ACRE 6 - Que arda lo normal(izado).

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No Zines, No Scene - Sin Fanzines No Hay Comunidad. ACRE es un fanzine Hazlo tu mismx de creación colectiva publicado por Towers Of Acre. Las ideas contenidas en este fanzine no reflejan necesariamente la opinión de los miembros de Towers Of Acre, pues la publicación está pensada como un espacio de debate, disenso e inconformidad. Cualquier interesadx en participar en próximas ediciones puede enviar su material a nuestro e-mail, towersofacre@gmail.com. Visiten en línea: @towersofacre - issuu.com/aprofoundhatred - retomandolatragedia.com


Que ardan los fascistas, no los bosques. EDITORIAL, POR TOWERS OF ACRE.

“En estos tiempos en los que todo el mundo ansía tener éxito y vender, yo quiero brindar por aquellos que sacrifican el éxito social por la búsqueda de lo invisible, de lo personal, cosas que no reportan dinero, ni pan, y que tampoco te hacen entrar en la historia contemporánea, en la historia del arte o en cualquier otra historia. Yo apuesto por el arte que hacemos los unos para los otros, como amigos.” Jonas Mekas – Manifiesto contra el centenario del cine. La historia de Colombia ha sido desde siempre una historia de violencia, de barbarie, fruto de la profunda injusticia social que ha hecho más poderosos a los ricos de siempre, mientras los demás vivimos temerosos, y enfrentados por las migajas. Nuestras generaciones están tan profunda y arraigadamente acostumbradas a las distintas violencias que cada nuevo episodio cumple con un ciclo determinado: nos asombramos con la noticia, nos indignamos ante ella, reaccionamos pasivamente (con una actualización de red social, por ejemplo) y finalmente olvidamos lo que pasó, a la espera del siguiente episodio de barbarie que desfilará ante nuestros ojos, del cual seguramente seremos testigos en la comodidad de nuestro hogar. Esto en el caso de que nos lleguemos a indignar, pues no es ningún misterio que este también es un país atiborrado de una sádica indiferencia ante el sufrimiento de los demás, y de un recalcitrante individualismo que no nos permite ver más allá de nuestras narices, ni sentir siquiera un ápice de empatía por lxs otrxs. En efecto, pareciera que la destrucción del otrx fuera una especie de aliciente, un estímulo cuya ausencia nos provoca terribles síntomas de abstinencia que nos empujan hacía un nuevo frenesí, en un bucle constante de (auto)destruccción. Pero la vida sigue, y todo se reduce a un buen trabajo, un carro, y una pareja, a las imágenes de la cuenta de Instagram, a la falsedad, a las apariencias, a las mezquindades, a las ficciones. ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué aceptamos la barbarie como algo normal? ¿Cómo es posible que cosas tan horribles como los asesinatos de líderes sociales o el hambre de nuestrxs hermanxs sean parte del paisaje? ¿Por qué se nos facilita tanto olvidar los hechos, los nombres y los rostros de las víctimas y de los culpables? (que pueden llegar a ser presidentes con amplio apoyo) ? ¿Cómo es posible que sea tan común que nuestras relaciones sexo-afectivas sean tóxicas y dañinas? ¿Por qué nos permitimos vivir auto explotándonos en trabajos de mierda en nombre de una felicidad que nunca llega por más dinero que acumulemos?; ¿cómo es posible que toleremos los pésimos sistemas de salud y educación de este país, que soportemos viajar en un transporte tan indigno como Transmilenio respirando aire tóxico, que tengamos un Estado criminal de los más corruptos del mundo, que no hagamos nada cuando los medios dicen que llueve mientras los políticos y demás ralea asesina y criminal nos mea en la cara?; ¿por qué es más fácil imaginar el fin del mundo que idear y poner en marcha los medios y las herramientas para generar cambios en el estado actual de las cosas? ¿Cómo puede surgir un «nosotros» en un sistema donde cada unx está para sí mismx? Los fanzines son una herramienta de comunicación y de expresión, pero también de denuncia y de desahogo. La invitación es entonces a reflexionar, a desahogarnos, a gritar nuestra rabia de ser preciso, e igualmente a poner sobre la mesa ideas o propuestas al problema de normalizar, en nuestra sociedad y en nosotrxs mismos, las violencias, las injusticias, las desigualdades y toda violencia que nos impide vivir tranquilxs y desarrollar nuestras potencias a plenitud.



El paraíso de las hienas. POR THE TRYOUT

“TODOS ODIAN” DISPONIBLE YA EN TODAS LAS PLATAFORMAS.

Este país está en la b hace rato, cada vez que parece que hay una leve mejoría algo nos hace recordar que no solo no mejoramos, sino que cada vez estamos peor. Lo sabemos, nos indignamos con la cantidad de noticias negativas que recibimos cada día, compartimos cosas en redes sociales para denunciarlas, hacemos canciones, dibujos, entre otros, pero hasta ahí llegamos. La indignación no nos da para más, a veces hasta olvidamos cosas, o intentamos ignorar otras para estar más tranquilos, y es que así uno la esté pasando relativamente bien, lidiar con tantas cosas terribles que pasan en este país (y en el mundo en general) es hasta deprimente. Por ahora sigamos indignándonos a ver si algún día hacemos algo más concreto, sea porque algo nos toca directamente o por obra y gracia del espíritu santo :). Resumen de nuestra forma de ver las cosas: Aproximadamente cien años después del surgimiento de la ideología fascista, en Colombia le seguimos haciendo apología a estos ideales de opresión y totalitarismo. El uso de la violencia verbal y el terrorismo de estado por parte del partido de gobierno han convertido al territorio que reconocemos como Colombia en un nido de ultraderechistas, violentos y rencorosos que ya no le temen a ser descubiertos. tienen el aval de quien ejerce el poder, al mejor estilo EE. UU. Bajo esta idea es normal que todos los días hablemos de crímenes de estado, de asesinatos de líderes sociales, de poblaciones enteras que pasan hambre, que no tienen cobertura de salud y en el peor de los casos, que están completamente dominadas por parte de grupos armados. Todavía estamos jodidos con las iglesias y sus prácticas conservadoras llenas de homofobia, machismo y cualquier cantidad de pendejadas que quieren meternos en la cabeza para que actuemos bajo una moral que le conviene al orden establecido y por ende al gobierno. Además, es bueno tener en cuenta que no solo las iglesias y las generaciones pasadas tienen la culpa, hay que decir que las nuevas generaciones también se creen el cuento y ahora está normalizado que hasta en el contexto hardcore punk tengamos seguidores de cristo y sus “enseñanzas”. Increíble, pero cierto. Esto viene de la mano de otra situación de la cual venimos hablando recientemente, los comportamientos patriarcales y machistas que hace poco empezaron a ser puestos en duda y rechazados por los grupos de oprimidas. Innegablemente hemos crecido en una sociedad que oprime a las mujeres de diversas maneras, afortunadamente gracias al rechazo generalizado de esas dinámicas y al apoyo de Nathaly -sexta integrante de esta banda- hemos analizado y debatido muchas posiciones que nos permiten plantear un mejor panorama, pero igual, nos falta bastante. Estamos en constante debate, no es nada fácil hacer el ejercicio diario de cuestionar nuestras prácticas machistas, pero definitivamente es algo muy necesario. No podemos pretender cambiar el mundo, ir a marchas, ser aliados, si en nuestra vida cotidiana caemos en este tipo de dinámicas. Y bueno, acá podemos seguir enumerando un montón de cosas que están mal pero que están totalmente normalizadas en este país. Afortunadamente ya conocemos el origen de todo esto, ya cuestionamos muchas cosas que nos llevaron a repudiar toda la parafernalia que nos


vendieron, que les vendieron a nuestros padres, ahora que distinguimos la semilla del odio no queda más que sacarla de las entrañas de nuestra memoria, es imposible ahora no mirar hacia atrás y sentir vergüenza de todas esas cosas que creímos y dijimos alguna vez, es imposible no sentir pena de lo que ignoramos en nuestro pasado, al menos podemos decir que ahora no somos ciegos y que no nos quedamos callados, este fanzine ha sido testigo de ello (los invitamos a leer nuestros aportes en las versiones anteriores). Como dice la convocatoria de este fanzine, “Los fanzines son una herramienta de comunicación y de expresión, pero también de denuncia y de desahogo”, así que aprovechemos para decir que estamos mamados de que en el contexto hardcore punk se sigan presentando dinámicas como las que enunciamos anteriormente. Es increíble que en este contexto encontremos personas, bandas o colectivos que apoyan al gobierno y a sus fuerzas de opresión (policía, ejercito, entre otros), increíble que no seamos lo suficientemente críticos para no creer toda la basura que promueven los partidos de derecha, los pastores de las iglesias y cualquier pendejo que crea que aun vivimos en el medioevo. Esto es hardcore punk, acá no cabe el uribismo, la moral cristiana y mucho menos el machismo, a la mierda esos pirobos.

Un ritmo diferente. POR VESTRA

´COPIAS FÍSICAS DE “ARLÉS”, “RUINAS” E “INTERIOR/EXTERIOR” AUN DISPONIBLES.

Han pasado más de 20 años desde que la banda sueca Refused publicó quizá su álbum más celebre titulado The Shape of Punk To Come¹ (1998), el cual contenía una canción que marcó para siempre la historia del Hardcore Punk. Esta canción llamada New Noise no solamente introdujo nuevos sonidos y sensaciones respecto a lo que se estaba haciendo a finales de la década de los 90´s, sino que a su vez aportó en sus líricas una crítica reflexiva que cuestionaba la cotidianidad y monotonía que se vivía tanto en las propuesta musicales de esos tiempos, como las prácticas de consumo que se acentuaban con gran fuerza en dicha época. Sin embargo, a pesar de que han pasado más de dos décadas desde que quedaron plasmados sus pensamientos y reclamos en sus letras, hay un fragmento (The new beat) que no solamente se repite con desesperación al final de esta canción en particular, sino que también ha quedado retumbando en nuestras cabezas al dejar la duda de si realmente hemos podido encontrar un nuevo sonido no sólo en lo meramente musical, sino en nuestra vida diaria. Ahora bien, resulta curioso que una canción que surgió a miles de kilómetros de un país como Colombia cobre esta relevancia. Pero es que quizá lo más preciado de la música recae justamente en la apropiación y apreciación que cada individuo hace de estas expresiones artísticas. Es así como cuestionarse si realmente estamos “cantando y disfrutando las canciones correctas” se transforma casi que metafóricamente en una pregunta tal vez sin respuesta, donde queremos saber desesperadamente si estamos viviendo nuestras vidas como las

¹ Tercer disco publicado por la banda sueca Refused el 27 de octubre de 1998. Puede ser escuchado en: spotify:album:2Us9qPHLvLoTl6HkYAPcz2.


deberíamos vivir. Hemos crecido, cumplido y fallado con un sinfín de supuestos objetivos, los cuales nos prometieron harían de nuestro futuro algo mejor. Sin embargo, aunque hemos ido aprendiendo y desaprendiendo las formulas del éxito ¿realmente hemos encontrado nuestro camino? Generación tras generación hemos confiado nuestras expectativas y proyecciones a un cúmulo de instituciones educativas, religiosas, políticas, económicas, entre otras; pero ¿no será esta fe ciega la causa de nuestro letargo y estancamiento? Estamos hambrientos de un nuevo sol², pero siempre recorremos el mismo camino para encontrarlo. Aunque parezca que somos simples partes de un gran engranaje ¿eso nos condena eternamente a no poder alterar la ecuación? Tal vez sin darnos cuenta estamos renunciando constantemente a la oportunidad de encontrar algo distinto y es entonces cuando se hace imprescindible intentar trazar nuevas líneas y senderos que nos lleven a nuevos puntos. En una realidad como la colombiana han sido siempre sectores políticos, económicos, comunicativos y religiosos desde un pedestal de poder los que han determinado el destino de millones, son los de siempre quienes nos han negado el acceso a una educación que nos permita cuestionar y mejorar nuestro entorno. También han sido ellos quienes han estructurado un sistema de salud que nos deja agonizar en una sala de espera donde el aire se hace denso y nos asfixia si no tenemos el dinero suficiente para pagar la medicina y sus tratamientos. Asimismo, son ellos los que han hecho que nuestro trabajo repetidamente se convierta tan sólo en una forma de sobrevivir el día a día. Aunque lamentablemente hayamos hecho parte de nuestras vidas cargar esta soga alrededor de nuestro cuello, no debería ser normal estar atrapados por los intereses de aquellos que desean mantenerse situados en una posición de absoluto egoísmo. Somos y descendemos de aquellos que no solamente han contado los segundos para regresar a sus hogares para encontrar algo de descanso después de largas jornadas, sino que también hacemos parte de una gran mayoría que ha cargado el peso de ruegos y plegarias que parecen nunca serán escuchadas y contestadas. Hemos estado buscando el momento preciso en donde nuestras vidas cobren sentido, pero sentados mientras esperamos volver a casa se nos escapan nuestros días. Nos hemos acostumbrado a una violencia silenciosa en nuestro interior que nos consume lentamente y nos ha hecho dejar de sentir y comprender a los demás. ¿Será que la posibilidad de encontrar un nuevo ritmo que nos permita construir un mundo diferente se encuentra justamente en lo que hemos olvidado y dejado atrás? Referencias: Lyons, P. (26 de 08 de 2018). STEREOGUM. Recuperado el 31 de 08 de 2019, de STEREOGUM https://www.stereogum.com/2020358/refused-shape-of-punk-to-come-turns-20/franchises/so unding-board/

² Nombre del disco de la banda española Ictus publicado en 2005, puede ser escuchado en: spotify:album:0slcwBzXarN5JvioIOpH1X .


Desde el ocaso de la consciencia. POR RESPLANDOR

“DESDE EL OCASO DE LA CONSCIENCIA” PRONTO DISPONIBLE POR TOWERS OF ACRE.

Es extraño pensar en inviernos, otoños, veranos o primaveras cuando vives en una selva pavimentada. En una ciudad de lluvias inesperadas, de frío y sol siempre perennes, coexistiendo como los diversos individuos de la sociedad que la habita. Enmarcamos ese, nuestro pequeño gran mundo, en donde el destino nos puso a existir. Cada época sin duda tiene sus características que la hacen ser única y tremendamente especial para los individuos que la protagonizan, cada momento histórico tiene sus características; grandes depresiones, grandes guerras, grandes transformaciones socio culturales, pero como diría Tyler, la nuestra no tiene más que una gran guerra en nuestros espíritus. Hemos sido alimentados de maneras tan diversas y tan extrañas a nivel intelectual y emocional, que es difícil para nosotros distinguir la guerra de los tiempos favorables, de hecho, constantemente nos preguntamos: ¿algún día vivimos los tiempos favorables? Las historias que acompañan nuestras vidas podrían ser tan diversas como la vida misma, ser militar en los 80’s en Perú, ser un empresario en los 70’s en Estados Unidos, ser un vendedor de libros en la Ciudad de México a principios de siglo XXI, o un hardcorero con inclinación política de izquierda en la Bogotá del 2000. Miles de historias para contarse, miles de historias secretas, algunas de ellas se conocerán y otras no, pero con un ingrato común denominador en todas; siempre resultamos orillados a la aceptación de violencias de todo tipo, tan aplicadas a nuestras vidas y a nuestros entornos que nos cuesta mucho incluso reconocerlas o distinguirlas de los componentes de una vida digna. Nuestra época no es la excepción: bombas, conflictos armados, política supurando en el aíre, narcotráfico, chistes sabatinos, noticias caracterizadas por un cínico tono de burla que no se dice pero que se refleja en el rostro de una presentadora que ni siquiera cambia el tono de voz al hablar de una masacre en territorios indígenas o un logro de la selección de fútbol. Lo preocupante de esta introducción es que aún con esa descripción salvaje, no es clara la época de la cual se habla y ahí comienza el punto relevante de este escrito, pues no es posible ubicarse en un punto particular de la historia, incluso es complejo saber de qué lugar se habla, pues al menos en Latinoamérica, todo suena similar con detalles aún no descritos. Quizás la diferencia la harían los acentos y los nombres de los lugares, esos estúpidos nombres de calles con nombres de tiranos y sádicos genocidas perpetrados por su poder y su influencia en eso que aceptamos como historia. Debería ser absolutamente preocupante encontrar tantos puntos comunes en tan triste descripción del mundo. La entrada a la edad adulta representa muchas cosas, sobre todo procesos de territorialidad y de asimilación, asimilar el mundo que nos tocó vivir, pero observado por nuestro propio lente, cómo entender nuestra condición en el mundo y validarnos en él como individuos, el mundo empieza a tener el sello de nuestros ímpetus, el mundo observado por los lentes de nuestra visión particular.


Esos lentes son generados por la información a la cual somos expuestxs. Nosotrxs entramos a esa edad con un vaivén informativo tan cargado de crueldades aceptadas que no reconocemos entre la ferrosa sangre corriendo en el rostro ajeno o a una marca conmemorativa de una celebración deportiva. Parece que el alma nos traicionó en términos de empatía y dolor ajeno. Un ejemplo de cuan particular es nuestra vida es el de escuchar música no tropical en un país del trópico, el cual es cuna de la cumbia y es famoso por la versatilidad de sus bailarines. Este fenómeno refleja principalmente algo maravilloso y es la inquietud, no estar del todo agradado con lo más popular, es, en el mayor de los casos, un síntoma de un mundo interno maravilloso, ingenuo pero significativamente amplio y fantástico, un mundo de perspectivas sociopolíticas alimentadas incluso por géneros musicales o manifestaciones artísticas de muchos tipos, un fenómeno propio de las más primarias manifestaciones musicales del planeta pero no muy definido por el injusto registro histórico de los poderosos diseñadores y analistas de la historia. Minorías entre minorías, tejidos de poco ancho juntándose para generar una cobija que cubra del frío a nuestras generaciones abandonadas al cuidado de duck hunt o punch out y su manera de acercarnos perversamente hacia la violencia a otras especies y a la nuestra. Entre sombras se develan las pruebas de un necesario aire revolucionario en cada ancestro musical de nuestra tierra, en las voces de los viejos, encriptado en letras y ritmos se puede encontrar, más allá de los vigentes íconos de la música moderna, financiados por manos meticulosas y mezquinas, siempre con malicia en sus planes. Aún en las voces viejas se puede encontrar ese grito de libertad y de rabia. Alegra empezar a entender el secreto del lugar el cual se está hablando a partir de la música y su magia. Entre pernicia y botellas llenas de capitalismo en toda Latinoamérica se escucha esta frase como ejemplo: "Quiero contarles un poquito de la historia negra, de la historia nuestra, caballero...” En la profundidad, en el punto muerto de los espejos retrovisores de la industria musical se encuentra y siempre ha estado ahí, un palpitante corazón rebelde, rasguñando el paladar de los dueños del media y los premios deseados, de los likes y los views, un eterno rasguño respaldado a veces por movimientos dentro de los mismos géneros musicales, movimientos absolutamente necesarios y determinantes a la hora de ubicar la real relevancia del género evaluado. No nos queda más que seguir incendiando de a pocos sus imperios. Sólo fósforos y gasolina nos quedan como respuesta a tantas bombas nucleares en la consciencia humana. Nuestra realidad ha sido dura, observada por nuestros más inmediatos vecinos geográficos y también por los curiosos observadores del mundo entero. Hemos sido por décadas “inspiración” de estudios antropológicos y sociales europeos. Resulta tremendamente curioso encontrar “el país más feliz del mundo” en donde la sangre escribió la historia y esa misma sangre sigue compilando historias día tras día. Carros bomba, asesinatos de líderes sociales, exterminios políticos sin precedentes en el mundo, movimientos insurgentes con el más antiguo registro mundial, fenómenos de extractivismo enmarcados por paramilitarismo y narco política, corrupción en todos los niveles de poder y siempre el acompañante eterno es un silencio el cual a veces se enmascara y lanza pequeños gritos de quienes nos negamos a ver que todo ese ruido se ha convertido en paisaje. Somos eso, paisaje para el otro y desde el otro, somos silencio enmascarado, normalizando


una sociedad de violencia que ni siquiera nos atrevemos a imaginar sin violencia, porque está dentro de nosotros como cada microorganismo que nos hace ser lo que somos. La pregunta es: ¿seremos capaces de dejar de ser lo que somos? En palabras de Galeano ¿seremos capaces de ser lo que hacemos para cambiar lo que somos? ¿Seremos la generación que se sacude y rompe la normalidad? ¿Seremos acaso capaces de inspirar a la generación siguiente? El anhelo y la utopía será lo que nos mantenga en movimiento y lleve, ya no con sangre sino con artes, con acciones, a escribir una nueva historia o a inspirar a escribirla, en tanto, en mucho o en poco, o tal vez el final llegue mucho antes y no haya que escribir, pero mientras exista la chispa que lo encienda todo seguiremos muriendo y volviendo a nacer en el otro, alimentando un fuego que anuncie el final de las generaciones perdidas, un nuevo amanecer con nuevas expectativas donde la muerte y el sufrimiento ya no sean paisajes de desidia sino situaciones que conecten con nuestra empatía. Un truco de magia difícil de creer, engañar a la muerte para renacer... yo mismo escribiré mi epitafio, desenterrarme y así volver... Volver!

(Sin título).

POR 7CONTRA7

La historia de los conflictos bélicos en Colombia nos ha mostrado que su desarrollo de combate siempre ha sido entre dos bandos contrarios, dejando relegado a un tercero; esto ha generado una figura que no tiene identidad dentro de un territorio de guerra, obligándolo a hacer un espectador y a su vez una víctima silenciosa. Los análisis duales explican una guerra bipartidista, eliminando por completo a su adversario, dejando olvidado a los integrantes que se encuentran fuera de su territorio, anulando la igualdad de la propiedad colectiva dentro de un foco social que no cree en el afecto, como un factor de cambio y de conciliación dentro de los procesos lúdicos, es decir, el poder por el territorio nos ha llevado a seguir creyendo que la dicotomía es un concepto que se basa en A con B, invalidando por completo a los terceros que también han venido siendo parte de la guerra. Desde el punto de vista anterior, es importante construir un enfoque en donde las ideas subjetivas de la violencia van tomando una explicación objetiva, evitando caer al individualismo para volver a retomar una metodología constructivista en los procesos estructurales que funcionaran como etapas de aprendizaje grupal, determinando actores en busca de un equilibrio tríadico entre el hombre, la sociedad y la cultura. Se debe trabajar en una pedagogía que trasforme la manera de mirar, pensar y relacionar; como se han venido generando algunos espacios académicos y culturas en los cuales muchos de nosotros hemos participado, encontrando en ellos un combate dual que no nos permitía observar a un tercero como otro integrante. De acuerdo con el testimonio de uno de los soldados profesionales discapacitados participantes del documental Jóvenes excombatientes, incluido el texto de CLACSO “Las escuelas como territorio de paz:


“Lo que en realidad necesitamos en este país para construir la paz es oportunidades y espacios para compartir entre la gente (…) la gente independiente de lo que haya hecho en el pasado, todos tienen un potencial de trabajo muy grande y yo aquí lo comprobé, que no importa los errores del pasado si uno en el futuro tiene oportunidades puede salir adelante (2012 p.64)”.

(Sin título).

POR CEGUERA

Que tan violentos podemos llegar a ser? Que tan violentos creemos que somos? Ciegos ante la violencia? .. creemos que no, ser violento es innato al ser humano, somos animales que buscamos lo nuestro ejerciendo violencia de cualquier tipo para alcanzar eso que creemos que nos pertenece y ahí es donde nace la violencia, es tan violenta la madre que muere y mata para proteger a su hijo como el que mata para quedarse con un Territorio , pero el ojo que juzga la legitimidad de violencia es el que hace víctimas y victimarios, el que dice moralmente quien es un monstruo y quien es mártir, es nuestro ojo el que cree que todo lo sabe y que es juez del bien pensar, nosotros los que abogamos por las luchas que no nos pertenecen desde la comodidad de una cama, los que patrocinamos la esclavitud del inmigrante, los que amos cuanta que es un problema nuestro que sufren ellas, nosotros que decimos Uribe paraco pero nos fascina la rumbita con las drogas que fabrica y con las que ejerce el poder y manda con su ejército violador y asesino de los pueblos. La violencia protege y guarda, la violencia es necesaria contra la violencia, porque el violento no puede pasar,y nosotros no podemos patrocinarlos. No podemos tirar la piedra y esconder la mano, por que las palabras son tan violentas como los golpes y si la boca es tan grande para ofender y maltratar debe ser lo suficientemente grande para recibir las consecuencias y los golpes de vuelta.

NI DIO$ES, NI MAESTROS. Por : @cdzarate


Cada uno/a reproduce la lógica violenta del capital en este orden de normalización.

POR NICOLÁS MARTÍNEZ

“They are criminals who defy freedom. Endless heads of a bureaucratic hydra, and so the smiling wounds we draw across each neck. While they lounge in the decadence of their capitols and dream up new rules of social conduct, we shall sink a knife in every Cesar, we shall aim our rifles and fire at every president, every senator, every statesman. Wake up. There won't be any change. In the sewer of capitalism, only the scum will rise”. Thou – Don't vote. A finales de los años 60 e inicios de los 70, empezaron a circular nuevos discursos respecto a la naturaleza humana en las universidades estadounidenses, principalmente en las facultades de Economía. Muchos de los académicos allí formados pasarían luego a ser parte de gabinetes gubernamentales o de entidades financieras de alcance internacional. Creían que el ser humano era esencialmente competitivo, ambicioso, alguien que busca su realización en la propiedad y el consumo. Hablaban de la libertad desde un cristal hedonista y derrochador, resignificaron los valores humanos tras una alambrada mercantil. Esa fue la arremetida ideológica del neoliberalismo para legitimar no sólo una serie de medidas económicas alrededor de la desregulación y la privatización –que se experimentaron primero en el sur para observar su efectividad– sino principalmente para recuperar el poder de las clases altas en un mundo donde brotaban los procesos revolucionarios y las socialdemocracias. Dictaduras como la de Chile, que dejó miles de víctimas y desaparecida/os o la reciente invasión a Irak, se realizaron con esa noción tergiversada de la libertad como bandera. Desde entonces se ha pretendido imponer ese modelo económico y social en América Latina mediante la intervención de fuerzas estatales y paraestatales y también consolidando proyectos políticos propios. En Colombia, es preciso entender que en los años noventa, una de las décadas más cruentas del conflicto armado, las estructuras paramilitares cobraron más fuerza, coincidiendo con el proceso de neoliberalización iniciado por Carlos Gaviria. Su organización, nutrida por la podredumbre militar, se dio alrededor de la defensa de los intereses de hacendados, narcotraficantes, políticos y el capital extranjero. Las violaciones a Derechos Humanos de su parte, durante este período, ascendieron de un 18% a un 60%, mientras que los abusos directos del ejército disminuyeron de 55% a 10% ¹, trasladando los actos de represión, persecución e inteligencia, a los grupos armados, quienes no contaban con limitaciones legales para cometer atrocidades. Así, en los territorios lejanos a los centros urbanos, la estatalidad se hizo presente a través de masacres y desplazamientos con el propósito de liquidar toda enunciación disidente. Su objetivo fue el de reprender para constituir unos comportamientos funcionales, para que se interiorizara la norma de “El Futuro”, como Gaviria en su momento le llamó al proyecto de país. Ya para la naciente década del dosmil, aumentó la intención que tenía el paramilitarismo en construir un plan contrainsurgente con amplio apoyo de base, intención que se vino vinculando a la propuesta de Álvaro Uribe como candidato a la presidencia. Durante las votaciones, en varios territorios donde ganó la coalición Primero Colombia existió la presión armada, en otros fueron las bases sociales cooptadas por el discurso antiterrorista, e incluso en lugares como Barrancabermeja, las casas de paramilitares funcionaron como sede de campaña. Antes y durante el mandato de Uribe, los medios masivos de comunicación también jugaron un papel crucial en la producción de subjetividades que se acoplaran al plan de país que buscó eliminar al enemigo interno, ese ‘‘terrorista” al que se le desdibujo un espacio (en el monte con


un fusil) para situarlo en los sindicatos, en la universidad pública, en los partidos de izquierda. Constituyendo así no sólo una cultura conservadora, sino una que estigmatiza y llega a normalizar el asesinato. Estas prácticas tristemente continúan, la persecución al pensamiento crítico no cesa, el número de líderes asesinados/as junto a excombatientes luego de la firma del Acuerdo de Paz a la fecha, supera los 800. Y la gente, por lo menos la mayoría, sumida en pasividad y desinformación. Este parece ser un país donde se asimiló la cultura paramilitar, donde las prácticas más inhumanas fluyen con pocas restricciones, como un tipo de holocausto paulatino. La violencia, entonces, sigue siendo una de las formas de disciplinar, de destruir el tejido social para imponer relaciones y hábitos hegemónicos. El exterminio como la amenaza, es la herramienta de ciertos sectores de la clase política para quitar del camino lo que no encaje en sus planes. Y más allá de ser recursos para aniquilar toda oposición, estos siempre le han apuntado a producir un modelo humano ideal, a lograr una instauración de la norma ya sea por afinidades o por miedos. La norma del respeto a la propiedad privada y al terrateniente, de la masculinidad pendenciera, de la indiferencia, del emprendimiento, de la autoexplotación. Se ha normalizado la lógica del capital, porque sus violencias innatas se ejercen constantemente. Ahora, es bueno preguntarse hasta qué punto, este orden violento nos ha permeado a nosotras/os, miembro/as de un circuito que se proclama autónomo, como habitantes de una capital, sujetos/as a unas clases sociales con privilegios o carencias según corresponda, enunciados/as sexualmente desde el binarismo patriarcal y la heterosexualidad, desde una identidad racial mayoritariamente blanca. Viene la eterna cuestión de si la escena hardcore/punk es ajena a la segregación innata al capitalismo, de qué tanto se reproduce en el espacio su racionalidad. Y la respuesta sigue siendo negativa, esta escena aún no huye en su totalidad del los discursos hegemónicos. Mucho/as ven en cada toque una oportunidad para pronunciar la rabia que genera la injusticia social, pero también están quienes ven una oportunidad para opinar sobre el cuerpo de las demás, para desconocer los alcances de la solidaridad y ser hipócritas, para criticar cómo hablan y visten los demás, porque aquí se puede combatir la homofobia y seguir siendo un clasista solapado, o decirse radical y en la práctica ser otro/a liberal manso/a. Pretender que existe una contracultura es desconocer las dinámicas excluyentes y sistémicas que atraviesan a la escena, es no aceptar los ejercicios de violencia constantes que se dan en cada encuentro. Nos revelamos siempre de cara a nosotros/as mismos/as y nuestra ira no resuena más allá de los pequeños espacios en que nos hallamos cada cierto tiempo. Hemos normalizado unas formas de manifestarnos desde el individualismo, aisladas/os de lo popular. Opinar sobre cada tema que se ha propuesto en esta serie de fanzines es algo valioso en este momento político, para cambiar esta clase de mundo es necesario repensarlo, pero esto nunca fue ni será suficiente. Hay que seguir apostándole a transformar nuestra forma de relacionarnos, a ser radicales y llevar la indignación a la calle, junto al movimiento social. Si realmente se anhela un espacio alternativo es necesario destruir un estado de cosas al que muchos se aferran. Gritar para que arda lo normalizado es fácil, lo arduo es llevarlo a la vida cotidiana y practicarlo, porque allí es donde se cae en cuenta de que, a pesar de las buenas intenciones, hemos interiorizado tanto este orden que lo reproducimos. Siempre hay un tirano dentro de cada uno al que vale la pena matar. * ¹ Cifras: Raul Zelik, 2015. Paramilitarismo, violencia y transformación social, política y económica en Colombia. PG. 121.


Sin título.

POR KAREN MEJÍA

Una sociedad puede codificar la pobreza, la penuria, el hambre. Lo que no puede codificar es aquella cosa de la cual se pregunta al momento en que aparece: «¿Qué son esos tipos ahí?» [los proletarios]. En un primer momento, se agita entonces el aparato represivo, se intenta aniquilarlos. En un segundo momento, se intenta encontrar nuevos axiomas que permitan, bien o mal, recodificarlos. (Deleuze- Entre el capitalismo y la esquizofrenia) En el texto que acompaña la convocatoria a este fanzine se formula una serie de preguntas que interpelan al lector y futuro escritor. Estas preguntas son mi punto de partida en las líneas que dan lugar al presente escrito por dos razones principales: primero, hacen parte del tema central de este fanzine, esto es, lo normal(izado) -que yo llamaría lo “normalizante” o “naturalizacióny, segundo, integran las preguntas vitales propias y, consecuentes, investigaciones académicas y no académicas, especialmente tratándose del contexto nacional y su nefasta (pre-)historia. En la convocatoria, luego de explicar un estado de cosas, que no solo ocurre en Colombia, sino también en los denominados “países del primer mundo” - más políticamente correcto “países del Norte Global-, se postulan 6 preguntas, de estas quisiera resaltar dos: ¿por qué aceptamos la barbarie como algo normal? Y ¿por qué nos permitimos vivir auto explotándonos en trabajos de mierda en nombre de una felicidad que nunca llega por más dinero que acumulemos? Mi respuesta a estas dos preguntas, formulada igualmente en forma de pregunta, es ¿puede efectivamente ocurrir de otra manera? A primera vista, la respuesta que doy parece ser pesimista, pero, tal como me gustaría intentar explicar en las siguientes líneas, creo que da en el meollo del asunto. En una de las frases más conocidas de Rosa Luxemburgo, “socialismo o barbarie”, encontramos dos elementos que muestran dos opciones opuestas, esto es, socialismo como opuesto a la barbarie y barbarie como elemento distintivo de otro que está implícito, pero no es difícil de descubrir: capitalismo. En ese sentido, capitalismo y barbarie son categorías históricas intercambiables, al menos para aquellas sociedades en donde es posible darles un código o sentido, e interdependientes, en donde la una no puede encontrarse sin la otra. Así, cuándo nos preguntamos por la “aceptación de la barbarie” o la “explotación asalariada”, nos estamos preguntando por la aceptación misma del capitalismo, su producción, su constante e ininterrumpida reproducción, sus relaciones y su íntima relación con la violencia, la expropiación y la explotación del hombre por el hombre. En el capítulo veinticuatro del Capital, Marx expone históricamente la estrecha conexión entre violencia, conquista, despojo y expropiación que tuvo lugar en la denominada “acumulación originaria”, una narrativa o, en palabras de Marx, “una anécdota del pasado” (Marx, p. 891) inventada por los economistas para limpiar de todo pecado la transición y consolidación capitalista. En esta anécdota, un grupo de hombres diligentes empezaron a acumular los frutos de su labor, mientras otros, perezosos y holgazanes, no tuvieron más alternativa que vender su fuerza de trabajo. En abierto contraste con lo anterior, Marx señala que “en la historia real el gran papel lo desempeñan, como es sabido, la conquista, el sojuzgamiento, el homicidio motivado por el robo: en una palabra, la violencia” (Marx, 892); una violencia que se ejerce para reforzar la acumulación necesaria, constante e incesante de capital, por un lado, y la desposesión cada vez más aguda de los que deben vender su fuerza de trabajo para (sobre)vivir.


Quisiera citar nuevamente a Marx para mostrar la potencia de lo descrito por este: “en la historia del proceso de escisión [transición del feudalismo al capitalismo] hacen época, desde el punto de vista histórico, los momentos en que se separa súbita y violentamente a grandes masas humanas de sus medios de subsistencia y de producción y se las arroja, en calidad de proletarios totalmente libres, al mercado del trabajo” (Marx, 895). Aquí, los obreros o proletarios devienen libres, libres de los deberes al señor feudal, pero libres de su protección, libres de toda propiedad, excepto su trabajo… individuos libres de concurrir en el mercado únicamente como trabajadores. Contemporáneamente, creo que un término que denota lo descrito anteriormente es de la llamada “destrucción creativa”, el cual aparece en la narrativa del economista como una oportunidad en donde los denominados “innovadores” son los que rigen los ciclos de crecimiento sostenido, de expansión crediticia, de inmensa inversión de capital y de la quintaesencia de la acumulación, pero también, y para nada contradictoriamente, de crisis, de recesión, de despojo flagrante y desaceleración de la acumulación. En la narración de la mal llamada “destrucción creativa” existe un grupo de emprendedores que buscan innovar para rescatar la economía en sus momentos difíciles, destruyendo, en un proceso inevitable y probablemente pacífico, los elementos menos competitivos e innovadores mientras crea mercados, tecnologías, trabajo y valor que estimulen ciclos de inversión y acumulación de capital. De lo anterior, es posible inferir sin ningún lugar a dudas que la economía neoliberal está completamente montada en esas narrativas idílicas, las cuales, en la realidad del 99% de la población están lejos de ser pacíficas y mucho menos idílicas, más bien están marcadas por el espolio, el despojo y la expropiación de lo que se insiste en llamar derechos. En la época del neoliberalismo, y por tanto, en lo que en mi parecer es la verdadera cara del capitalismo sin matices ni atenuantes, y su exacerbación del individuo como todopoderoso y autosuficiente no es de sorprender que una iglesia tenga más valor social que las vidas de seres humanos, que los multimillonarios quieran salvar su conciencia, salvando un edificio, que la llamada “innovación” sea sinónimo de esfuerzo y satisfacción social y la destrucción creativa sean los motores sociales de nuestra economía. Cuando se pregunta ¿por qué aceptamos la barbarie como algo normal? Y ¿por qué nos permitimos vivir auto explotándonos en trabajos de mierda en nombre de una felicidad que nunca llega por más dinero que acumulemos? La respuesta es que lo aceptamos y lo permitimos porque la violencia y los trabajos de mierda es lo normal, al menos por el 99% de los humanos. Preguntémonos ahora por ¿cómo hacer para que arda lo “naturalizante” y lo “normalizante”?

¡Qué ardan los cánones!: la normalización de la cocina “nacional” .

POR EL JOVEN PANCLASTA

Los múltiples conflictos y barbaridades que han coexistido con varias generaciones en Colombia, han hecho que cualquier acontecimiento, práctica o logro, busque articular las identidades de quienes nacimos en este territorio. Desde el campo gastronómico, esta dicotomía ha hecho que las nuevas generaciones de cocineros y aficionados, ansiosas por apropiarse de su propia cultura, se encuentren en una constante búsqueda por la re-construcción de la historia de la cocina del país. La paradoja que subyace de tal fenómeno, está presente en dos puntos: por un lado, la línea discursiva bajo la cual se ha configurado la


noción de “cocina colombiana”, y por otro, la hipocresía entre lo que se dice y lo que se hace en quienes lo pregonan. Desde lo discursivo, se encuentra que toda la línea que gira alrededor de la cocina “colombiana” emerge a finales del siglo XX, cobijada en la ansiosa necesidad de auto-descubrirse como nación y visibilizar toda práctica cultural que haga parte de la misma. La contradicción acá, está en que, al momento de nacionalizar una cocina, al decir qué es y qué no es colombiano, se normalizan los cánones culinarios. Es decir, el crear una categoría llamada cocina “colombiana”, requiere de la invención de unos límites epistémicos, que no serán otra cosa que barreras bajo la cuales se juzgará o eliminará todo aquello que las desborde. Sobre la hipocresía presente en los defensores de la cocina “colombiana”, no es otra cosa que la inconsistencia ideológica de querer cuidar el producto local, atacar la modificación genética de los alimentos, promover el consumo responsable, y demás; pero al mismo tiempo apoyar a partidos políticos cuyas propuestas abiertamente neoliberales, no hacen más que bombardear de forma directa lo que dicen defender. No sobra recordar que son quienes tienen la capacidad enunciativa cobijada bajo un capital simbólico suficiente (chefs reconocidos en el país), los que más promueven y apoyan a políticos ligados a la ultra derecha. Para concluir, estos dos argumentos proponen una reflexión sobre la forma en que se normalizan cuestiones cotidianas como lo “nacional”, e invitan a, más allá de repetir con vehemencia todo aquello discurso que nos hace identificar con algo o que nos represente, a tomar posiciones basadas en lo concreto. Siempre suyo, El joven panclasta

Olvido.

POR CRISTIAN CASTELLANOS

cris.pride@hotmail.com

Nuestra cultura es el olvido, nacimos, crecemos y moriremos viviendo una realidad que no es nuestra, pues decidimos separarnos del pasado, renunciamos a nuestro origen, al verdadero lugar de donde provenimos. Renunciamos a volver a sentir, a realmente luchar y vivir por algo. Pues desechamos todo el trabajo, todo el sufrimiento y dolor de nuestro pasado. Hoy decidimos soñar con algo que nunca ha sido nuestro. Nos educan para olvidar, para no sentir, para desconectarnos de lo poco que aún nos une a nuestra naturaleza, nos atan a otros intereses, nos venden la idea del merecer, sin antes hacernos odiar aquello que otros fueron, nos permitimos vivir con miedo, miedo de ser reemplazados. La dinámica no parara, el sufrimiento y la muerte continuaran. No me puedo perdonar ante mis ganas de huir, no puedo huir a mis ganas de olvidar, no puedo olvidar, simplemente no debo olvidar.


Del dicho al hecho hay mucho trecho: Mientras que nos indignamos, sumamos muertos.

POR MARIANA BÁEZ

El conflicto en Colombia ya no tiene como campo principal las espesas selvas, las amplias llanuras o las frías montañas. A pesar de que en estas zonas se viven todas las repercusiones tangibles e inmediatas de la negligencia estatal, paramilitares, grupos alzados en armas y narcotráfico; no es el lugar dónde la lucha se legitima, dónde se consigue el apoyo del pueblo o el rechazo rotundo de este. Hoy en día, es más que claro que la farsa que tenemos por democracia está asentada en las grandes urbes, donde se resguarda la hegemonía del poder y dónde juzgan como el dios al que le rinden pleitesía. Instaurando esto en “la sociedad” colombiana, aquella que pertenece a ese leve porcentaje de población cómoda y estable, es la que “decide” el rumbo que toma el país. Sin embargo, esa decisión ya la han tomado previamente, ya ha sido premeditada, consolidada y asegurada no por la autonomía y determinación individual; si no por una conquista dentro de la guerra mediática y virtual que vivimos. Este nuevo campo de batalla, dónde las víctimas padecen de frustración, depresión y/o ansiedad efímera no deja ninguna prueba tangible de su existencia. Por ende es más rápido actuar en el, manipularlo, deliberar una guerra sin reglas, sin protocolos ni convenios. La red, que ya muy poca libertad contiene, se mueve por el mejor postor, no importa quién sea con tal de que la propiedad privada, el monopolio y el capital de aquellos canales de difusión no se vea comprometido. Todo esto se esclarece a partir de que los medios deciden cómo, cuándo y dónde mostrar lo que sucede o cómo ocultarlo. Pero esto no es algo nuevo, esto se sabe prácticamente desde la primera vez que se imprimió un periódico, desde que las redes sociales se hicieron masivas, desde que los líderes políticos participan de ellas, desde que vimos pautas en internet en nuestros perfiles ligados a nuestros intereses socio-políticos por algo que dijimos en un chat o en una charla con el celular en el bolsillo, en fin. La conquista del statu quo colombiano es aquella que determina el rumbo de este conflicto, es la que permite que nos indignemos en redes sociales y que nuestra rabia la limite las 24 horas de vida de una historia en Instagram, que nuestra opinión sea legitima bajo la cantidad de me gustas o de replicaciones en cada plataforma. Que nuestros memes se multipliquen hasta llegar a los celulares que suenan en todo el congreso o que salga en los medios convencionales (y privados) de comunicación. Pese a la presión ejercida por los usuarios, el lento despertar de la consciencia colectiva ante la realidad y la contra información divulgada, no es suficiente, ni siquiera el mínimo. ¿Por qué? Porque no se tiene un objetivo claro, porque apoyamos movimientos sociales, luchas y denunciamos todo mal actuar que terminan como mercancía, dándole eco y poder a figuras nuevas que no buscan más que impacto mediático. Es así como el feminismo colombiano al cual se le rinde culto en redes sociales es el de chicas blancas, privilegiadas, que bajo “buenas intenciones” legitiman otras posiciones que reniegan otras perspectivas y/o luchas. También pasa con el veganismo y la defensa del medio ambiente, otorgándole la batuta a “influenciadores” que reducen todo a una dieta o “buenos hábitos” sin


tener en cuenta las lógicas del libre mercado que reafirman por promover consumos absurdos para una población que la mayoría vive con menos de 1 dólar diario. La lucha queer no queda por fuera, que a hoy, se entiende por un hashtag, el uso de prendas coloridas producidas en masa en maquilas o filtros para fotos y videos en cada red; que de esta misma forma parte la instrumentalización la descolonización y la lucha racial. Por otra parte, aquellos que somos reacios a estos fenómenos mediáticos y que creemos discernir ante estas nuevas tendencias, nos quedamos en la comodidad de la academia y los artículos rimbombantes o en nuestras elites artísticas, conscientes y “contraculturales” que se mofan de lo trending y sus adeptos. Pero cuando se pregunta por lo que se hace al respecto, ¿Qué? ¿Es suficiente con los performances que sólo entienden los cultos y académicos? ¿Es la música disonante que escuchamos en Chapinero cada semana el máximo esfuerzo de una escena punk? ¿Es el culmen de la acción directa la critica y mofa de cómo se mercantilizan lo que nos atañe mientras discutimos en los parques de Teusaquillo? Porque a las puertas de un peor conflicto armado, con el exterminio sistematizado de líderes y lideresas sociales, minorías acechadas por grandes empresas y paramilitarismo y la brecha de desigualdad cada vez más amplia, decidimos dejar la lucha en un instante medido por reproducciones o reacciones. De las cuales sólo se les da validez dentro de nuestros semejantes, mientras que si no se les rechaza por una mayoría goda y conservadora, les rechaza la crítica dentro de la misma lucha, aquella crítica que no propone ni construye. Con esto, les invito a que no copien de todo lo que ven en las redes, que por más críticos que quieran ser ante otros y resaltar sobre otros, las acciones son las que generan cambios, las ideas sólo los contemplan. Que la crítica debe ser propia en primer lugar, que vivimos dentro de un sistema tan meticuloso que el ser “anti-sistema” hace parte de el, que la insurrección necesita manos, pies y cabezas, no clics, vistas y seguidores. Que el cambio inicia por la red pero se materializa en nuestras acciones con nuestras familias, barrios y comunidades. Que la duda ante nosotros, ante los que quieren, o las figuras que idealizan debe primar antes que nada. Porque mientras que aquí nuestro letargo tiene límite de tiempo, en aquellos lugares dónde usted quizá nunca irá, es para siempre.

A la política.

POR NATALIA GÓMEZ

Soy humano. Soy un sinfín de emociones alterantes y dependientes de factores triviales. Soy un ser dinámico bajo la filosofía de una constante: ser feliz. Más allá de las preguntas de dónde vengo y a donde voy, resido en una realidad presente que me da dos alternativas; gozarla o detestarla. Eso es la vida. Bajo las reglas modernas evolutivas, se sigue buscando la esencia animal de sobrevivir. El hambre pasa a ser el alimento. El refugio pasa a ser un hogar. La caza se convierte en la búsqueda económica. Y así sucesivamente, adaptamos lo esencial de la vida a un mundo para nosotros. Y nuestra


constante de felicidad pasa a depender como mínimo, en el cumplimiento de los anteriores. Sin embargo, como dije soy un sinfín de emociones. Y a medida que el cerebro se desarrolla, ideales como el poder surgen creando nuevas confrontaciones. Por ende, en el ahora, si un hombre no cumple sus necesidades básicas no es por ser débil, ni por ley natural. Es bajo el mecanismo de poder que lo rige, y este al ser regido por la avaricia y egoísmo de unos pocos, conlleva a la maldición de vida de un cúmulo social. Eso es lo que se llama política…Por lo menos en Colombia y América Latina. Como dije, soy humano, soy un sinfín de emociones. Disfruto de la lealtad, me duele la traición. A escala, confío en la pareja que elegí como compañero y guía. A escala, creo que, aunque en un mundo de vicios esa persona siga el camino que llevaba cuando la conocí. A escala, espero que nos entreguemos mutuamente lo mejor de ambos y que juntos enfrentemos las adversidades por venir. Así es en la política. Confío en aquel que se sienta en el poder como compañero y guía de mi futuro y el de mi país. Creo que, aunque en un mundo de vicios, esa persona siga el camino anti corrupto y honesto que llevaba cuando la conocí. Espero, poder entregarle lo mejor de mí como ciudadano y que me entregue lo mejor de si como mandatario, que nos entreguemos mutuamente lo mejor de ambos y que juntos enfrentemos las adversidades por venir. Pero dígame, si soy un sinfín de emociones…Como no doler cuando mi futuro cae en manos de un avaro. Como no doler cuando la lealtad se convierte en un chiste. Como no doler cuando las promesas escritas quedan silenciadas y se busca la paz por medio de balas cruzadas. Como no doler, si me rodean oídos sordos y miradas ilusorias. Como no doler si yo misma me he traicionado, al escoger a quien me lleva a la ruina. Como no doler si me encuentro en busca de la felicidad y el egoísmo de poder me arrebata lo básico de mi existencia. Como no doler si todo fue un engaño. Y más aún, sabiendo que prontamente caeré en el mismo engaño, solo que, con diferentes palabras, máscaras y voces lograrán hacerme caer. Y como no doler si sé que me encuentro en un ciclo eterno que despoja mi dicha y me obliga a seguir en búsqueda de mi subsistencia. Dígame el cómo, por favor.

Amnesia lacunar. POR PAOLA ROJAS

Le sostuvo en sus brazos y escuchó su llanto, un sonido familiar. Las lágrimas se secaron con el viento y dejaron caminos marcados en sus mejillas, caminos que durante un tiempo le llevaron a lugares que ya lograba reconocer. Dejó de contar los pasos, se sintió ajeno a donde fuera que el dia le llevara. Los lamentos no le sorprendían, se escuchaban en cualquier esquina, eran parte del sonido que les acompaña dia a dia. Aunque los gritos de la noche retumbaron las paredes, nada removía la inercia. La sorpresa era parte del olvido.


Los caminos que recorría llevaban huellas que habían quedado marcadas para siempre, algunas más afanadas y llenas de miedo que otras. Quienes tienen memoria, dicen, pueden nombrar cuantas almas marcharon por la trocha, algunas veces húmeda y llena de barro o nublada de polvo, levantado por el afán de otros y muchas veces, en contra de la voluntad de sus caminantes. Las huellas ya nadie las podía ver, las voces se fueron apagando y la memoria del camino era parte del olvido. Ve la corriente río abajo, las piedras que lleva, la fuerza del agua. Se escuchan a lo lejos sonidos que, algunos dicen son sollozos de las almas que han alimentado las orillas y manchado las aguas durante tantos años. La pureza, en su expresión máxima de la naturaleza, corrompida por el dolor, la indolencia y los intereses humanos que les han arrancando de la tierra, tirandolos a la deriva, limpiando sus pecados. Esos cauces que han calmado la sed de tantos, la sed de la vida y la muerte. Los ríos corren, pero nunca olvidan lo que su corriente ha arrastrado. Contempla los árboles moverse y el viento desnudar sus hojas, fuertes y firmes. sus raíces han visto ver la vida desaparecer y se han alimentado de los cuerpos vacíos y sin nombre. Almas que aún no han encontrado su camino, encadenadas a la historia y el dolor de la tierra. Víctimas del egoísmo y la indiferencia, la muerte sin rostro y sin dolor. La empatía fue parte del olvido Aunque sus ojos le permitían ver y sus oídos escuchar, la indiferencia le era más fuerte. Algunos dicen que es la prenda por pertenecer a una parte de la tierra en que antes de nacer el viento suena como llanto en toda la montaña.

Primitivxs.

POR DAVID FLÓREZ

SOMOS LOS DESTERRADOS Seres humanos en igualdad, capaces de autogobernarnos y asociarnos como queramos. Individuos cooperando, libre y autónomamente, en la búsqueda de un mundo mejor. Sin tolerancia para la autoridad, rechazamos cualquier forma de discriminación. Erradicando todo sistema deshumanizador, nos declaramos enemigos del poder impuesto. ------Primitivx. Contrario a moderno, el opuesto de avanzado. Un antónimo del cual la civilización pretende distanciarse por completo. Primitivxs, mujeres y hombres en contraposición del avance arrollador de la sociedad. Qué curioso que tan majestuoso desarrollo se haya construido sobre los cadáveres de tantas vidas, a costa de la devastación de nuestro hábitat, edificado con la sangre de inocentes y sostenido por el egoísmo y complicidad de millones de seres “civilizados”. El avance ininterrumpido en la misión por occidentalizar hasta el último pueblo del globo terráqueo. Por transmitir sus valores a todas las regiones y heredarlos a las futuras generaciones. Un grito de guerra que se escucha al fondo de nuestras cabezas, un disco rayado que se repite sin parar: estudiar para trabajar, trabajar para producir, producir para consumir, consumir para vivir. El axioma del ser civilizado que ha sido implantado en nuestro ADN. Parece casi imposible erradicar este virus por completo. Cuando cuestionamos las “verdades incuestionables”, el sistema civilizador prende sus alarmas y comienza a defenderse. Ve en quienes caminamos por fuera de sus límites una amenaza latente. Una amenaza que pretende acabar con el orden establecido, llevarlo de vuelta al oscurantismo, de regreso a un mundo


primitivo. ¿Pero no es acaso la modernidad la que se ha beneficiado de los grilletes esclavistas, de la cruz inquisidora, del galeón colonizador, del soldado democratizador y del garrote policial? ¿No son estas manifestaciones simples reflejos de un problema más profundo? El problema que nace al delegarle nuestro poder a unas ficciones mejor conocidas como instituciones, gobiernos, partidos y/o jefes. Amos de nuestras vidas, los que deciden por y sobre nosotros. Aquellos que quieren convertirnos en los engranajes de un Leviatán omnipresente. El demonio sin rostro de un mundo civilizado, uno en donde no hay cabida para los que buscamos regresar al estado originario. A la condición natural de mujeres y hombres en libertad. Una libertad sin autoridades impuestas. Una libertad en autodeterminación. Una libertad primitiva.

La ceguera no es motivo de piedad. POR RICARDO BALAGUERA

TOWERS OF ACRE

Lo primero que quisiera que ardiera, en mi, mientras escribo esto, es la tara tan grande para escribir, tara que nace de la necesidad de sofisticar al máximo el lenguaje con el que hablamos en los zines como si se tratara de probar algún “skill” intelectual. No, precisamente, la idea de hacer un zine es que esté al alcance de todxs como emisores y receptores. Lxs bodrios intelectuales de izquierda me tienen cansadx y lo único que hacen es alejar a las personas de la idea de pensarse el mundo de otra manera y expresarlo libremente, sin esa presión de no llenar las expectativas de lxs colegiadxs de la política. La política es personal y esta entre nosotrxs cada vez que nos relacionamos con nuestro entorno y no nos veo hablando como robots en nuestro día a día. Tras esta introducción me meto al tema central, repetido, gastado y atacado desde muchos flancos, pero, a pesar de ser tan recalcado y gastado, pareciera quedar sin entenderse. Aquí vamos de nuevo; Hace años fuimos protagonistas en diversas amenazas e incluso visitas que miembrxs de sectas cristianas nos hicieron. Era una época donde buscaban disputarse este espacio, llámenlo como quieran llamarlo, y estaban legitimadxs, una vez más, por la influencia que desde Norteamérica buscaba normalizar la presencia de estxs beatxs reaccionarixs en un espacio como el hardcore punk. Hasta ese momento éramos ateíllxs de colegio que, aunque teníamos bastantes y contundentes argumentos, no habíamos palpado en carne propia el ser censurados por estxs personajes. Mi posición personal se radicalizó profundamente tras salvarme por minutos de una zurra que dichos personajes me tenían preparada por decir abiertamente que “ME CAGO EN DIOS” en un concierto. Aún así nunca fue una radicalización aséptica y sin fundamentos, por el contrario, los argumentos seguían intactos, sólo que las fichas del rompecabezas empezaban a cuadrar perfectamente. No hablábamos de irrespetar las creencias, no. Hablamos de exterminio. Sigo sin poder creer en un dIOS que, además de cercenar culturas aborígenes latinoamericanas, hurta constante y repetidamente nuestro destino y dignidad como pueblo con la venia de todxs. Le sumo que es esa misma moral cristiana la que alimenta y fortalece corrientes de pensamiento co-abanderadas del neoliberalismo actual, que nos tiene bien jodidxs.


No hablábamos de las supuestas excepciones entre los que creen, que disque hay “buenos” creyentes ¿cómo los buenos muertos? Hablamos de toda una corriente de pensamiento reaccionario, homófobo, sexista y patriarcal. Una corriente de pensamiento que propone la obligación a aceptar a ojo cerrado modelos de vida cuadriculados, ideales pendejos de familias nucleares e ideas falsas progreso, realización y éxito. ¿Cómo hacemos para explicarles que entre cada individuo pueden variar esas expectativas? Amigxs, su dIOS o su sistema de creencias metafísicas no pueden controlar la experiencia humana, más que con la doble moral, cosa que conocen bastante bien. Me enferma ver “compañerxs¨ imitando el modelo de familia tradicional encantados, las dinámicas de la sociedad tradicional, pero de forma “alternativa”. ¿Alternativa a que? ¿La misma mierda con tatuajes e instagram?. Hablamos y seguiremos hablando de negarnos a hacer parte de una corriente de pensamiento que avala el consumo de animales porque “dIOS nos dio la tierra para….” El mayor pajaso mental que detiene el progreso del ser humano y el pensamiento libre es pensar que somos lxs elegidxs del todo poderoso, ¿Dije pensar? Corrijo, ASUMIR que somxs lxs elegidxs del todo poderoso. Pensar implica habilidades y procesos cognitivos más complejos, pero se les respeta. Basta con sacar la cabeza de sus propios culos para poder darse cuenta que esto no da más, y es precisamente por esa idea imbécil en la que somos lxs herederxs del mundo. En otra instancia; ¿Qué clase de dIOS adoran? ¿El que permite toda esta debacle? ¿El que se venga? En todo caso sería un dIOS de mierda, ¿Omnipresente? ¿Omnipotente? Aquí lo único omnipresente es la muerte. La muerte de lxs mismxs de siempre, de lxs que están más abajo, de lxs líderesas sociales, de lxs no humanxs, de lxs no machos, de lxs no binarixs, de lxs diferentes. ¡Váya dIOS tan detestable! A parte de la evidente “tirria” tan verraca que le tengo a su supuesto dIOS y a sus beatxs, hay un factor más que me hace enfatizar en el tema. Como latinoamericanos, como vivientes en el país del sagrado corazón, es más que obvio el poder de las iglesias, su cinismo y cómo los dueños del país eligen a sus títeres a punta de biblia y moral. Se supondría que los sectores en disidencia, como nosotrxs en teoría, debemos ser críticxs con respecto a las causas y causales de nuestra realidad material y fáctica. ¡Pero no! A estas alturas del partido todavía toca sentarse a explicar esto y la verdad da mucha hartera porque ya resulta obvio. El judeo-cristianismo es el principio y el fin de los problemas sociales, culturales y económicos de Latinoamérica, históricamente hablando, no nos lo inventamos porque somos fans de Sabrina, ni del Bajísimo. ¡Esa platica se perdió! no se entendió, no supimos llegarles a estxs incautxs, nos lxs ganaron y hasta mejor. Porque lxs que estén de este lado, deberían propender por ser seres críticxs, activxs y creadores del progreso del pensamiento humano. Pasamos de estar colonizadxs con biblia y espada, a estar colonizadxs con consumo cultural desbordante y, dentro del hardcore punk tristemente, con poses y problemáticas súper ajenas, que ponen una pared de incomprensión e indiferencia en cuanto se toca un tema que incomoda. Así es como cercadxs, nos convierten en aquellxs radicales odiosxs que lo critican todo. Y bueno que honor poder ser eso en medio del silencio perpetuo. Estxs personajes apadrinadxs por ex amigxs y ex compañerxs pretenden disputar y ganar este espacio, y ¡bien! es un espacio en disputa, las puertas estarán abiertas al debate, y a la constante construcción de ideas. Eso si, ideas argumentadas desde la realidad y las necesidades materiales que el contexto nos imponen como reto. Me veré en la obligación amoral de volver a romper el


status quo enfermizo de los espacios en los que me desarrollo y revolcar un poco estas neo colonizadas aguas, agringadas, cristianizadas y derechizadas, por incomodo que les parezca, “no vine a dármelas de graciosx” ni a hacer amigxs. Afortunadamente no pasamos por el hardcore punk como seres indolentes y aprendimos de la peligrosa moral liberal a detectar liberalillos “libertarios” que se agarran de donde pueden para justificar su pereza mental, su incongruencia cultural y su pasividad política. Pues bien nos aprovecharemos, en nuestro legitimo y pleno derecho de incinerar, desde las ideas, todo al respecto de sus sectas y la contaminación que suponen al pensamiento libre. ¡Que su dIOS arda!

Mirar a través de los párpados Sangrar a través de la piel

POR GERMAN DAVID BULLA

TOWERS OF ACRE

Siempre fue mi intención escribir para este número de ACRE acerca de las conductas nor-malizadas que nos auto diagnosticamos y denunciamos, como sociedad y como individuos, que nos atañen a la violencia crónica del país día tras día. Acerca de la misma violencia, letargia, adies-tramiento, comportamientos xenófobos, machismos, indiferencia, etc. También de cómo pode-mos iniciarnos un proceso de transformación general el cual ya tiene caminos andados. Pero hay algo que me molesta punzantemente aún más; miro el remedio y parece ser peor que la enferme-dad. ¿Por qué pareciera que las cosas están peor?, ¿por qué pareciera que las herramientas y mé-todos, que se han usado a través del tiempo, son inútiles?, ¿por qué nos comportamos así? Y lo más grave; ¿por qué hemos normalizado el fracaso de la constante y eterna lucha de transforma-ción social, cultural y política al punto que nos da igual? Es ciertamente evidente que, en el papel, la humanidad ha tenido avances notorios gracias a las mil batallas que se han librado en contra de ciertas prácticas que podríamos llamar opresoras, además de la evolución de la conciencia humana y social. La abolición de la esclavitud, la inclu-sión social y los derechos de la mujer, las actuales luchas por los derechos de identificación sexual, por poner los ejemplos más claros y elementales, que nos pueden servir de faro. Esto nos haría pasar que el progreso social tiene su destino y que nuestros granos de arena están aportando a un futuro promisorio y que con seguridad podamos vivir en un país en paz y con justicia social. Pero examinando al detalle la historia nos damos cuenta de que sólo han cambiado las formas, pero el fondo sigue siendo el mismo; y que así como en el campo ganado en los ejemplos mencionados anteriormente, las mismas opresiones siguen inmutables a través del tiempo y las figuras que las legitiman con la violencia son las mismas y siguen rampantes en el escenario sociopolítico. No es necesario ponerme en la tarea de explicar lo que es evidente, como el por qué estamos lejos de dejar de ser un país violento, o cómo el estado se convierte en vicario de la iglesia en un adoctrinamiento hipócrita y conveniente para el establecimiento. Tampoco quiero adentrarme en las explicaciones específicas de micro comportamientos puntuales que no son más que efectos se-cundarios de un problema mayor, y que seguro serán explicados y denunciados en este zine, lo que encuentro grato. Mi fijación, con lo que respecta al tema tratado en este zine, es poder saber la gran razón por la cual las cosas no han cambiado a pesar de toda una


existencia de luchas. No pretendo tener una respuesta o una verdad acerca de esto, pues es imposible, pero sí quiero exponer mis pensamientos acerca de las fallas que hemos tenido como entes de transfor-mación que más me molestan. La más alarmante es que absolutamente todas las herramientas que hemos usado son totalmente inútiles, pues todas provienen del establecimiento. Nos hemos con-centrado en proyectar cambios a través del sistema político actual que está totalmente diseñado por el orden establecido. Un sistema democrático ideal para sembrar semillas huecas de esperanza y libertad, pero perfectamente construido para ser corruptible y depender de los acumuladores de capital. Dentro de este sistema de orden están pensadas las oposiciones en todas sus expresiones (colectivizaciones, agremiaciones, movimientos), todas de fácil contención y de vida estéril y corta. Esencialmente es como pedirles permiso a ellos para nosotros hacer. Nos criamos en sus institu-ciones educativas, privadas o públicas, pretendiendo estar preparándonos para saber cómo cam-biar el status quo, pero evidentemente nos enseñan a perpetuarlo; pues no es sensato pensar que los dueños del país nos van a enseñar cómo cambiarlo. Es acá donde todo está normalizado y es-tandarizado. Por otro lado están los sectores de pensamiento político que se abanderan con la lucha social y los cambios programáticos. La izquierda, haciendo gala de la raíz del término que la identifica y uniforma, es tan inútil e inoperante que parece la mejor aliada de la burguesía criolla. Sus principa-les actividades incluyen el sectarismo y elitismo intelectual, discusiones rimbombantes sobre teo-rías que tienen más de un siglo de nulidad, demostraciones casi teatrales de sus diplomas y estu-dios académicos, protagonismo en posiciones de privilegio social en el mundo intelectual, poder político, etc. Este tipo de cosas son tan graves y notorias que a veces parece más fácil odiar su inutilidad que la desidia y la tiranía natural y esperada de la derecha. Y no estoy generalizando o culpando o exonerando a alguien, tampoco digo que haya una mala intención, pero es que más campo de acción no tienen y alzarse en armas no es una opción. Entonces por este modo tampoco es por dónde vamos a alcanzar a vislumbrar cambios realmente tangibles. Entonces, ¿qué más queda por hacer? No sé, pareciera que tenemos un destino fatal ineludi-ble como sociedad violenta constituida en la desigualdad. Eso es lo sospechamos la mayoría de las personas, pero no queremos aceptarlo. Nos omitimos que lo único que puede cambiar es la des-trucción certera de todo lo existente como construcción humana y social, no solo en Colombia sino en el mundo, pues el país no es más que el espejo de la forma en la que se maneja el planeta. Tal vez la extinción de la raza humana sea lo mejor, o, para los más optimistas; quemarlo todo y construir de nuevo. Pero estoy convencido de que nuestras esperanzas e ilusiones de cambio están caminando, en este momento, por la senda que el orden establecido nos dispone. Estamos cami-nando hacia desfiladero mientras silbamos la marcha sobre el rio Kwai.


La normalización del harcore/punk y el por qué NO arde. POR WINSTONA SMITH

2019, y Bogotá se encuentra con múltiples parches que forman la escena hardcore punk, resto de movimiento, conciertos casi todos los fines de semana, inclusive a veces varios toques el mismo fin de semana, resto de bandas, especialmente de punk, resto de sitios para toques, ¿será que realmente podemos hablar que ahora se ha consolidado un movimiento hardcore/punk en Bogotá? Se siente más bien la necesidad de decir cómo se ha aglutinado un resto de personas alrededor del momentum que está pasando con el hardcore/punk a nivel mundial, ese revival del punk viejo, rápido, crudo y agresivo, mucha energía en los toques, mucha euforia, pareciera que se siente ese ambiente donde todo el mundo cabe, donde la solidaridad es primordial, donde la gente se siente segura de expresarse, donde todo el mundo la pasa bien, donde la gente puede sentirse con poder de libertad. Sin embargo, observando los espacios donde sucede todo esto, se siente un vacío inconmensurable, no se si la gente lo siente o este espacio simplemente queda relleno de esa energía y euforia del ruido de sábado en la noche y queda agotada al finalizar la jornada, pareciera que el hardcore/punk está de vuelta, llego de vuelta todo: las pintas, los posters, las camisetas, las casas de proyectos DIY, la serigrafía, los proyectos artísticos, los tatuajes, las bandas, los sellos, el ruido, la rabia, vino el paquete completo, pero al parecer solo vino el empaque, se quedó el contenido quién sabe donde, ¿sera que este aparece algun dia? Es muy áspero que el DIY y la solidaridad hardcore/punkera todavía se sienten, en el aspecto de que se están gestando resto de cosas, aquí nadie ha dicho que no se están moviendo, se están moviendo las cosas, pero estos valores que siempre han sido intrínsecos del punk y el hardcore quedan insulsos cuando son apoliticos, vivimos en un país con una situación política bien particular y coyuntural respecto al resto del mundo, como para que la preocupación máxima sea el alinearnos estética y musicalmente con la movida internacional, no quiere decir que tengamos que hacer ahora bambuco para poder validar nuestra situacion, acá se está hablando de la sustancia de lo producido, por que al parecer es más la preocupación por el sonar como tal y tal, que por lo que podemos decir con rabia, por lo que está pasando en este cagado país. Es curioso ver mas aletosos a unos chicos inmigrantes con su banda de hardcore/punk diciendo cosas muy ásperas en tarima, respecto a su situación de inmigrantes y sus vivencias en nuestro cagado pais, y ver un montón de bandas mas que se suben junto a ellxs y tocan su ruido eufórico y brutal, que por cierto es muy bien hecho, pero que no dicen una sola sílaba entre canciones, que su punk queda limitado al ruido, a la euforia y la rabia de la música, pero que no trasmite nada más que una grata diversión en la noche de fin de semana. No se tiene que ser un mamerto y tener que hablar 10 minutos entre canciones, pero si sería muy áspero que la rabia venga acompañada de sustancia, que no se quede en el posturismo de las pintas y el performance artístico, bien esmeradxs todxs ensayando para que el show sea brutal, pero queda corto y vacío cuando el show es solo un simple show. Que chimba el arte, que chimba los posters, que chimba la serigrafía, que chimba las camisetas,


que chimba las casas DIY, que chimba las pintas, que chimba los sellos, que chimba las bandas, que chimba los toques, que chimba que todo esto exista, pero que triste que esto esté normalizado bajo la marginalidad, donde no se debate, donde no genera transgresión a la situación tan mierda en la que siempre ha estado este cagado país, que chimba que la gente esté trabajando por construir lo propio, por su autonomía, con los mismos trabajos que se han creado a sí mismos, eso es una chimba en donde las oportunidades en esta país son una mierda. Será que el el hardcore/punk cayó en esa inercia del privilegio donde lo único que importa es lo que yo pueda lograr, la prima del individuo, uno de los grandes pilares triunfantes del capitalismo, el lograr mi autonomía, mi individualidad, pero a qué precio, dónde no soy capaz de usar el punk para hacer lo que el punk siempre ha querido ser, un punk que arda, que lo queme todo, que se pare fuerte, frente a lo que pasa aca y deje de estar pensando si nos parecemos al punk de Nueva York o al de Barcelona. Si pensamos que nuestra emancipación es hacer ruido, camisetas y posters, y que eso es suficiente para crear nuestros círculos solidarios, estamos perdidos, nunca seremos libres, si pensamos que la marginalidad dentro del hardcore/punk apolítico, es suficiente, pues el hardcore/punk perdio, perdio todo su sentido, si desconocemos que esto sin la sustancia política que genera la verdadera rabia no está, pues esto simplemente se queda en unos parches de diversión de fin de semana, nunca habrá autonomía y seremos la misma mierda que cualquier parche de oficinistas que salen de fiesta el viernes después de su miserable trabajo. Esto no es una crítica a nadie en particular, ni a ninguna banda, ni parche, ni rosca, es una crítica a TODXS, donde estamos y qué es lo que queremos hacer con toda esta fuerza brutal que se está gestando, que chimba si sigue creciendo imparable, pero ojala esta mierda coja peso como un yunque de hierro y no que se siga inflando como un globo de helio, gigante pero vacío por dentro, porque así nunca ARDERÁ, esta es una reflexión para todxs los que participamos del hardcore/punk, donde nos paramos y como usamos este para hacer política dentro de nuestros espacios, en un país tan vuelto mierda como este. Desde Oceania los observa, Winstona Smith

De prisa a ninguna parte. (Si aún corre la sangre)

POR ITZIAR ZAFRA,

DESDE EL ETERNO ENGAÑO. TOWERS OF ACRE

“Siempre supe que es mejor / Cuando hay que hablar de dos / Empezar por uno mismo” - Shakira - “Inevitable”, ¿Dónde Están los Ladrones?, 1998. (Este texto es una suerte de diatriba/crítica personal/política. Está escrito con las vísceras, algunas colgando, otras en la mano que no está ocupada por mi lata de cerveza fría). Quisiera empezar hablando un poco acerca de las cosas que normalizamos a lo largo de nuestras vidas, y que son categorizadas como “menores”, “no importantes” o simplemente “males necesarios”. Me refiero a todas las violencias que ejercemos sobre nosotrxs mismxs, a las agresiones que concedemos y que permitimos sobre nuestrxs cuerpxs y corazones sin pensarlo


demasiado, de esas de las que nunca hablamos, pero cuyos impactos negativos socializamos negativamente, bajo cierta lógica capitalista (privatizamos las ganancias y colectivizamos las pérdidas, sin pensar en las consecuencias). Y la única manera en que se me ocurre hacer esto, es a partir de mí mismx, de la autocrítica. Que horribles son las cosas que somos capaces de llegar a naturalizar. Ante mi negativa a hacer cosas que estuvieran en contra de lo que consideraba mis principios, mi madre siempre decía “somos animales de costumbres”, dando a entender que debía ser sumiso y atender las circunstancias independientemente de mis deseos, expectativas y convicciones. Evidentemente esta premisa no hacía otra cosa más que alimentar mi rabia vorazmente. En aquella época era impensable la rutina de un maldito trabajo de 8 a 5, generando riqueza para gente a la que mi bienestar y porvenir les era absolutamente indiferente (mientras les pudiera ser útil, por supuesto). Hoy en día, le diría a mi madre que tuviera mucho cuidado a la hora de definir lo que es o no “humano”, lo que cabe o no dentro de esa categoría y por qué. Para los europeos, el nativo americano no era humano, ellos y su civilización eran los portadores exclusivos de tal distinción, pero, irónicamente, el hecho de que hoy en día los indígenas busquen reconocimiento y dignidad en lugar de venganza, muestra claramente quién es el “bárbaro” y quién el “civilizado”. Por otra parte, para muchos otros, los humanos somos un virus, “el cáncer del planeta”, según el agente Smith: es lo humano lo problemático, no existe tal cosa como la inhumanidad. Pero yo no creo en naturalezas de ninguna índole, me parece una cínica y mediocre estupidez afirmar que nuestra naturaleza es destructiva, o culpar de los pésimos manejos de este país a la naturaleza volátil del mercado y la mano invisible que lo guía, entre otras esas falacias liberales que han justificado todo tipo de opresiones e injusticias; creo que somos parte de este mundo como cualquier planta, hongo, bacteria o animal, y lo sabemos, incluso lo podemos sentir, pero hemos creado un mundo desigual, distorsionado, que ha perdido adrede sus vínculos con el mundo natural de este planeta. Hemos llegado a un punto en el que es casi imposible reconocernos como parte de esta Tierra. Somos hoscos desconocidos en nuestro propio hogar, ineptos a la hora de cooperar para hacerlo un lugar mejor para todxs. La Tierra era un bello planeta, hasta que lo convertimos en un potrero para poder comer vacas. Y es en este mundo donde crecemos, donde unos se educan para depender de la Matrix, y pelear desesperadamente por defenderla, mientras otrxs dedicamos mucho tiempo y esfuerzos a mendigar alguna dignidad en nuestras deshechas vidas, a hacer de esta Tierra maldita un lugar un poco mejor, nuestras existencias más vivibles. Y no es ningún camino de rosas, al contrario, cada paso que damos suena a un retroceso, cada paso enreda un poco más la madeja de nuestras contradicciones. Tal vez la más radical de ellas sea el miedo. Creo que para mi siempre ha sido muy difícil enfrentarme a la decepción, la que soy susceptible de recibir, por parte de otrxs, o del mundo mismo, pero igualmente sufro demasiado cuando soy el que produce la decepción, afectando a otrxs. Pero en el fondo el asunto es claro, se trata de miedo, puro y duro. Pero ¿cómo no sentir miedo si desde pequeños mueve la batuta de nuestras latentes vidas? Sin miedo es imposible educar para la servidumbre, y la educación que recibimos desde la cuna esta orientada a ello, a crear seres dóciles, sumisos y lo estrictamente inteligentes para desempeñar labores productivas. Y al sistema educativo no le importa fracasar, no escatima en ello porque le genera utilidad: “sé un ganador”, un binario más, soterrado, cuya gravidez cargamos con nosotrxs a la largo del tiempo. “No tienes nada que perder solo intenta no seas cobarde”, como si fuera tan fácil. No sé cómo se puede lidiar con el miedo, pero sé bien que vivir con el significa ser esclavo, como dijo el replicante. Es en todo caso una vida mediocre.


Pero el gran problema aquí es el odio propio. Un odio que surge de la frustración y la resignación. En esta maraña es fácil acostumbrarse a perder. Tengo muchos problemas con el deseo por ello, no es fácil lidiar con el desengaño fruto de las cosas deseadas y trabajadas hasta el cansancio que nunca se alcanzaron, los días que nunca llegan, las sonrisas, los latidos del corazón que se perdieron por la ignorancia propia de ciertos momentos de la vida, mezclada con los vuelcos de las circunstancias. Esto claramente suena muy egoísta, y es inevitable pensar en la división entre el deber moral (el compromiso por una causa) y el interés propio (el deseo de amar a otra persona, por ejemplo), pero yo no creo que se trate de eso. ¿Por qué no se puede optar por el deber moral y el interés propio al mismo tiempo? Porque lo que hacemos es ir seguros a la trampa del clúster de control: no hay nada más fácil que serle servil a la Matrix. El camino al lado oscuro es siempre más fácil y seductor, y esto nos impide ver que no es en absoluto poderoso. No solo se alimenta del miedo y del odio, sino que se enquista a través de la resignación. Soy afortunado de estar rodeado de personas amables, y críticas. Pero no puedo evitar desviar la mirada al halo de ironía que se entreteje como una neblina roja alrededor de ellos (y de mi mismo), cuando hablamos de nuestros planes del futuro, ideas que no solamente no son claras, sino que implican hacer concesiones, antes innegociables, con el estado de cosas, con la sociedad podrida en la que vivimos. Cómo no ser presas del odio y la desesperación en un mundo en el que cada mañana trae consigo noticias sobre personas que están sufriendo por culpa de otras. Estoy harto de acostumbrarme a siempre perder, de tener que resignarme de sofocar la llama de mi pasión en medio de cosas sin sentido. Hablamos de cambiar el sistema y el mundo mientras nos organizamos para incrustarnos y operar en el, para hacer parte pensando en un futuro que siga igual, que pese a nuestros esfuerzos nada va a cambiar, una resignación determinada, algo cínica. Por suerte nunca estamos solos, pero nuestra voluntad determina cómo podemos acercarnos a lxs demás. Soy afortunado, estoy rodeado de personas maravillosas que a diario abrazan la duda, que no dejan de hacer preguntas. Siento que no soy digno de su amistad, respeto, cariño y comprensión. Intentaré ser más digno. Intentaré luchar contra el miedo, la resignación y el odio propio. Dirán que fracasé, pero nunca que no lo intenté. “Me parece importante establecer, en contra de la teoría dominante, que el capitalismo ha producido escasez, no riqueza. Al menos para nosotros ha sido un empobrecimiento. Hemos perdido nuestra relación con la naturaleza, ¿cómo podían los polinesios navegar el mar sin instrumentos, sólo con la comprensión que su cuerpo hacía del vaivén de las olas? Yo no puedo comprender esto. Hemos perdido nuestra relación con nuestro cuerpo y con los demás. Nos ha recluido a estas cosas pequeñas, aisladas, que tienen miedo de los otros. El empobrecimiento es no ser capaz de comprender y apreciar la riqueza que significa la relación con los demás” – Silvia Federici, en entrevista con Eliana Gilet

Creo que en el hardcore/punk se hace mucho ruido, pero no se dice casi nada y se piensa demasiado poco. Siempre he odiado la farándula, las modas estúpidas (desde las gorras camioneras por allá en 2004, pasando por las camisas leñadoras y los peinados de los 50, hasta los hipsters), la falta de sinceridad, el arribismo, y, sobre todo, la mediocridad que tanto pulula de una u otra forma en estos escenarios (para la muestra algunos de los textos de estos fanzines). Miles de personas han pasado por estas comunidades, se han hecho cientos de eventos y existe toda una serie de historias y memorias, pero pese a ello, ¿se podría hablar de un impacto real en nuestras realidades o las de nuestro contexto inmediato? Esto es debatible, por supuesto, pero igualmente es claro que difícilmente ha habido un impacto como el de las mujeres que protestaron en las calles de México hace unas semanas. Es decir, ¿habrá algo más punk que un hervidero de furiosas mujeres en las calles destrozándolo todo a raíz de que unos


bastardos policías violaron a una chica, en un país que en lo corrido del año supera los mil feminicidios? Lo que si sé es que lo menos “punk” acá son los idiotas que en redes se quejaron del estado en que quedaron ciertos monumentos, paredes y mobiliario urbano después de la contundente manifestación. Siempre ha habido gente estúpida, y no en poca cantidad, pero en esta era, La Era de la Estupidez, las redes permiten que esta manada de indiferentes sienta que tienen una voz, y eso es muy peligroso. Pero lo que no es peligroso, sino inofensivo e incluso servil al estado de las cosas, es el hardcore/punk. Hace falta demasiado para poder reinventar este grupúsculo de personas en un movimiento que asuste a los fascistas, conservadores, cristianos, indiferentes, medias tintas alrededor del mundo. Pero esto no se va a hacer rindiéndole pleitesía a bandas gringas de hace 30 o 40 años, apostándole a las imágenes de la moda o utilizando estos escenarios para atiborrar el ego, para decir sandeces mesiánicas o para reconfirmar los propios privilegios de clase, raza y género. Esto será hecho por lxs parias, por aquellxs que buscan vida y libertad en su sentido más amplio. No se logrará a punta de eslóganes vacíos y del perpetuo reencauche del pasado y de lo gringo, hay que vivir el momento, hay que hacer del hardcore/punk un peligro para esta sociedad podrida, en aras de la creación de una mejor, más diversa, incluyente, creativa, y basada en el cuidado mutuo y el bienestar colectivo. Por eso, no podemos seguir permitiendo que estos espacios que históricamente se han construido como lugares para el debate, el disenso y la lucha contra la opresión y la autoridad se llenen de cristianos y de reaccionarios. La primera vez que tuve que ver una banda de estas en un evento de hardcore fue en 2006 y la gente abucheó, diría que por obvias razones, pero ahora es normal ver y tolerar (¡joder!) puñados de estas bandas de vez en cuando, bandas que no dudarán ni un segundo en censurar cualquier discurso que vaya en contra de sus intereses (y de los de sus iglesias), pero que si exigirán tolerancia a su presencia, sabiendo que únicamente existen para “evangelizar”, es decir, engrosar sus filas mediante la abusiva colonización mental y espiritual de lxs otrxs. “Pregunta: Sobre las movidas políticas y sociales actuales o realidad del país, ¿alguna opinión? – Respuesta: Bueno, creemos en el poder de la Oración, deseamos el bien parea nuestra nación, pero no queremos postear o compartir cosas que abran debates o peleas entre las personas que nos escuchan. Creemos que Jesús nos ha dado a cada uno el Espíritu Santo el cual habla directamente a nuestros corazones y dicta que debemos decir o hacer respecto a cada situación.” – ME RE CAGO EN DIO$, ¿cómo es esto posible? ¿por qué esta mierda es normal? Detrás de esta narrativa está la lógica que permitió que Jair Bolsonaro subiera al poder en Brasil, apoyado por todo tipo de grupos evangélicos, de corte ultraconservador y abiertamente fascista. Y habrá quien diga que aquí se está exagerando, pero creo que ver las selvas del Amazonas siendo pasto de las llamas del desarrollismo neoliberal, justificando ese proyecto en las agendas de estos grupos, no puede ser simplemente paisaje, costumbre, rutina. No es el planeta el que se está muriendo, este planeta ha estado antes y estará después de nuestra especie: somos nosotrxs quienes estamos agonizando lentamente entre las humaredas del desarrollo. Que idiotas, de verdad, que idiotas. Algo anda muy mal cuando el “desarrollo” implica la destrucción del planeta, y fuera de eso, ese “desarrollo” trae beneficios a menos del 1% de la población mundial (sin contar animales no humanos). Pero todo está peor cuando estas iglesias, verdaderas copias al carbón del partido nacionalsocialista alemán, pregonan amar al prójimo, siempre y cuando no sea pobre, no heterosexual (¡!), negro o indígena, o, en suma, contrario al ideal civilizatorio del hombre blanco. Malditos evangélicos. Ya me imagino a los subnormales de Juanes y sus compañeros artistas. haciendo un “Earth live


aid” con la Tierra chamuscándose de fondo, respirando las cenizas del Amazonas a través de filtros de aire que solo ellos podrán pagar, mientras los demás languidecemos sedientxs. Algunxs, imagino, firmarán peticiones de Change.org a nombre de la Tierra para que se deje seguir explotando sin arder, otros las firmarán para volar el sol con un misil y mitigar los efectos del calentamiento global, y otros harán cuantiosas donaciones para salvar los monumentos de la civilización occidental, como sucedió con Notre Dame, pero no pondrán un centavo ni un mínimo esfuerzo para preservar nuestro hogar, como sucede ahora mismo con el Amazonas. Asimismo, jamás veremos a Juanes, Carlos Vives y compañía, dar conciertos gratuitos, actividades de corte político que denuncien el magno crimen contra la naturaleza y contra los más vulnerables que es el proyecto de la represa de Hidroituango. El río Cauca fue herido de muerte, para obligarlo a cubrir con sus aguas los rastros de las masacres paramilitares ocurridas en perjuicio de las comunidades ribereñas, como la de El Aro, ordenada personalmente por el matarife Álvaro Uribe, enemigo de la humanidad. Tampoco saldrán estos artistas en los medios exigiéndole a este sujeto que responda por sus incontables crímenes en las salas de la corte suprema, donde, por cierto, seguramente no se presentará el próximo 8 de octubre. Tampoco aparecerán Maluma ni James Rodríguez exigiéndole a la institucionalidad del país que tome medidas de rigor para frenar, encontrar los culpables, y reivindicar a los centenares de líderes y lideresas sociales asesinadxs, sometidxs a un genocidio durante los últimos años. Estas personas dedicaron sus esfuerzos y compromisos a la defensa de la vida y la autonomía, para que la dignidad no sea un lujo de uso privativo de los que se han dedicado siempre a repartir miseria. Y pagaron con sus vidas, si hay héroes en este país, son ellxs. Pero no me interesa esa categoría, en tanto un “nosotros”: “nuestros héroes”, “nuestros policías”, “nuestros ciclistas”, ellxs son de ellxs mismos, no son propiedades, ni mucho menos entes al servicio de justificar cuestionables narrativas nacionalistas, porque todxs pertenecemos a este país y a esta nacionalidad en las buenas, pero nunca en las malas. O que lo digan los familiares de lxs desaparecidxs de la toma y retoma del Palacio de Justicia, cuando se levantaron hace unas semanas con la noticia de que el Estado colombiano decidió que no hubo desapariciones forzadas en este negro episodio de la historia nacional. Ahí si no son “nuestrxs” esos desaparecidos. Toda mi admiración y respeto para los familiares, que durante 34 años han mantenido viva la llama en su lucha por saber la verdad y por reivindicar a aquellxs que perdieron su vida en un clarísimo crimen de Estado, uno más en una lista que no para de crecer. Toda mi admiración para Doña Luz Marina Beltrán y las demás Madres de Soacha, son un ejemplo para seguir, les acompaño en su dolor. Toda mi admiración para los líderes y lideresas sociales que pese a la negra noche que se ha cernido, siguen en pie de lucha cada día. Nosotrxs, desde nuestra comodidad, no sabemos nada, ustedes son la única dignidad que queda en esta tierra maldita. Y maldita sea por siempre la clase política de este país, maldito sea por siempre este Estado criminal, y maldito sea por siempre el capitalismo y su necropolítica. Somos capaces de tamañas estupideces. Somos capaces de gran resiliencia y amor. Somos un haz de contradicciones atadas por una onerosa premonición: caerá primero nuestra especie que el capitalismo. No lo permitiremos. “No seré uno más. Otro ente sin vida, otro cuerpo incipiente, incapaz de reaccionar”


A quienes preferís escoger orden antes que justicia, a quienes os negáis a abandonar vuestras cómodas burbujitas y posicionaros, a quienes insistís en colocar falsamente al mismo nivel a grupos de autodefensa y liberación como el movimiento "Black Lives Matter", el antifascismo y las Panteras Negras y a terroristas como el Ku Klux Klan, a quienes abusáis de tópicos manidos como el de preguntar a "ambas partes" para llevaros bien con todo el mundo, que sepáis que Sophie Scholl os dejó en evidencia hace tiempo. Sabemos quiénes y qué sois. "El daño real lo causan esos millones de personas que solo quieren "sobrevivir". Esa gente de naturaleza honesta que tan solo quiere vivir en paz. Quienes no quieren que sus simples vidas se vean perturbadas por algo más grande que su propia existencia. Aquella gente que no entiende ni de posiciones ni de bandos ni de causas, quienes no son conscientes de su propia fortaleza por miedo de enfrentarse a sus propias debilidades. Quienes no quieren causar problemas ni hacerse enemigos, esas personas para las que palabras como "libertad", "honor", "verdad" y "principios" tan solo forman parte de la literatura. Quienes viven en pequeño, se reproducen en pequeño y mueren en pequeño. Es la aproximación reduccionista a la vida: mientras lo mantengas pequeño, lo mantienes bajo control. Si no haces ruido, el hombre del saco no te cazará; sin embargo, todo acaba resultando una ilusión, esa gente que reduce sus espíritus para que quepan en pequeñas pelotitas en las que sentirse a salvo también se muere. ¿A salvo? ¿De qué? La línea entre la vida y la muerte siempre es finísima, tanto las calles estrechísimas como las grandes avenidas llevan al mismo sitio, y las pequeñas velas arden de la misma manera que las crepitantes antorchas. Yo solo estoy eligiendo la manera en la que quiero arder." Sophie Scholl, activista antinazi ejecutada en la guillotina por el estado alemán nacionalsocialista en 1943. Extraído de Hampton Institute.



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