Después de todo, son los que cargan con la responsabilidad histórica de la mayoría de los GEl emitidos hasta nuestro presente. Los países en desarrollo, por el contrario, han dependido más de la agricultura hasta hace relativamente poco. Pero esto, junto con el cambio en el uso de la tierra deforestación y el aumento de la destrucción de turberas para el cultivo y la silvicultura, contribuyen también al cambio climático. No es necesario mencionar que la mayoría de esta agricultura producida es exportada nuevamente a los consumidores del mundo desarrollado, con el insaciable apetito que les caracteriza.
Si empleamos una analogía con un régimen, algunos dirán que únicamente los gordos pueden permitirse una dieta. Los delgados, por el contrario, no disponen de ningún excedente que puedan perder y sólo conseguirían hacerse daño enel caso de intentarlo. Esto es cierto, pero sólo hasta cierto punto. En el mundo en desarrollo por supuesto que también existen personas y organizaciones ricas, derrochadores de energía, quienes pueden hacer un esfuerzo para mejorarse (por ejemplo, las sociedades multinacionales).
Desde luego, la dieta está indicada para ellos. Algunas de las emisiones de los países en desarrollo son el resultado de la elevada dependencia de los países ricos a las importaciones. Los países desarrollados se benefician así de la producción de bienes o de la provisión de servicios de muchos de los países en desarrollo. La neutralidad climática también les concierne. Por otro lado, están aquellos pertenecientes a países ricos que viven en la pobreza energética y que, consecuentemente, no necesitarán reducir en absoluto sus emisiones.
Pero esto deja al descubierto otra cuestión más amplia: aquellos que son delgados climáticamente hablando ¿tendrán entonces la oportunidad de engordar antes de tener que perder peso hasta una talla ideal? ¿O tal vez podrán llegar a La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) , creada en 1992, divide los países en dos grupos principales: países industrializados (conocidos como países del Anexo |) y países en vías de desarrollo (referidos como Países No-Anexo 1)
Algunos de ellos se comprometieron a reducir sus emisiones de GE! al adoptar el Protocolo de Kyoto (1997).
MA ES Países del Anexo
MI A 5 EN Países No-Anexo|
A Países que no forman parte del CMNUCC
Sudáfrica tener que tomar demasiado peso en GET? Y en el caso de que engorden, ¿implica que los que ya están gordos estén dispuestos a adelgazar? No son muchos los políticos que, en sus campañas frente a los electores, les indican que deberán privarse de ciertos elementos de su confort cotidiano. El argumento va más allá de la simple cuestión sobre el cambio climático, en el sentido de que abarca la total variedad de recursos que la actual sociedad demanda. Pero, por otro lado, aún se trata de gases de efecto invernadero, puesto que la energía es el origen de todo lo que nos rodea.
Emisiones totales de CO2
de la quema de combustibles fósiles, producción de cemento y quema de gas
El tamaño del país es proporcional a las emisiones nacionales de CO2 en 2004. y
Cartografía: Grupo SASI, Universidad de Sheffield; Mark Newman, Universidad de Michigan, 2006 (actualizado en 2008), wwwworldmapper.ory.
Fuentes de datos: Gregg Martand, Tom Boden, Bob Andres, Laboratorio nacional de Oak Ridge. Por favor, tomar nota de que la cifra de Noruega no es exacta.