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Tinctus [SpotLight]

Tinctus

De La Eugenia

Recuerdo que muy pocas veces me tomó de la mano, él decía que siempre que abrazaba mis palmas sus manos terminaban extrañamente sucias de agua, tenía quince años y en ese tiempo mi cuerpo no estaba tan intoxicado de recuerdos sobre amor. Me encantaría contarle lo que me sucedió hace algunos días, ahora que han pasado cinco años sigo ensuciando, ojalá fuese de la forma tan limpia en la que antes lo hacía.

Fue en una de esas tardes donde la mente esta cansada, para despejarla decidí tomar un baño.

*plinc plinc plinc*

El agua caía sobre mis hombros, evaporando ese confort de abrazo fantasma que sienten las almas solitarias; noté un granito justo en el centro de mi pecho, cuando lo exprimí nació un hilito de sangre que caía ligeramente por todo mi cuerpo, pero le persiguió otro líquido extraño, parecía petróleo expropiado de ese órgano palpitante en decadencia y lo sé porque mis latidos alentaban, embarré mis manos contra mi pecho, traté de tapar ese hueco pero no se detuvo.

Esa tinta negra espesa brotaba. Las llaves plateadas que tomé para cerrar la regadera fueron abrazadas por ella que ya tenia posesión de casi todo mi cuerpo, comencé a ensuciar todo, las cortinas tono cielo que eternamente habían permanecido limpias quedaron arruinadas, toallas de baño en el suelo, todo así, en tono negro escurriendo. Crecí con limpieza y ahora he manchado todo con esta tina que apesta a recuerdo. No supe solucionarlo, me quedé parada justo en el centro del cuarto de baño resignandome al desborde haciendo un salpicadero de recuerdo acumulado, el retrete, el lavamanos y sus llaves, el techo, mi cepillo de dientes, el espejo, casi todo tenía por lo menos una gota de tinta.

Silencio, silencio hueco.

Mi cuerpo frío y gotitas de agua escurriendome por la espalda provenientes de mi cabello, pero la tinta ya no manchaba, dejé que mi bata de baño rosa pastel, la única intacta, cubriera mi piel. Salí del cuarto de baño y regresé con una cubeta roja de plastico llena de agua, otra de color azul vacía y una jerga gris con lineas igualmente rojas. Traté de limpiar la tinta pero fue imposible, desde ese día todos los objetos en, y el mismo cuarto de baño, se vieron condenados a convivir con una tinta embarrante de recuerdos, recuerdos que no se pidieron.

Ahora cada que tengo visitas y entran al cuarto de baño temen tomar las llaves plateadas para lavarse las manos, y yo les digo:

- No te preocupes, esa tinta nunca se irá, pero hace mucho que no mancha.

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