Angelus n° 05 / 2022

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LA PACIENCIA DE DIOS Si de algo carecemos la mayoría de nosotros es de paciencia, por alguna razón somos impacientes para todo, desde lo mas insignificante hasta lo mas importante. Sin embargo, una de las cualidades de Dios que mas se muestran en nuestras vidas y sin que nosotros a veces no seamos capaces de reconocer es la paciencia que Dios tiene para con nosotros. Por naturaleza somos rebeldes, sin embargo, Dios nos ama y con ese amor nos ha tenido paciencia, lo que nos ha permitido reconocer nuestros errores y así enderezar nuestros pasos. ¿Pero qué significa ser pacientes en la vida y en las pruebas? Ciertamente no es fácil comprenderlo, haciendo una distinción entre la paciencia cristiana y la «resignación» y la actitud de la «derrota», mostrándola en cambio como la virtud de quien esta encamino, no de quien está detenido y cerrado. Porque la paciencia cristiana no va por el camino de la derrota y como dice el Apóstol: «Paciencia significa llevar consigo y no encomendar a otro que lleve el problema, que lleve la dificultad. La llevo yo, ésta es mi dificultad, es mi problema. ¿Me hace sufrir? ¡Ciertamente! Pero, la llevo. Y también la paciencia es la sabiduría de saber dialogar con el límite. Hay tantos limites en la vida, pero el impaciente no los quiere, los ignora porque no sabe dialogar con los limites…

14 CUESTIÓN RELIGIOSA

Y la paciencia de la que nos habla Santiago es la que el Padre tiene «con cada uno de nosotros», «acompañándonos» y «esperando nuestros tiempos». Y aquí pienso en nuestros hermanos ucranianos, que ante tanto dolor y muerte, y orgullosos de ser el pueblo que son, han entrado en paciencia como el mismo Señor ha entrado en la paciencia de este pueblo. Con esta idea, tal vez, también nosotros podamos rezar por este pueblo y decir: ’Señor, da a este pueblo la paciencia para cargar con sus pruebas. Es hora de honrar la paciencia de Dios con valentía para tomar decisiones importantes en nuestras vidas que como consecuencia nos lleven a agradar a Dios en todo. Es hora de dejar de hacer lo contrario a lo que Dios quiere que hagamos, es hora de ser valientes y demostrar el amor con el que decimos amar a Dios, pero esta vez no solo con palabras, sino con hechos que demuestren que tanto estamos dispuestos a agradarlo y honrarlo. Agradezcamos la paciencia de Dios viviendo de tal forma que El se sienta satisfecho de habernos tenido esa paciencia tan prolongada que nos tuvo, porque estamos haciendo su voluntad y no la nuestra.

P. Marcelo


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