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IV. Retórica e ideología

motivados), en un intento, ya mencionado, de reducir todos los comportamientos humanos a una misma estructura fundamental.

Sin adherirnos a estas interpretaciones diremos que nos interesan los estímulos en la medida de que pueden ser codificados siguiendo determinadas convenciones históricas y sociales, y los tomamos en consideración —en esta perspectiva semiótica— solamente bajo esta luz. Señalemos que no existe persuasión «oculta» en ambos polos del proceso comunicativo; uno de los dos —emisor o destinatario— sabe que la señal que se recibe tiene un sentido. Y en la medida en que existe un comercio cultural y una difusión de la cultura, creemos que los llamados estímulos ocultos tienden cada vez más a aparecer ante los destinatarios como fenómenos ségnicos.27

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IV. Retórica e ideología

En este punto podemos volver sobre un problema ya planteado por Barthes [1964, B], el de la relación entre fórmulas retóricas y posiciones ideológicas. Ahora podemos desarrollarlo porque disponemos de una formalización semiótica [cfr. A.4.] de la ideología que nos permite considerarla como unidad cultural aparejable a una fórmula retórica como unidad significante. Ya era una opinión corriente que las fórmulas retóricas remitían a ciertas posiciones ideológicas. Es difícil que un político comunista, para indicar la exigencia de la lucha del Tercer Mundo contra las potencias occidentales diga /la defensa del mundo libre/, aunque considere que la autonomía de los pueblos coloniales sea la única manera de libertarlos. La fórmula retórica /defensa del mundo libre/ actualmente está estrechamente vinculada a posiciones políticas que se identifican con los Estados Unidos, sus aliados y sus opiniones ideológicas. Después de lo que hemos apuntado en A.4., estamos en disposición de identificar estas posiciones políticas, como segmentación del campo semántico global, con una «modelización del mundo» muy precisa, realizada y explicada por medio de modelos estructurales. Por ello resulta más fácil construir un código connotativo que haga corresponder a la expresión retórica citada la unidad ideológica individualizada. Naturalmente, la

27 Para una aplicación al nivel icónico, véase B.5.II.

misma operación podría efectuarse con la fórmula /ayuda fraternal a los aliados socialistas/.

Individualizando estos códigos, cuando existen, la semiótica, como práctica del análisis de los mensajes, obtenida por medio de la hipotización de códigos (aunque sean débiles y provisionales), resulta estar por debajo (o, por encima) del universo de los significantes y de sus significados más comunes y se mueve en el universo de las ideologías, que se reflejan en los modos preconstituidos del lenguaje.

Una determinada manera de usar un lenguaje se identifica con determinada manera de pensar la sociedad. La ideología, bajo el prisma semiótico, se manifiesta como la connotación final de la cadena de connotaciones, o como la connotación de todas las connotaciones de un término.

IV.2. Pero si retórica e ideología están tan íntimamente relacionadas, ¿pueden actuar ambos movimientos independientemente el uno del otro?

Ciertamente, puede proponerse una revisión de las expectativas ideológicas recurriendo a la redundancia, a una función puramente referencial de los mensajes. Así, quien deseara sostener la tesis de la inmoralidad de la unión familiar (transtornando sin duda algunos sistemas de expectativas ideológicas) podría comunicar su decisión por medio de mensajes construidos siguiendo las reglas de la previsión retórica (del tipo: «yo sostengo que la familia no es núcleo natural y que su función es corruptora»).

Pero cada transtorno real de las expectativas ideológicas es efectivo en la medida en que se realiza en mensajes que transtornan igualmente los sistemas de expectativas retóricas. Y cada transtorno profundo de las expectativas retóricas es a la vez una recapitulación de las expectativas ideológicas. El arte de vanguardia se funda en este principio, incluso en sus momentos «formalistas» cuando, utilizando un código de manera altamente informativa, no solamente provoca una crisis, sino que obliga a replantear, en la crisis del código, la crisis de las ideologías con las que se identificaba [cfr. Eco, 1962].

IV.3. Pero la investigación semiótica nos enseña, no solamente las modalidades de renovación que los mensajes informativos ejercitan

frente a los códigos y las ideologías, sino el movimiento continuo por el cual la información modifica códigos e ideologías y se traduce en nuevos códigos y en nuevas ideologías. La obra de arte nos obliga a pensar la lengua de modo distinto y a ver el mundo con nuevos ojos; pero en el mismo momento que se propone como innovación se convierte en modelo. Instituye nuevos hábitos en el orden de los códigos y de las ideologías: después de su aparición, será más normal pensar la lengua de la manera que la obra la ha usado y ver el mundo de la manera que la obra lo ha expuesto. Se reestructuran nuevos códigos y nuevas expectativas ideológicas. Se reanuda el movimiento. El lector sensible que quiera captar la obra de arte del pasado en todo su frescor, no debe leerla solamente a la luz de sus propios códigos (nutridos y renovados por la aparición de la obra y por su asimilación por parte de la sociedad): debe descubrir el universo retórico e ideológico y las circunstancias comunicativas de las que partió. La filología realiza esta función que nos lleva, no a disecar la obra en una lectura académica, sino a descubrirla en las condiciones de novedad en que nació: a reconstruir dentro de nosotros la situación de virginidad en que se encontraba el que la abordó por vez primera. (Aunque la asimilación de sus modos comunicativos, estratificada con el curso del tiempo, sin duda nos ha preparado mejor, nos ha hecho más atentos a los sistemas de expectativas favorables, para leer la obra sin ceder al impacto de una información demasiado fuerte, como pudo haber sucedido a los contemporáneos que la rechazaron).

IV.5. A menudo la obra, como cualquier otro mensaje, contiene sus propios códigos: quien lee hoy los poemas homéricos extrae tal cantidad de nociones de los significados denotados, sobre el modo de pensar, vestir, comer, amar, hacer la guerra, de aquella gente, que puede perfectamente reconstruir sus sistemas de expectativas retóricas e ideológicas. En la obra están las claves para descubrirla inmersa en el ambiente de que surgió, las claves para relacionar el mensaje con los códigos originales, reconstruidos en un proceso de interpretación contextual.

IV.6. Así pues, su lectura se desarrolla con una oscilación continua, que va del descubrimiento de los códigos originales que

sugiere, a un intento de lectura fiel, y de aquí a un retomo a los códigos y léxicos de hoy para experimentarlos en el mensaje; se procede a una continua confrontación y a una integración de todas las claves de lectura, disfrutando de la obra incluso por esta misma ambigüedad, que nace, no solamente por el uso informativo de los significantes respecto al código original, sino también por el uso informativo de los significantes puestos en relación con nuestros códigos de llegada.

Cada interpretación de la obra, llenando con significados nuevos la forma vacía y abierta del mensaje original (forma física que se ha mantenido inalterada durante siglos), da origen a nuevos mensajes significados, los cuales entran y enriquecen nuestros códigos y nuestros sistemas ideológicos, reestructurándolos, y preparando a los lectores futuros para una nueva situación interpretativa. Se trata de un movimiento continuo, siempre renovado, que la semiótica define y analiza en sus distintas fases, pero que no puede prever las formas concretas que ha de adoptar.

IV.7. La semiótica sabe que el mensaje crece, pero ignora cómo lo hará. Todo lo más, comparando el mensaje-significante, que no cambia, con los mensajes-significado que ha originado, puede delimitar un campo de libertad, más allá del cual no pueden pasar las lecturas, y reconocer en la obra como mensaje-significante, un campo de determinación que constituye su necesidad orgánica, la fuerza de su diagrama estructural, su capacidad para ofrecer, junto a una forma vacía, las indicaciones para rellenarla [Eco, 1962]. Aunque nada excluye que en una futura civilización, en la que los códigos de la época homérica sean irrecuperables, y en la que el universo de la comunicación haya sido nutrido por nuevos códigos imprevisibles, sea posible una lectura de los poemas homéricos que la semiótica no puede imaginar.

Esquema 4 DESCODIFICACIÓN “ABERRANTE” EN LAS COMUNICACIONES DE MASA

En este modelo, cuando el destinatario no resuelve la ambigüedad del mensaje o no sabe realizar los actos de fidelidad necesarios para hallar los códigos del emitente (por deficiencias de conocimiento o por la presencia de circunstancias desviatorias), pasa a referirse a códigos privados e introduce connotaciones aleatorias.

Esquema 5 CLASIFICACIÓN DE LOS SIGNOS

En las páginas siguientes será conveniente tener presentes algunas distinciones sobre la naturaleza y la función del signo, tal como lo describe Charles Sanders Peirce: el signo puede ser considerado en cuanto a sí mismo, en cuanto al objeto a que se refiere, y en cuanto al interpretante.

En cuanto a sí mismo

Signo En cuanto al objeto

En cuanto al qualisigno: una sensación cromática, un tono vocal.

sinsigno: un objeto o un suceso; una palabra sola es sinsigno en cuanto es réplica individual de un legisigno.

legisigno: una convención, una ley, un nombre en cuanto respuesta lingüística convencional.

icona: una imagen mental, un cuadro, un diagrama que tiene la misma forma de la relación representada, una metáfora. Tiene una natural semejanza con el objeto.

índice: una escala graduada, un operador lógico, una señal, un grito, un pronombre demostrativo. Dirige la atención sobre un objeto por medio de un impulso ciego.

símbolo: un sustantivo, un relato, un libro, una ley, una institución. A diferencia de los otros dos es convencional.

rema: una función preposicional. Pero también un término, en cuanto al dicisigno que es un enunciado y al argumento, que es interpretante

un razonamiento.

dicisigno: un enunciado. Un rema completo. Una definición.

argumento: un silogismo.

SECCIÓN B LA MIRADA DISCRETA

(Semiótica de los mensajes visuales)

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