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La mayor necesidad de un fabricante de tiendas

Misión Global se trata de alcanzar para Jesús a los no alcanzados. Lo hacemos de varias maneras, que incluyen el ministerio de los pioneros de Misión Global, los Centros Urbanos de Influencia, los “Estudiantes Valdenses”, y los fabricantes de tiendas. La siguiente historia fue escrita por la esposa de un fabricante de tiendas que trabajó en la región del Medio Oriente y Norte de África. Nos reservamos sus identidades para protegerlos a ellos y a la obra adventista allí.

Vivimos en medio de un gran conflicto entre el bien y el mal, Dios y Satanás, y esta guerra espiritual afecta directamente la misión de los fabricantes de tiendas. Cuando mi esposo y yo éramos fabricantes de tiendas, nos dimos cuenta de que necesitábamos del poder y la protección de Dios, y del Espíritu Santo más que nunca antes.

Cuando nos mudamos a nuestra nueva ciudad, nuestra meta era mezclarnos con las personas, hacer amigos y compartir el amor de Jesús según como el Espíritu Santo nos fuera indicando. Nos establecimos en una casa alquilada, en una pequeña ciudad que quedaba a unos veinte minutos en auto desde el lugar de trabajo de mi esposo. Estábamos ansiosos por hacernos amigos de nuestros vecinos. Pero ello no ocurrió lo suficientemente rápido para mí. Mientras mi esposo estaba en el trabajo, yo pasaba mucho tiempo sola en casa. Un día pensé para mí: “¡No viajé tanto solo para sentarme en casa!”. Ese día hablé por teléfono con una amiga acerca de mi soledad y desánimo. Ella sugirió que oráramos y que Dios proveería la solución. Después de terminar la llamada decidí dar un corto paseo frente a mi casa. No sé cómo sucedió, pero a los 10 minutos estaba sentada con un grupo de cerca de 15 mujeres del lugar. ¡Dios había respondido inmediatamente la oración de mi amiga!

Mi esposo y yo, realmente, queríamos compartir las verdades espirituales con las personas del lugar y pedíamos esto en oración. Deseábamos que experimentaran paz y gozo en Jesús. Un día recibimos un mensaje de nuestra Unión Adventista local diciendo que un joven los había contactado para unos estudios bíblicos. ¡Él era de la ciudad donde vivíamos! Durante el año siguiente estudiamos la Biblia con él. Una vez, mientras estudiábamos, llegó la policía a nuestra casa. Tanto el evangelismo público como el personal eran ilegales en el país y podríamos ser expulsados. Era un Sábado por la tarde, y nos preocupó que se aparecieran en ese momento. Felizmente, la policía solo miró la identificación de mi esposo y nos dejó en paz. ¡Gracias, Dios!

El joven con quien estábamos estudiando amaba a los animales, especialmente a los perros. Decidimos tener un perrito en nuestra casa, para que él jugara cuando nos visitaba. Él amaba absolutamente a ese perro y fue un consuelo para él después de que murió su hermana. Todo iba bien hasta un día cuando el perrito enfermó. Hicimos todo lo posible para que recuperara la salud y oramos por él en nuestros corazones. Entonces, unos días después, el perrito murió. El joven, mi esposo y yo estábamos desconsolados, pero especialmente el joven. El siguiente Sábado, sin embargo, el joven se levantó frente a un pequeño grupo y compartió que, a causa de la muerte del perrito, él ahora comprendía mejor el dolor por el que atravesó Dios cuando Jesús murió en la cruz. ¡Alabado sea Dios que usó para bien esta triste situación!

Una vez, mientras mi esposo y yo estábamos de visita en nuestro país de origen, en una conferencia para reclutar más fabricantes de tiendas para que trabajaran en la región donde estábamos sirviendo, recibimos la noticia de que alguien había entrado a nuestra casa. ¡Esa noticia fue muy desagradable para nosotros! Después de un largo vuelo de regreso, llegamos a nuestra casa y descubrimos que partes de ella habían sido saqueadas y que la puerta del frente había sido descerrajada. El dueño de la casa culpaba del robo a nuestro guardia de seguridad y quería enviarlo a prisión durante años. Eso hubiese sido devastador para el guardia y su familia, porque tenía cuatro hijas pequeñas. Además, nos habíamos dado cuenta de que el autor del delito no era el guardia de seguridad. Necesitando desesperadamente la intervención de Dios en esta situación, pedimos a familiares y amigos que oraran. Después de orar mucho, el propietario retiró los cargos contra el guardia de seguridad. ¡Alabado sea Dios!

Estos son solo unos pocos de los desafíos que enfrentamos como fabricantes de tiendas. Mi esposo y yo nos dimos cuenta de que la batalla se libraba en las líneas frontales de la misión y que debíamos depender completamente de Dios. Todos los días decidíamos pedir a Dios que nos llenara con el Espíritu Santo y que nos diera la fuerza y la sabiduría que necesitábamos para ese día. También pedíamos a las personas que oraran por y con nosotros. ¡Aprendimos, por experiencia, que confiar en Dios es la mayor necesidad de un fabricante de tiendas!

Los fabricantes de tiendas están haciendo la diferencia para Jesús, pero necesitan de su ayuda. Por favor, apoye su ministerio con sus oraciones y donativos.

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