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Y tampoco podré – Audrey Guerrero
Imagen: Freepik
Y tampoco podré…
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ran las 03:00 p.m. cuando salí de mi revisión habitual con el fisioterapeuta. Desde que me E lesioné, mi vida no ha sido la misma. No puedo entrenar, ni competir y siempre tengo ese incesante dolor, es sumamente frustrante. De regreso a casa, me encuentro sola como siempre, mi vida se ha vuelto más miserable. Veo el celular, 05:30 p.m. y ni siquiera un mensaje de mi mamá. ―No debería de preocuparme‖, pensé para mis adentros ―Igual, ellos tampoco lo hacen‖. En la universidad siempre tengo que encontrar un momento para ir al baño a tomar el medicamento que me recetó el doctor, aunque hace una semana me ordenó pararlas por el miedo a que sufriera una adicción. Decidí ignorar su recomendación, ya que él no entiende mi dolor. Suena el timbre y salgo corriendo al baño antes de que se llene. En las tardes suelo ir al café que está al lado de la universidad para distraerme un poco. Y allí estaba ella, con su carisma peculiar. Le sonreía a un cliente mientras lo atendía y podía notar como se le formaban sus típicos hoyuelos en la mejilla derecha, siempre bromeábamos sobre eso. —Un latte vainilla, por favor —le dije sin mirarla a la cara siquiera. —Ehm. Un… Un momento, por favor. —Como sea.
Lexie fue mi mejor amiga durante dos años, hasta que iniciaron rumores sobre su amor por mí hace dos meses. Yo no había tenido problemas por eso hasta que, en una práctica de gimnasia,
pasaron un vídeo insinuando que ella y yo teníamos una relación. Gracias a ese vídeo me desconcentré y caí. Desde entonces estoy lesionada. A pesar de que sé que los rumores son falsos, decidí alejarme de ella sin darle explicaciones. Hoy amanecí con tanto dolor que decidí saltarme las clases, necesito más pastillas. Corro al baño a buscarlas, pero el sonido de la puerta me detuvo. —¿Qué haces aquí? —le dije a Lexie a punto de aventarle la puerta en la cara. —No me tranques. Dejaste tu tarjeta de identificación en el café y pensé en traértela. ¿Te sientes bien? Te noto extraña. ¿Puedo pasar? —No deberías. Estoy bien. Tengo cosas que hacer, es mejor que te vayas. Sin pensarlo cerré la puerta y fui en busca de mis pastillas.
LEXIE
—Alguien llamada Allison dejó su tarjeta de identificación, ¿puedes hacerte cargo de eso? —me dice mi jefe. —Claro, yo me encargo. Después de pensarlo mucho, finalmente decidí tocar la puerta. Cuando abrió, pude notar algo extraño en su rostro, estaba opaco y tenía la mirada perdida. Le pedí entrar, pero me negó la entrada, necesitaba averiguar qué estaba pasando. Rendida me fui pero a mitad de camino recordé la llave que Allison guardaba en la maceta por si algún día llegaba a necesitarla. Fui corriendo y revolví la tierra, ¡bingo! Entré rápidamente.
dolor.
ALLISON
Llegué al baño y comencé a tomar las pastillas sin pensar, solo quería desaparecer todo el
Alguna vez leí que cuando uno muere, su alma podía ver lo que sucedía en la tierra, no lo creí hasta este momento. Pude ver a Lexie llorar a mi lado pidiendo a gritos que volviera, hubiese querido pedirle perdón por haberme comportado tan mal con ella cuando no lo merecía. Quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero mi cuerpo yacía en el suelo desde hace media hora y junto a él un frasco de pastillas vacío. No podía abrazarla, ni consolarla, y tampoco podré.