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Mi Destino* H
abía una vez en una ciudad en Jerusalén, un buen hombre llamado Matías, este vivía junto a
su esposa y su familia. Cuando Matías hablaba de su hijo mayor se le iluminaban los ojos. —―Mi orgullo‖ se llama Néstor, como su abuelo —decía él—. Mi mujer, Martha, tuvo una niña y el más pequeño de mis hijos fue un milagro, porque llegó como un regalo del cielo, sin estar planificándolo. Su nombre es José. Esta familia vivía en esta ciudad de Jerusalén, y las carencias que ellos vivían en su diario caminar eran cotidianas. Néstor, al igual que su papá, se dedicaban al trabajo del campo sin descansar. Pero Néstor veía como su papá mimaba a José constantemente y eso fue creando un dolor real, tan real era que él no lo podía soportar ni comprender la actitud de su papá y se preguntaba para sus adentros ―¿Por qué papá no me puede ver igual que a José?‖ José era un buen hijo. Amoroso, obediente y dispuesto siempre a ser especial con su familia; tanto fue así que su padre un buen día observó que en él había algo ―diferente que no había en su hermano‖, por lo que su padre le hizo un regalo peculiar. Un corazón grabado en una madera. Una semana después, José le contó a su padre sobre un sueño que le mostró su destino. —Yo soñé y vi que un día tendré una fábrica de mi propiedad —dijo José.
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Cuento inspirado en textos bíblicos
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