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El sacrificio – Ana Noria
Imagen: Pixabay
El sacrificio *
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ada día comenzaba con la misma rutina de siempre en la vida de Elena: levantarse antes del C amanecer, hacer el desayuno a su familia, vestirse y salir a esperar a Damon al pie de la montaña tras su casa para practicar magia y hacer ejercicio, porque para seguir siendo la más atlética de la clase debía mantener sus 60 kg. Sí, a sus 16 años había descubierto que era una bruja. Una de las más poderosas que quedaban por Mystic Town y hoy, con 18 años tenía que seguir perfeccionando su don. ―Tengo que ser mejor que el vanidoso de Damon‖, pensaba mientras se acercaba finalmente a la colina sin verlo a él cerca.
Conforme esperaba que él apareciera, la impaciencia la hizo comenzar a practicar uno de los hechizos más sencillos que había aprendido: hacer que las hojitas del suelo leviten. Hacerlo le recordaba el momento en el que se enteró que era bruja; quería utilizar su don para acabar con una de sus mayores frustraciones: su mentiroso padre. Si alguien actuaba mal, tendría que pagar y ella sería quien se encargara de eso. Un plan sin errores, hasta que se topó con Damon, quien le hizo saber que no podría hechizar a nadie hasta que no haya aprendido a controlar su magia. —¿Por qué no llega ya? —dijo para sus adentros, mirando impacientemente su reloj. Ya había pasado mucho tiempo desde la habitual hora de espera en la colina.
* Cuento inspirado en The Vampire Diaries
Decidida a averiguar qué estaba tomándole tanto tiempo a Damon, bajó la montaña en dirección al parque y lo encontró tras uno de los muchos árboles, haciendo magia para curar una de las múltiples heridas que adornaban su rostro. —¿Damon? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué sucede? —comenzó a decir mientras se acercaba a él a toda prisa, sujetando su cara con ambas manos para estudiar bien sus heridas y descubrir cualquier otra escondida. —Están aquí… Vinieron por ti… Tienes que huir —comenzó a balbucear con mucha dificultad.
—¿De qué hablas? ¿Huir a dónde? —dijo mientras comenzaba a curar sus heridas con magia— No seas ridículo. —Escúchame, Elena —dijo Damon mientras se sentaba a medias y sujetaba las manos de ambos juntos para obtener toda la atención de Elena—. Hay una razón por la que tu familia jamás te dijo que eras bruja, y esa razón es porque te está buscando. ¡Tienes que huir! Mientras decía esto, comenzó a gesticular con sus manos y susurrar en otro idioma un complicado hechizo que abriría un portal en el tronco del árbol más próximo para que Elena escapara, y con suerte, sobreviviera a quien quería hacerle daño por ser una bruja. —¿Cómo voy a sobrevivir con mis escasos conocimientos de magia? —dijo para sus adentros mientras veía como un remolino de luz se abría paso y expulsaba aire frío. Sin embargo, no pudo tener una visión clara de lo que aquel remolino le mostraba a causa de un dolor sordo en la sien que le nubló la vista hasta que la oscuridad la engulló. —Ya han llegado por mí —se dijo mientras que con su mano buscaba la de Damon para asegurarse, sin éxito, que él pudiera sobrevivir. —¡Por fin la hemos capturado! —exclamó una de las desconocidas y pesadas voces— Hoy es luna llena y por fin podremos hacer el sacrificio que rompa la maldición que llevamos. —¡Pobre chica! —exclamó entre risas otra voz totalmente desconocida— Estudiar 2 años de magia para terminar siendo sacrificada en un ritual. ¡Hilarante!