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RECONOCER AL REVÉS: SOBRE

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La Inversi N Fon Tica

Alec Misael Sánchez Montero

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desde aqueLLos que aseVeran encontrar el mensaje oculto en canciones de The Beatles hasta los que se divierten con la pronunciación de una palabra o frase que suena idéntica al derecho y al revés, la inversión de los fonemas ha constituido un experimento lúdico para una buena cantidad de ociosos alrededor del mundo. Es divertido abrir una aplicación en un dispositivo móvil o entrar a un sitio web y escuchar el ‘revés’ de ciertas frases; o bien, invertir los fonemas por cuenta propia, expresar ese nuevo orden fonético, grabarlo y comprobar si el resultado se aproxima a lo que se buscaba conseguir al principio. Acaso, tras numerosos intentos, uno llegaría a dominar la habilidad de “hablar al revés” y la presumiría como si se tratara de una extravagancia digna de representar en algún concurso de talentos.

Lo “raro” de ese revés fonético se extiende más allá de su aspecto ameno y simpático, pues en bastantes casos persiste un elemento inquietante: el estigma cultural de escuchar una grabación hacia atrás y sentir escalofríos al asociarla con las artes ocultas y el satanismo. Si bien la inversión fonética puede haber tenido un origen inocente o de ensayo, la curiosidad y el afán de encontrar patrones donde muchas veces no los hay conducen a una interpretación paranoica de secuencias fonéticas, cuya relación con el sentido original del mensaje podría ser nula.

Sin embargo, ambas caras de este procedimiento fonético —la lúdica y la paranoica— parten de la misma raíz: el pasatiempo. Sólo basta cambiar el sentido del “juego” para diferenciarlas. Desde la parte más elemental, se juzga trivial —aunque no deja de sorprender— la presencia de los palíndromos fonéticos, esas estructuras simétricas que se escuchan iguales, tanto en su pronunciación normal como si se articulan desde el último fonema y se marcha en ese orden hasta el primero de ellos. Con cierta fascinación observamos que “Anita lava la tina” en ambos sentidos, tanto en su ortografía como en su fonética, si se invierten las unidades gráficas y fónicas. Del mismo modo, uno se maravilla al descubrir que el fenómeno está presente en otras lenguas, por ejemplo en el inglés, con la frase espejo de “say yes” o /se s/,1 a pesar de que su reverso fonético o phonetic reversal —es decir, /s es/— no sea del todo equivalente por la articulación de las vocales. Lo mismo sucede con frases más largas que, incluso, mantienen la misma acentuación al derecho y al revés: “Dábale arroz a la zorra el abad”, o bien “La ruta nos aportó otro paso natural”.

En la mayoría de los casos, los palíndromos fonéticos no guardan un sentido lógico discernible; son más bien frases carentes de significado semántico, puesto que su valor está en la forma fonética, tal como las “jitanjáforas” sobre las que hablaba Alfonso Reyes. O bien, se pueden recordar las reflexiones de Augusto Monterroso sobre estos juegos de palabras en “Onis es asesino”. No obstante, hay ejemplos de obras artísticas que han sabido aprovechar el potencial creativo de los palíndromos fonéticos y, a su vez, del phonetic reversal. Hay que pensar en los poemas de Darío Lancini o en aquellos famosos versos que comienzan con “When I wonder why / What’s never been’s never been so”; asimismo, en Twin Peaks de David Lynch o en un sinnúmero de canciones que se adhieren a una tradición musical popularizada por The Beatles. aoeoeleoeoeeoeeeeleolooloar

1 Utilizo el Alfabeto Fonético Internacional –o IPA, por sus siglas en inglés– para las transcripciones de este texto.

“Rain” —grabada en 1966 durante las sesiones de Revolver— es una de las primeras canciones en las que el cuarteto de Liverpool manipuló las cintas de grabación para que los sonidos de una pista musical se escucharan a la inversa. En concreto, las pistas de las voces se alteraron para que, hacia la coda de la pieza musical, se escucharan los versos invertidos; uno de los cuales fue “They run and hide their heads”, que se representa ortográficamente en la letra de la canción como “Sdeah rieht edih dna nur yeht”, la cual sólo es una inversión de las letras pero no de los sonidos: / zd h r ð da h dnæ n r eð/. Dicha secuencia que se ha puesto al revés con toda la intención no oculta gran cosa, es sólo un phonetic reversal, pero acaso sea el germen de lo que desde la segunda mitad del siglo pasado se ha denominado “backmasking” o “enmascaramiento de mensajes hacia atrás”.

La línea que separa a estos experimentos cuasi infantiles de la histeria colectiva es muy tenue. The Beatles fueron el ápice de un movimiento cultural que hacía propaganda en contra de la música rock y heavy metal, aunque en los últimos años se extendió también al pop. Documentales, grabaciones, testimonios y notas periodísticas dan cuenta de la apofenia —la tendencia a distinguir relaciones o patrones donde no los hay y dotarlos de significado— y de la pareidolia —la tendencia a percibir un estímulo visual o auditivo de manera errónea al identificarlo con alguna forma reconocible— que se ha sufrido a partir de la proliferación en la cultura popular de una noción fonética bastante simple.

Las interpretaciones del backmasking estaban respaldadas, sobre todo, por fundamentalistas cristianos y políticos conservadores que se proponían alejar a la juventud de aquellas formas de expresión musical que consideraban ‘dañinas’ al promoverse el desarrollo de una actitud rebelde y crítica contra el grupo de poder. De ahí que toda agrupación musical de rock o heavy metal fuera tildada de “satánica”; de ahí se desprende también la infame leyenda urbana que postula Paul [McCartney] is dead. Si se consideran las nociones psicológicas de la apofenia y la pareidolia, se puede comprender cómo, con la sugestión adecuada, muchos individuos escucharon –y siguen escuchando– /t rn mi n d d m n/ al invertir los fonemas de / n/, línea que se repite hasta el cansancio en “Revolution 9”.

Esto explicaría la condición “estremecedora” que se siente al escuchar una canción o cualquier tipo de grabación al revés, donde se pueden discernir secuencias fónicas que se asemejan a palabras reales; peor aún si tales secuencias se insertan en el campo semántico de Satán y el inframundo. Este fenómeno acústico-psicológico es el responsable de que grupos musicales como Judas Priest hayan sido llevados a juicio por supuestos crímenes. De los miembros de esta agrupación se dijo que eran responsables del suicidio de un par de adolescentes, alegando que habían escondido en sus canciones ciertos mensajes traducibles una vez reproducido el disco a la inversa. A Led Zeppelin se le acusó también de esconder mensajes subliminales en su música; por ejemplo, se ha dicho que en “Stairway to Heaven” aparece una oda a Satán. Desde esta perspectiva, la inversión de la “escalera al cielo” es el “camino al infierno”, o path to Satan. 2

Estas interpretaciones pueden llegar al terreno de lo absurdo cuando se escucha que la inversión fonética de / n ð r w n ba ts ð d st/ —el coro de “Another One Bites the Dust”, canción de Queen—, es decir /ts ð st ab n w r ð n /, es equivalente a / ts f n tu smo k m r w n /, o “it’s fun to smoke marihuana”. El backmasking, como técnica de grabación, es un acto deliberado de esconder un mensaje —no necesariamente satánico u ocultista— que será descifrado si se reproduce el audio al revés. No toda inversión fonética o phonetic reversal es un “backmasking”; en todo caso, la mayoría de supuestos mensajes encontrados no son más que meras coincidencias en las que una secuencia de fonemas invertidos suena bastante similar a la articulación de otra frase. Esto es cuestionable, pues se han realizado experimentos en los que se pide a un par de sujetos identificar el mensaje oculto en una canción, con la particularidad de que uno sabe lo que debe encontrar y el otro no; desde luego, aquel que lee los subtítulos o al que le han proporcionado las descripciones del mensaje es el primero en percibirlo, lo cual podría significar que no hay una verdad ‘objetiva’ escondida.

2 Las supuestas líneas inversas de la canción dirían: “Oh here’s to my sweet Satan. The one whose little path would make me sad, whose power is Satan. He will give those with him six six six. There was a little tool shed where he made us suffer, sad Satan”.

Sin embargo, hay grupos de personas que creen en esto. En concreto, David John Oates ha fundado una compañía llamada Reverse Speech que se dedica a encontrar esa verdad intrínseca oculta en el revés del discurso humano. El problema con las investigaciones de Oates es que presenta su proyecto como si se tratara de la verdad última, la respuesta definitiva y objetiva de la psique humana, a pesar de que sus postulados carecen de una base científica sólida. En su sitio web detalla lo siguiente:

The applications of this discovery are exciting. On the surface level, it can act as a sort of Truth Detector as Reverse Speech will usually correct the inconsistencies of forward speech. If a lie is spoken forwards, the truth may be communicated in reverse. If pertinent facts are left out of forward speech these may also be spoken in reverse. It can reveal hidden motive and agenda and other conscious thought processes. At deeper levels, Reverse Speech can reveal thought patterns that are unconscious, including reasons behind behaviour and disease. This information can be used to greatly enhance the therapeutic and healing processes.3

Desde hace más de 30 años, Oates y compañía se aprovechan de la misma noción fonética que en su momento calumnió a una buena cantidad de músicos y artistas —aunque muchos otros también se beneficiaron de ella para esconder mensajes—; tanto aquellos que denunciaron el satanismo de expresiones musicales como Oates parten del mismo fundamento: mera intuición. De cualquier forma, el investigador australiano ha obtenido una serie de ganancias económicas a partir de las supuestas aplicaciones de sus postulados intuitivos, en especial con la publicación de libros y la venta de tratamientos terapéuticos. Asimismo, se ha consolidado como una figura pública, al grado de aparecer en varios programas de televisión y lograr convencer —como años atrás lo hizo el backmasking inexistente— a una gran cantidad de seguidores para quienes es suficiente la explicación del mundo mediante el mismo concepto que sirve para crear palíndromos fonéticos.

Ante tales eventos lo ideal sería permanecer escépticos, aunque no por ello hay que despreciar el potencial creativo de la inversión. Ya se aludía a lo que David Lynch había creado a partir de este concepto fonético en su serie televisiva Twin Peaks. Lynch construyó un mundo donde se concilia el tono lúdico del reverso fonético con el aspecto ‘siniestro’ que culturalmente se asocia al backmasking.

En Twin Peaks hay un espacio que es una suerte de antesala a un universo alterno, el Red Room, donde los personajes hablan un dialecto extraño que se percibe como una inversión en la articulación normal de los fonemas. Para conseguirlo, el director estadounidense hizo que los actores pronunciaran sus frases de manera ‘normal’, las grabó e invirtió a fin de que ellos aprendieran de memoria la articulación inversa; el audio final es una inversión de la inversión. Por esa razón hay un toque de ‘extrañamiento’ en los diálogos de los personajes del Red Room, ya que es un backmasking septiembre de 2021. descifrado que se grabó como una secuencia invertida y, así, las frases dialogadas no mantienen la pronunciación exacta por diferencias en la articulación de ciertas consonantes que se escuchan aspiradas cuando en realidad deberían ser oclusivas. Por ejemplo, una línea del personaje de Laura Palmer que se grabó como /r pu:k tneg leh/ y a la inversa debería sonar /hel gent ku:p r/ termina por escucharse /hel r/.

Michael J. Anderson, actor de la serie, demuestra el método que se utilizó para conseguir este efecto en un clip que aparece en la versión DVD de la primera temporada de la serie.4 Además, explica cómo obtener la entonación de interrogación en la inversión fonética. Del mismo modo, esta singularidad fonética de la serie de Lynch ha influido en otros programas televisivos: para acentuar el carácter ‘misterioso’ de Gravity Falls —cuyos mensajes inversos esconden una serie de pistas— o la parodia/homenaje de Twin Peaks que hicieron los creadores de The Simpsons en la segunda parte de “Who Shot Mr. Burns?”, por mencionar algunos ejemplos.

Tal parece que ese matiz siniestro permanece en las inversiones fonéticas, aunque ahora que la tecnología facilita revertir el orden de los fonemas en una secuencia hay más espacio para el análisis y la creación de estos experimentos desde su aspecto lúdico. Aunque se hayan encontrado mensajes y exista toda una organización en torno a lo que el lenguaje verbal oral puede esconder si se escucha al revés, la mayoría de las veces se trata de coincidencias, como la anécdota de aquellos que han descubierto que The Wizard of Oz y The Dark Side of the Moon son obras sincronizadas a las que en conjunto denominan The Dark Side of the Rainbow. Estos experimentos fonéticos —que, por ser ambiguos, necesitan ser interpretados por alguien para que cobren sentido— no dejan de ser una rareza. De cualquier manera, ante todo lo que se ha planteado con base en la noción de disponer a la inversa los fonemas de una secuencia dada, la reacción general recuerda al mensaje que el cómico estadounidense “Weird Al” Yankovic ocultó con toda la intención de ser descubierto al revertir su canción: “Wow, you must have an awful lot of free time on your hands”.

4 “Twin Peaks - Man from another Place teaches how to speak in the Red Room”, 25 de abril de 2009, https://www.youtube.com/watch?v=E_q7rZJljKY, consultado el 1 de septiembre de 2021.

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