Los secretos de Q'eswachaka

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El cóndor y la chica

H

abía una vez, una chica llamada Anastacia que solía pastar sus borregos en la pampa Pomourqo y por el puente Q’eswachaka.

Caminaba acompañaba por su perro Duki, mientras iba detrás de sus borregos. Un día, apareció en su camino un joven con chalina blanca y casaca negra que poco a poco fue acercándose a ella y después de un tiempo prudencial decidió hablarle. —Hola, Anastacia —le dijo el joven misterioso—. ¡Qué linda eres! ¿Por qué no vienes a jugar conmigo? Puedo llevarte en mi espalda... —Me gustaría jugar con usted —le contestó la chica después de pensarlo por largo tiempo—, pero no puedo alejarme porque tengo que pastear mis borregos. Además, no creo que puedas cargarme, soy muy pesada. Al escucharla, el joven cogió uno de los borregos más grandes y lo cargó para demostrarle cuánta fuerza tenía. Entonces, le dijo a la chica en tono orgulloso: —Como ves, tengo mucha fuerza. Y si puedo cargar este borrego también podré contigo. La chica se dejó convencer y empezaron a jugar. Sin darse cuenta, el joven la llevó hasta el cerro Llanthuko, dentro de una roca de la cual era difícil bajar. Al momento de llegar, Anastacia se dio cuenta que esa era la casa del joven, gritó y lloró, pero ya no pudo hacer nada, 26


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