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Camboya bajo fuego

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La LLAMA de la FE

La LLAMA de la FE

En 1973, el Pr. y la Sra. Ng, dos jóvenes misioneros recién egresados de la universidad, llegaron a Phnom Penh, Camboya. Iba a ser su campo misionero por los próximos cinco años. Al menos, eso pensaron. Lo que sucedió después sobrepasó sus peores pesadillas, cuando la guerra civil dividió al país. Sin embargo, Dios siempre estuvo a su lado.

El año pasado, el Pr. y la Sra. Ng aceptaron una invitación de Misión Adventista para grabar su historia in situ. “Este fue mi primer viaje de regreso a Phnom Penh desde que dejamos Camboya, 1 en 1975, justo antes de que cayera bajo el régimen de los Jemeres Rojos”, dijo la Sra. Ng. “Mi esposo regresó una vez para algunas reuniones, pero esta fue nuestra primera vez para volver a visitar lugares conocidos. No puedo expresar con palabras cuán emocionada estaba, aunque al mismo tiempo, nuestro regreso trajo de vuelta algunos terribles momentos de la guerra alrededor de la ciudad”.

Mientras la pareja viajaba de un memorable lugar a otro, era envuelta por un mar de recuerdos, especialmente cuando volvieron a visitar un antiguo edificio que una vez se usó como Centro de Inglés de la IASD, donde ellos trabajaron.

Mientras subían las escaleras, el Pr. Ng describía la distribución del Centro de Inglés: “En este piso estaba la mayoría de los salones de clases, y en el segundo había una pequeña iglesia que se estableció gracias al ministerio del Centro de Inglés”. El Pr. Ng vino a Camboya, junto a su esposa, como pastor de esta iglesia.

“Muchas personas de Phnom Penh querían aprender inglés”, continúa el Pr. Ng. “Nuestro Centro era uno de los más grandes de la ciudad con más de 450 estudiantes. Aquí”, dice él, haciendo una pausa en el tercer piso, “era donde vivían cinco misioneros estudiantes de los Estados Unidos que enseñaban inglés”.

Al llegar al cuarto y último piso, el Pr. y la Sra. Ng señalan un pequeño apartamento donde ellos habían vivido. Estaba rodeado por una gran área abierta rodeada por una cerca. Arriba había un pequeño balcón, al cual se accedía por una escalera.

“Este cuarto piso guarda los más vívidos recuerdos para nosotros”, dijo el Pr. Ng, mientras él y su esposa miraban hacia la ciudad. “Pasamos mucho tiempo orando en el balcón durante los frecuentes apagones”. Su voz era tranquila, muy distinta al caos que una vez rugía alrededor de ellos cuando los bombarderos F-111 y B-52 lanzaban bombas y cohetes sobre la ciudad, matando a miles de personas.

Pastor y Sra. Ng visitan el balcón del antiguo Centro de Inglés donde, amenudo, rogaban a Dios que protegiera sus vidas durante la guerra.

“Podríamos haber muerto miles de veces”, dice el pastor Ng con una mirada lejana. “Cada día estábamos preparados para morir. A menudo pedíamos la protección de Dios en este balcón y, en Su misericordia, nos salvó la vida”.

El Pr. y la Sra. Ng recuerdan una noche particularmente angustiante, cuando escucharon docenas de cohetes que cayeron en la ciudad. “Corrimos hacia el balcón y vimos los bordes de la ciudad totalmente envueltos en llamas. Pensamos: ¡Ahora, sí! ¡Ahora, sí! Hacia donde miráramos había fuego”.

Sin embargo, Dios protegió al pequeño grupo de misioneros. “Pude ver la mano poderosa de Dios por todos lados, protegiéndonos en esos momentos tan peligrosos”, dice la Sra. Ng. “Mi corazón nunca había apreciado tanto las preciosas promesas del Salmo 91, como cuando reclamábamos Su Palabra viva, mientras los cohetes volaban alrededor nuestro”.

El pastor y la Sra. Ng fueron evacuados a la cercana Vietnam, y lo serían dos veces más en el futuro. Sin embargo, cada vez que escapaba de la carnicería de la guerra, la pareja regresaba para seguir compartiendo 2 el amor de Dios.

Pastor Ng, izquierda, y Helton Fisher, presidente del distrito deCamboya, ubicado en Saigón, ayudando a descargar fardos de ropa donada por el Servicio Mundial Adventista del Séptimo Día, precursor de ADRA(Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales).

Durante sus dos años de servicio, el pastor y la Sra. Ng pasaron mucho tiempo estudiando la Biblia con los estudiantes de inglés. Antes que los Ng llegaran no había creyentes en Camboya, pero muy pronto hubo 33 creyentes adorando con ellos cada Sábado.

Cuando estuvieron en Camboya, el año pasado, el Pr. y la Sra. Ng también visitaron un gran hotel, que les trajo muchos recuerdos. Había servido como refugio durante la guerra y ellos habían servido de instrumentos para ayudar a suplir las necesidades de los refugiados.

“A menudo visitábamos a los refugiados en sus habitaciones”, recuerda el pastor Ng. “Los cuartos eran oscuros porque el hotel no tenía electricidad y había hasta 17 hombres, mujeres y niños en un cuarto”.

La situación de la ciudad era terrible. Los Jemeres Rojos habían cortado los suministros desde afuera, bloqueando el río Mekong y las autopistas. El suministro eléctrico llegaba por cortos períodos y había racionamiento de combustible. Ellos hacían lo mejor para proveerles ropa y arroz, pero la situación seguía empeorando.

Recorriendo la calle de los recuerdos después de ¡45 años!

Por esa época, dos estudiantes misioneros habían dejado el país, quedando un total de cinco personas sirviendo en la ciudad sitiada. Cada sábado, después de la puesta del sol, uno de ellos iba en bicicleta a la oficina de correos a buscar la correspondencia. Un sábado de noche, uno de los maestros regresó con un telegrama desde Bangkok. Decía: “Salgan los cinco, inmediatamente”.

El telegrama había sido enviado por el director de educación de la Unión-Misión del Sudeste Asiático, Milton Thorman. “El pastor Thorman estaba de visita en Bangkok y durante todo el Sábado había tenido la sensación de que se debía hacer algo por los misioneros de Phnom Penh”, explica el pastor Ng. “Así que envió el telegrama ordenándonos evacuar inmediatamente. Lo hizo por su cuenta, sin autorización del comité”.

Los misioneros tomaron sus pocas pertenencias y corrieron hacia el aeropuerto.

“El aeropuerto estaba bajo constante ataque para cortar el último contacto de la ciudad con el mundo exterior”, dice el pastor Ng. “Cuando llegamos, vimos el humo negro del impacto de un cohete, oímos el ulular de las sirenas y sentimos la sacudida de las tremendas explosiones. Cuando abordamos la aeronave supimos que la ciudad estaba condenada”.

Dos semanas más tarde, los Jemeres Rojos marcharon y tomaron el control de Phnom Penh y del resto de Camboya.

“Casi todos los miembros de iglesia perecieron durante el genocidio que siguió en Camboya”, cuenta el pastor Ng. “Algunos recorrieron el camino hacia la frontera con Tailandia y sobrevivieron. Se estima que unos dos millones de camboyanos fueron asesinados por este brutal régimen”.

Pastor Ng, a la izquierda, distribuyendo arroz y pescado a los refugiados desplazados por las fuerzas de los Jemeres Rojos.

Varios meses después de la caída de Camboya, el pastor y la Sra. Ng recibieron una carta de uno de sus miembros de iglesia, que se las había arreglado para huir de Phnom Penh. En ella, su amigo escribió: “Estoy orando día y noche, no pidiéndole a Dios que me conceda ningún pedido egoísta, sino simplemente rogándole que, de alguna manera, los miembros de Camboya se puedan reunir nuevamente”.

“Lamentablemente, la oración de mi amigo no fue contestada en esta Tierra”, dice el pastor Ng. “Pero pronto lo será, y ¡qué día de gozo será cuando Jesús venga nuevamente! Podremos ver a nuestros 33 miembros que fueron bautizados y permanecieron fieles al Señor hasta el final”.

“Esta foto es la más inolvidable”, dice el pastor Ng. “Un día, la ciudad estaba sitiada bajo un fuerte bombardeo, y vimos que estaba rodeada de fuego. Pensamos que el fin estaba cerca y decidimos pasar la noche en el primer piso, junto a los demás misioneros”. La Sra. Ng aparece sentada a la izquierda y, a su lado, el pastor Ng.

Después de la guerra, un amplio programa de plantación de iglesias patrocinado por Misión Global ayudó a reconstruir la iglesia en Camboya. Hoy tenemos alrededor de 3.000 miembros, siete iglesias, una escuela misionera y un nuevo Centro de Influencia que Ud. ayudó a financiar con sus donativos para Misión Global.

Sin embargo, queda mucho por hacer para compartir el mensaje del amor de Jesús, y su pronto regreso, con la gente de Camboya y de todo el Sudeste Asiático. Por favor siga apoyando y orando por la obra misionera Adventista en esta región del mundo.

Cómo puede Ud. ayudar

Siga sosteniendo la obra misionera en Camboya y el Sudeste asiático por medio de sus ofrendas misioneras (adventistmission.org/donate), y apoyando a los pioneros de Misión Global y los Centros Urbanos de Influencia en la ventana 10/40 (Global- Mission.org/giving).

Camboya: algunos datos

• 1930: Llega el primer misionero Adventista.

• 1962: Se inaugura el primer templo Adventista.

• 1975 a 1979: Los Jemeres Rojos ejercen el poder encabezados por el dictador marxista Pol Pot.

• 1992: Reingreso de misioneros Adventistas.

• 1993: La iglesia Camboyana es oficialmente reconocida por el gobierno.

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