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Cuenta y analiza

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ACRÓNIMOS

ACRÓNIMOS

Aquello que se mide, puede también ser gestionado

Cuantificar y analizar las emisiones que necesitas eliminar y determinar las opciones que se te ofrecen para hacerlo, es la etapa más importante del ciclo, pues sin estos datos estaremos trabajando en la oscuridad. Esto te permitirá determinar tus prioridades de actuación - desde el alimento que tomas y los productos que compras, hasta la energía que consumes y el transporte - y empezar así a controlar tu progreso. Cualquiera que comience un régimen se asegurará de subir a la báscula el primer día, en parte para conocer la magnitud del problema, pero además, para tener un nivel de referencia de los eventuales progresos hacia el peso ideal. Así que necesitas elaborar un inventario.

Este inventario pretenderá responder a cuestiones tales como: =m ¿Qué operaciones, actividades o unidades deberían ser tenidas en cuenta?

m ¿Qué recursos deberían incluirse?

m ¿Quién es responsable de qué emisiones?

m ¿Qué gases deberían tomarse en cuenta?

Etapa 1: Realiza tu inventario

Etapa 2: Cuantifica tus emisiones

Al hacer un inventario de emisiones de GEl, estamos inmediatamente enfrentados a la cuestión de por dónde empezar y por dónde terminar. Es necesario no detenernos únicamente en las emisiones de CO,, sino que deberemos incluir todas las emisiones GEI. Aquí se plantean diversos problemas. El dióxido de carbono es el más abundante de todos ellos. Sin embargo, entre los demás GEI existen algunos que, aunque más raros de encontrar, son mucho más destructivos molécula por molécula. Por tanto, será necesario familiarizarse con la idea de CO, equivalente el impacto que un GEI tiene sobre la atmósfera, expresado en la cantidad equivalente de CO,. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU propone un conversor útil de gases de efecto invernadero en equivalentes en www.epa.gov/cleanenergy/energy-resources/calculator.html. Dependiendo de la finalidad de nuestro inventario, será necesario que proporcione transparencia a varios niveles y la posibilidad de someterse a comprobación. En particular, si tu objetivo es la comercialización de emisiones, un enfoque estandarizado es la única forma de asegurar que las emisiones actuales de la organización son comparables a otras y que son compensadas en la misma cuantía.

q tu hogar además de cuántos kilómetros recorres en coche, avión o con otros vehículos. Asimismo deberás decidir los límites del sistema que te concierne, ya seas individuo, se trate de tu hogar o de la compañía para la que trabajas.

Todavía queda pendiente de resolver la variedad de emisiones que estás dispuesto a reconocer. Pueden ser simplemente aquellas para las que eres directamente responsable como los gases que se despiden del tubo de escape de tu coche o las emisiones de la calefacción central de tu casa. Pero igualmente puedes decidir establecer los límites mucho más allá e incorporar al menos algunas de las emisiones incrustradas en todo aquello que utilizas o compras. Una etiqueta que indicara que un producto es amigable con el clima (etiqueta clima) o la huella de carbono (etiqueta carbono) podría ayudarnos, en un futuro, a identificar las emisiones indirectas. Sin embargo, dada la complejidad del ciclo de vida de los productos, podemos imaginar lo difícil que resulta la creación de una etiqueta a este nivel, sin hablar de la comparación de los distintos productos entre sí. En Marzo de 2007, la Carbon Trust introdujo en el Reino Unido una etiqueta carbono, la cual muestra la huella de carbono inherente a un producto en el momento de su colocación en un stand. Ejemplos de productos de los que figura su huella de carbono son: las patatas Walkers, las bebidas Innocent Drinks y los champuses de Boots. Pero cuantos más parámetros incluyas, más difícil resultará la tarea de medir las emisiones. Puedes perder cierta precisión; sin embargo, estarás más seguro de no estar ignorando una gran parte de tus emisiones. Probablemente, la regla más sencilla consista en incluir aquellas emisiones de las que dispongas el control, así como aquellas de los productos o servicios por los que pagas. La respuesta que recibirás no será ni perfecta ni tampoco completa, pero te permitirá tener un punto de partida, a partir del cual puedes esperar mejorar tu resultado futuro. Casi la mitad de las emisiones de las que somos responsables los individuos en los países desarrollados, provienen de causas sobre las que tenemos un cierto control; por ejemplo, las distancias que recorremos en coche o en avión, o la manera en la que calentamos nuestros hogares o les suministramos energía. El resto proviene indirectamente de la energía que consumimos en nuestros lugares de trabajo, del mantenimiento de la infraestructura pública y del gobierno, y de la elaboración de los productos que compramos (incluidos los alimentos). Estos son algunos de los factores en los que cualquier individuo deberá pensar al tomar la decisión de cómo iniciar su régimen climático.

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