Ágora número 28

Page 110

FAVOR DE NO TOCAR LA FRUTA Alonso Rojas Cruz Tú

no sabes lo desagradable que resulta

un viejo que acaricia tu mano de forma

libidinosa cuando vas en el camión. No es comparable, por ejemplo, con las señoras que pasan dando nalgadas intencionadas al buscar lugar donde sentarse, como si tu culo fuera masa para hacer tortillas. La primera vez que una señora pasó dándome un golpe así, no me escandalicé, igual y no me hubiera dado cuenta, si no es porque sentí unos dedos tamborilear sobre mi muslo. Digo, no es que no sintiera gacho o vergüenza, mi rostro se puso colorado, pero generalmente esas acciones no pasan a más, si esas señoras me pegan, ya no me molesta mucho. Pero de eso a que un hombre te toque, la diferencia es abismal. Eso me recuerda una vez que estaba con mi familia en un mercado de la ciudad de México, porque entre los muchos lugares existentes en esa ciudad escogimos ir a un mercado. Porque conocía las costumbres de la gente en esos espacios acerqué a mi hermano menor a mí, no fuera a ser que algún papanatas lo jalara o le metiera mano. ¿Qué te digo? quien recibió la metida de mano fui yo. Fue una cosa de segundos, pero bien que sentí una zarpa sabroseándose el mandado, terminaron mallugando toda la fruta. Y yo, con gran conmoción y espanto


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.