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Mentira Imperdonable - Yoander Gutiérrez
Imagen: Pixabay
Mentira Imperdonable
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e encuentro en este cuarto oscuro, húmedo, tan caluroso como un horno, M con un olor entre una alcantarilla con agua estancada y huevos podridos, todavía me pregunto ¿Cómo es que estoy en este lugar? ¿Cómo todo pudo terminar así? Mientras cierro mis ojos, vienen a mí los recuerdos más importantes de mi vida. Cuando era niño siempre fui muy alegre e inteligente, me esforzaba en mis estudios para sacar las mejores notas de la clase, jugaba con mis amigos a cualquier juego loco que se nos ocurriera, cuando estaba en casa siempre hacía caso a lo que se me ordenaba he intentaba portarme bien, como un buen hijo. Vivía con mi mamá, papá, y abuela; luego por problemas en su matrimonio, el hermano de mi mamá, quien era uno de mis tíos, se mudó con su hija. Fue en ese momento cuando conocí a mi prima. Mi nombre es Alexander y ella se llama Alexandra, fue un factor que influyó para que de la noche a la mañana nos lleváramos tan bien que todos decían que éramos prácticamente como ―uña y mugre‖. Siempre andábamos juntos, comíamos, jugábamos, dormíamos, he incluso nos bañábamos juntos; siempre que ella se metía en problemas yo la defendía a capa y espada, no importaba quien se metiera con ella, cada vez que pasaba venía a mi gritando y llorando: —¡Ayúdame, mi querido primo! —¿Qué pasó? ¿Por qué estás gritando? —dije mientras fruncía el ceño
ojo.
mal. —Esos niños quieren golpearme —dijo ella sollozando—, pégales. Vamos, golpéalos en el
—Tranquila, yo te voy a defender —dije con valentía—. Pero, ¿por qué quieren pegarte? Ella se sorprende y desvía la mirada. —Es porque les dije la verdad —dijo Alexandra tartamudeando—, que eran feos y olían
—No puedes estar diciendo eso, deja de estar buscando pleitos con los demás niños —dije un poco molesto—. De todos modos voy a defenderte. Conforme fuimos creciendo nos fuimos distanciando poco a poco. Yo engordé por comer mucho y hacer poco ejercicio, llegando a pesar 100 kg, con una estatura de solo 1,68 m. Parecía una bola, por ello cualquier ropa me quedaba mal, por eso dejé de preocuparme por mi apariencia, solo me concentraba en los estudios y mis pasatiempos como: leer mangas, novelas ligeras, y jugar videojuegos. Pensé que como solo tenía 17 años todavía era joven, podía encontrar tiempo para hacer dieta y ejercitarme luego de graduarme e ingresar a la universidad. Por otra parte, Alexandra al cumplir 16 años con una estatura de 1,58 m ostentaba una figura muy curvilínea, grandes pechos, una delgada cintura y anchas caderas. Estaba muy bien desarrollada para su edad. Siempre lucía muy hermosa, cabello planchado con mechas de colores, maquillada, con las uñas de las manos pintadas, siempre vestía ropa y calzado de buenas marcas que estuviera de moda, con una personalidad muy extrovertida, narcisista y mandona. Un día tuvimos una gran discusión. —¿Por qué siempre eres tan egoísta conmigo? —pregunté enojado— Siempre te estoy ayudando, y metiéndome en problemas por tú culpa pero nunca me lo agradeces —Tú, una fea bola de grasa, ¿cuándo me has ayudado en algo? —dijo Alexandra de manera burlona— Solo eres un nerd estúpido, idiota y aburrido sin vida social. No necesito tu ayuda. —¡Yo soy él que siempre te encubre cuando vas a las fiestas y terminas tan ebria que no puedes caminar! —dije con un poco de ira— Cuando estás en las fiestas miento por ti y digo que estábamos estudiando, cuando empezaste a fumar y tú papá descubrió los cigarros, yo me eché la culpa para que no te regañaran. —Ja, ja, ja, ja. Gracias por ser mi idiota de los mandados, perdedor —dijo ella con
sarcasmo
—DEJA YA DE INSULTARME —grité, mientras le lanzaba una cachetada ¡PAAAASS! —BRUTO ANIMAL, ¿CÓMO TE ATREVES A PEGARME? —gritó ella— ¡ME LAS PAGARAS MUY CARO!
En ese momento pensé que simplemente era una amenaza vacía. A los pocos días llegaron unos agentes de la policía a mi casa para arrestarme y abrir una proceso de investigación por un caso de violación a una menor de edad. Este fue el resultado de que Alexandra junto con su madre fueran a la policía a levantar una denuncia en mi contra, en su testimonio ella dijo: —Alexander me forzó, me desnudó a la fuerza, luego me obligó chantajeándome que si no hacía lo que él quería muchas cosas malas iban a sucederme. Primero, me obligó a chupar esa cosa asquerosa con la boca, luego lo introdujo en mi vagina con mucha fuerza, yo grité de dolor y le supliqué que se detuviera pero Alexander no lo hizo, siguió y siguió hasta acabar, luego medio la vuelta e introdujo su pene en mi ano, grité muy fuerte por el dolor pero él nunca se detuvo. Cuando el caso llegó a tribunales de LOPNA, y ella dijo la misma mentira bien dramatizada, tuve que admitir que tenía un gran talento como actriz. La fiscal y la jueza estaban a favor de ella por ser mujeres, y que todas las pruebas psicológicas debían dar testimonio que lo que ella decía era la pura verdad. Por mi parte, solo contaba con una única evidencia en mi defensa. Esa era la única prueba médica realizada, donde se da testimonio que Alexandra sigue siendo virgen, sin ningún signo de penetración vaginal o rectal. Pero incluso cuando declaré en mi defensa: —Yo me declaro inocente de los cargos de violación, jamás he maltratado ni física o psicológicamente a Alexandra, queda demostrado por la prueba médica. Yo sigo siendo virgen, nunca he tenido relaciones sexuales.
A la jueza no le importó la prueba médica, alegando que ―hay una verdad, y una verdad procesal‖. Cuando la jueza golpeó su mazo y dictó la sentencia… —Este tribunal considera al ciudadano Alexander como culpable, y se le sentencia a 4 años de prisión, pero al contar con la mayoría de edad la misma pena será cumplida en una prisión para adultos.
―¿Cómo una mentira puede arruinar mi futuro? ¿Cómo sobreviviré en prisión?‖, pensé desesperanzado.