Capítulo 10: Cuestión de imagen

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Todos los caballeros que habían sido eliminados en la competición, se estaban recuperando de sus heridas en el Hospital de la Fundación Grad. Y los que han logrado clasificarse para semifinales están pagando muy cara su clasificación, pues también han necesitado los servicios del hospital. Sin embargo, Ikki es el único que ha logrado clasificarse para semifinales sin recibir rasguño alguno. En una de las habitaciones de ese hospital se encuentra Seiya, quien todavía está recuperándose de su combate contra Shiryu. Seiya se encontraba aburrido en la habitación, leyendo una revista de manga, pero su aburrimiento se iba a acabar, pues iba a recibir una grata visita. - ¡Shiryu! – exclamó Seiya al ver a su contrincante entrar por la puerta de su habitación, acompañado de Shunrei. - ¡Nihao! – le saludó Shunrei en chino. - Parece ser que yo me he recuperado antes que tú, y eso que fui yo el perdedor – dijo Shiryu, reconociendo deportivamente su derrota. - ¡No sé cómo agradecerle lo que hizo por Shiryu! – dijo Shunrei con una gran sonrisa en la cara. - ¿Tú cómo te encuentras, Seiya? – le preguntó Shiryu. - Mucho mejor – afirmó Seiya - . Creo que podré enfrentarme mañana a Jabu sin problemas.


- ¿Todavía no has terminado de recuperarte y ya estás pensando en el siguiente combate? – preguntó Shiryu – Me has salvado la vida, y por lo tanto estoy en deuda contigo, y no quiero que pierdas la vida en un combate de este estilo. - ¡No exageres, Shiryu! – Seiya se sonrojó al escuchar las palabras de Shiryu. - Shiryu tiene razón – una voz se escuchó al otro lado de la puerta de la habitación. - ¡Shun! – exclamó Seiya al ver entrar a Shun por la puerta. - Le has salvado la vida, y por lo tanto es lógico que ahora te tenga gran aprecio – le aclaró Shun. - Por cierto, Shun, ¿dónde estuviste ayer? – preguntó Seiya - ¡No te vimos durante nuestro combate! - Está claro que alguien nos está observando, así que he querido quedarme fuera del Coliseo para observar quiénes son – explicó Shun. - ¿Has averiguado algo, Shun? – preguntó Shiryu. - Mis cadenas han contabilizado un total de nueve energías oscuras – informó Shun - , pero a parte de esos nueve enemigos, parece haber otra energía mucho más poderosa y veloz que no he logrado identificar, de hecho ni si quiera sería capaz de decir si esa energía correspondería a uno o varios enemigos, ya que se movía a gran velocidad. - ¿Por qué tantas personas han venido a espiarnos? – preguntó Seiya. - La Fundación Grad debe de estar ocultándonos algo – dijo Shiryu - . Lo peor de todo, será como nos esté involucrando a todos nosotros sin tener culpa alguna. - Tengo ganas de que acabe este torneo de una vez por todas – dijo Seiya - . De momento, mañana tendré que enfrentarme a Jabu… - ¡Ten piedad de Jabu, Seiya! – le interrumpió Shun. - ¡¿Cómo?! – preguntó Seiya. - Te recuerdo que Jabu va a perder ambas piernas. Sigue en el hospital con cuidados intensivos. Me pregunto si será capaz de ponerse en pié… - dijo Shun. - Sólo tengo una cosa clara – dijo Seiya en un tono serio - ; si Jabu se presenta al combate el día de mañana, querrá decir que me desafía, y como caballeros que somos, deberemos enfrentarnos en un combate ejemplar. - Seiya… - dijo Shun en un tono apenado. - Yo ya pienso en el combate final contra Ikki, y espero que mi hermana Seika me observe y me reconozca, y así podremos encontrarnos de nuevo – dijo Seiya confiando en sus propias palabras.


- Yo no estaría tan confiado – dijo Shiryu seriamente. - ¿Por qué? – preguntó sorprendido Seiya. - Ikki en efecto es un rival temible, pero si Ichi logra golpearle una sóla vez, le habrá ganado – le explicó Shiryu a la vez que Shun palidecía al escuchar que su hermano puede caer derrotado ante su rival - . Si Ichi logra inyectarle su veneno, simplemente le bastará con aguantar 30 segundos sobre el ring antes de que surta efecto el veneno de la hidra. - Tienes razón, Shiryu – le respondió Seiya moviendo la cabeza en señal de afirmación. - Sin embargo, nosotros no podremos apoyarte desde las gradas – dijo Shunrei apenada. - ¿Por qué? – preguntó Seiya sorprendido. - Mi Venerable Maestro tiene una edad avanzada y se encuentra gravemente enfermo, por lo que regresamos esta noche a China para cuidar de él – le explicó Shiryu. - Entiendo… - dijo Seiya apenado. - ¡Suerte, Seiya! – le deseó Shiryu. El día se acabó, y llegó el momento de las tan esperadas semifinales. El Coliseo estaba lleno, como todos los días, y entre los participantes asistentes se podía apreciar a los cuatro semifinalistas, por lo que aparentemente todos se encontraban en condiciones de luchar. - ¡Bienvenidos todos a las semifinales del Torneo Galáctico! – se anunciaba por megafonía – ¡Tomen asiento y disfruten del espectáculo! Hoy asistiremos a las semifinales entre Fénix e Hidra, y Unicornio y Pegaso. ¡Que salten al escenario los primeros contrincantes! Ya se veía a Ikki correr escaleras para abajo dirección al ring, y pegando un salto, gritó el nombre de su constelación guardiana. - ¡Feniiiiiix! – exclamó Ikki. La caja de Pandora del Fénix se abrió siguiendo la llamada de su portador, y en su interior apareció la Armadura del Fénix, la cual se desarmó para ensamblarse en el cuerpo de Ikki. Las botas, las rodilleras, el cinturón, los guantes, la pechera, las hombreras y la diadema. Ikki finalmente aterrizó sobre el ring y el público gritó de júbilo. En la otra punta del Coliseo ya se podía ver también a Ichi, quien corría las escaleras en dirección al ring y realizó el debido salto. - ¡Hidraaaaa! – gritó Ichi el nombre de su armadura. La caja de Pandora de la Hidra se abrió para que la armadura se desarmara y se acoplase en el cuerpo de Ichi. Las rodilleras, el cinturón, los guantes con sus mortales garras venenosas, la pechera, las hombreras y finalmente la diadema. Ichi aterrizó en el cuadrilátero. - ¡Ambos contendientes ya están en el escenario! – se anunció por megafonía - ¡Que empiece el combate!


- ¿Qué piensas hacer contra mí? ¡Eres patético! – le dijo Ikki en un tono despectivo. - Juju – se reía Ichi - . No presumas de tu superioridad tan rápidamente. Tal como has podido observar en mis anteriores combates, dá igual las palizas que me lleve; con un solo toque de mis garras venenosas tengo la victoria asegurada. - ¡Idiota! ¡¿A caso me estás tomando el pelo?! – exclamó Ikki - ¡Pues claro que he visto tus combates! ¡Por eso mismo este combate está más que decidido! ¡Es imposible que me alcance uno sólo de tus golpes! ¡Eres excesivamente lento! - ¡Veo que no has aprendido nada de mis combates! – le reprochó Ichi - ¡La velocidad no lo es todo! - ¡Tú lo has querido! – Exclamó furioso Ikki - ¡Recibe de lleno el ataque más terrorífico del Fénix! ¡Por la Ilusión del Fénix! Ikki realizó un rápido gesto levantando su brazo apuntando con su dedo índice el cerebro de Ichi, y corriendo hacia él pareció como si le hubiese atravesado el cerebro con ese dedo y acabó situado detrás de él. Ichi se quedó paralizado, pero sin embargo una historia completamente paralela se estaba viviendo dentro de su mente. - ¿A eso lo llamas velocidad? – le decía Ichi - ¡pero si eres más lento que yo! ¡No has logrado ni tocarme! - ¡Ichi, eres feísimo! – exclamó una voz de entre el público. - ¡¿Cómo?! ¡¿Quién dice eso?! – exclamaba Ichi nervioso. - ¡Para vencer no hace falta ni velocidad ni inteligencia! ¡Simplemente debes ser hermoso! – exclamó otra persona del público. - ¡Eso es mentira! ¡Yo soy muy bello! – intentaba defenderse Ichi ante las carcajadas del público. - ¡Ichi, ríndete! ¡Si no eres guapo no podrás ganarle! – seguían las burlas del público. - ¡Basta, parad ya! – gritaba Ichi para que el público dejase de burlarse de él. - ¡Ichi, eres patético! – le exclamo Ikki. - ¡No lograrás vencerme provocando las burlas del público! – dijo Ichi, quien se mostraba bastante nervioso. A continuación Ikki lanzó su puño contra Ichi, quien podía ver su ataque perfectamente. - ¿De nuevo intentas atacarme a esa velocidad? – le decía Ichi - ¡con tan poca fuerza y tan poca velocidad es imposible que me hagas daño alguno! ¡Es más, mi propia armadura puede parar el golpe sin ningún problema!


Ichi paró el golpe con el pecho, pero no sólo la armadura se hizo añicos, sino que todo el cuerpo de Ichi se resquebrajó y sólo quedaba de él la columna vertebral que unía la cabeza, todavía indemne, junto a sus extremidades, también ilesas. - ¡¿Cómo es posible?! – gritaba el todavía vivo cuerpo de Ichi - ¡Mi armadura no me está protegiendo lo más mínimo! Sin embargo, todo esto sólo era una proyección que había recibido el cerebro de Ichi, y en realidad él se había quedado de pié inmóvil y estupefacto, inconsciente de que estaba teniendo una vivencia en un mundo paralelo. Tanto el público allí presente como los demás caballeros, no entendían lo que estaba sucediendo. Ikki puso un dedo sobre la frente de Ichi, y le empujó, cayendo Ichi al suelo completamente inconsciente. - ¡Ganador: Fénix! – se anunció por megafonía ante el asombro de todos los allí presentes. - ¡Señorita Saori! – le decía Tatsumi a Saori - ¡Tengo miedo de los monstruos que hemos engendrado! Me pregunto qué pasaría si Ikki decidiera rebelarse contra la Fundación Grad. - Ahora mismo no hay tiempo para eso – explicaba Saori - ¡anuncia el siguiente combate! - ¡Sí, señorita Saori! – dijo Tatsumi, realizando la debida reverencia. - ¡A continuación tenemos el segundo combate del día! – se anunció por megafonía - ¡El combate entre Unicornio y Pegaso! ¡Que salten ambos contendientes al escenario! Por un extremo del Coliseo podía verse perfectamente a Jabu correr por las escaleras y realizando el salto oportuno para gritar el nombre de su constelación guardiana. - ¡Unicorniooooo! – gritó Jabu. Tal y como viene siendo habitual, la caja de Pandora del Unicornio se abrió siguiendo las órdenes de su portador, mostrándose la armadura de su interior. De igual forma, la armadura de desarmó y empezó a acoplarse en el cuerpo de Jabu. Las rodilleras, el cinturón, los guantes, la pechera, las hombreras y la diadema. Jabu aterrizó sobre el ring y parecía estar en perfecta forma. A continuación Seiya realizó el mismo ritual, y corriendo escaleras hacia abajo, realizó el debido salto gritando el nombre de su constelación guardiana. - ¡Pegasooooo! – exclamó Seiya. La caja de Pandora de Pegaso se abrió, pero algo extraño sucedió. En su interior apareció la Armadura de Pegaso completamente destruida tras su combate contra Shiryu, y la armadura no se desmontó para proteger a su portador. La armadura parecía completamente inanimada. Seiya aterrizó en el ring sin vestir su armadura. - ¿Qué ocurre? ¿Por qué no viene mi armadura? – preguntaba Seiya. - ¡Porque tu armadura ha muerto! – dijo Jabu. - ¡¿Cómo?! – preguntó sorprendido Seiya.


- Es lógico, tras tu combate contra Shiryu, tanto tu armadura como la Armadura del Dragón han muerto y ya son inútiles – le explicó Jabu a Seiya, quien se quedó completamente pálido – Vamos, Seiya, ¡ríndete! No podrás hacer nada contra mí sin tu armadura. - ¡Jamás me rendiré ante ti! – le dijo Seiya. - ¡Estás perdido, Seiya! ¡Galope del Unicornio! – Jabu se lanzó corriendo a por Seiya y de un saltó llovieron multitud de patadas sobre Seiya, quien logró esquivarlas con gran facilidad. - Veo que estamos luchando en igualdad de condiciones – afirmó Seiya sintiéndose aliviado - . Tu combate contra Hyoga te ha dejado las piernas demasiado dañadas. Está bién, ¡acepto el desafío! ¡Si tú luchas vistiendo la armadura estaremos en igualdad de condiciones! Tras ejecutar su ataque, Jabu se cayó directamente al suelo, doloriéndose de ambas piernas por el gran esfuerzo realizado. - ¡Jabu! ¿Estás bién? – le preguntó Seiya. - ¡No me subestimes, maldito burro alado! – dijo Jabu furioso, a la vez que se reincorporaba y se ponía de pié. - ¡Jabu! ¡Estás luchando al límite! – le exclamaba Seiya - ¡Si sigues así sólo lograrás lastimarte a ti mismo! - Este primer ataque sólo era para comprobar el dolor que tendría que soportar tras atacarte – le explicó Jabu - . ¡Ahora viene mi ataque en serio! ¡Galope del Unicornio! Jabu volvió a correr hacia Seiya y volvió a realizar el correspondiente salto para que cayera una lluvia de patadas sobre el cuerpo de Seiya. - ¡Jabu, detente! – le exclamó Seiya, quien no logró reaccionar a tiempo y recibió de lleno el impacto de todas las patadas de Jabu. Seiya acabó por los suelos con todo el cuerpo lleno de magulladuras, pero Jabu no estaba en mejores condiciones, pues una vez más cayó al suelo tras ejecutar el ataque y pareciese como si sus piernas hubiesen adquirido vida propia y se moviesen de una forma completamente aleatoria, retorciéndose de dolor. - Enhorabuena, has logrado golpearme – le felicitó Seiya, a la vez que se levantaba - . Sin embargo, si no fuera por el estado de tus piernas, seguramente ya me habrías vencido. La fuerza de tu ataque está ampliamente reducida. ¡Vamos, Jabu! ¡Levántate como caballero que eres! Como caballero que soy, no pienso atacarte si no te levantas antes. Siguiendo las instrucciones de Seiya, Jabu logró controlar sus extremidades, y a duras penas, logró ponerse en pié. Ambas piernas de Jabu se encontraban medio dobladas y sostenían como buenamente podían el cuerpo de Jabu. - ¡Vamos, Seiya! ¡¿A qué esperas?! – dijo Jabu en un tono desafiante - ¡Ya estoy de pié! ¿Por qué no me atacas?


Seiya se quedó inmóvil mirando fijamente a Jabu, dudando sobre qué hacer. ¿Debe atacar a un hombre que se encuentra completamente indefenso? - Tengo delante de mí a Jabu, mi rival desde la infancia – pensaba Seiya - . Ahora tengo la oportunidad de mi vida para darle una buena lección a este poni. Sin embargo, el estado en el que se encuentra es lamentable. Por otro lado, Seika debe de estar viéndome desde algún lugar del mundo, y no pudo defraudarla. Además, estamos siendo espiados por otra gente, así que no podemos mostrar que somos débiles. Parecía que Seiya ya había tomado una decisión y adquirió una posición de combate, y en su cara se le dibujó un rostro de furia. - ¡Jabu, estás perdido! ¡Meteoros de Pegaso! – Seiya se lanzó contra Jabu lanzando una infinidad de golpes. - Seiya, me esperaba más de ti – le decía Jabu - ¿por qué me atacas con un ataque tan lento? ¡Aún en mi estado soy capaz de esquivar todos tus… puagh! Jabu creyó haber esquivado todos sus golpes, pero aun así acabó cayendo al suelo completamente inconsciente. - Tatsumi, no quiero que salga por las pantallas la repetición de ese ataque de Seiya – le ordenó Saori a Tatsumi. - ¿Cómo dice? – preguntaba sorprendido Tatsumi – Todos los ataques de Seiya parecían fallar su objetivo, pero sin embargo, Jabu ha caído inconsciente al suelo. ¡Es necesaria ver la repetición para entender lo que ha sucedido! - ¿A caso osas contradecirme, Tatsumi? – preguntó Saori a Tatsumi lanzándole una fría mirada. - ¡No, señorita Saori! – dijo Tatsumi realizando la debida reverencia. - ¡Ganador: Pegaso! – se anunció por megafonía. - ¡Bién! ¡Estoy en la final! ¡Podré reunirme de nuevo con mi hermana! – exclamaba Seiya de alegría, a la vez que levantaba su puño derecho.


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