En la rioja

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EN LA RIOJA (La tierra de Mordor)

En la rioja...”la tierra de Mordor; el innombrable”, como la bautizo Goyo. Cada vez que alguien lo nombra, una nube negra se posa sobre nosotros, y es entonces cuando surge de inmediato el gesto grotesco de tocarse un huevo o una teta, casi casi como si fuese la persignación de un dogma religioso ante la invocada presencia de un demonio… En la Rioja los cerros son rojos, colorados, ocres, el viento fresco se abre camino tenuemente en el monte, la ruta es oscura y sinuosa. ¿Y quién se atreve a afirmar que la noche es azul, cuando en realidad es totalmente negra? Mas si esfuerzo mis ojos parece que esta noche esta llena de estrellas… Villa Unión, Jáchal, y Rodeo. Parecen destinos inciertos al pie de la cordillera, entre la ruta 40 y el infinito, parecen pueblos perdidos en un tiempo indefinido, entre montes, montañas, peñascos y desiertos. Las ventanas de las casas no tienen vidrios, más me pregunto: ¿Para qué carajo pondrían ventanas con vidrios y rejas? En un pueblo donde la inseguridad no se vende en los diarios, donde el noticiero no engendran el pánico y la desigualdad no compite en el último modelo de auto, donde no hay estéreos que robar… ¿Quién les robaría cuando a un pueblo lo rige la igualdad?... Todas las paredes son de adobe y una sola lamparita alcanza para iluminar las casas en medio del monte todo es oscuro. Una fragancia de álamos y sauces y el fantasma galopante de la lluvia asecha el camino, invade el micro un fresco aire por la ventanilla y es increíble pensar que esto aún es Argentina… Pero confirmo que tal vez, vivo en el país más hermoso del mundo, cuando descubro que entre el acento chileno y la expresión criolla crecen los viñedos, y desde la altura puede verse el reflejo a penas visible de la luna en los arroyos, el bondi pasa finito por la ruta acantilada y abajo el precipicio. Sin embargo, cuanto más al borde se está, mas encantadora es la vida… Y pienso pero no me duermo, hay un túnel que parte al medio un cerro, una foto, luego me duermo, un rato y luego despierto, un mate y otra foto…”¡Chomper, chomper mira eso!!...” Y no pierdo el asombro de niño viejo; Un dique en la altura y el agua es turquesa, me detengo, me asombro, la admiración y el silencio ante la belleza exótica y la magnitud del dique Cuesta del Viento. Los pueblitos perdidos del interior de San Juan parecen todos secos pero ocultan diques, ríos y arroyos, y aunque los cerros son marrones y grises, hay un verde hilo de vida al costado del rio que atraviesa el sendero. Parque Nacional EL LEONCITO, “Cuidado pumas”, -reza el letrero-… Y Horacio Quiroga se desprende de mi memoria como en los Cuentos de la Selva, me vuelvo niño y me dejo llevar por el tiempo…Sin embargo, en el Barreal no hay una selva… Hay montañas de oro y piedra, y la Pampa es blanca como la luna llena…. ¡Dios mío tendrías que verla!! Parece un mar desierto interminable y extenso, donde la sensación de inmensidad y de “nada” es tan intensa que te eriza los pelos, parece que las piernas tiemblan, quieren correr y correr, correr hasta desfallecer y volver a nacer, para volver a correr, morir y volver a nacer. El viento sopla tanto que ahoga, me siento diminuto, desnudo indefenso, como una hormiga en la inmensidad, apenas una frágil materia insustancial… Pero en este pueblo, como en tantos a la vera del oro y la cordillera, asecha como un criminal silencioso el cianuro…Al menos así nos cuenta el paisano del sombrero… Una mina de capitales canadienses promete ser fuente de empleo para unos pocos, mientras un pueblo de apenas unos miles, puede definitivamente extinguirse, cuando se vive de los cultivos de la tierra, la papa, el ojo, el morrón, las uvas y el vino, se vuelven vitales elementos, y sin agua, o agua con cianuro todo muere… Por momentos y solo por momentos, sospecho que nada cambio en los últimos quinientos años. Hoy desperté, y apenas asome la cabeza por fuera de la carpa, una hilera de pinos y álamos frescos cubrían de sombras mi habitáculo, mi humilde y sencilla morada. El césped aun humedecido emanaba ese aroma encantador de la tierra


en las mañanas. Quise creer que encontraría la paz y el silencio… ¿Silencio? –Me pregunte entre semi dormido y semi despierto- Silencio ni en pedo!... Un patético contingente de malditos Boy Scout; (o como mierda se escriba) realiza su meeting mañanero y rompe el clima con la naturaleza, la vida parece vibrar en las pequeñas cosas, y el sol atentaba lentamente con incinerar mi carpa y convertirla en un invernadero, tarde mis cotidianos cinco minutos en desprender la mente del sueño… -¿Qué día es hoy?-….. Y me colgué sólo un segundo en comprender que la vida había pasado, y el tiempo había hecho su juego macabro y perverso. Tan extraña puede ser la mañana de un mismo día en la procesión inevitable del tiempo…. Aquella mañana los perros aullaban feroz y tristemente como despidiéndose, el calor agobiaba igual que esta mañana, nosotros nos vimos sin vernos, con la cotidianidad y la esperanza de volver a vernos sin volver a vernos, te cruce en la puerta del baño y a la hora se había detenido tu corazón, súbita y repentinamente en la eternidad de un tiempo sin tiempo…Tu risa contagiosa, tu voz, tu mirada, invadieron mi recuerdo, y mire a mí alrededor y mire al cielo; (son rituales imperceptibles o los ojos ajenos) sólo yo puedo comprenderlo…Un pequeño dialogo interno con Dios: -“….Estamos a mano barbeta, y mándale un beso grande a mi hermana”…Y un mate caliente me devuelve a la tierra el alma que viajaba…Pero un numero se hacia estigma en la palabra, como si de él se uniera todo lo que queda: Cinco Cinco son las cumbres nevadas a lo lejos… y cinco son los siglos que reza la canción de León Gieco… Cinco son las personas que se unen en este camino incierto. Cinco es mi puesto preferido en una cancha de fútbol. Cinco son los años de un noviazgo. Y cinco son apenas las estrellas que alcanzan a ver mis ojos sin anteojos….(las que más brillan) Cinco son las horas en que uno puede amar en la madrugada del último día. Cinco son los apliques de mi traje en la murga. Y cinco son los libros bajo mi almohada. Cinco son las flores sin nombre... Y cinco son los años sin salar mis heridas… Cinco son los amigos de pura cepa. Cinco son las chapas en la puerta de mi casa derrumbada. Cinco son mis deudas y las gotas de lluvia antes de la tormenta… Cinco son los años de una carrera. Cinco son los suspiros antes del último latido. Pero cuatro… Cuatro son los años que pasaron, e infinito tú recuerdo. Barreal, San Juan ARGENTINA 29/01/06


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