12 minute read
Entrevista a Michael Vargas
from Alkymia 03: TINTA
by Alkymia Zine
Michael Vargas: Arte, tinta y rocanrol
Por Patricio Ventosa Rodríguez
Para la primera entrevista completa de Alkymia, platicamos con Michael Herluf Wille Vargas, tatuador, pintor y escultor basado en la Ciudad de México, fundador del estudio Heart and Skull Tattoo Parlor. Nos sentamos con él para explorar lo que ha sido su vida, su trayectoria, y todo aquello que ha experimentado en el camino. Lo siguiente ha sido editado por claridad.
Alkymia: A grandes rasgos, cuéntanos quién eres.
Soy pintor de profesión; estudié una licenciatura y una maestría en Londres. Tuve mucha suerte, gané 4 premios. El mayor de Londres me dió dos y Peter Blake, el sobrino de William Blake, me entregó otros dos premios por pintura de caballete. Soy tatuador por convicción , empecé a tatuar antes de pintar. Empecé a los 15 años, en el 85, el año del terremoto. De ahí siempre me he mantenido pegado al mundo del tatuaje. Toqué con un grupo, pero no terminó de manifestarse. Entonces me apegué al tatuaje y eso es lo que me da de comer; de lo que vivo hoy en día.
Alkymia: Cuéntanos sobre tu trayectoria, ¿cuándo empezaste a tatuar de forma profesional?
Formalmente, empecé cuando abrí el estudio, en el 2006. Además, antes, estuve en otros estudios. Tatué en Inglaterra, en un estudio que se llama Original Skin de forma muy breve. Pero, sí, formalmente hasta hace casi 16 años que abro este estudio, Heart and Skull Tattoo Parlor . Antes de esto, siempre tatué, siempre lo mantuve como mi profesión. Cuando yo empecé a tatuar, estaba muy mal visto el tatuaje y no tenía aceptación social aquí en México. Por ejemplo, en Dinamarca, ya llevaba muchas décadas establecido el ámbito del tatuaje. Antes aquí era algo muy radical; los policías te veían tatuado y te subían, te pegaban. Aparte era punk , entonces tampoco les gustaba mucho; a mí tampoco me gustaban [ellos]. Sí me fregó mucho en ese aspecto porque no podía expresarlo; usarlo como una forma de expresión. Siempre lo usé, pero no de forma muy abierta.
No fue hasta 1993 que abrimos el primer estudio de tatuajes ahí en Galerías, que ahora es Plaza las Estrellas. Era Gerardo, el Tattoomania, el socio capitalista que tenía el billete. A mí me invitó un amigo que le dicen El Piraña; Raúl. Un día llegó un chico que quería un [tatuaje] tribal y me dijo “Güey, no tengo billete, pero tengo un bajo, un ampli, un cable y un atril. Te lo cambio por mi tribal”. Y yo le dije que era mucho, que se fuera a pensarlo una hora, que se fuera a comer, que lo medite y que volviera. Al volver me dijo, “¿Sabes qué? Ya no quiero tocar el bajo”. “Órale, va” . Le hice un tatuaje en esta parte [el antebrazo] y me dejó todo este rocanrol. A Gerardo, no le pareció que yo hubiera aceptado este trueque. Es que nosotros veníamos de esa generación que empezaba. Yo cuando era chavo y hacía tatuajes, luego no cobraba. A veces sí, pero luego era más de “Mira, tengo estos discos de Jane’s Addiction, hagamos cambalache”.
Las máquinas eran otra cosa, también. Por ejemplo, la máquina con la que yo empecé era una que yo hice. Era un motorcito de un carrito a control remoto . La armé, la puse en una abrazadera, una pieza de mecano , un aluminio cortado a la mitad y agujas de chakira Usábamos la cuerda 6 , le quitábamos el entorchado y usábamos el hilo de acero que iba en medio. Las pegábamos con kola loka , las amarrábamos con hilo y con eso. Poníamos un pedacito de llanta con un orificio a un ladito para que la circunferencia del motorcito hiciera que la aguja subiera y bajara. Así empecé yo, con máquinas rotativas hechas por nosotros. Ya después, un amigo mío me dejó una Spaulding & Rogers , se la cambié por varios tatuajes que le hice.
En fin, después de aquél incidente del tribal y del bajo, a Gerardo yo ya no le caía muy bien. Me hacía caras largas y me salí de la tienda. Pero antes de eso, hicimos un volado para ver quien se quedaba con las cosas, todo o nada. Gerardo me dió a elegir, yo elegí sol. Y que le gano. Me quedé yo con todo esto. A las dos semanas, se me acercó el sobrino del mismo Gerardo a decirme que tenían una banda, pero les faltaba bajista. Al segundo ensayo me dijeron que ha bía concierto en un mes y que me tenía aprender las 12 canciones para ese momento. Me las aprendí practicando diario y tocamos a Pantitlán, estuvo bueno. Para esto, yo seguía tatuando y me compré mi primera moto, una Triumph Bonneville y con esa agarraba una mochila y me aventaba a tatuar a quien me lo pedía. Con ese dinero yo compraba cosas para la banda, pedales, platillos y así. Al final nunca cuajó bien porque mis brothers estaban más en ambientes de fiesta y alcohol. Al final todo se quedó en el aire y yo me terminé saliendo de la banda.
Alkymia: Y fue después de esto es que te fuiste a Dinamarca.
Sí, me seguí con el tatuaje hasta que me llamó mi papá para decirme que necesitaba que le eche una mano allá en Dinamarca. Me fui como 2 años y medio, casi 3. Estuve trabajando y tomando cursos. Fue justo cuando empecé a agarrarle a la pintura. Hacía tatuajes muy de vez en cuando porque allá ya estaba todo registrado y muy bien establecido. Me fui a hacer un tatuaje en el primer estudio de tatuajes de Europa. Me hice este de aquí [una clavera en el brazo] que para ese entonces era algo “radicalón”. Tenía tatuado casi todo el brazo.
Entonces, empecé a estudiar cursos de acuarela, mucho dibujo y esas cosas. Me amplió mucho la onda. Después de eso, me regresé a México, estuve un año por acá y me volví a regresar a Dinamarca. Estuve otros tres años, más o menos, y me volví a regresar a México. Aquí empecé a estudiar en una escuela de arte medio “patito”. Resulta que no estaba afiliada a la SEP, entonces un día cerraron las puertas y tuvimos que dar portazo para recoger nuestros materiales que se estaban quedando. Fue con Omar Mañueco, un muy buen amigo que es un gran pintor contemporáneo. Teníamos un gran maestro, que en paz descanse, José Beltrán, y él nos adoptó y nos enseñó lo que sabía.
Fue entonces que me decido por empezar a estudiar pintura. Me fui a Inglaterra y entré con mi portafolio a la City and Guilds of London Art School . Fue ahí que me dieron unos premios y toda la onda. Fue ahí que le entré más duro a la academia. En la escuela había una chica con hidrocefalia, entonces me dieron un curso de primeros auxilios para hacerme su ayudante personal, y así conseguí algo similar a una beca.
En segundo año, debía como 6000 libras a la escuela y no tenía como pagarlas. Me habló el director de la escuela para decirme que tendría que tomarme un año sabático en lo que ahorraba y así conseguir el dinero. Yo le pedí que me diera dos semanas porque justo me habían invitado a una galería recién inaugurada en Hampstead, se llamaba Mexico Gallery. Hice una exhibición que se llamaba “Visiones de guerra” y fue justo después de que empezara la guerra de Irak. Pinté un Bin Laden como de dos metros con bitumen de petróleo, clavado a la bandera americana. Como transcripción del Cristo de Velasquez. Gracias a dios, vendo ese cuadro exactamente a 6000 libras. Llegué con el director, Tony Carter, y al entregarle el cheque no lo podía creer. La verdad es que tuve mucha suerte, me dieron luz verde de arriba. En la maestría presenté una obra que venía trabajando muchos años sobre la migración y como la gente se segrega. Comencé a pintar retratos de los mareros o de personas deportadas en Los Ángeles. Esa exhibición me ganó unos premios también. Fui creciendo y evolucionando esa onda, pero al mismo tiempo le seguía poniendo tinta a la banda. Todo medio random. No es como ahora que tengo el estudio y tengo que, al contrario, buscar el tiempo para pintar.
Alkymia: ¿Volviendo a México fue que pusiste tu estudio?
Sí, hace 16 años éramos el único estudio en la zona. Cuando empecé a montarlo y pinté el graffiti aquí afuera [del estudio] a la gente le empezó a interesar. Ya había cambiado bastante el asunto. Lo noté muy fuerte cuando elementos del pelotón del ejército ya tenían permitido portar tatuajes. Fue en ese momento que me quedó claro que ya no era como antes. Me da mucho gusto. Hoy por hoy ya somos, creo, 6 estudios aquí en Polanco. Me da gusto ver que va creciendo la apreciación por lo que es, al final, una forma creativa de expresión. También la gente ya se informa más sobre el estilo del artista para tomar una decisión más informada. Está bueno.
Alkymia: ¿Cuál dirías que es tu estilo?
Yo, la verdad, no tengo un estilo identificado. Me gusta mucho el realismo Black & Gray , el tatuaje japonés y el tradicional americano. Esos tres son los que más disfruto. También he hecho mucho tribal, tipo Maori, pero no es lo que más me gusta. Disfruto mucho sombrear, hacer profundidad, usar la piel como luz, ese tipo de cosas. Pero hago de todo, en realidad. Y creo que eso lo hace una profesión tan padre. Haces de todo y eres testigo de todo. Por ejemplo, hace poco le hice un tatuaje a Tokischa . Yo no sabía muy bien quien era, pero vino con su equipo y fueron muy amables. Platicamos aquí un rato, y estuvo chido, me trajo un dibujo en una servilleta, lo estilizamos un poquito y se lo tatué. O por ejemplo, llegó un cuate hace poco al que le hice el mismo tatuaje que tenía su perrito Pedigree, estuvo padrísimo. Aprendes mucho. Hay mucha tierra para arar y es un terreno muy fértil. En especial ahora con todas las herramientas digitales puedes hacer unas cosas impresionantes.
Alkymia: ¿Cuál es tu experiencia siendo artista por comisión?
Cuando tu haces tatuajes, creo yo, es como un servicio. Te tienes que adaptar a lo que tu cliente quiere. Hay clientes que son súper flexibles que te van a decir “haz lo que tu quieras”. Ahí tienes una enorme libertad creativa, pero obviamente preguntas que le gustaría o que cosas le gustan. Es padre porque es un trabajo en conjunto con el cliente, se hace un rebote de ideas. Hay artistas de tatuaje que hacen solo lo que les gusta hacer, pero creo que yo soy un poco más flexible. También hay personas que quieren una copia literal, creo que al final el tatuaje va a estar en tu cuerpo, tu lo vas a disfrutar. Quiero que tú estés contento con algo que yo te pueda hacer, pero siempre algo que tú quieres. Dentro de las cláusulas de libertad creativa que me da el cliente yo me muevo. A veces me traen un diseño y yo sugiero moverle un par de cosas. Siempre es padre cuando hay libertad creativa porque se convierte en algo de los dos, tanto tuyo como del cliente. Pero si no es el caso, también es un reto muy interesante. Te tienes que pulir para salga exactamente el diseño que te están pidiendo.
Alkymia: ¿Como se relaciona la pintura en tu tatuaje y viceversa?
Por eso me gusta tanto el Black & Gray , por ejemplo. Es casi como si estuvieras dibujando o pintando con un aerógrafo en la piel. Hay una configuración de agujas que se llama Magnum. Es casi como si fueras sombreando con un aerógrafo. Esto normalmente se hace con tinta diluida, usar la tinta pura es más difícil porque le tienes que dar mucho más suave. Se diluyen metiéndole blanco, o poniéndole agua diluyente.
Luego es complicado porque los tipos de piel también influyen; a un lienzo no le duele. Hay piel que es bien delgadita y si tu usas un voltaje muy alto con la máquina sí puedes llegar a hacer un daño. Hay piel que al contrario, parece cuerito, entonces no hay bronca. Igual, no puedes tardarte tanto porque mientras más tardes, más duele. Por ejemplo, al momento de poner la tinta, todos los colores se sienten igual, pero como normalmente va primero el negro y luego otro color, se dice que duele más el segundo o tercero. Cuando empiezas el tatuaje, la adrenalina y las endorfinas te protegen con una como anestesia pero, en trabajos largos, eventualmente se termina. A veces no es tanto la máquina en sí, luego es el estar tallando para limpiar. Si te la pases talle y talle, el cliente va a sentir que estuvo 3 hora bajo el sol de Acapulco sin bloqueador.
Alkymia: Para terminar, ¿qué significa la tinta para ti?
Yo creo que es la sangre. De cierta forma es la sangre del tatuador. Es con lo que se plasma, lo que más le gusta. Tinta y sangre . Tinta y sudor y sangre. Tinta, sudor, sangre y gritos. Yo creo que es un medio muy rico para expresar y plasmar. Aquí [en el estudio] tengo unos dibujos que hice con pura tinta para tatuar. Es increíble para la expresión. Yo creo que todo tatuador querría tener tinta en lugar de sangre.
Me gustaría que quien lea sepa eso. Que todos estamos cortados de la misma tela. Creo que en el arte, tanto en el tatuaje como la pintura, se tiende a competir, cuando deberíamos estar colaborando. Aprendiendo unos de otros. El chiste es inspirarse de todos lados, desde los más grandes hasta tus compas.
Heart and Skull Tattoo Parlor hace tatuajes y perforaciones con cuidado y dedicación en un ambiente cómodo, seguro y ameno. Se encuentra en Aristóteles 214, Polanco, abierto de lunes a sábado, de 10 a.m a 10 p.m. Agenda tu cita a través de su perfil de Instagram o número telefónico y, por favor, saluda a Michael de nuestra parte.