Capítulo 9: El Caballero del Dragón

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En un hermoso paraje de China, en un lugar conocido como el Pico de los Cinco Ancianos, entrenó Shiryu, el Caballero del Dragón. Allí tuvo el honor de ser entrenado por una auténtica leyenda entre la orden de caballeros, el Caballero de Libra, conocido en la actualidad como Dohko. Pero este caballero ya ha sufrido el pasar de los años, su estatura ahora es mucho menor y su piel está arrugada y amoratada. Y no es de extrañar su actual aspecto físico, ya que cuentan en el Santuario que este caballero fue uno de los dos sobrevivientes de la anterior guerra santa contra el dios Hades hace nada más ni nada menos que 243 años. La razón por la que este caballero logra mantenerse con vida es un auténtico misterio. - ¡Esta cascada será tu principal lugar de entrenamiento! – le decía Dohko a su pupilo con un tono de voz desgastado por la edad - . La altitud de esta cascada es tal, que la leyenda dice que el fluir de sus aguas cae directamente desde los cielos. Todo el peso de esas aguas cae sobre la Armadura del Dragón, que descansa apaciblemente en el fondo de la cascada, particularmente sobre su escudo, otorgándole así una dureza sin igual entre todos los caballeros de bronce. Para conseguir tan poderosa armadura, deberás enfrentarte a diario contra esta cascada, y encendiendo tu cosmos, deberás ser capaz de asestarle tal golpe que logre invertir el curso de la cascada. - ¿Invertir el curso de la cascada? – preguntaba Shiryu sorprendido - ¡Eso es imposible! ¡Eso va en contra de las leyes de la naturaleza! - Si en verdad invertir el curso de una cascada va en contra de las leyes de la naturaleza, entonces deberás obrar un milagro – le respondió Dohko. - ¡Está bién! ¡Lograré ese milagro, me cueste el tiempo que me cueste! – afirmó Shiryu seguro de sí mismo. - ¡Ji, ji, ji! – una tímida risa femenina se escuchó tras un árbol cercano a Shiryu, quien estaba empezando a sonrojarse al comprobar la preciosidad de una joven tan bella. - ¡Vaya, vaya! ¡Veo que acabas de conocer a Shunrei! – anunciaba Dohko alegremente. - ¿Shunrei? – Preguntó Shiryu con la intención de saber más sobre ella. - ¡Veo que tus ojos han sido cautivados por la joven Shunrei! ¡Jaja! – dijo Dohko – Encontré a Shunrei abandonada en el bosque hace seis años cuando ella todavía era un bebé. Por aquel entonces yo también fui cautivado por su belleza, y decidí adoptarla y cuidar de ella desde entonces. - ¡Oh, encantado de conocerte! – dijo sonrojado Shiryu a Shunrei, quien le respondió con una grata sonrisa en la cara. Conocer a Shunrei fue una grata experiencia para Shiryu, ya que la joven le apoyó moralmente durante todos sus años de entrenamiento en el Pico de los Cinco Ancianos. La adaptación de Shiryu al entrenamiento al que le sometió Dohko fue realmente asombrosa. Aunque ni si quiera se lo ordenase su maestro, entrenaba día y noche, indiferentemente de que lloviera o hiciese sol, e incluso se sentaba a meditar al pié de la cascada bajo tremendas tormentas de nieve. Y hasta era capaz de hacer el pino únicamente con dos dedos de su mano


derecha con gran facilidad. Shiryu demostró que claramente tenía control total sobre su cuerpo. Shiryu también intentaba todos los días invertir el curso de la cascada, pero lo único que lograba era golpear el agua en vano. Los años transcurrieron, y aun siendo conocedor de los avances de su pupilo y de todos sus esfuerzos, Dohko quiso darle una importante lección a su discípulo. - ¡Shiryu! ¿Cuánto tiempo hace desde que llegaste a Rozan? – le preguntó Dohko con un tono severo. - Más de 5 años, maestro – le respondió Shiryu cabizbajo. - ¡¿Más de 5 años?! – preguntó sorprendido Dohko - ¡Hasta un pájaro tarda menos en aprender a volar! ¿Cómo es posible que todavía no seas capaz de invertir el curso de la cascada de Rozan? - ¡Viejo Maestro! ¿Cómo voy a invertir el curso de una cascada? ¡Eso va en contra de las leyes de la naturaleza! – intentaba excusarse Shiryu. - ¡Shiryu! Tú quieres convertirte en caballero, ¿no es así? – le preguntó Dohko a Shiryu, quien asentó con la cabeza - . Los caballeros son capaces de hacer milagros mediante el poder de su cosmos. ¡Shiryu, despierta tu cosmos y obra el milagro! Shiryu no hizo caso omiso a las palabras de su maestro y recordó que los caballeros logran milagros gracias al poder de su cosmos. Entonces Shiryu siguió practicando sus golpes al pié de la cascada hasta conseguir que el curso del agua se invirtiera. Sus puños y patadas sólo lograban que Shiryu se mojara sus extremidades. Shiryu realizaba saltos, golpeaba la cascada en el aire, pero apenas lograba golpear el agua. Pero un día, el dibujo de un dragón, a modo de tatuaje, se apareció en la espalda de Shiryu, quien realizando un salto, y con el poder de su cosmos, logró asestar una patada a la cascada que logró paralizarla, dibujándose un dragón de agua en los cielos de Rozan. Al detenerse el flujo de la cascada, se produjo un inmenso silencio; parecía como si se hubiera detenido el tiempo. Y tras unas décimas de segundo, el curso de la cascada cambió definitivamente de dirección, regresando a los cielos de donde decía la leyenda que provenían sus aguas. En ese instante, pudo observarse en el fondo de la cascada la caja de Pandora del Dragón, la cual se abrió para vestir a su nuevo portador. Las tobilleras, las rodilleras, el cinturón, los guantes, el escudo, la pechera las hombreras y la diadema. Shiryu ya era un caballero y la Armadura del Dragón le reconoció como tal. Tras unos segundos, el cauce de la cascada recuperó su curso natural, siguiendo las habituales leyes de la naturaleza, y una fina lluvia cayó sobre el lugar. - ¡Excelente, Shiryu! ¡Has logrado invertir la corriente de la cascada! – le felicitaba Dohko a su discípulo. Shiryu ya era un caballero, pero aun así prosiguió con su duro entrenamiento antes de regresar a Japón. Shiryu ya dominaba el poder de su cosmos, y podía invertir el curso de la cascada


siempre que quería, pero un día, extralimitó el poder de su cosmos. Shiryu elevó tanto el poder de su cosmos, que se rebeló contra él. - ¡Shiryu, detente! ¡Deja de incrementar el poder de tu cosmos! – le gritó Dohko. Si no fuera por estas palabras de Dohko, Shiryu podría haber muerto, pero simplemente acabó siendo empujado contra unas rocas. - Viejo Maestro, ¿qué es lo que me ha pasado? – preguntó sorprendido Shiryu, quien se sentía noqueado por el golpe que había recibido de su propio cosmos. - ¡Es el Último Dragón! – le advirtió Dohko. - ¿El Último Dragón? – preguntó sorprendido Shiryu. - ¡El Último Dragón es una técnica prohibida! – exclamó Dohko – Si la ejecutas, serás el hombre más poderoso del mundo, y serás invencible. - Entonces, si con esa técnica adquiero tanto poder, ¿por qué está prohibida? – preguntó Shiryu. - ¡Porque tú morirías junto a tu enemigo! – le exclamó Dohko a Shiryu, quien se quedó pálido al descubrir las consecuencias de semejante técnica – Con el Último Dragón puedes vencer a cualquier enemigo que te propongas, pero el coste de esa victoria es muy caro, ya que supone también tu propia muerte. Debido al poder de esta técnica, Atenea prohibió su uso. Pero no sólo Atenea… Shiryu, para mí eres como un hijo, por eso mismo, yo también te ordeno que jamás utilices esta técnica. ¡Te lo prohíbo! - ¡Le entiendo, maestro! – le dijo Shiryu a la vez que se inclinaba en señal de reverencia – Prometo que jamás utilizaré esta técnica.


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