Cartelera digital de Asociación Escuela de Auto-Realización - mayo 2024

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MÁS ALLÁ DEL CONOCIMIENTO HUMANO ESTÁ EL CONOCIMIENTO DE DIOS QUE HABITA EN CADA UNO DE NOSOTROS.

DESCUBRIR A ESTE DIOS ES LA OBRA MEDULAR DEL HOMBRE QUE HA DESCUBIERTO SU DESTINO.

Padre CÉSAR A. DÁVILA G.

ASOCIACIÓN ESCUELA DE

AEA
AUTO-REALIZACIÓN

Te he visto, oh Madre

Más bella:

Como el lampo de nieve;

Como la estrella

Que titila;

Como la pupila

Del alma de un niño.

Te he visto más tierna:

Como la canción eterna

Que duerme en el seno de Dios.

Madre! Cuántas noches!

Cuántas noches sin luceros

Anochecieron en mi ser!

Cuántas noches de hielo

Cual fúnebres crespones

Me cubrieron

En la cruz

En la cruz de mis dolores!

Las noches se han ido:

Como brillan

Fundador y Guía Espiritual AEA

Los enjambres

Los enjambres de luceros

En la comba oscura

En la comba de los cielos.

Como duermen a tus pies

Las flores, las palmeras.

Así mi alma en tu sonrisa,

En tu regazo,

En tus manos de alabastro

Ha recibido

El abrazo

El abrazo de Dios.

Madre mía, tu hijo,

Reclama el calor tuyo.

El beso el intenso beso

Que fusiona y purifica:

Como el eterno beso

De Dios a la creación

Para mí, tus ojos de luz,

Tus manos de bendición.

La Liturgia de la Iglesia celebra la Ascensión de nuestro Bendito Señor a los cielos. Este es un hecho más comprobado por sus mismos discípulos y muchos otros que se convirtieron por aplicación de ellos.

Cerca de Jerusalén a continuación de lo que se conoce hasta ahora como el Monte de los Olivos, en la parte más alta de ese monte hay algunas Iglesias para conmemorar este hecho de la Ascensión de nuestro Bendito Señor a los cielos.

Él después de que resucitó, se apareció –como nos cuenta el primer capítulo del Libro de Los Hechos de los Apóstoles- a muchos de sus discípulos. Conversaba, comía también con ellos, como sucedió en el mar de Tiberiades cuando el mismo Bendito Señor después de la pesca milagrosa, dijo que le prepare un pez asado y lo comió. Esto para demostrar que era Él mismo que había muerto y que resucitó.

El Padre Celestial le había confiado la misión de comunicar Su mensaje a los hombres y Él tenía que cumplir lo que le había encomendado el Padre. Y había también establecido una comunidad que se llamó más tarde: La Iglesia. Esa Iglesia debía ser la encargada de predicar la misma nueva, el mismo mensaje de Ese Bendito Señor. Y por eso Él con su presencia física ya no podía estar en el mundo, pero sí lo está en todo momento como Él mismo lo dejó “Heaquíqueestoycontodosvosotros,hastala consumacióndelossiglos” . Es decir, que ese mismo Bendito Señor Jesucristo que subió a los cielos, está presente en la misión que está desempeñando la Iglesia hasta estos momentos, y lo estará hasta el fin del mundo. Porque Él no puede abandonar su obra, su obra que la redimió con su propia sangre.

Nosotros en conclusión debemos sacar lo siguiente, primero: que, así como Cristo resucitó de entre los muertos, así también nuestro cuerpo resucitará un día. Pero eso realmente es secundario y lo más importante es lo segundo: así como nuestro Bendito Señor subió al cielo, así también nosotros alcanzaremos la Gloria de la Bienaventuranza para vivir para siempre unidos a Dios.

Esta es la promesa que hace nuestro Bendito Señor a todos sus hijos. Nosotros como Él, también participaremos de la misma Gloria, de la misma Bienaventuranza, de la misma Dicha Suprema, que Él goza con Nuestro Padre Bendito. También nosotros seremos partícipes de todo eso.

Pero aquí viene también una cosa muy importante, en tercer lugar: ¿Qué debemos nosotros hacer para participar de esa misma Gloria que Él participó? Pues, hacer lo que Él nos mandó. Hacer especialmente lo que Él nos mandó acerca de la oración, pero de esa oración profunda, de esa oración por la cual nosotros entramos ya en comunión con ese Dios Bendito. De esa oración en que nosotros le sentimos a Él interiormente, le vivimos a Él y le sentimos y le vivimos como a un padre, como a una madre, como a lo más valioso y a lo mejor que existe. Esta es la oración que nos descubre su reino. Esta es la oración que nos une a Él en verdad. Si nosotros hacemos esta oración bien, si hacemos esta meditación y somos conscientes en la meditación de todos los días, entonces nosotros también participaremos de la Gloria de Nuestro Bendito Señor Jesucristo, que Él la tuvo después de su ignominiosa muerte y después de su resurrección. Así como está Él con el Padre Bendito, así también nosotros después de la muerte, estaremos con Él eternamente.

Esta vida pasa, ustedes ven esas flores que crecen en los prados, en los campos. Al principio son unas flores todavía imperfectas, a medida que van creciendo, a medida que la luz del sol va dorando sus pétalos, se hacen hermosas y son muy bellas, pero después van decreciendo y decreciendo hasta que se marchitan y después se secan. ¡Esta es la condición humana!

Ustedes son jóvenes todavía, jóvenes, pero tengan en cuenta que eso pasa, pasa, eso es pasajero. Después viene la edad madura, la edad adulta y luego en el momento menos pensado, sucede la muerte. No, nosotros no podemos tener la seguridad de que viviremos hasta tantos o cuantos años. Eso no lo saben ustedes, ni sé yo, que nuestro Bendito Señor ha querido que viva un largo tiempo para dedicarme a trabajar por Él, a predicar Su mensaje y sobre todo a vivir y predicar ese mensaje de la oración. Porque, por propia experiencia digo, que no hay nada mejor que ésta oración, para vivir en compañía permanente con nuestro Bendito Dios.

Ustedes deben tener muy presente esto: lo mejor que pueden hacer en su vida es esto, no hay nada, absolutamente nada mejor que esto. Antes que la lectura de la Biblia, antes que cualquier otra cosa: LA ORACIÓN. Lo primero, lo primero, lo primero: LA ORACIÓN, sin eso nosotros no podemos adelantar nada.

P. CÉSAR A. DÁVILA G.

La misión de la Virgen María, la Madre de Jesús, es también una misión universal. No es la misión de la mujer que da a luz un hijo y allí termina su misión; no es la misión aislada de una madre en un hogar: La misión de María es tan universal como la redención operada por Cristo. Si la redención se extiende a todos los hombres, si el árbol de la Cruz cobija bajo su sombra a todos los mortales: María ejerce también una misión universal. Bajo su sombra maternal están colocados todos los hombres. Este es el significado místico de las palabras dichas por Cristo a María: Mujer, he ahí a tu hijo. Esto equivalía a decir: Mujer, la humanidad es tu hija. Por esto, dicen nuestros místicos que toda gracia o favor de Dios viene por María.

El gobierno del Universo físico, del universo mental y espiritual, ejerce Dios por jerarquías. Todas las cosas vienen de Dios y a Él vuelven. Entre estos dos puntos de partida y de llegada hay jerarquías por las cuales Dios gobierna a los hombres y a las cosas. Entre estas jerarquías de gobierno está María. Según la ordenación divina muchos hombres conocen a Dios y llegan a Él por la Virgen María.

“SubolasgradasqueconducenalSantuarioconlaemocióndelaplegariaaflordelabiosoprestandooído, atentoaunavozinternaquehablayrecomiendaelprogramadenuestrotiempo:penitencia,oración,reparación. Estonopuedecompararseconnada.

TodoelSantuarioconsugrancalzadapordelante,consuspórticosyedificiosconsusbosquesyavenidasdecipreses ydeolivos(almenosdetreintamilmetroscuadrados)pareceunagrancasadeejercicios,congregándosetodoslospueblos ydetodalaredondezdelatierra…”

Padre CÉSAR A. DÁVILA G.

¿Por qué la Virgen en todos esos mensajes que hemos escuchado pide especialmente la oración y penitencia? El Señor pide exactamente lo mismo mientras estuvo en la tierra: vigiladyorad paraquenoentréisententación . Esto es necesario siempre para no desfallecer. Palabras de ÉL: pedid,buscad,llamad . Él está hablando de algo que nosotros tenemos que pedir, hacer, poner en ejecución.

Sencillamente Ella pide primero la ORACIÓN, porque este es el medio más grande e insustituible de ponernos en comunión con Dios. Ahí está la respuesta.

Si Ella tiene esa misión de llevarnos al Padre, de llevarnos al Hijo, ve que el único medio propicio y eficaz de cumplir esta misión es la ORACIÓN. Por eso nos aconseja en todos sus mensajes: oren y pidan.

Como Maestra, hace exactamente lo que hacen los grandes maestros, los verdaderos gurús; lo que tiene que enseñar a sus discípulos es a orar, a pedir a Dios. El gran mensaje que tiene que llevar y lleva siempre el gurú a sus discípulos es el mensaje de la oración. Y Ella como Maestra nos pide la oración.

Realmente el único y verdadero medio de contactar con Dios es la oración. Ella nos recuerda esto a través de todos sus mensajes, que son esas mismas palabras del Señor. Ella es la portavoz, el eco, la boca de ese Dios, que nos pidió orar tantas veces. Ella está haciendo únicamente lo que hizo su Hijo.

Él no se manifiesta, pero la Madre sí, y pide lo que el Hijo, lo que el Señor pidiera al hombre.

En cuanto a la penitencia, hay que entender el sentido de esta palabra penitencia, no del sacramento sino de la CONVERSIÓN…

P. CÉSAR A. DÁVILA G.

Nuestro Bendito Señor cuando vino a la tierra nos reveló los misterios de Dios. Nos reveló que tenemos un Padre de Quien venimos y a quien tenemos que retornar. Que tenemos también el Espíritu Santo que es algo de Dios mismo, que es también Dios como es el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo es esa interrelación eterna que tiene el Padre con el Hijo y el Hijo con el Padre. Esta interrelación se llama Espíritu Santo que es una comunicación eterna, real, que existe entre el Padre y el Hijo. Esta es la esencia del mismo Dios.

Nosotros sabemos que Dios es Padre, Dios es Hijo, Dios es Espíritu Santo. Que cuando invocamos al Padre, invocamos también al Hijo y al Espíritu Santo, cuando invocamos al Hijo, invocamos también al Padre y al Espíritu Santo. Cuando invocamos al Espíritu Santo, invocamos igualmente al Padre y al Hijo. Pero, cada u a de estas tres personas divinas, para entenderlo nosotros, atribuimos actos diferentes para cada una de ellas.

El Espíritu Santo fue prometido por nuestro Bendito Dios a los apóstoles. El Espíritu Santo ilumina los espíritus para llegar a vislumbrar siquiera el gran misterio de Dios. Sin la acción del Santo Espíritu nadie podría conocer ni al Padre ni al Hijo. Por eso cuando el Señor se despide de este mundo promete enviar el Espíritu Santo para que los apóstoles y quienes le siguen como nosotros, reciban también el Espíritu Santo y puedan llegar al conocimiento y a la comprensión relativa humana que también el hombre puede tener acerca de Dios. De manera que nosotros hemos de tener en cuenta esto: que sin el Espíritu Santo no podremos jamás llegar a Dios.

Estamos celebrando la fiesta del Espíritu Santo, fiesta que nos recuerda que recibimos también al Espíritu Santo en el Bautismo, y luego igualmente ese mismo Espíritu en el sacramento de la Confirmación –por decirlo así- se aclara más, se agranda más. Y el mismo Espíritu Santo que recibimos en el Bautismo,

en la Confirmación, cuando el sacerdote recibe la Ordenación Sagrada, nuevamente ese Espíritu viene –diría yo- como a ampliarse más todavía, la acción del Espíritu Santo se revela en su plenitud. Y por esto se ve claramente que el Espíritu Divino tiene una importancia tan grande para nosotros, que nosotros no podemos vivir sin su acción.

En el sacramento del Bautismo, en el sacramento de la Confirmación, en el sacramento del Orden Sacerdotal, allí el Espíritu Divino se manifiesta: en el Bautismo como una semilla, en la Confirmación como una semilla ya crecida, y en el Orden Sacerdotal como ya produciendo fruto para también mediante el Divino Santo Espíritu los sacerdotes puedan llevar Su mensaje a los hombres. Y si el mensaje de los sacerdotes comenzando desde el santo Padre y continuando por los obispos hasta os sacerdotes, si cualesquiera de ellos no hubieran recibido el Espíritu Santo, no pudieran ejercer la función que ejercen. Y quien instituye los santos sacramentos del Bautismo, del Orden Sacerdotal y de la Confirmación por los cuales se distribuye el Espíritu de Dios es nuestro mismo Bendito Señor Jesucristo. Él instituye estos tres sacramentos como los demás.

Recordemos en esta fiesta del Espíritu Santo, que nosotros debemos invocarle para que Él actúe en nosotros, para que Él viva en nosotros, para que Él nos haga comprender cada día más los misterios de ese Bendito Dios, entre ellos el gran misterio de su Amor.

En este día hemos de pedirle que en la meditación que practicamos todos los días, Él nos inspire a vivir mejor y a cumplir mejor nuestros deberes.

P. CÉSAR A. DÁVILA G.

“GraciasDiosmío, Graciasportodo, Especialmenteporlapresencia

DetuBenditoHijoJesucristo Aquíenlatierra, Presenciaqueestumismapresencia, LamismapresenciadetuBenditoSantoEspíritu, Porquetuhijo,PadreBendito,tuEspírituSanto, Lostressontrespersonas

YunsoloDios.” P. CÉSAR A. DÁVILA G.

¿Qué es el mundo? El mundo es un harpa armoniosa en la que flotan inspiradas y sublimes notas y cada nota es un misterio.

¿Qué son esa multitud de astros que habitan en las inmensidades del espacio? ¿Conocemos su naturaleza, su constitución íntima, su origen, su número? Todavía es un misterio.

¿Qué es el hombre? Es un ser rodeado de misterios y misterioso en sí mismo.

¿Qué es la vida humana? ¿Qué sabemos de las leyes de la mecánica, física, química, biología? Muy poco, casi nada. La naturaleza visible está llena de misterios.

Así como hay misterios, es decir, cosas ocultas cuya existencia conocemos pero que no podemos explicar: Así en Dios, el Ser por esencia, hay misterios impenetrables: Dios es semejante a esta Naturaleza que nos rodea. En la naturaleza hay innumerables astros que habitan la inmensidad; en Dios innumerables atributos y perfecciones. En la naturaleza hay ríos, mares, montañas, hermosos paisajes que deleitan la vista y arrebatan el espíritu; en Dios todas estas bellezas creadas existen en grado eminente. En la naturaleza hay misterios, en Dios los hay infinitésimamente superiores.

Uno de los más sublimes misterios que existen en Dios es el misterio de la Santísima Trinidad. Este misterio consiste en la existencia de un Dios en tres personas: Las tres personas tienen la misma esencia, pero se diferencian realmente entre sí: El Padre es distinto del Hijo, el Hijo es distinto del Espíritu Santo, sin embargo, no son tres dioses aún cuando tengan los mismos atributos: El Padre es Omnipotente, el Hijo es Omnipotente, el Espíritu Santo es Omnipotente, sin embargo, no son tres omnipotentes. Eterno es el Padre, eterno es el Hijo, eterno es el Espíritu Santo, sin embargo, no son tres eternos, sino uno solo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo, sin embargo, no son tres increados sino un solo Increado

Mis queridos estudiantes, se representa en mi mente aquel lugar en donde se realizó esa visita de la Virgen, de la Madre del Verbo de Dios a su prima Isabel.

La tradición de los primeros siglos de la era cristiana, reconoce el día de hoy a ese lugar dándole el nombre de Ain Karim. El lugar en donde nació igualmente Juan el Bautista.

Como los demás lugares en donde tuvo lugar el gran drama de la historia de la Redención del hombre, éste lugar no tiene mis queridos estudiantes, un significado especial para quienes visitan esos lugares sólo con los ojos, con los oídos, con los pies de los turistas.

¡Ah, el turista! El turista que va a los lugares santos solamente con su máquina de fotografía, y con su mente también que es una máquina fotográfica muy precisa, para captar solamente las escenas y las impresiones sensibles materiales, sufre una decepción tremenda. Pero cuando el turista se convierte en un verdadero peregrino, y cuando ese peregrino tiene despiertos los ojos del alma, las cosas cambian completamente.

Yo veo ese lugar, y contemplo en éste momento los muros de ese sitio, en una especie de una plazoleta hacia la izquierda donde me ubico, una Iglesia más bien humilde. Y en esos muros, escritos en más de 40 idiomas, los versos de ese canto que entonó la Virgen María en su visita a Isabel, su prima: elMagnificat.

¡Que hermoso es repasar ese canto de Ella! Canto de alabanza a Dios. Canto en el que resplandece esa profunda humildad de Ella. Profunda humildad, fundamento de todas las virtudes que Ella practicó, y fundamento base sobre toda su realización. Y causa –para mí- causa fundamental del acopio de gracias y de aquella que Ella mismo dice: respeccieshumiltatemoltiresue. Que miró el Señor la humildad de su sierva. Hizo grandes cosas con Ella, ¡grandes cosas!

Mis queridos estudiantes, nosotros estamos tratando precisamente de descubrir esas cosas que hizo el Señor con Ella, y vamos a fijarnos en un solo punto. Vamos a fijar en un solo privilegio, pero en el más grande, en el más excelso de todos los privilegios –reconocida por inspiración del Espíritu Santo, por su prima- en el privilegio de su MATERNIDAD DIVINA.

Cuando Isabel recibe la visita de su prima, primero exulta –dice Lucasexulta el niño que llevaba en su seno, y luego Isabel se llena del Espíritu Santo. Dos cosas que se realiza entonces.

Primero, exulta de gozo ese niño que había concebido ya Isabel anciana, una mujer que frisaba en los 80 años ¡concepción milagrosa! Tiene ella, lleva un niño, aquel que más tarde recibirá el elogio más grande de parte del Señor. Nohayninguno -dice- mayorqueeste, nacidodemujer. Se refería a Juan el Bautista.

Isabel había concebido a Juan el Bautista, el Eliseo, el profeta de fuego que en otro tiempo anunció, pero anunció con caracteres tan evidentes, especialmente el sufrimiento de el Mesías prometido a Israel –en el capítulo 53 de su profecía que se dice que es también el cuarto Evangelio de la narración de la pasión del Cristo-.

Ese niño exulta. Exulta pero ¿por qué? Porque ese niño reconoce. Reconoce ¿a quién? Reconoce a la Luz que venía iluminar a este mundo. De ese seno virginal de María que concibió a ese Niño, se desprende un haz de luz infinito, un destello de luz tan grande que ilumina la vastedad de todos los planos. Y esa luz llega con su potencia vivificadora, también a despertar ya la conciencia, la conciencia de ese niño, y ese niño exulta de gozo, salta de gozo. El primer gran milagro de ese Niño concebido en el seno de la más pura, de la más perfecta entre todas las criaturas de todos los planos mis queridos estudiantes.

Isabel se llena del Espíritu Santo, nos dice el evangelista. Entendamos bien esa expresión: llena del Espíritu Santo. ¿Qué es el Espíritu Santo? Esta vibración cósmica, esta que nos hace SENTIR a nosotros mis queridos estudiantes, la presencia augusta de Dios en nosotros. Esta que nos a nosotros PALPAR, tocar con la mano esa presencia inefable de ÉL.

Y sin esa vibración cósmica, sin el Espíritu Santo no podemos mis queridos estudiantes, descubrir Su presencia. NECESITAMOS de DIOS para descubrir a Dios en nosotros. Necesitamos de Dios, para saber que también somos dioses. Y sin eso ¡es imposible! Es otra dimensión, esa dimensión en que se realiza todo esto.

Y la prima de la Virgen: Isabel, llena del Espíritu Santo va hacer el elogio de Quien le visita. Y ella se va a despojar de su carácter de pariente, de prima, y ella también va a descubrir el carácter cósmico universal ¿de Quien? De una criatura, y de un espíritu totalmente, plenamente evolucionado.

A propósito, ahondemos un poquito, ahondemos un poquito en ésta parte oculta del espíritu de ESE SER TAN EVOLUCIONADO QUE

SE LLAMA LA VIRGEN MARÍA. Vamos a levantar un velo mis queridos estudiantes, un velo. Ese velo que oculta a esa perla humilde, pero no porque sea humilde deja de ser perla. A esa criatura tan dulce, tan santa, tan pura, tan amable, tan inmaculada –si cabe la expresión-.

Es hora mis queridos estudiantes, que descubramos como lo han descubierto tantos amantes de la Virgen María, quizá no en los términos en que vamos hacerlo nosotros, que han descubierto lo que significa ese SANTUARIO escogido por el BENDITO DIOS para ser la morada, el Templo en donde se refugiaría el gran MISTERIO. Porque es así, el gran misterio del mismo HIJO de DIOS: Cristo Jesús.

Sabemos mis queridos estudiantes, y tenemos para llegar a la conclusión que quiero llegar, hacer ligeras consideraciones.

ESE DIOS BENDITO, A QUIEN LE VEO Y LE CONTEMPLO, PERO LEJOS, MUY LEJOS DEL TIEMPO, MUY LEJOS DEL ESPACIO. Allá muy lejos, muy lejos, antes que el tiempo sea tiempo, y antes que el espacio sea espacio, y antes que las cosas seas las cosas en la idea divina. El Señor mis queridos estudiantes, ese Dios Infinito, ese Dios poder, ese Dios amor, ese Dios omnipresencia. Ese Dios en una de esas oleadas de amor que emanan de Su divina presencia, en esas oleadas emana innumerables, incontables seres que pueblan los distintos planos del universo visible e invisible, del universo sensible, mental y espiritual, millones de millones, de millones. Como hay mis queridos estudiantes, en esas galaxias, millones y millones de soles, millones y millones de astros.

En esa oleada infinita, en esa oleada de incontables seres, hay espíritus evolucionados, plenamente evolucionados que señala el gran iniciado Pablo cuando descubre las jerarquías celestiales. Y la Filosofía Oriental también, a través de las revelaciones de sus maestros descubre esas jerarquías y les ha dado nombre.

No, pero no importa los nombres, eso es un accidente, lo que importa son los hechos. Nosotros sentamos ese principio, de esas jerarquías que salieron de las manos benditas de Dios en esa oleada infinita de Su amor. Criaturas realmente bellas, criaturas puras, criaturas de todo género.

Y en esas estuvimos también mis queridos estudiantes, cada uno de nosotros. Estuvisteis cada uno de vosotros, y estuve yo en esa misma oleada. Y en esa oleada están todos los maestros. Y en esa oleada están todos los más grandes seres evolucionados. Y en esa oleada está el átomo insignificante de una espora, está la molécula más simple del cuerpo más pequeño, está el quantum elemental de la materia. Está la energía cósmica. ¿Y por qué? También mis queridos estudiantes, de Él, de esa energía cósmica procede lo más grande, lo infinitamente grande y lo más pequeño, lo infinitamente pequeño, el más pequeño átomo ¡y no hay nada que no provenga de Él!

Ommiaperisufactasumecce... factumestnitim. Dice San Juan: TodosehizoporÉl,ynadadejódehacersesinÉl . Eso lo dice hablando de Quien lo hizo, que es la segunda parte de ésta reflexión. De Quien lo hizo: el Padre por Él, por Él, por el Verbo, por la Palabra, por el Hijo. Si, por el Hijo, por el primer Logos. POR ÉL, HACE TODO Y REALIZA TODO. Y en esa oleada de amor que viene del Padre a través de Cristo, a través de Su Hijo se realiza la Creación de todos los seres y de todos los mundos.

Esta es la primera parte oculta de ese gran Drama Cósmico. Pero en ese gran drama cósmico mis queridos estudiantes, hay seres que evolucionaron, pero evolucionaron como Dios quiso, como el Verbo quiso, pero todos evolucionaron.

No, no entendemos y no admitimos mis queridos estudiantes, privilegios. Por eso la Biblia habla precisamente de esa gran lucha que hubo en el cielo, entre Miguel y sus ángeles y Luzbel. Lucha que nos describe gráficamente el Apocalipsis, y que se entrevé también en los profetas del Antiguo Testamento. Y lucha que inmortalizó uno de los más grandes genios de la literatura clásica, el ciego Juan Milton en su ParaísoPerdido . Y que lo inmortalizó también el Dante en uno de sus cantos.

Si, a todos mis queridos estudiantes, a todos los seres, absolutamente a todos sin excepción, sometió a una PRUEBA, a una pequeña o grande prueba. A los seres que nos crió libres nos sometió a prueba, porque la criatura racional debía y DEBE MERECER lo que ÉL ha prometido. Porque la criatura debe evaluar lo que significa ir a Dios, lo que significa entrar en posesión de Él.

Y también el espíritu, ese espíritu puro, ese espíritu inmaculado de la Virgen fue sometida, sometido a prueba, y a una gran prueba. Semejante a la que fue sometido aquel que se llama el príncipe de las potestades infernales: Luzbel, pero al verse tan hermoso ese hombre, esa criatura más bien, esa criatura espiritual. Al verse tan hermoso se creyó que él era el autor de su propia luz, el autor de su propia felicidad, el autor de su propia bienaventuranza, el autor de su propia perfección.

Y este es el motivo por el cual vio él el reverso de ese yo que se exaltó entonces, el reverso de ese yo de esa criatura. No, no se vio él como era en realidad: una criatura, una luz, pero luz emanada del Verbo y que nació del Verbo. No se vio como tal, sino se vio a sí mismo como si fuera él mismo el autor de su propia luz, y se encontró con su NADA.

Amar al Padre: He ahí la vida eterna.

Amar a Su enviado Jesucristo: He ahí la vida eterna.

Conocer y amar al Divino Espíritu, procedente de Padre y del Hijo: He ahí la vida eterna.

Volvernos uno con Ellos: He ahí la vida eterna.

Identificarnos con Dios

como Jesucristo se identifica con el Padre: He ahí la vida eterna.

Esta vida empieza aquí en este mundo

Y tiene su culminación plena

Más allá de esta vida efímera…

Padre CÉSAR A. DÁVILA G.

Guía espiritual y Fundador AEA

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