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0.- INTRODUCCiÓN· Estamos' inaugurando un nuevo siglo y parece evidente que vivimos en un mundo totalmente polarizado, donde los avances de la ciencia, entre otras cosas, han ayudado a reconocer los niveles de contaminación del planeta y sus puntos débiles que emanan principalmente de nuestro estilo de vida. Este modelo de desarrollo, hasta ahora propugnado col)1o el ideal a conseguir para toda la humanidad, lo cual se traduciría en un modelo totalmente insostenible, puesto que partimos de que estamos sometidos a un conjunto de leyes ecológicas que aseguran la regulación en los ecosistemas, donde todo sistema tiene una capacidad de autorregulación y cuando éste se sobrepasa (por ejemplo, cuando alguno de sus elementos sufre cambios drásticos) el sistema se destruye y no puede funcionar. Y esto se produce en el planeta de manera continua. Todos los problemas ambientales de los que nos informan, nos lleva a cuestionar la capacidad de aguante del planeta. La globalización de la economía, los intercambios cada vez más importantes entre los países y el aumento de la población y de sus necesidades nos producen inquietud acerca del futuro de la humanidad en la biosfera. Sin llegar a caer en el catastrofismo, consideramos tarea imprescindible sensibilizar, educar y movilizar para la acción a todos y todas los que puedan influir de forma concreta en el curso de las cosas. Existen criterios de sostenibilidad débil (en los que hay un claro predominio de la visión económica) o de sostenibilidad fuerte (con predominio de una visión ecológica). Ante esta realidad, lo importante será establecer políticas de acción, para lo cual será necesario medir y evaluar la sostenibilidad de los procesos de desarrollo en clave de verdadera sostenibilidad. Para un análisis efectivo de la misma, necesitamos de indicadores más representativos y reales que los hasta el momento utilizados, los cuales han derivado de los sistemas de cuentas nacionales como el PIS, pero la realidad pone de manifiesto que se tratan de indicadores inadecuados para conocer la auténtica riqueza nacional ya que, entre otras insuficiencias, ignoran muchos valores y funciones de la naturaleza. Y como premisa importante convergemos en la idea de que, sin indicadores adecuados sobre el uso y degradación del capital natural y de los recursos ambientales globales, no es posible una economía sostenible y equitativa. No podemos tener mundos de diferentes categorías, ni modelos de desarrollo sostenible de distintos niveles. Necesitamos conseguir un desarrollo humano equitativo y sostenible en el tiempo que implicará tratar de conocer mejor la complejidad de la realidad y empezar por cambiar el "metabolismo" de la sociedad industrial, para llegar a la INTEGRACiÓN del medio ambiente y el desarrollo en la toma de decisiones a todos los niveles y en todos los ámbitos, desde el local al global. *NOTA: Documento elaborado a partir de material impartido por PEDRO UNAMUNZAGA Sostenibilidad y Medio Ambiente
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