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Mi Destino – Carolina Pineda
Imagen: Creative Commons
Mi Destino*
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abía una vez en una ciudad en Jerusalén, un buen hombre llamado Matías, este vivía junto a H su esposa y su familia. Cuando Matías hablaba de su hijo mayor se le iluminaban los ojos. —―Mi orgullo‖ se llama Néstor, como su abuelo —decía él—. Mi mujer, Martha, tuvo una niña y el más pequeño de mis hijos fue un milagro, porque llegó como un regalo del cielo, sin estar planificándolo. Su nombre es José. Esta familia vivía en esta ciudad de Jerusalén, y las carencias que ellos vivían en su diario caminar eran cotidianas. Néstor, al igual que su papá, se dedicaban al trabajo del campo sin descansar. Pero Néstor veía como su papá mimaba a José constantemente y eso fue creando un dolor real, tan real era que él no lo podía soportar ni comprender la actitud de su papá y se preguntaba para sus adentros ―¿Por qué papá no me puede ver igual que a José?‖ José era un buen hijo. Amoroso, obediente y dispuesto siempre a ser especial con su familia; tanto fue así que su padre un buen día observó que en él había algo ―diferente que no había en su hermano‖, por lo que su padre le hizo un regalo peculiar. Un corazón grabado en una madera. Una semana después, José le contó a su padre sobre un sueño que le mostró su destino. —Yo soñé y vi que un día tendré una fábrica de mi propiedad —dijo José.
* Cuento inspirado en textos bíblicos
El haber manifestado su sueño a su padre y a su hermano causó una rebeldía llena de impotencia y envidia en su hermano sobre el futuro de José, haciendo que Néstor pensará en hacer una trampa . —Lo mataré —se decía Néstor—, pero no lo puedo hacer. Él es mi hermano. ¡Algo más yo haré, veré que hacer con él! Néstor ideó un plan malvado y en una trata de blanca a su hermano ofreció. José fue llevado sin su familia saber nada. Era el comienzo de un camino muy largo que José caminaría pero que lo llevaría a su destino; ese sueño que había tenido de niño se le había mostrado pero aún no estaba preparado. Llegó a esa ciudad y fue entregado a un hombre que trataría de quebrantar su voluntad, pero Dios estaba con él.
Trabajaba en un bar todo el día y su jefe no tenía compasión por él, y la inexperiencia hacían mella sobre sí. Una noche en una pelea por defender a una mujer, sin pensarlo dos veces a un hombre mató. Cuando su jefe se entera le pregunta: —¿José que has hecho? ¿ Mataste a mi hermano? —Fue por defender a tu esposa de una violación hecha por tu mismo hermano. —respondió
José.
Se realizó un juicio que fue bastante injusto, sin derecho a defensa porque era un extranjero en esta tierra. Fue sentenciado a 17 años de prisión. ―¡Estoy acabado!‖, José pensó, ―Jamás saldré de aquí, no volveré a mi casa! Jamás se cumplirá mi sueño, todo terminó‖. En su estancia en prisión, José vivió los duros rigores de un terrible encierro, pero fue allí donde la experiencia comenzó a forjar a ese hombre. El director de la cárcel un día lo llamó y le dijo:
—Veo algo distinto en ti, no eres igual a los demás Desde ese día, el director de la prisión le enseñó a José como organizar, planificar, evaluar todos los movimientos que se realizaban y lo dejó a cargo de la administración de las raciones de comida de la prisión. Así fue como José se convirtió en un gran administrador, pasando 17 largos años ya con una experiencia adquirida. Se encontraba listo para salir en libertad y así seguir su camino destinado.
Un día José fue llamado por el director de la cárcel porque lo quería presentar al gobernador de aquel lugar, el cual tenía una gran empresa de la cual se pensaba retirar y por mérito propio, José fue elegido para administrar aquel lugar. José tomó las riendas y comenzó a prosperar. Al tiempo una sorpresa él se llevaría, su hermano Néstor llegó buscando una oportunidad para trabajar. Él no reconoció a José, pero José si a él. Pasaron algunos días cuando José no se pudo contener y a su hermano se dio a conocer y se hizo realidad su sueño. Si alguien te dice qué debes abandonar un plan y viene de Dios, siempre se cumplirá.