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Te conozco? – Nayverlin Gómez
Imagen: Falkenpost | Pixabay
¿Te conozco?
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La duda empezó aquel día, igual que todos los demás. Mis 1.76 metros de altura estaban completamente cubiertos debido a que soy muy friolento. Eran pasadas las 12 del mediodía, y como tenía el mal hábito de desvelarme por las noches, la anterior no fue la excepción. Me había puesto a probar un nuevo videojuego que Jasón me regaló a modo de celebración por mi nuevo proyecto en el trabajo. Como programador independiente, la mayoría del tiempo me tocaban proyectos no muy grandes y desde que nos establecimos en este pequeño pueblo, aún menos, pero este nuevo proyecto era bastante importante y emocionante. Al salir de la habitación, Jasón seguía allí. Estaba colocándose su blazer de camino a la puerta. —Hoy pude verte antes de volver al trabajo, Tyler —dijo él mientras se acercaba a mí para darme un beso—. Nos vemos más tarde, te dejé algo para desayunar en el microondas. —Está bien, gracias, amor —contesté en un bostezo mientras me despedía sacudiendo la mano—. Avísame si hoy mostrarás casas hasta tarde, quiero ir al cine. Me senté en el sofá de la sala luego de buscar el desayuno y mi fiel taza de café, y encendí el televisor para ver las noticias. Lo primero que apareció en la pantalla fue un reportero informando el descubrimiento del cadáver de una mujer a altas horas de la madrugada en los
alrededores del pueblo. ―Que extraño y espeluznante, ¿cómo pueden ocurrir estas cosas en Lost Springs? Un pueblo pequeño y que apenas está surgiendo‖, pensé. Hace unos 3 o 4 años solo una persona vivía en estas tierras de Wyoming, pero luego de haber abierto un nuevo parque de diversiones de gran popularidad en las cercanías, los inmuebles crecieron y con ellos los habitantes y locales. Es por eso que Jasón y yo acabamos aquí. Al ser él un agente inmobiliario vio la zona como un área de oportunidades, así que luego de casarnos empacamos todas nuestras cosas y nos fuimos a buscar una vida mejor. Apagué el televisor, obligándome a olvidar el tema y empezar a trabajar. En la casa en la que vivíamos instalamos una pequeña oficina para realizar nuestras ocupaciones más cómodamente. Al entrar en ella, ví el escritorio de Jasón con los documentos bastante desordenados, así que fui a ordenarlos. Mientras lo hacía, noté que las casas que había estado mostrando en la semana se encontraban en la misma zona en la que hallaron el cadáver de esta madrugada… Me recorrió un escalofrío por la espalda. Un temor irracional hizo que me alistara y fuera a buscar a Jasón, sólo para asegurarme que estaba bien incluso si lo había visto esta mañana antes de salir.
Llamé a su secretaria para saber en qué casa se encontraba. No lo quise molestar, sé que estaba ocupado hablando con los posibles compradores. Al llegar a la casa, sólo vi el auto de Jasón. La casa estaba bastante apartada, por lo que no me extrañó que se hubiera ofrecido él a llevar a los compradores hasta la propiedad. Cuando me acerqué, escuché la voz de mi esposo, y pude verlo por una de las ventanas. Estaba al teléfono.
—No quise hacerlo, pero no me dejó muchas opciones… —dijo él, y añadió molesto:— ¡Me amenazó con ir a la policía! —hizo una pausa— No pensé que la encontrarían tan rápido, no me queda de otra que salir de aquí —dijo él luego de haber escuchado la respuesta de la otra persona al teléfono. Escuchar eso me heló la sangre… ¿Jasón tuvo algo que ver con el cadáver de esa mujer? El miedo me hizo salir de ahí e irme rápidamente a nuestra casa. Me senté en nuestra sala de estar con la idea aún dándome vueltas en la cabeza. ―Esto es una locura, ya deja de pensar en ello. Conoces a Jasón, él jamás haría algo así. Aunque pueda parecer muy serio y a veces frío, sabes que en su interior es una persona tranquila que no cede a los impulsos del momento‖. Esa noche Jasón no fue a la casa, solo me envió un mensaje diciendo que necesitaba resolver una urgencia del trabajo y que quizás por eso tuviese que viajar un par de días. No hablamos mucho durante el tiempo que estuvo fuera. No fue hasta el día que llegó que logramos
conversar.
—Perdón por no haber estado muy presente estos días —dijo—, se me presentó un problema en la oficina. —¿Qué fue lo que pasó? —pregunté mirándolo fijamente. —Acepté la venta de una casa que mi compañero ya tenía vendida, solo faltaban unos cuantos documentos para finalizar la compra —contestó, y añadió:—. La mujer a la que planeaba venderle la casa enloqueció y me amenazó con ir a la policía. Ella tenía llaves de la casa pues se las había pedido a mi secretaria, así que me tocó cambiar las cerraduras y buscar la ayuda de algunos abogados porque ese mismo día nos puso una denuncia. —No puedo creerlo, me parece una locura —dije yo— ¿Viste lo del cadáver que encontraron por esa zona? —¿Qué cadáver? —respondió él.
LaNay.