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DEJE EL HÁBITO ICLO DE JUCCION
La clave del éxito para lograr un programa de reducción de emisiones está en disponer de una estructura productiva bien organizada y de un proceso claramente definido. El primer paso consiste en decidirse por ser climáticamente neutro. Después necesitamos calcular las emisiones GEI de las que somos directamente responsables y analizar de dónde proceden. A partir de ahí llega la necesidad de averiguar aquello que debemos hacer para disminuirlas o detenerlas, las opciones que tenemos y actuar en consecuencia. La última etapa consiste en evaluar qué hemos hecho, identificar los fallos y después recomenzar, procurando considerar las lecciones aprendidas.
La necesidad de un firme compromiso
Por supuesto que, para que todo esto ocurra, alguien debe tomar una decisión clara en cuanto al esfuerzo a realizar para convertirse en climáticamente neutro. Desde luego que la decisión será de carácter individual pero, en un sistema más complejo, la implicación será mucho más amplia. Para tener el mayor alcance posible, se requerirá de un liderazgo político positivo al más alto nivel y un fuerte consenso popular sobre la idea de que el esfuerzo merece la pena. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ((MNUCC) y el Protocolo de Kioto representan el compromiso de los líderes mundiales para afrontar el problema. El grado de éxito demostrará la profundidad de su compromiso.
Noruega es uno de los cinco países en haber declarado públicamente su intención de obrar a favor de la neutralidad climática (los otros son: Costa Rica, Islandia, Mónaco y Nueva Zelanda). Noruega aspira a conseguir su objetivo para el 2030. Esta decisión fue tomada por el gobierno bajo la dirección del Primer Ministro pero, un hecho decisivo fue que también se consiguió el consenso de la oposición. La Ministra de Finanzas, Kristin Halvorsen, declaró lo siguiente: La invitación del partido del gobierno a la oposición tuvo por propósito crear una plataforma mayoritaria y a largo plazo, sobre la cual establecer una estrategia climática noruega y proactiva . Actualmente se está empleando mucho dinero para promover las energías renovables, fortalecer el transporte público y aplicar las medidas destinadas a reducir las emisiones derivadas del transporte.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) no se limita únicamente a indicar a los demás la conducta a seguir con tal de reducir los gases de efecto invernadero, sino que ella misma también pretende hacerlo. El Secretario General, Ban Ki-moon, afirma que la Organización se encamina a convertir sus sedes de Nueva York en climáticamente neutras y medioambientalmente sostenibles. En última instancia, esta iniciativa deberá incluir a las demás sedes y oficinas mundiales de la ONU. Para asegurarse de que el esfuerzo ecológico se expande por todo el sistema de Naciones Unidas, el Secretario General ha llamado a los jefes de todas las Agencias de la ONU, fondos y programas, a unirse al esfuerzo a través de una iniciativa apoyada por el Grupo de Gestión Medioambiental (EMG).
Crispin Tickell, escritor británico de obras sobre el medio ambiente, desveló un día su receta para evitar un cambio climático peligroso: Liderazgo desde lo alto, presión desde abajo y un desastre instructivo . Quizás una combinación de los dos primeros elementos podría ahorrarnos la necesidad del tercero .
Una vez que la decisión se haya tomada al más alto nivel (país, ciudad u otro grupo) puede ser de incalculable valor tener otra personalidad importante que defienda la causa de la neutralidad climática, dirigiéndose por igual a los directivos y a los trabajadores. No es necesario que se trate de una figura tradicionalmente respetada de la sociedad, sino que podría ser cualquiera ampliamente conocido y popular. Futbolistas y estrellas del pop conforman figuras de campeones por excelencia.
A continuación viene la etapa en la que es necesario evaluar la situación, mediante el cómputo de la cantidad total de emisiones y el análisis del origen de las mismas en otras palabras, realizar un inventario. Al menos tan importante será analizar las opciones disponibles para reducirlas. Con los resultados obtenidos será posible establecer prioridades y objetivos. ¿En qué medida podemos reducir nuestras propias emisiones y cuál es la envergadura de la compensación? ¿Cuánto tiempo necesitamos (en un comienzo, Noruega se había fijado el año 2050 como fecha límite y recientemente la adelantó hasta el 2030)? ¿Dónde obtendrán los responsables de la toma de decisiones unos mayores beneficios con su inversión - dónde deberían concentrarse los recursos y el esfuerzo para alcanzar los mejores y más visibles resultados? ¿Y qué criterios serán necesarios para medir el progreso hacia los objetivos (esta cuestión será explicada con más detalle a continuación)? ¿Y quién garantizará que el progreso de verdad se está haciendo?
Tras el establecimiento de los principios generales, la siguiente etapa consiste en desarrollar un plan de acción detallado que dé cuerpo a las líneas generales de nuestra estrategia. Este plan incluirá un plazo determinado, el reparto de responsabilidades, los objetivos a alcanzar y los indicadores usados para evaluar el progreso realizado.
A continuación tenemos la aplicación del plan, el momento donde la deliberación se transforma en acción, acompañada siempre por un control sistemático del proceso. Seguidamente, la evaluación de resultados y la recopilación en una lista de las sugerencias de mejora. Los resultados deberán estar presentados y documentados, para que la experiencia ganada en aquello que funciona (o no funciona) pueda ser compartida con aquellos que pueden ponerla en buena práctica.
Por último, una vez que todo esto se haya completado, el ciclo comenzará de nuevo; pero en esta ocasión, se incorporarán las lecciones aprendidas. La ciencia y la tecnología evolucionan, las regulaciones son cada vez más estrictas, las exigencias de la población aumentan. Por lo tanto, el segundo ciclo irá más lejos que el primero y el proceso continuará, de tal manera que cada fase sucesiva se construirá sobre la anterior, mejorándola.
No debería ser necesario decir (o quizás sí) que, a lo largo de todo el proceso es de vital importancia asegurarse de mantener una buena comunicación con todos aquellos que se han comprometido a apoyar, para confirmar que no hayan cambiado de parecer. Sentirse ignorado es una manera muy eficaz de perder confianza en la gran idea de otros. Además, asegúrate constantemente de tratar de ganar nuevos
Sistemas De Gesti N Medioambiental
Una de las herramientas que puede ser de gran utilidad para las empresas así como para la administración local durante su proceso de arranque en su trabajo hacia la neutralidad climática, es un Sistema de Gestión Medioambiental (SGMA) o durable - EMS, por sus siglas en inglés - basado en el simple principio del Ciclo de Mejora Continua: planifica, haz, verifica, actúa. Un SGMA se concentra más en las prácticas de dirección medioambiental que en las actividades en sí, de manera que asegura la puesta en marcha de procedimientos adecuados y la existencia de formación para los trabajadores, aunque sin especificar qué métodos emplear o la frecuencia con la que muestrear o supervisar un factor contaminante.
Esto puede garantizar a los directivos el control sobre los procedimientos y las actividades con un impacto medioambiental y, a su vez, confirmar a los empleados que trabajan para una organización responsable con el medio ambiente. Es más, el SGMA facilita que la empresa proporcione seguridad a sus clientes en temas medioambientales, a la comunidad y a los reguladores, al igual que se asegura la conformidad con las reglamentaciones medioambientales.
El marco básico del SGMA es establecido por la Norma Internacional ISO 14001 (desarrollada por la Organización Internacional para la Estandarización). Otro marco del SGMA es el Sistema Comunitario de Gestión y Auditoría Medioambientales (EMAS), usado por numerosas empresas en toda la UE. Muchas autoridades locales partidarios; explícales lo que estás haciendo - los contribuyentes están interesados en saber a dónde va su dinero y, como consumidores, quieren saber qué es lo que hace la empresa que les suministra los bienes, en cuanto a la protección del clima. Dales también la oportunidad de participar. A este nivel, puede ser interesante involucrar a los medios de comunicación para que comuniquen a la gente lo que estás haciendo. aplican el sistema de gestión medioambiental en ciertos sectores de su administración o en la certificación de sus operaciones globales.
Es obvio que la integralidad de este plan requerirá de una adaptación al grupo en cuestión: aquello que funciona a escala nacional, probablemente resulte demasiado elaborado y complejo para una PYME o una ONG, por ejemplo. Este sistema organizacional en ciclo se alinea estrechamente con el enfoque usado en los sistemas de gestión medioambiental.
Un ejemplo nacional de sistema de certificación medioambiental es el programa noruego Eco-Lighthouse. A través de este programa, las empresas disminuyen su impacto sobre el medio ambiente, reducen sus costes y se benefician del estatus de empresa responsable con el medio ambiente. El concepto Eco-Lighthouse fue creado en 1995, cuando seis municipios fueron seleccionados para participar en el programa de Comunidades Sustentables , un programa piloto noruego de la Agenda Local 21. Las autoridades de estas municipalidades presentaron una propuesta a nueve empresas, tan diversas como un hotel, un pintor de brocha gorda, una empresa de helados y una compañía de producción de madera. La ciudad contrató a un consultor para realizar una auditoria medioambiental y establecer un plan de tres años que redujera el consumo de recursos y el impacto medioambiental. En contrapartida, las empresas se comprometieron a cumplir con este plan y compartir sus experiencias con otras empresas de la misma industria. A partir de estas auditorias pudieron desarrollarse criterios para sistemas de certificación medioambiental específicas para cada industria.
El concepto continuó expandiéndose y desde 2006, la capital noruega (Oslo) requiere a todas sus empresas públicas la certificación Eco-Lighthouse; desde los hospitales hasta las instalaciones de tratamiento de residuos, pasando por los jardines de infancia.