Revista de distribución gratuita - Año 12 - Nº 86 - Octubre 2016 Esta revista es posible gracias al auspicio
del Gobierno de Mendoza
Pequeños conjuros
Abracadabra fue declarada Editor Responsable: de INTERÉS EDUCATIVO Editorial Ábrete Sésamo. Por la h. Cámara de diputados de la provincia de Mendoza al recibir el Directora: Jimena Garay. PREMIO PREGONERO 2011 Editora: Por fomentar la lectura en los niños. Res. 481/11 Silvana Ponce. Abracadabra también fue declarada: Ilustración y Diseño: María Victoria Caruso. de INTERÉS EDUCATIVO por la dirección general de escuelas RR PP: de la provincia de Mendoza María Inés Hernández. Res. 0425/09 Web: de INTERÉS LEGISLATIVO Lorena Pouso. Por la h. Cámara de diputados de la Colaboradores: provincia de Mendoza - Res. 1384/08 Dra. Mara Bastanzo, Lucas Malaisi, de INTERÉS PROVINCIAL Silvina del Pópolo. Por la h. Cámara de diputados de la SI QUERÉS ANUNCIAR COMUNICATE: provincia de Mendoza - Res. 428/12 jimena@abracadabrarevista.com.ar
El rol de los padres en la educación de los niños De un tiempo a esta parte, es común escuchar hablar de juventud desmotivada, sin compromiso social, hedonista, donde el placer, la consecución rápida del éxito, las actitudes egoístas, son más importantes que la fuerza de voluntad, el esfuerzo, y los logros a largo plazo. Lamentablemente esta situación es más real de lo que desearíamos. Sin dudas, este hecho no es responsabilidad de los jóvenes sino de nosotros, los adultos. Es evidente que los niños y los adolescentes son el reflejo de lo que los padres les enseñamos y no sólo a través de nuestras palabras, sino también, y fundamentalmente, con nuestras acciones. Debemos entender que limitar a un niño no es castigarlo, sino guiarlo, encauzarlo en aquello que debe y puede
realizar y aquello que no, es decir, desempeñarnos como tutores, como guías. Hagamos que nuestros niños tengan una infancia plena de amor, comprensión y acompañamiento. Tengamos siempre presente que, así como una buena nutrición durante los primeros años de vida es determinante para la salud física y el desarrollo del cerebro, en la misma medida lo es el amor en el desarrollo de la salud mental y emocional. Es natural oír aquello de “los niños son nuestro futuro”, pero sería fundamental preguntarnos si como padres tenemos realmente claro qué futuro queremos para nuestros hijos. Equipo editorial
Mimos para el alma
La educación emocional de los hijos.
Todos sabemos que estos no son tiempos fáciles para los padres, pero tampoco para los hijos. Los modelos con los que fuimos educados los adultos, no parecen tener la misma aplicabilidad con los niños de hoy.
En este contexto que no da respiro a padres ni a madres, dejándolos agotados por mantenerse a flote, pareciera ser que el niño que buscamos es aquél que no traiga problemas, que no haga berrinches y que obedezca.
En primer lugar, actualmente ambos padres deban trabajar. Esto trae aparejado menos tiempo para dedicar a sus hijos, quienes quedan solos o al cuidado de un ajeno a la familia, o encerrados en las casas entre la pantalla de TV y de la compu, pues, ya no es seguro que jueguen en la calle al fútbol o al elástico.
Sin embargo, estoy seguro, este no es el deseo más profundo de los padres, ni aún el de los más estresados y cansados. Más bien diría, desean que sus hijos sean felices y saludables, seguros de sí mismos, considerados, respetuosos de la propia vida y la ajena, entre otras cualidades. Para ello pongo a consideración algunos puntos cruciales de la educación emocional de los hijos, ya que, del mismo modo que tenemos necesidades físicas como comer, beber o ir al baño, también tenemos necesidades emocionales.
A esto, se suma el reinado de los medios masivos de comunicación. Estos, enceguecidos por el lucro, generan necesidades de consumo, modifican hábitos y cubren hasta al último ser humano con un manto de exigencias inalcanzables, pues siempre hay algo mejor o más nuevo que comprar…
Todos necesitamos sentirnos amados, respetados, incluidos, escuchados,
considerados, desafiados (en el buen sentido), perdonados, felicitados, valorados, etc. La autoestima que todo niño necesita no puede comprarse en los supermercados, sino que se cultiva satisfaciendo dichas necesidades desde bebés. Durante la infancia, todas aquellas afirmaciones constantes acerca de su persona, se grabarán a fuego en el niño, pasando a formar parte de su identidad. Aquella criatura que escuche de su entorno expresiones positivas hacia su persona, tenderá a valorarse y tener una autoestima saludable. Pero aquél que reciba mensajes negativos, abrigará una identidad empequeñecida y vulnerable. Su raciocinio inmaduro, por su condición de niño, no tiene los recursos para cuestionar la veracidad de las descalificaciones, y mucho menos, si provienen de sus seres más significativos, pasando directamente a
formar parte de su ser. Todos hemos escuchado decir a algún adulto: “Ignórenlo, sólo está tratando de llamar la atención”. Esto es como decir: “No lo abriguen, sólo tiene frío. No lo alimenten, sólo está hambriento”. Si a un niño sólo lo miramos y lo nombramos para retarlo por algo malo que hizo, de seguro seguirá haciéndolo para recibir la atención que necesita y así satisfacer su necesidad emocional. Pero si le prestamos atención desde sus recursos y habilidades, lo felicitamos, valoramos y miramos sus aspectos positivos, él procurará relacionarse con su entorno desde sus aspectos positivos. Sin embargo, no debemos caer en el otro extremo pues, la sobreprotección es igualmente perjudicial, sólo que sus consecuencias se evidencian más tarde en la vida. No se trata de evitarle las frustraciones al niño, sino de acompañarlo cuando las tenga. Saber 4
que las frustraciones son propias de la vida y que –acorde a la edad- deben ser experimentadas. Es ésta la oportunidad en la que el niño aprende a manejar el estrés, el enojo, la tristeza, etc. Asimismo, si satisfacemos todos los deseos de la criatura en forma inmediata, ésta no tendrá la oportunidad de vivenciar el deseo, convirtiéndose en una persona sin tolerancia a la frustración y hasta con abulia crónica. Frecuentemente esta actitud sobreprotectora es consecuencia de sentimientos de culpa por no compartir tiempo con los hijos-, intentos auto-reparatorios –“que a mi hijo no le falte lo que a mí me faltó”, el no poder tolerar el dolor propio del crecimiento en el niño y/o deseos de comodidad de los padres –que negocian cualquier cosa, con tal de que cese el berrinche. Por otro lado, para acompañarlos y enseñarles más y mejores recursos con los cuales pueda resolver los problemas propios de la vida, propongo que les enseñemos a simbolizar sus emociones. Se trata de proveerle un vocabulario relacionado con éstas, para que pueda expresarlas. En este punto es vital la empatía de los padres para decodificar qué siente el niño y así en5
señarle cuándo está enojado, triste, alegre, celoso, frustrado, atemorizado, confundido, etc. Diciéndole por ejemplo “lo que sentís es enojo”. Hablándole de las emociones, le enseñamos que es normal sentir vergüenza, enojo, miedo, etc. Así sabrá identificar las causas, los signos y sensaciones de cada una de ellas y principalmente, podrá nombrarlas. Preguntándole “¿Qué sentís?”,
generamos el hábito en el niño de poner en palabras lo que siente, evitando que lleve sus impulsos a la acción o que exponga su cuerpo como canal de expresión somatizando sus emociones. Éste es el famoso “poder curador de la palabra”, que permite que podamos poner nombre a lo que sentimos y exteriorizarlo. Por último, un tema crucial de la educación emocional es la puesta de límites. Los límites crean realidad en el niño, determinan el territorio de aquellas acciones que están permitidas y las que no, crean valores y le generan una sensación de seguridad y tranquilidad. Pero para que esto resulte, la clave es la claridad, firmeza y paciencia. Cuando existe un acuerdo manifiesto y profunda claridad por parte de los padres en aquello que está permitido y
lo que no, esto es transmitido por ambos sin problemas al niño, quien lo recibe sin mensajes confusos o dobles. Pero si en lugar de ello, existen dudas o desacuerdos constantes entre estos, o un miedo a perder el amor del niño, éste prontamente aprenderá a tomar ventaja de ello. La claridad del límite se manifiesta en la vehemencia del tono de voz, en una mirada, en un gesto, siendo esto más que suficiente, haciendo innecesario el grito o el golpe. Algunos tips a tener en cuenta: . Simbolizar sus emociones: Puedes hacer que dibuje las emociones, así aprenderá los nombres de cada una de ellas. . Poner límites. Espera que los aprenda, respeta su tiempo… . Satisfacer sus necesidades emocionales: cachorrea, juega con él y dale una rica dieta en abrazos y “te quiero”. Esto constituye la mejor alimentación emocional. . Permitirle que tenga frustraciones acordes a su edad, y acompañarlo cuando las tenga. Lucas Malaisi Psicólogo. Autor del libro “Como ayudar a los niños de hoy, Educación Emocional”
Sana, sana
Parásitos
Se llama parásito a todo ser vivo, vegetal o animal, que pasa toda su existencia, o parte de ella, a expensas de otro ser vivo, a quien se lo denomina huésped. El parásito vive de su huésped causándole o no daño, y con quien tiene una dependencia obligada y unilateral.
La Organización Mundial de la Salud estima que más de 2 mil millones de personas en todo el mundo, principalmente niños y mujeres embarazadas, están infectados por parásitos intestinales debilitantes. Es uno de los problemas de salud más persistentes hoy en día y va en aumento.
Los parásitos intestinales causan múltiples problemas de salud que están relacionados directamente con el tipo de parásito causante y van desde anemia, lactantes de bajo peso al nacer, malnutrición y crecimiento retrasado, tanto mental y físico; también afecta al desempeño escolar y otras actividades de los niños. Los parásitos intestinales se difunden fácilmente en condiciones sanitarias deficientes de las comunidades empobrecidas, pero ningún ser humano está exento de infección. La Organización Mundial de la Salud estableció que, dado que las parasitosis son patologías con alto
componente social, podrían ser controladas, pero difícilmente eliminadas. Las medidas de prevención están vinculadas a la modificación de los hábitos, la educación y el bienestar de la población. Medidas de prevención: 1. Disminuir el “fecalismo” ambiental a través de medidas de saneamiento básico, como facilitar el acceso al agua potable, la correcta eliminación de excretas, etc. 2. No utilizar excrementos como abono para el cultivo de hortalizas, ni aguas servidas para riego. 3. No consumir carnes o verduras
crudas. 4. Controlar los vectores mecánicos (moscas, cucarachas) y los vectores biológicos (vinchuca, mosquitos etc.) 5. Desparasitar periódicamente a los animales domésticos, sobre todo perros y gatos. 6. Prevenir las parasitosis congénitas a través del control de la mujer embarazada. 7. Evaluar parasitosis en dadores de sangre y donantes de órganos. 8. Modificar hábitos de convivencia del hombre con los animales, para evitar el contacto con las heces de los mismos.
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9. Promocionar la lactancia materna, ya que se ha comprobado que ésta protege contra determinadas parasitosis, principalmente las que originan diarreas. 10. Evitar el hacinamiento, que facilita el contagio de persona a persona. 11. Hervir el agua de consumo por un minuto, utilizando esta modalidad como norma, especialmente cuando la ingieran lactantes y niños. 12. No caminar descalzo o con calzado abierto en suelos de tierra o arena, sobre todo húmedos. 13. Utilizar guantes y calzado cerrado siempre que se trabaje con la tierra. 14. Antes de utilizar abono o turba de río comercial, rociar el material con agua recién hervida. 15. Tratar de evitar que los niños jueguen en areneros o patios de tierra. Si ello no fuera factible, establecer un lugar delimitado para los chicos. Este espacio, deberá ser rociado
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habitualmente con agua recién hervida, si es posible en forma diaria. Dicha acción deberá repetirse en los períodos de clima cálido y después de las lluvias. 16. Colocar los juguetes de los niños al sol las veces que se pueda, ya que la mayoría de las formas parasitarias no resisten a la desecación ni a las temperaturas superiores a 50ºC. Dra. Mara Bastanzo. Médica pediatra MN 104500 MP 9618
Educación
Volver al libro Quienes promovemos la lectura entre los más pequeños, asociamos los cuentos con momentos de tranquilidad y convivencia familiar. Por eso les ofrecemos una pequeña orientación, a modo de guía, para que ningún día termine sin un cuento, para que cada noche llegue con la seguridad que nos da la palabra compartida, esa palabra que nos acompaña al dulce y mágico mundo de los sueños. Disfrútenlo. * 0 a 2 años La primera relación del niño con el libro es de exploración. Tal como lo hace con otros objetos, el bebé se lleva el libro a la boca para conocerlo mejor; explora su textura y se deja atrapar por el color de las ilustraciones. Es el adulto mediador (papá o mamá) quien le ayudará a establecer la relación entre el correr
de las páginas y el fluir de las palabras que acompañan ese movimiento. Este primer encuentro con la narración, es el que sentará las bases para su futuro interés por la lectura, además de ser un antecedente importante para su alfabetización. Sugeridos: Libros con texturas, con colores brillantes, con fotografías y con vocabulario de uso cotidiano. * 2 a 4 años El conocimiento del mundo que lo rodea y la posesión del lenguaje permiten al niño acceder al cuento con mayor seguridad. Esto le abrirá la puerta a diferentes mundos alternativos y en esta 8
de una historia (ya que no requieren de la presencia de un adulto para que se la cuente). Los siguientes títulos sugeridos pertenecen al género libro álbum y son especialmente recomendables para estas edades: - Cuando Sofía se enoja se enoja de veras. Molly Bang- Editorial Scholastic -Las Pinturas de Willy. Anthony Browne.Fondo de Cultura Económica - No, David. David Shannon. Editorial Scholastic - Gorila. Anthony Browne. Fondo de Cultura Económica
construcción de sentido, el cuento será para él un espacio de exploración de sus propios temores y emociones. Los buenos libros ilustrados cobran especial importancia como medios únicos para el abordaje individual 9
* 4 a 6 años A partir de los 5 años, es posible comenzar a contar historias por entregas, novelas de aventura breves, que generen suspenso hasta el próximo encuentro. En todos los casos, más allá del corpus de obras seleccionadas, es importante que el espacio de lectura por placer siga existiendo. El comienzo de la alfabetización for-
mal es un punto de inflexión en el vínculo entre el incipiente lector y la lectura. Aprender a leer y escribir tiene para el niño un costo cognitivo muy alto que no siempre puede afrontar para disfrutar de una historia. La permanencia del lector adulto, acompañando y acercando nuevos cuentos, constituye un factor primordial para el afianzamiento del hábito de leer. Es difícil sugerir sin dejar maravillosos libros fuera de la lista pero para empezar: - Dailán Kifki. María Elena Walsh. Editorial Alfaguara - El Túnel. Anthony Browne. Fondo de Cultura Económica - La venganza contra el chistoso. Graciela Montes. Fondo de Cultura Económica - Olivia Salva el Circo. Ian Falconer. Fondo de Cultura Económica. -Dónde viven los monstruos. Maurice Sendak. Alfaguara ¡Estos entre muchos, muchos otros! Silvina Del Pópolo Profesora en Lengua y Literatura Inglesa
Mimos para el alma
La frustración en los niños
La frustración frecuentemente es considerada un sentimiento, porque siempre se halla acompañada de un matiz de una o más emociones que la caracterizan, como pueden ser el enojo, la tristeza, la vergüenza, la indignación, etc. pero en realidad es una experiencia desagradable que surge como consecuencia de no poder lograr lo que queremos o cuando nos vemos privados de aquello que esperábamos. Los niños experimentan frustraciones a diario y éstas, en la medida que no sean excesivas, constituyen parte del crecimiento sano de todos. Los vemos
Pero primero desmitifiquemos esta experiencia que, ya seamos niños o adultos, buscamos no encontrar en el camino. Las frustraciones son parte del crecimiento sano de cada persona y, si queremos crecer, tenemos que comprender que son necesarias.
adversidad. Recientes investigaciones dan cuenta de que son, junto al amor y cuidado que todo niño debe recibir, el segundo ingrediente de la resiliencia. Mucho amor y unas pizcas de frustraciones harán de tu hijo una persona que sabrá reponerse y superar la adversidad. Son la oportunidad para aprender a lidiar con los imposibles del momento entrenando la paciencia y el auto control.
En efecto, todo niño necesita ser expuesto a desafíos adecuados para su edad y a pequeñas dosis de
Ahora bien, analicemos qué pasa cuando falta uno de estos dos componentes de la resiliencia y el niño no tiene
expresar el desagrado llorando, dando pataletas, gritando, ofuscándose e intentando hasta el agotamiento aquello que no les sale.
obstáculos en su camino y no experimenta frustraciones. Obviamente, esto no sucede por obra de la naturaleza, sino de los padres cuando lo sobreprotegen. Producto de una gran cantidad de amor (nocivo en este caso), hay quienes bajo el slogan “que no sufra y sea feliz”, procuran darle todo al niño, sin saber que, de este modo, le aseguran un sufrimiento mayor a futuro. De esta manera, el chico creerá que las necesidades se satisfacen inmediatamente y sin esfuerzo. 10
En este punto, se ponen en evidencia las propias dificultades de los padres para tolerar la frustración que la frustración de los hijos les provoca. Pero, debemos cuidar también de no caer en el otro extremo: el de exigir un rendimiento por encima de lo que el niño puede dar. Expectativas tan altas, no tardarán en formar parte de los “deberías” del niño que lo llevarán a ponerse objetivos inalcanzables, arrojando como resultado una insatisfacción crónica y una autoestima lesionada sujeta a los “logros” y “fracasos”. En estos casos, es útil el enseñarles el concepto de las escaleras: para llegar alto, hemos de comenzar con pequeños pasos -sub-objetivos- para que con la ayuda del “señor tiempo”, peldaño a peldaño, mejoren hasta lograr lo propuesto. De este modo podemos bajar las ansiedades y ayudarlos a que disfruten de la tarea. A menudo los niños, como consecuencia de repetidas frustraciones y fracasos, piensan que nunca podrán lograr sus metas, se convencen de ello y abandonan todo intento por superar la dificultad, padeciendo así de 11
indefensión aprendida, cometiendo el error de eternizar los imposibles del momento. El auto diálogo juega un rol predominante en este circuito. Aquellos que se digan “la tercera es la vencida, si no puedo, no puedo… o simplemente no puedo” tenderán a obstruir las posibilidades de aprender. La actitud que adopte el niño depende directamente de cómo los seres significativos tomen el fracaso del niño. Si lo hacen con una risa comprensiva, como manifestación de aceptación y aprecio, sin darle más importancia que a los aciertos, y los alientan a intentarlo nuevamente, será una actitud que seguramente el niño conservará. Pero si en lugar de ello, le responden con enojo y descalificaciones, el pequeño tratará de evitar equivocarse para no experimentar la desaprobación de los que lo rodean. Si se adopta esta última actitud, el crecimiento se verá afectado y el niño se desempeñará por debajo de sus capacidades. El temperamento, que es la parte heredada o biológica de la personalidad, también influye en la forma de reaccionar ante las frustraciones. Hay
niños más enojones y otros menos. Pero todos necesitan y pueden aprender que es normal enojarnos por algo que no nos sale como queremos, que en lugar de golpear o romper algo, hablar de cómo nos sentimos nos ayuda a sosegarnos y a focalizar la energía del enojo en volver a intentarlo. Por todo esto propongo no evitar las frustraciones a los hijos, sino acompañarlos cuando las tengan. Es necesario entender que por más que a los padres se los llame “tutores”, los hijos nunca serán vegetales que crecen derechos e inmóviles atados a ellos, sino más bien revolotean, corren y juegan. Si bien es cierto que la vorágine de la vida moderna hace que los padres compartan menos tiempo físico con los hijos, es imperante retomar el espacio para acompañarlos y jugar con ellos. De esta manera, los verán crecer confiados, felices y con tolerancia a la frustración, que, por cierto, necesitarán a lo largo de toda su vida. Lucas Malaisi Psicólogo. Autor del libro “Como ayudar a los niños de hoy, Educación Emocional”
Pequeños conjuros
¡Cocinando con mamá!
Las mamás esperan con ilusión que llegue el Día de la Madre en el que se celebra la relación única que tienen con sus hijos. Un día tan significativo y especial, ofrece la ocasión de preparar un menú especial con los pequeños de la casa. Cocinar con los niños puede ser muy divertido, una oportunidad para disfrutar de un tiempo en familia y enseñarles a diferenciar alimentos, conocer sus propiedades y sus beneficios. Para los chicos, cocinar también es jugar y una manera exquisita de aprender. Por eso, en Abracadabra hemos seleccionado varias recetas dedicadas a todas las mamás. Paso a paso pueden cocinar estos sabrosos y fáciles platos para el desayuno, el almuerzo y la cena para disfrutar de su día. ¡Feliz Día de la Madre!
DESAYUNO Barritas de cereales Ingredientes: 200 gr. de avena 60 gr. de miel 60 gr. de manteca o margarina 125 gr. de duraznos (u otra fruta seca) 75 gr. de semillas de sésamo 75 gr. de semillas de amapola Consejos útiles: Puedes utilizar otras semillas que prefieras, o sustituirlas pos algunas pasas o nueces. Preparación: 1. Cortar la manteca, a temperatura ambiente, en dados. Mezclar con la miel hasta que quede una mezcla homogénea. 2. Cortar en trocitos los duraznos secos. Agregarlos a la mezcla junto con la avena y batirlo todo junto.
Incorporar las semillas poco a poco. 3. Precalentar el horno a 150ºC. Enmantecarr un molde rectangular de tamaño grande. Volcar en él la mezcla, extenderla bien con ayuda de una espátula. 4. Hornear durante unos 15 o 20 minutos a 150ºC, hasta que la superficie esté dorada. Dejar enfriar hasta que esté templado, y cortar las barritas del tamaño que se prefiera con ayuda de un cuchillo.
ALMUERZO Rollitos de zapallito y queso Ingredientes: 1 zapallito para relleno 100 gr. de queso Nueces y almendras, a gusto Hojas de albahaca Aceite Sal Consejos útiles: Usa la variedad de queso que prefieras. Preparación: 1. Lavar bien el zapallito, cortar los extremos. Hacer láminas muy finas a
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lo largo. Cortar el queso en bastones que tengan la misma altura que el ancho del zapallito. 2. Calentar un chorrito de aceite en una sartén. Poner las láminas de zapallito vuelta y vuelta un minuto, lo justo para que se ablanden y transparenten. Echar una pizca de sal y reservar. 3. Precalentar e horno a 170ºC. Enrollar cada lámina de zapallito alrededor de un bastón de queso, ponerlos en una fuente para horno o bandeja cu-
bierta con papel de hornear. 4. Hornear unos 5 minutos, lo justo para que el queso se derrita ligeramente. Sacar, añadir unas hojas de albahaca, nueces, almendras y un chorrito de aceite para servir. CENA Tarta de tomates cherry, mozzarella y albahaca Ingredientes: 1 disco de masa para tarta, comprado 20 tomatitos cherry, cortados por la mitad 1 cebolla, picada 1 cucharada de aceite 4 huevos 100cc de crema de leche
Sal y pimienta, a gusto 200g de queso mozzarella, en rodajas finas 5 hojas de albahaca, picadas en fina Juliana Preparación: 1. Precalentar el horno a 180 *C (moderado). Enmantecar y enharinar una tartera. 2. Forrar la tartera con el disco de masa comprada y pinchar la base con un tenedor.
3. En una sartén pequeña, saltear la cebolla en 1 cucharada de aceite. Una vez dorada, colocarla en un bol y dejar enfriar. 4. En el mismo bol, agregar los huevos ligeramente batidos, la crema de leche, sal y pimienta a gusto. Agregar las cebollas cocidas. 5. Colocar las rodajas de queso sobre la masa y volcar encima la mezcla de huevo. Ubicar encima las mitades de tomatitos cherry y salpicar con albahaca picada. Llevar al horno. 6. Cocinar 35-40 minutos hasta que la masa esté dorada y la superficie del relleno está firme. Servir tibia o fría. Equipo Abracadabra
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Má, me contás un cuento?
Caperucita Roja La versión del Lobo
El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de mantenerlo ordenado y limpio. Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por unos turistas, sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir una niña vestida en una forma muy divertida: toda de rojo y su cabeza cubierta, como si no quisieran que la vean. Andaba feliz y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque,
sin pedir permiso a nadie, quizás ni se le ocurrió que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. Le pregunté quién era, de donde venía, adónde iba. Ella me contestó, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo. Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. De repente, sin ningún remordimiento, mató a un mosquito que
volaba libremente, pues también el bosque era para él. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes. La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegué, me abrió la puerta una simpática viejecita y le expliqué la situación. Ella estuvo de acuerdo en que su nieta merecía una lección. La
abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se escondió debajo de la cama. Cuando llegó la niña, la invité a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada, y me dijo algo desagradable acerca de mis grandes orejas. He sido insultado
antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes orejas eran par oírla mejor. Como la niña me agradaba, traté de prestarle atención, pero ella hizo otra observación insultante acerca de mis ojos saltones. Ustedes comprenderán que empecé a sentirme enojado. La niña tenía bonita apariencia pero empezaba a serme antipática. Sin embargo pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban para verla mejor. Pero su siguiente insulto sí me encolerizó. Siempre he tenido problemas con mis grandes y feos dientes y esa niña hizo un comentario realmente grosero. Sé que debí haberme controlado pero salté de la cama y le gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grandes para comerla mejor. Ahora, piensen ustedes: ningún lobo puede comerse a una niña. Todo el
mundo lo sabe. Pero esa niña empezó a correr por toda la habitación gritando y yo corría atrás de ella tratando de calmarla. Como tenía puesta la ropa de la abuelita y me molestaba para correr, me la quité pero fue mucho peor. La niña gritó aún más. De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme y afilada. Yo lo miré y comprendí que corría peligro así que salté por la ventana y escapé. Me gustaría decirles que este es el final del cuento, pero desgraciadamente no es así. La abuelita jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz que yo era un lobo malo y peligroso. Todo el mundo comenzó a evitarme. No sé qué le pasaría a esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero sí les puedo decir que yo nunca pude contar mi versión. Ahora Ustedes ya la conocen. Autor anónimo