En la Isla de Andrómeda, situada en el Mar Rojo, frente a las costas de Etiopía1, entrenó un joven llamado Shun. Sin embargo, éste no iba a ser el destino de aprendizaje del futuro caballero. Siete años atrás, se realizó un sorteo en el orfanato Niños de las Estrellas, en el cual el propio Tokumaru Tatsumi se encargó de presidirlo, aunque la propia Saori Kido, y el mismísimo Mitsumasa Kido, también estaban observando el sorteo desde un balcón. Uno a uno, Tatsumi fue llamando a todos y a cada uno de los cién niños huérfanos del orfanato Niños de las Estrellas. Todos ellos debían meter su mano dentro de una caja y sacar de allí un papel en el que estaba escrito el nombre del lugar al que estaban destinados, y Tatsumi se encargaba de leer su destino en voz alta. De esta forma, Shiryu fue mandado al Pico de los Cinco Ancianos, en China; Hyoga a Siberia Oriental, en Rusia; Jabu a Orán; Ban al Kilimanjaro, en Tanzania; Geki a las Montañas Rocosas de Canadá; Ichi al Lago Holtz, de Finlandia; Nachi a Bomy Hills, en Liberia; Ikki a la Isla de Andrómeda… - ¡Seiya, tú irás al Santuario, en Atenas, la cuna de los caballeros! – dijo Tatsumi. Los jóvenes niños empezaron a susurrar entre ellos la buena suerte que había recibido Seiya al haberle tocado ir a entrenar a la prestigiosa Atenas, en Grecia. Aunque todos ellos desconocían que el Santuario también era un infierno, a pesar de su buena fama… - ¡Shun! ¡Es tu turno! – ordenó Tatsumi al joven Shun para que sacase su papel. Shun se acercó con miedo a la urna, y de una forma temblorosa introdujo su mano en el interior de la urna para sacar el desdichado papel… Shun se quedó quieto, y ante su impasividad, Tatsumi le cogió el papel, lo abrió y lo leyó en voz alta. - ¡Shun! ¡Tú irás a la Isla de la Reina de la Muerte! – todo el mundo se quedó en silencio y se aterrorizaron sólo con escuchar tal aterrador nombre – La Isla de la Reina de la Muerte es un infierno en vida. La actividad volcánica es tal que el suelo siempre está ardiendo y provoca una constante lluvia de fuego. Cualquier forma de vida allí es prácticamente inexistente. Rara es la persona que ha logrado regresar de allí con vida, y los pocos que lo han logrado, han regresado completamente locos e irreconocibles. - ¡No! ¡Yo no quiero ir a ese sitio! – empezó Shun a suplicar y a llorar para que no le mandasen a tal aterrador lugar. - Lo siento, niño, pero esta vez ni si quiera tu hermano podrá salvarte – le dijo Tatsumi en un tono serio. - ¡Simplemente desean la armadura, ¿no?! – exclamó Ikki - Si es así, ¿por qué no me envían a mí en su lugar? ¡Envíen a Shun a mi destino y a mí a la Isla de la Reina de la Muerte! 1
Cuando se escribió el manga original, Etiopía tenía costa y por lo tanto ubicar la Isla de Andrómeda frente a las costas de Etiopía tenía sentido. Sin embargo, en 1993 Eritrea se separó del país, dejando a Etiopía completamente sin salida al mar. Por lo tanto, en la actualidad, la Isla de Andrómeda se situaría frente a las costas de Eritrea, no de Etiopía. En cualquier caso, la Isla de Andrómeda es una isla ficticia.
Mientras tanto, Mitsumasa Kido y Saori eran testigos de lo que estaba sucediendo. Saori se sentía sorprendida por los destinos tan aterradores a los que eran mandados los aspirantes a caballero. - Abuelo, ¿qué es exactamente la Isla de la Reina de la Muerte? – preguntó la joven Saori asustada. - Tal como afirma Tatsumi, es un infierno en vida – afirmó Mitsumasa, dejando a Saori completamente perpleja - . La Isla de la Reina de la Muerte es lo último que queda del legendario contienen de Mu, antiguamente grandioso y esplendoroso. Este continente fue muy popular porque fue cuna de excelentes maestros alquimistas, y por ser rico en oricalco y gamanio, materiales con los que están fabricadas las armaduras. Por lo tanto, Mu es la cuna de los caballeros, y no Atenas, tal como se cree en la actualidad. Sin embargo, tras la batalla contra los gigantes, el continente quedó hundido bajo las profundidades del Océano Pacífico, quedándose sólo a salvo su cima más alta, que actualmente es la Isla de la Reina de la Muerte. La raza humana perdió a gran cantidad de grandiosos alquimistas así como importantes conocimientos. De los habitantes de Mu, actualmente sólo quedan dos individuos, aunque sólo unos pocos años atrás, eran cuatro. En la actualidad, la isla sólo está habitada por seres sin escrúpulos, que aspiraron a ser caballeros, pero que tras no lograrlo decidieron acudir a esta isla para conseguir una armadura de menor rango; son las llamadas armaduras negras. Por este motivo, esta isla siempre fue vigilada por un caballero de plata, portador de una poderosa máscara, y encargado de mantener a raya a este grupo de caballeros negros. Además, este caballero es el guardián de la Armadura del Fénix, una armadura que, aunque es de bronce, es la más poderosa de todas, siendo en realidad una de las cuatro armaduras de rango especial. - Lo siento, Ikki, esta vez no puedes hacer nada por tu hermano – proseguía Tatsumi. - ¡Ikki irá a la Isla de la Reina de la Muerte! – la voz de Mitsumasa se hizo notar desde el balcón. - ¡Señor Kido! ¡Las normas del sorteo son claras! ¡Usted mismo las ideó! – dijo Tatsumi. - ¿Acaso osas contradecirme? El destino de Ikki es entrenarse en la Isla de la Reina de la Muerte, y el de Shun es el de entrenarse en la Isla de Andrómeda – amenazó Mitsumasa a Tatsumi. - Lo siento, mi señor – dijo Tatsumi mientras se inclinaba - . ¡Ikki, tú irás a la Isla de la Reina de la Muerte! ¡Shun, tú irás a la Isla de Andrómeda! - ¡Muchas gracias, señor Kido! – dijo Shun inclinándose, todavía entre lágrimas. - Sin embargo, Shun no debería de agradecérmelo – prosiguió Mitsumasa narrándole a Saori - . La Isla de Andrómeda es otro infierno en vida, no mejor que el de la Isla de la Reina de la Muerte. Cualquier forma de vida allí es prácticamente inexistente debido a los extremos cambios climáticos, siendo de día prácticamente un desierto, y de noche es un infierno gélido. Allí Shun tendrá que luchar por la Armadura de Andrómeda, una armadura que, al igual que la Armadura del Fénix, nadie ha logrado vestir todavía. La prueba a la que tendrá que someterse,
la Prueba del Sacrificio, es de las más duras que existen para convertirse en caballero. Para ello, deberá ser encadenado frente a la Armadura de Andrómeda con las mismas cadenas con las que fue encadenada la misma Andrómeda de la antigua mitología griega, y lograr despertar su cosmos antes de acabar ahogado por las aguas del Mar Rojo… - ¡Abuelo! ¿Por qué tienen que pasar por estas cosas estos chicos? – le interrumpió Saori. - Por tí, Saori, por tí… - le respondió Mitsumasa. Sin embargo, durante su entrenamiento, Shun se negaba a luchar. Logró adquirir ciertas habilidades de combate y una mayor fuerza física, pero siempre que era asignado a luchar contra un compañero de entrenamiento, Shun nunca quería luchar por temor de hacerle daño a su rival. - Shun, ¿por qué no quieres luchar? – un hombre hermoso, de cabello rubio y ojos azules, portador de una armadura azulada, y maestro de Shun, se realizaba esa pregunta. - ¡Maestro Dédalo! ¿Por qué siempre asigna a Shun a luchar contra otros compañeros? – una joven de cabello largo y rubio, y cubierta de una máscara, le preguntaba al maestro de Shun - . Usted sabe de sobra que Shun sólo estará a la defensiva en estos combates, y si sigue así acabará muriendo tras recibir cualquier golpe. - Lo sé, June – respondió Dédalo - , pero es necesario que Shun madure, si no, el día que tenga que enfrentarse a un rival de verdad, Shun será incapaz de hacerle el más mínimo daño a su rival. Debe aprender que a veces no queda más remedio que utilizar la violencia para salvar a la gente. Shun acababa rendido todos los días, y a pesar de las gélidas noches de la isla, June solía visitarle para darle ánimos. - ¡Shun! ¡Si continúas así, sólo encontrarás tu propia muerte! – intentaba advertirle June. - Si es necesario, deberá ser así – contestaba Shun - . Si les golpeo, les lastimaré y les haré daño, así que estoy dispuesto a recibir yo ese daño en su lugar. - ¡Estás loco! ¿A caso buscas tu propia muerte? – preguntaba June. - Hice una promesa a mi hermano Ikki, y le prometí que volvería tras los siete años con la armadura – contestó Shun - . Así que aguantaré y resistiré todos los golpes que reciba. Y llegó el día. Tras siete años de duro entrenamiento, Shun finalmente fue sometido a la Prueba del Sacrificio, y fue encadenado sobre el mar frente a la Armadura de Andrómeda. - ¡Maestro Dédalo! ¿Por qué ha decidido someter a Shun a la Prueba del Sacrificio? – preguntó June aterrada. - Estás equivocada – respondió Dédalo - . Ha sido el propio Shun quien me ha pedido someterse a dicha prueba. - ¿Cómo dices? – preguntó sorprendida June.
- Sí, yo estoy tan sorprendido como tú – le explicaba Dédalo - . Ahora mismo Shun está encadenado con las mismas cadenas con las que fue encadenada la propia Andrómeda de la mitología griega. Jamás nadie ha logrado superar esta prueba. Lo siento mucho, June… June rompió a llorar y salió corriendo, a la vez que empezaba a subir la marea del Mar Rojo. Shun permanecía inmóvil, observando fijamente la Armadura de Andrómeda. El tiempo pasaba, y Dédalo lo observaba en todo momento. La marea ya cubría por completo la cabeza de Shun, y ya se le empezaba a dar por muerto. - Shun, ha sido un placer ser tu maestro – empezaba a decir Dédalo para sí mismo - . A pesar de negarte a luchar contra tus oponentes, tu comportamiento ha sido digno de un auténtico portador de la Armadura de Andrómeda. - ¡Shun! ¡¿A caso no vas a cumplir tu promesa?! – Shun empezaba a escuchar la voz de June en su mente. - ¡Shun! ¡Estoy esperándote en Japón! ¿A caso no quieres volver a verme? – la voz de su hermano Ikki también se manifestaba en su mente. - Tienen razón… - afirmaba Shun para sí mismo - . Hice una promesa, ¡y es hora de cumplirla! Un aura rosada empezó a observarse en el fondo del mar, justo donde se encontraba Shun, y se escuchó un fuerte chasquido de cadenas rompiéndose. El mar se dividió en dos, y en ese lugar se pudo observar la Armadura de Andrómeda ensamblándose en el cuerpo de Shun. Las rodilleras, el cinturón, los guantes con sus cadenas, la pechera, las hombreras, y finalmente la diadema. Shun ya era el Caballero de Andrómeda. Por primera vez en la historia de los caballeros, la Armadura de Andrómeda tenía un portador, y ese portador era Shun, quien ya estaba a punto de coger el barco que le llevaría a las costas de Etiopía, y desde allí el avión de vuelta a Japón. - ¡Shun! Antes de que te vayas, hay una cosa que me intriga… - dijo Dédalo a su pupilo. - ¿Qué ocurre, maestro? – preguntó sorprendido Shun. - Has superado la Prueba del Sacrificio y te has convertido en caballero – afirmó Dédalo - , pero aún así, me gustaría que me mostrarás una sóla prueba de que de verdad podrás hacer frente a tus oponentes. - ¿Está seguro, maestro? – preguntó Shun en un tono serio. - Sí, hasta que no me lo demuestres, no dejaré que te marches – respondió Dédalo. - Está bién, se lo demostraré – dijo finalmente Shun. Tras unos segundos del más puro silencio, una voz femenina se escuchó a lo lejos. - ¡Shun! ¡Shun! – June gritaba a lo lejos - ¡Ven rápido o perderás el barco! - Maestro Dédalo, le agradezco todas las enseñanzas que me ha otorgado a lo largo de estos siete años de entrenamiento – dijo Shun, a la vez que se dirigía en dirección al barco.
Tras marcharse, Dédalo pudo sentir cómo su armadura de plata se caía al suelo hecha añicos como por arte de magia. - Shun, has superado todas mis expectativas… - decía Dédalo para sí mismo - . Si de verdad has logrado hacer esto, ¡significa que eres capaz de alcanzar el séptimo sentido! No cabe duda de que serás un rival terrible para todos tus adversarios. Por otro lado, ¿qué explicaciones doy ahora al Santuario sobre mi armadura?