5 minute read

IV. La estructura como modelo operativo

IV. La estructura como modelo operativo

IV.1. Volviendo al sistema codificante como estructura, podemos observar que tiene algunas funciones y algunas propiedades.

Advertisement

Sus funciones.—El sistema hace comprensible (inteligible) y comunicable una situación originaria (en la fuente) que de otra manera escaparía a nuestro control. Haciéndola comprensible, el sistema la hace comparable a otras situaciones (por ejemplo, otros embalses al mismo o distinto nivel; aunque se puede decir que el agua está al mismo nivel o a nivel distinto solamente si existe un sistema único que hace comprensibles las dos fuentes de información).

Sus propiedades.—El sistema está constituido por un repertorio de unidades que se diferencian o se oponen por exclusiones binarias. En otras palabras, teniendo las cuatro luces A, B, C, D, la reconoscibilidad de una está determinada por su posición en el contexto de las otras y por el hecho de que se opone a las otras (y que una es elegida excluyendo a las otras; la reconoscibilidad de la combinación AB viene del hecho de que existía una combinación BC que no ha sido elegida).

Tanto las funciones como las propiedades de nuestro sistema elemental son las mismas que la lingüística de Saussure asigna a la estructura (y que no casualmente Saussure désigna siempre como «sistema» y no como «estructura»).

IV.2. Según Ferdinand de Saussure, al igual que en toda la tradición lingüística estructuralista, estructura es un sistema a) en el que cada valor está establecido por posiciones y diferencias y b) que solamente aparece cuando se comparan entre sí fenómenos diversos reduciéndolos al mismo sistema de relaciones. Examinemos de nuevo estos puntos, que han sido sintetizados muy bien por Claude LéviStrauss [I960]: «Es estructura solamente el acondicionamiento que corresponde a dos condiciones; es un sistema regido por una cohesión interna; y esta cohesión, inaccesible al observador de un sistema aislado, se revela en el estudio de las transformaciones gracias a las cuales se descubren propiedades similares en sistemas aparentemente diversos».

En la lingüística el fonema es la unidad mínima dotada de características sonoras distintivas; su valor está establecido por una posición y una diferencia respecto a los demás elementos. De una

oposición fonológica se pueden dar variantes facultativas que cambian según el que había, pero que no eluden la diferencia de la que surge el significado.

El sistema de fonemas constituye un sistema de diferencias que puede subsistir igualmente en lenguas distintas, aunque los valores fonéticos (los valores etic en el sentido de la naturaleza física de los sonidos: Hjelmslev diría, la substancia de la expresión) cambien. De la misma manera el código elaborado en nuestro modelo puede funcionar aunque A, B, C, D, sean lámparas, impulsos eléctricos, orificios de una ficha perforada, etcétera. El mismo criterio diferencial funciona, como veremos en A.2., a nivel de las unidades dotadas de significado, y por lo tanto a nivel de los sistemas semánticos.

IV.3. El problema que ahora se nos plantea es el siguiente: ¿la estructura así definida es una realidad objetiva o una hipótesis operativa? En la sección D se hará un razonamiento más completo sobre este tema. De momento, nos limitaremos a aclarar el sentido en que vamos a usar el término «estructura» (extensivo al de «sistema» y casi siempre al de «código», aunque el código sea más bien el aparejamiento de elementos de dos sistemas) en las páginas que siguen. Una estructura es un modelo construido en virtud de operaciones simplificadoras que permiten uniformar fenómenos diversos bajo un único punto de vista.

Una estructura fonológica permite uniformar diversos tipos físicos de emisión vocal (haciendo abstracción de las variaciones de entonación, que en otras lenguas, como la china, tienen un valor diferencial) bajo el punto de vista de la transmisión de determinado sistema de significados.

Bajo este punto de vista es inútil preguntar si la estructura, así individualizada, existe per se. La estructura es un artificio elaborado para poder nombrar de una manera homogénea cosas diversas.

Cuando se empieza a preguntar si este modelo constituye una naturaleza objetiva del espíritu humano se cae en una serie de contradicciones (como veremos en D) filosóficas que destruyen el análisis semiótico. En este caso se pasa de un estructuralismo metodológico a un estructuralismo ontológico.

IV.4. Las experiencias hechas con las máquinas pensantes y comunicantes (como la de nuestro modelo inicial, que es un ejemplo simplificado de ellas) sirve para proponer un posible modelo de cómo podrían funcionar los procesos de comunicación en general (incluso cuando no están instituidos por decisión experimental, sino que parecen existir en la naturaleza, como en el caso del lenguaje verbal e icónico). E incluso porque se puede presumir que el funcionamiento de la mente humana —que de hecho se desconoce— se pone de manifiesto cuando se ve obligada a inventar la manera más sencilla de hacer funcionar una mente mecánica.

Con todo, lo que hemos descubierto sobre nuestro modelo inicial no nos sirve para fundar una teoría semiótica en toda su extensión. Lo que hemos dicho solamente sirve en la medida de que: a) existe una fuente física de acontecimientos posibles para la que un código ha seleccionado algunos de ellos a fin de comunicarlos como pertinentes; b) el aparato destinatario es una máquina que reacciona de modo unívoco a los mensajes recibidos; c) hay un código común para el transmisor y para el destinatario y este código es muy sencillo; d) la máquina, ya sea transmisora o destinataria, no discute el código. El problema cambia si cambiamos la situación de la siguiente manera: a 2) En lugar de la fuente ponemos a un ser humano; de esta manera se identifican fuente y transmisor y, en último extremo, transmisor y código, en el sentido de que la única fuente de información que tiene el emisor está representada por el sistema de igualdad de probabilidades que consiente el código [cfr. A. 2,1.]. b 2) En lugar del destinatario-máquina se coloca a un ser humano. Entonces se pasa del universo de la señal al universo del sentido [cfr. todo el capítulo A. 2.]. c 2) Los códigos no son uno solo y no son comunes para el emisor y el destinatario. En este caso el propio mensaje se convierte en fuente de información [cfr. A. 2. XIV.]. d 2) Se da por entendido que en algunos casos el emisor y el destinatario discuten el código [cfr. A. 3.].

Estas cuatro nuevas condiciones nos introducen en el problema del sentido.

This article is from: