- ¡Yamada! ¿Por qué hemos tenido que venir hasta un lugar tan lejano? Aunque lo que más me preocupa no es lo lejos que estamos de Japón, sino el pueblo en el que estamos alojados. ¡Todavía no he encontrado Rodorio en ninguno de los mapas que tenemos! ¿Por qué has elegido un lugar tan recóndito? - Tranquila, Yuki, el alojamiento es excelente y la aldea es la más cercana a las ruinas de Atenas. Además, este lugar me dio una corazonada. - ¡No me fío de tus corazonadas! – Exclamó Yuki. - Rodorio parece un pueblo que apenas ha evolucionado desde la antigua Grecia. Sus gentes mantienen antiguas vestimentas y costumbres, y además el anciano de la posada nos cuenta historias muy curiosas sobre unos legendarios personajes llamados “caballeros”. - ¡No me lo recuerdes! ¡Me dan miedo esas historias! - ¿De verdad te las has creído, Yuki? La joven se sonroja y palidece a la vez, pero decide cambiar el tema de conversación para evitar ese mal momento. - ¡Mira el cielo, Yamada! - dice a la vez que señala con su mano derecha a las estrellas - ¡El cielo nocturno de Grecia es fabuloso! ¡Mira! ¡Una estrella fugaz! - ¡Es verdad! - ¡Es tan romántico! ¡Pasemos aquí la noche, Yamada! Parecía ser que en efecto Yuki había logrado despistar a su amado Yamada, pero un ruido estruendoso interrumpió tan acogedor momento. - ¡¿Qué es eso?! – se preguntaron ambos. - ¡No puede ser! ¡Ha caído un meteorito! – dijo Yuki asustada. - ¡Acerquémonos! - ¡¿Estás loco?! – Yuki intentaba agarrar a Yamada del brazo, pero la curiosidad del japonés hizo que el joven saliese corriendo a ver qué era eso que había caído del cielo. Yamada se quedó perplejo al llegar al lugar del impacto. Pero más perpleja se quedó Yuki al venir detrás de él. Allí no se encontraron un meteorito… allí había… ¡otro joven japonés! - ¡Es un chico muy joven! ¡Y también parece japonés! ¿Será un turista extraviado? – preguntó Yamada. - ¡Está lleno de heridas! ¡Será mejor que lo llevemos corriendo a Atenas! ¿Puedes oírnos, joven? – se atrevió a preguntar Yuki al desconocido. - Ugghhh… ¿Dónde…? ¿Dónde está…? ¿Dónde está ella? – preguntó el desconocido.