Revista Argentinos.es #40

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ARGENTINOS EN ESPAÑA

ENTREVISTA A

ANGELS BARCELÓ ANTONIO BANDERAS, EL FOTÓGRAFO

Año 8 · Nº 40 · enero / febrero 2011



EDITORIAL // 3

Portada: Cataratas de Iguazú.

ARGENTINOS EN ESPAÑA

AÑO 8 · Nº 40 · ENERO-FEBRERO 2011

Edita: ARGESPAÑA DE IMAGEN Y COMUNICACIÓN S. L. Calle Oña, 151, 2º 3 28050 Madrid Direccción y producción: NORBERTO NAVARRO norberto@argentinos.es Redactora jefa: BETIANA BAGLIETTO betiana@argentinos.es Colaboradores permanentes: LYLIANA COLOTTO SERGIO GONZÁLEZ BUENO CARLOS OCHOA BLANCO ALEJANDRA TALLARICO Colaboran en este número: YOLANDA BERNAD JOSÉ MANUEL LUCÍA MEJÍAS HÉCTOR REBASTI Fotografías: SANDRA SANTIAGO Publicidad: NORBERTO NAVARRO 630 95 46 65 Diseño Grafico: APB Impresión C. G. A. Depósito Legal: M-25327-2004

2011, AHORA SÍ Un nuevo año comienza y con él la ilusión renovada de salir de una vez por todas de la dura situación económica por la que atraviesa España. Algunos datos dicen que por fin este será el año del despegue, mientras que otros auguran que todavía habrá que esperar un tiempo más. Pero como casi nunca aciertan, nosotros queremos hacer nuestro propio pronóstico desde el deseo que, con el esfuerzo, el trabajo y las ideas de cada uno, este 2011 sea un periodo de prosperidad para todos. En estas fechas tan especiales, tampoco podemos dejar de agradecer a nuestros lectores y anunciantes que, con su fidelidad, sostienen estas páginas cargadas de historias, imágenes y opiniones de gente que puso y pone su granito de arena para que este mundo, tan dependiente de los números, sea algo más llevadero. ¡Buen 2011 para todos! n


4 // ENTREVISTA

ANGELS BARCELÓ

"Prefiero entrevistar a 25 neurólogos antes que a Obama” La directora y presentadora del programa radial 'Hora 25' de la Cadena Ser, considera que la clase política española actual es "mediocre" y trata a los ciudadanos como a "idiotas" YOLANDA BERNAD / Foto: SANDRA SANTIAGO

A punto de cumplir tres años al frente de uno de los buques insignia de la Cadena Ser, ‘Hora 25', Angels Barceló (Barcelona, 1963) se confiesa como una periodista incapaz de morderse la lengua ante una clase política cada vez más mediocre. De gira por ciudades españolas emprendida por los programas estrella de la radio del Grupo Prisa, habla de todo en esta entrevista. ¿Qué espera de esta iniciativa? Encontrar respuestas y buenas vibraciones por parte del público y agradar a los oyentes y que pasen tres horas de radio buenas, que vea como somos, como nos movemos, como lo hacemos. Que en cuanto levante los ojos de los papeles y mire, que vea que la gente no esté sesteando, que esté siguiendo el programa. La gira se llama Ideas por Descubrir (IxD). ¿Existe una crisis de ideas en España? No creo que exista ni crisis de ideas ni de talento, lo que pasa es que los periodistas, estamos estamos excesivamente perdidos en la macroeconomía y en las declaraciones políticas y nos olvidamos del trabajo que hace la gente día a día. El lunes pasado, durante el primer bolo, descubrí a un neúrologo en San Sebastián que me habló del Alzheimer como no me había hablado nunca nadie. La gira va a servir para eso: para descubrir talentos que no están en los medios de comunicación. ¿Diría que ‘Hora 25’ mantiene vivo el espíritu que dejó tras de sí Carlos Llamas? Yo soy diferente a Carlos Llamas y hago mi propio programa, pero espero que sí. Algunos oyentes me siguen confesando que cuando murió Carlos pensaron en dejar de escuchar el programa, pero siguen haciéndolo. Yo creo que es porque ‘Hora 25’ es el programa de más análisis político y más comprometido de la casa y

también porque es muy informativo. Mantenemos el espíritu de Carlos Llamas entre otras cosas porque mantenemos a muchos sus tertulianos, y estos suelen hacer referencia a él muchas veces. ¿Y qué impronta le gustaría dejar a usted en este buque insignia de Ser? Yo estaré feliz si la gente piensa que éste es un reducto para el buen periodismo y para el análisis y las entrevistas con calma y pausadas. ¿Cómo ha vivido usted la marcha de Paco González y gran parte de su equipo de deportes de la Ser a la compentencia? Con mucha penita. Cuando llegué a la cadena en 2005, Paco González y su equipo me recibieron con los brazos abiertos. Yo sé que para ellos ha sido una decisión muy difícil. Casi 30 años en el mundo de la radio. ¿Cómo ha evolucionado el oyente español? El oyente de radio, sobre todo el de Hora 25, es el más exigente de todos. Ni se le puede mentir ni se le puede engañar. Exigen un periodismo riguroso y de análisis. Me da mucha rabia cuando los políticos nos tratan como si los ciudadanos fuéramos tontos. ¿Ha sido para usted un hallazgo ‘Hora 25 Global’? Para mí está siendo la bomba, porque hacer un programa desde Madrid, desde la Gran Vía para toda Unión Radio, para Latinoamérica te da la imagen de la fuerza que tiene la radio, por encima de Internet. ¿Corre riesgo la radio española de imitar, algún día, los modelos de la llamada televisión basura? Espero que no, aunque también hay radio basura, en el ámbito informativo. Lo que sí me preocupa es el día


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en que las audiencias se sigan minuto a minuto, que es lo que estropeó la televisión. Espero que cuando pase esto, ya me haya retirado. ¿No cree que algo falla cuando lo que más vende en los medios es Belén Esteban? Falla la cabeza de los españoles. Entiendo que los medios de comunicación privados tengan que hacer lo que les dé más rentabilidad y emiten lo que funciona. ¿Está devaluado en los medios de comunicación españoles el concepto de independencia? Sí, porque el periodismo está devaluado. Hemos caído en la mediocridad. Tenemos una clase política muy mediocre y nosotros hemos caído, al final, al dictado de esta clase política, que no admite preguntas en las ruedas de prensa, que no contestan las preguntas que se les hacen, y que no se salen del argumentario. Y no es muy arriesgado optar por la subjetividad honesta? Yo no sé si es arriesgado, pero es lo que se tiene que hacer. Yo sólo entiendo un tipo de periodismo: el que

cuenta las cosas como son y en el que puedes dar una opinión comprometida. Es por el que lucho y por el que batallo. ¿Ha tenido que morderse la lengua alguna vez? No y además cada vez soy más directa y más clara. Procuro no irme a casa enfadada nunca. ¿A quién le gustaría sentar en el estudio de ‘Hora 25’ y aún no ha podido? Hay muchos a los que me gustaría. Y la gente puede pensar que me refiero a grandes nombres, pero yo prefiero sentar en Hora 25 a alguien desconocido, a 25 neurólogos antes que a Obama. ¿No tiene la sensación de que la clase política se está alejando cada vez más de los problemas reales de la gente? Absolutamente. Ellos llevan un discurso que plasman en su argumentario, sus frases hechas antes de salir de casa. Los políticos a veces piensan que los ciudadanos somos idiotas. n

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6 // EXPOSICIONES

Las fotos de ANTONIO BANDERAS ya no son un secreto El popular actor español estrenó una muestra en el Instituto Cervantes de Madrid que también viajará a Buenos Aires Actor de cine, teatro y musicales, director, productor, motero y ahora fotógrafo son algunas las facetas de un hombre encantador, que se autodefine como “renacentista”. La inquietud ha llevado a Antonio Banderas a descubrir uno de los vicios que más le apasionan: la fotografía. El pasado mes de octubre presentó en el Instituto Cervantes, en el de la calle Alcalá de Madrid, su primera exposición fotográfica, ‘Secretos sobre negro’, con la mujer como centro de su objetivo, y cuyos próximos destinos serán Buenos Aires y Río de Janeiro.

El protagonista de múltiples éxitos cinematográficos a una y otra orilla del Atlántico demostró que acredita todos los méritos para ser embajador de lo español y del español. En una multitudinaria rueda de prensa ante de desvelar las 23 imágenes escogidas para la muestra, el actor de ‘La máscara del Zorro’ reveló su pasión oculta por la fotografía, y su obsesión por viajar siempre con su cámara, incluso en los rodajes, con su naturalidad de chico normal y una humildad alejada de las celebrities de Hollywood En ‘Secretos sobre negro’ Banderas plasma la visión “ de una mujer fuerte, un tanto irónica" y en la que juega con la imaginería de los mitos españoles más conocidos como la tauromaquia, La maja desnuda, Carmen,

Don Juan Tenorio o El Barbero de Sevilla. “No busca la espontaneidad, sino la teatralidad", explicó el chico Almodóvar. Elegancia, provocación y desnudos donde flirtea con la seducción no faltan en una colección en la que Banderas se decanta por lo femenino, “pero no una mujer que ocupe el papel del hombre", sino fuerte y con roles reservados a los hombres, vestida de torera. La exposición viajará a Buenos Aires, donde se expondrá durante un mes en el centro Cultural Borges, tras su presentación en la Embajada de España. También viajará en mayo a Río de Janeiro, aunque no hay fechas definitivas. Estas 23 fotografías ya fueron expuestas en el Instituto Cervantes de Nueva York, del que el actor malagueño es miembro del consejo asesor, coincidiendo con el ciclo de películas El realismo del cine español, que el propio Banderas apadrinó. Siete de las fotos de la exposición fueron subastadas con fines benéficos para la Fundación Lágrimas y Favores, que creó el actor en 2010 para recaudar fondos destinados ayudar a estudiantes universitarios y enfermos de cáncer. CHICO ALMODÓVAR El actor malagueño es un seductor nato y con un carisma especial que demuestra allá donde va se hizo un huevo también para hablar de otros temas que excedían a la exposición. Con su habitual sentido del humor, en especial cuando afirmó al ser preguntado por sus numerosas facetas que sólo le “falta fichar por el Real Madrid” desveló que está “muy almodovarizado los últimos meses”. El actor y Pedro Almodóvar están rodando juntos 21 años después de su última película. Se trata de un filme titulado ‘La piel que habito’, del que no quiso desvelar detalles para no “pincharla”. Sin embargo, señaló que el director manchego se ha vuelto “muy japonés y minimalista" y confesó su satisfacción por haber trabajado en este filme con el creador de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. Es “un infierno creativo maravilloso”, sentenció. n


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8 // LITERATURA

Manuel Mujica Láinez, “Manucho” LYLIANA COLOTTO

Forma parte de ese grupo de escritores más juzgados y catalogados por su vida aristocr-ática y sus maneras delicadas que por su capacidad literaria. No quiero decir con esto que no haya recibido sus premios (Premio Nacional de Literatura 1963 y otros), pero lamentablemente con un mayor peso por lo primero. Hace unos años, en uno de mis viajes a Córdoba, tuve el gusto de conocer la casa donde vivió en la localidad de La Cumbre; todo en ella respira literatura, no sólo por los muchísimos libros que cubren paredes, sino por las fotos de encuentros y de dibujos que aluden a sus obras. Y ahora en la distancia, en una conversación con amigos, surgió casualmente su nombre y decidí volver a sus libros, y por supuesto, a su novela más importante: Bomarzo. El protagoni-sta, el duque Pier Francesco Orsini vivirá su cara y cruz en la Italia

renacentista. Nos descubre la elegancia, miserias, debilidades y miedos de este histórico personaje, pero sobre todo, nos refleja la importancia que tenía para Láinez la belleza, la estética de las cosas. Sabemos que todo escritor está presente, de una forma u otra, a través de sus per-sonajes, pero pienso que en ésta el escritor se nos pinta de cuerpo y alma. La fealdad del duque de Bomarzo le da pie para poner de relieve la otra cara de la realidad, la de esa belleza que tanto atrajo al escritor, y a través de los fantasmas del protagonista, nos des-vela los suyos propios. Sin esa armonía de rasgos, sin la elegancia platónica, no era po-sible para él un mundo feliz. Es novela y es historia, pero también filosofía y psicología. Más allá de lo histórico, haciendo abstracción de los muchos nombres de nobles que inundan la novela, nos

queda mucha esencia. Al igual que para el duque, la belleza ocupa en la vida del escritor un lugar primordial, pero contrariamente a lo que podría haber resultado con alguien cuya principal preocupación fuera lo estético, en ningún momento se nos ofrece una prosa vacía, hueca, porque su vida estaba llena de inquietudes y de preguntas sin respuestas; claro síntoma de que todo cuerpo es portador de un alma. Formalmente fue un escritor

exquisito, pulcro, meticuloso, con un gran dominio del idioma. La giba y la cojera harán del duque de Bomarzo un ser infeliz e inseguro, y el rechazo de su padre y su abuelo lo volverán solitario, rencoroso, con una maldad y un odio que sólo encauzará haciendo daño a los demás, sin siquiera lograr así la felicidad que buscaba. Tampoco se sentía correspondido en sus maneras suaves, casi femeninas. Esa sensación de felicidad sólo la encuentra al lado de su abuela, ella era su cobijo y su seguridad, la única que lo aceptaba tal cual era. Al final de sus días, solo, viejo y rodeado de su fantástico parque, logra de algún modo mitigar sus angustias, pues cada una de las figuras en piedra, gigantes, grotescas y monstruosas que representan a todas las personas que habían pasado por su vida y converti-das en blanco de sus desasosiegos, son fieles reflejos de lo que había sido su angustiada e inquietante vida y un conjuro contra su mala conciencia. Es una novela sobre la belleza y el anhelo de la misma como armonía vital, cósmica, y de cómo esa obsesión puede llevarnos a la locura, si nos olvidamos de buscar y encontrar lo esencial dentro de nosotros, si nos perdemos en los senderos de la superficialidad. Con el bichito de este autor me fui a buscar otros títulos, pero la escasez de sus novelas en las librerías me llevó a la triste conclusión de que está bastante olvidado por estos lares. ¿La respuesta estará en las primeras líneas de este artículo? n


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10 // MÚSICA

Un concierto por cada noche del mes La efervescencia cultural que respira Buenos Aires no es ninguna novedad, aunque este año los recitales se llevan la palma. Solo en noviembre hubo al menos 30 NILDA BENAVIDES

Noviembre, miércoles 10. Noche fresca para esta época primaveral próxima al verano.45.000 personas, en una mezcla de edades de lo más heterogénea hicieron estallar el estadio River Plate ante la presencia del ex Beatle Paul McCartney. Emoción, aplausos, lágrimas y el fervor de un público apasionado y fiel. Con puntualidad inglesa, exactamente a las 9 p.m., Paul salió a escena ejecutando el bajo y hablando en español, lo que hizo delirar a la multitud que lo ovacionaba. Ese mismo día, en el corazón de San Telmo, en un reducto cálido e intimista, Kevin Johansen se preparaba para su presentación en La Trastienda, quien a propósito de la coincidencia de fechas expresó en un medio: “Es como intentar dar misa el día que nos visita el Papa”. Una semana antes, la banda estadounidense The Black Eyed Peas, con su música con raíces de hip hop y otras fusiones hacía delirar con un show brillante a una multitud de adolescentes y no tanto que colmó el estadio del club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA). Desde el Luna Park asomaron Norah Jones, Belle & Sebastián, Credence Cleawater Revisited, Smashing

Pumpkins, Yes,. Paviment, Village People, Marco Antonio Solis y Jeff Beck. Los Jonas Brothers, otra vez desde un estadio de River colmado de las más jovencitas. Ska-P en el Parque Roca, Europe en Argentino Juniors y los alemanes de Rammstein en el Racing Club. El brasileño Djavan, los españoles Rosana y David Bisbal, y el mexicano Cristian Castro también tuvieron su lugar en la nutrida cartelera porteña de noviembre. De cosecha nacional Diego Torres en GEBA y colmando varias fechas de teatros Cacho Castaña y Valeria Lynch. En simultáneo y precedidos por el exitoso Pepsi Music de octubre, recitales masivos copaban la ciudad: el ya clásico Creamfields de música electrónica y sus DJ y el novedoso Hot Festival en Costanera Sur, con bandas como Scissor Sisters, Mika, Phoenix y Massive Attack, entre otros. Y la frutilla del postre, al menos para las argentinas, es sin duda el mexicano Luis Miguel el que enamora por igual a madres e hijas y quien a finales de noviembre colmó 4 estadios del club Vélez Sarsfield haciendo las delicias de sus incondicionales seguidoras a pesar su parquedad y de desoír el llamado de sus fieles que al final clamaban por un bis. Éste es el Buenos Aires de hoy donde convergen al mismo tiempo las más variadas músicas del mundo y donde cada género, cada ritmo, logra penetrar e instalarse en las entrañas de los habitantes de esta ciudad cosmopolita que acoge con entusiasmo las diferentes expresiones musicales y venera a sus máximo exponentes. Noviembre 2010 marcará sin duda un hito en la meca musical transformando a la Argentina en la capital de la música. Durante este mes más de 80 artistas nacionales e internacionales pisaron los escenarios porteños ofreciendo un abanico musical para todos los gustos y edades. Y el público acompañó a todos y a cada uno con todo el fervor del que sólo nosotros somos capaces. n



12 // RECORTES DE PRENSA

Hoy por ti, mañana por mí Artículos publicados tanto en la prensa de uno y otro país destacan el éxodo de jóvenes españoles hacia Argentina Cuando en 2001 estalló la crisis del corralito y miles de argentinos hicieron las maletas para buscar un presente mejor en el país con el que guarda más lazos, pero que a muchos no recibió con los brazos tan abiertos, se escucharon reproches que recordaban la abierta acogida que habían tenido a lo largo de las historia los miles de españoles que poblaron nuestra tierra. Esos corazones dolidos parecían decir: “hoy nos toca a nosotros, mañana te puede tocar a ti”. Nadie podía imaginar que con la prosperidad que vivía España a principios del nuevo siglo, el mañana podía estar tan cerca. Así lo empiezan a reflejar algunos artículos aparecidos en medios de prensa de ambos lados del mundo. “Por la crisis europea, vienen más españoles a vivir al país”, titulaba el pasado 28 de noviembre una noticia el diario Clarín, firmada por Gonzalo Sánchez. “En dos años llegaron 33.543 a la Argentina para estudiar o trabajar. Tienen entre 25 y 35 años, están califi-

cados y conforman el segmento más golpeado por el colapso económico en la Península Ibérica”, resumía el periodista el perfil de los nuevos expatriados. “Éxodo de españoles hacia Argentina”, se hacía eco el periódico El Mundo un día después. “Cada mes 1.200 personas procedentes de España se instalan en este país suramericano. Son jóvenes, tienen estudios universitarios y huyen de la crisis”, retrataba Juan Ignacio Irigaray en sintonía con su colega rioplatense, basados ambos en un estudio de la consultora internacional Adecco. “Un éxodo inesperado o un nuevo capítulo sobre la historia de vínculos y pasiones que une a España con la Argentina desde hace más de 200 años: un proceso con réplicas en el pasado”, afirma a la vez que se cuestiona el periodista argentino. “A todos los empuja el mismo drama y los seduce el mismo escenario: en Argentina vive la mayor comunidad de ibéricos fuera de España, lo que ejerce para



14 // RECORTES DE PRENSA

muchos un magnetismo fundamental”, analiza Sánchez. Un arquitecto, un estudiante de la misma carrera o un director creativo son algunos de los ejemplos de emigrantes españoles que reúne el diario Clarín, y que muestran el proceso inverso a lo ocurrido hace una década: “Diez años atrás, el desplome de la Argentina, produjo un éxodo similar de talentos que buscaban en Europa posibilidades de supervivencia”. Irigaray, por su parte, se detiene en un detalle muy curioso de esta riada de expatriados: la gran cantidad de periodistas españoles que hay trabajando en medios argentinos. “El acento castizo ha invadido las calles de Buenos Aires y el tú ha reemplazado al vos en las emisoras de radio y televisión de la capital del tango… Hasta el hombre del tiempo del canal de noticias C5N anuncia si habrá sol o lluvia desgranando una perfecta dicción ibérica, mientras varios gallegos militan en la turbamulta de reporteros que cada día ametrallan a preguntas a las autoridades del país”, cuenta. Y otra vez vuelven a aparecer los lazos históricos entre ambas tierras como una de las posibles causas del fenómeno. “No son pocos los que optan por Argentina

basándose en la historia cruzada de migraciones que existe entre ambas orillas y el consiguiente ambiente familiar”, explica el reportero. El historiador Daniel Balmaceda, consultado para el reportaje, ahonda aún más en ese cruce de culturas y se remonta al año de la independencia criolla. “La mismísima Primera Junta de 1810 puede darnos un reflejo del aporte inmigratorio hace doscientos años. El padre de Paso era gallego y el de Azcuénaga, vizcaíno; mientras que Matheu y Larrea eran catalanes”, recuerda antes de repasar las distintas corrientes migratorias en uno y otro sentido. “En 1938 nuestro país se volvió muy restrictivo en su política inmigratoria, pero al final de la Segunda Guerra Mundial la apertura fue considerable. En el orden inverso, España no solo recibió a los emigrantes de finales de los ‘70, sino también a quienes se fueron luego de los descalabros económicos en los ‘80 y la crisis del 2001”, resalta el autor. Lo mismo destaca Ana Delicado en otro reportaje sobre el tema aparecido en el diario español Público, el 13 de diciembre. “España vuelve así a ser país de emigrantes, y el primer destino elegido es Argentina, como ya lo fue entre finales del siglo XIX y comienzos del XX para los más de dos millones de españoles que


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emigraron a este país huyendo de la pobreza y de la miseria. La dictadura argentina (19761983) y la crisis de 2001-2002 forzaron a su vez la marcha a España de miles de argentinos. Pero ahora la historia vuelve a dar un vuelco, y hoy son los españoles los que aspiran a que Argentina sea el lugar donde poder construir un proyecto de futuro”. Aunque la redactora también encuentra otra explicación: “Que Argentina sea la alternativa más común de este éxodo implacable de jóvenes, en constante aumento, se explica también por los miles de ciudadanos argentinos con nacionalidad española que vivían en España y ahora prefieren volver a su país”.

Todo esto no quita que a muchos argentinos todavía les ronde la cabeza la idea de marcharse hacia otro destino, motivados también por la precariedad laboral y, sobre todo, por la inseguridad en las calles. Porque, como bien señala en su columna de opinión Diana Baccaro, dentro del reportaje de Clarín, “los que se van y los que llegan son pasajeros del mismo barco, viajeros que le buscan a la vida una salida de emergencia”. Sea cual sea la explicación del éxodo en una u otra dirección, lo único cierto, como también señala Gonzalo Sánchez, es que “la tierra prometida no existe”, o sí, pero depende mucho de la perspectiva con la que se la mire. n


16 // EL MUNDO A SUS PIES

LALO SCHIFRIN el pianista imposible Lalo Schifrin es uno de esos artistas tan completos y universales que pierden el pasaporte nacional para convertirse en patrimonio de la humanidad Hoy, a sus 78 años, sigue componiendo jazz, música clásica y melodías de película, así como realizando giras internacionales con grandes orquestas, pero todo comenzó cuando apenas tenía 6, y su padre, Luis Schifrin, primer violinista de la Orquesta del Teatro Colón de Buenos Aires, lo animó a tocar el piano. Criado en el ambiente de la música clásica desde muy

pequeño, Boris Claudio Schifrin, tal cual dice su documento de identidad, voló en 1952 a Europa a estudiar en el Conservatorio de París y pronto se integró en la vida musical de la capital a la que todos los artistas querían viajar. Mientras en la semana profundizaba sus estudios de música clásica, los sábados y domingo se dejaba llevar por su otra pasión, el jazz, con el que



18 // EL MUNDO A SUS PIES

recorría pequeños clubes acompañado por otros reconocidos intérpretes del género de Nueva Orleans. Cuando regresó a Buenos Aires a mediados de los años 1950, formó su propia banda de jazz y en una visita del legendario trompetista Dizzy Gillespie, de paso por Buenos Aires, tiene la oportunidad de ver tocar a Schifrin en vivo. El flechazo fue inmediato. Dizzy, tras escuchar su música, le ofrece que viaje con él a Nueva York como su pianista y director, trabajo que le dura hasta 1962. Pero su prolífica tarea de compositor no se queda en eso. El pianista argentino entra también al mundo de Hollywood con exitosas melodías para recordadas series como Starsky y Hutch o Misión Imposible. Schifrin colecciona en su currículum hasta un centenar de composiciones para películas de cine (The Cincinnati Kid, Bullitt, Cool Hand Luke, Harry el sucio y Enter the Dragon) y para otras series de la televisión. Fue nominado para los premios Grammy's en 21 y ganó 4; también recibió un premio ACE, y 6 nominaciones para el Oscar.

Como músico de jazz ha compartido el escenario con grandes instrumentistas y cantantes como Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald, Stan Getz, y Count Basie, entre otros. A lo largo de su larga y exitosa carrera, Lalo Schifrin se ha presentado en las mejores salas de concierto del mundo como el Carnegie Hall y el Lincoln Center de New York, The Music Center de Los Ángeles, la Sala Pleyel de Paris, el Teatro Colón de Buenos Aires, así como en todos los principales festivales de jazz en los Estados Unidos y Europa. Otro hito en su carrera fue hacer posible que los tres tenores más importantes de finales del siglo XX, José Carreras, Placido Domingo, y Luciano Pavarotti, cantaran juntos por medio de sus arreglos y mezclas para que los tonos de cada uno coincidan. Esta serie de grabaciones ha atraído a muchos nuevos admiradores en el mundo de la música clásica. En 1993, Schifrin se destacó como compositor, pianista y conductor para su serie de grabaciones tituladas "Jazz Meets the Symphony", donde trabajó con la Orquesta Filarmónica de Londres y la Orquesta Sinfónica de Londres, así como con los músicos de jazz Ray Brown, Grady Tate, Jon Faddis, Paquito D'Rivera, y Jeff Hamilton. Entre los honores recibidos por Schifrin se incluyen el "BMI Lifetime Achievement Award" (1988), el Chevalier de l'Ordre des Arts et Lettres del Ministro de Cultura de Francia, el Premio al Artista Distinguido (1988) otorgado por el Music Center de Los Ángeles; el título de consultor del Presidente de Argentina en Cuestiones Culturales (1998); y el nombramiento de Director Musical del Festival del Instituto latino de Jazz de Los Ángeles (1999). Y la música no cesa. n



20 // ESPAÑOLES.AR

Imágenes azuleñas de escuelas rurales JOSÉ MANUEL LUCÍA MEJÍAS

La escuela nº 33, Paraje Arroyo de Los Hueros, se encuentra situada en mitad de la Pampa, que es como decir, en mitad de la nada, de una extensión de terreno que tan solo tiene horizontes. Y en esta tarde de noviembre, de la primavera austral, de nubes y amenazas de lluvias. La escuela nº 33, con sus paredes encaladas y sus recién estrenadas antenas de radio y televisión, cuenta tan solo con cinco años. A su lado, a tan solo unos cien metros, permanece la antigua estructura, esa que habla de otro tiempo, de otro campo, de otro país. Una antigua escuela que parece sacada de los libros de historia y de las fotografías en blanco y negro. Nada que ver con el moderno edificio, moderno y eficiente edificio que acaban de estrenar hace cinco años. Llegamos después de comer. En el coche, Verónica Torasa, la coordinadora del programa “Mejoremos juntos la calidad de nuestra educación rural”, y Ezequiel, un periodista porteño, con quien comparto asombros. Es la segunda escuela que visitamos hoy, la segunda escuela rural, que parece haberle echado un pulso a la modernidad y que, parece, que lo va ganando. Por la mañana, muy temprano, Verónica viene a buscarme al Gran Hotel Azul y desde allí nos dirigimos a la primera escuela que vamos a visitar, la nº 57, conocida como Paraje Shaw. Las escuelas rurales han supuesto siempre un reto para los docentes, un reto para toda Argentina, que tan solo en los últimos años ha conseguido completar el mapa completo de las escuelas rurales diseminadas por un territorio inmenso, casi continental. Escuelas rurales a la que llegan, como pueden y cuando pueden, los escasos niños que habitan en el campo, en las casas de las personas que trabajan en las inmensas estancias de miles y miles de hectáreas. Escuelas rurales que han de reunir en un mismo techo, en una misma clase a niños de diferentes niveles. Retos y problemas que siempre habían quedado muy lejos de los despachos ministeriales y de las preocupaciones diarias de los inspectores.

En la escuela nº 57 me esperan Patricio, Damián, Elías, Alejo, Joaquín y la hermosa Grisa. Hoy han faltado otros dos compañeros. El domingo llovió y los caminos están intransitables, con lo que han tenido que quedarse en casa. Pero no importa. En una pequeña aula, todo hecho a medida de sus diminutos cuerpos y sus grandes ganas de aprender, se reparten los pupitres, la pizarra, una mapa del mundo, una pequeña biblioteca y algún que otro ordenador. El mapa del mundo me permite explicarles de dónde vengo, señalar en la inmensidad del mundo el punto de Alcalá de Henares, muy cerquita de Madrid y señalar con el dedo la ruta del avión de un viaje de doce horas hasta llegar a Buenos Aires. No les cabe en la cabeza la idea de pasarse doce horas encerrados, lejos de la inmensidad de este campo al que han acostumbrado sus retinas. Les hablo de Alcalá, algo de su historia, de la importancia de Cervantes, del “Quijote” (al que conocen tan bien por haber participado en la experiencia de pintar un “Quijote para niños ilustrado por los niños de Azul”)… y les pregunto sobre las cosas que les contarían a los niños de Alcalá si tuvieran oportunidad de hablar con ellos. Silencio. No se les ocurre nada porque su vida cotidiana pasa por su cabeza y sus recuerdos sin dejar huella, como si su mundo fuera el de todo el mundo. Y entonces les


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digo que tendrían que explicar a los niños de Alcalá cómo se toma el mate, porque en España no hay ni mate, ni hierba, ni bombillos… ni tampoco dulce de leche. Y entonces se ríen entre ellos y suspiran asombrados, no entendiendo cómo puede haber un mundo sin mate ni dulce de leche… y entonces uno de ellos se atreve a levantar la mano y preguntar: ¿Y azúcar? ¿Y coches? ¿Existe azúcar y coches en Alcalá? Lógica aplastante la suya… y nos reímos. Y soñamos con la idea de que un día estas preguntas se las puedan hacer a los propios niños de Alcalá, ya que la gran mayoría de las escuelas rurales del partido de Azul en Argentina (34 en total) están conectadas a Internet gracias al empeño de un grupo de entusiastas y de voluntarios. ¡Qué fácil seria conectarlos con nuestros hijos, con nuestros hermanos y sobrinos, para así establecer lazos entre España y Argentina, entre las ciudades cervantinas de Azul y de Alcalá de Henares! En la escuela nº 16, Paraje de la Colorada, nos recibe un panel en el pasillo de entrada con unas letras doradas en que se lee “Semana Cervantina”, en que se han colgado los trabajos realizados por los alumnos: una conversación de chat entre don Quijote y Dulcinea, la noticia de una de las últimas aventuras del caballero manchego, un cómic con las Bodas de Camacho, adivinanzas con personajes cervantinos… y uno a uno, los niños van contándome sus trabajos, lo que han hecho, cómo lo han hecho, sin darnos cuenta que, una vez más, el “Quijote” se convierte en lenguaje universal que rompe límites geográficos, temporales y culturales. En la escuela nº 24, Paraje Villa Lazza están leyendo el

“Martín Fierro”, ya que hoy es el Día de la Tradición. Y lo leen delante de nosotros, igual que en la nº 16 uno de los alumnos ha recitado de memoria los primeros versos: “Aquí me pongo a cantar / al compás de la vigüela, / que el hombre que lo desvela / una pena estrordinaria, /como la ave solitaria /con el cantar se consuela”. Y de los pupitres vamos a la sala de ordenadores, donde apuntan mi nombre en Word y mi dirección de correo electrónico para así mantenernos en contacto… y de ahí, al patio, al pequeño huerto que ellos mismos cultivan y donde aprenden no solo tareas del campo –a las que ya están más que acostumbrados- sino también las propiedades de las hortalizas, sus vitaminas, la importancia de una buena nutrición. Y nos vamos. Y vamos dejando atrás estos dos días de encuentros y de visitas a escuelas rurales del partido de Azul para comprender mejor el salto que se ha dado en los últimos años, en que se ha pasado de tener a los niños jugando en el patio para que no molesten a tener la posibilidad de conectarlos con el mundo, a poder enseñarles (una vez por semana) los entresijos y posibilidades de la informática, de ese nuevo mundo al que también están llamados ellos a participar, por más que vivan a una hora de caballo de su escuela, que cuando llueva no puedan salir de casa para no estropear los caminos… y los dejamos jugando, jugando como lo saben hacer los niño: corriendo y peleando por ser los primeros en cazar las pompas de jabón que una de las niñas lanza al aire, al aire de sus risas, de sus gritos, de esa alegría inmensa de este instante pleno, que se confunde con la inmensidad de la Pampa argentina, de esta Pampa húmeda en que don Quijote y Sancho Panza han echado raíces y están convirtiendo en tierra cervantina n


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MESSI, balón de oro 2010, es argentino Ya no hay dudas. Al crack del Barcelona le gustan los alfajores y el dulce de leche. Toma mate y todos los domingos hace asado BB.

Una gran parte de la afición albiceleste dudaba de la nacionalidad del genio del Barcelona. Sospechaban que un niño que con 12 años se fue a vivir lejos, muy lejos de su Rosario natal, no podía conservar en sus genes todos los símbolos de la argentinidad. Y las sospechas aumentaban cuando ese chico no movía la boca cada vez que había que cantar el himno argentino antes de un partido de la selección. Y más se agrandaban aún cuando lo veían hacer cosas imposibles vestido de blaugrana, pero impotente gran parte

de las veces que se calzaba la celeste y blanca. Él prefería no responder con demasiadas palabras. Apenas un "¡Aguante Argentina, la concha de su madre!", durante el festejo de uno de los tantos títulos que levantó con Pep Guardiola y ante un Camp Nou repleto y sorprendido por la declaración de La Pulga, y cuando más lo criticaban por su desempeño en la Mayor de su país. Sabía que el momento tenía que llegarle. Lo intentó y mucho durante el Mundial de Sudáfrica y dejó un par


DEPORTES // 23

de excelentes partidos, pero el marcador a cero. Eso no le alcanzaba. Para ser ídolo nacional hay que protagonizar alguna epopeya. La comparación con Diego Maradona está ahí esperándole siempre y, se sabe, el Pelusa hizo cosas muy grandes.

Contra Brasil, el eterno rival, al que hay que ganarle siempre, aunque se trate de un amistoso como el del pasado mes de noviembre, Messi volvió a intentarlo, pese a que el equipo, una vez más, estaba perdido en la cancha. Cuando parecía que iba a irse otra vez vacío, después de haber estrellado una pelota en el poste, agarró la pelota casi en el medio campo, arrancó su carrera hacia la portería de derecha a izquierda, pasó entre cuatro defensores y casi al borde del área disparó a palo cruzado por debajo de las piernas de un defensor. Era el último minuto de descuento. Enfrente estaba Brasil, a quien Argentina hacía cinco años que no vencía. Leo salió corriendo a gritarlo, y miró al cielo como siempre para dedicárselo a su abuela Celia, la que más hizo para qué el jugara a la pelota allá en Rosario, la ciudad que "siempre estuvo cerca". Leo también. n


24 // DEPORTES

Nunca pensé encontrarme con el Diablo SERGIO A. GONZÁLEZ BUENO www.laculturadelapelota.com

La inconfudible voz de Charly García, irreverente poeta de los escenarios del rock nacional, exterioriza un indisimulado sentimiento de repudio hacia los militares genocidas que sojuzgaron al país durante ocho interminables años de represión y dictadura. Entonces, la osadía del cantante de Sui Géneris se traduce en un himno que califica por sí solo a los ilegales gobernantes de Argentina: “¡Nunca pensé encontrarme con el diablo, tan vivo y sano como vos y yo;

tenía la risa que le dan los años, y la confianza que le da el temor!”. Genio precoz, Charly nunca desafina al interpretar la partitura del ciudadano del rock, representado cabalmente por las letras del sensible autor. Instruido en las militantes y cómplices aulas del Dámaso Centeno, Charly gambetea el vesánico mensaje del club del uniforme con idéntica astucia que Ricardo Bochini, eximio solista a tiempo completo del mítico Cilindro de Avellaneda. Rebelde por naturaleza,


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el músico compuso aquellas rimas tras una “invitación” del mismísimo presidente de facto Viola a la Casa de Gobierno (Charly asistió escoltado por sus colegas David Lebón y Luis Alberto Spinetta), preocupado por el tenor de un puñado de incómodas estrofas, indescifrables para el limitado intelecto del nefasto interlocutor. Lejos de acobardarse por el desagradable suceso, Charly y Sui Géneris doblaron la apuesta goleadora, incorporando a su memorable hit un remate al ángulo… de la hipocresía: “¡Nunca pensé encontrarme con el jefe, en su oficina de tan buen humor; pidiéndome que diga lo que pienso, qué pienso yo de nuestra situación”! Parafraseando al inimitable artista del bigote bicolor, la feligresía de un rojo en horas críticas ¡nunca pensó encontrarse con el Diablo… en el Libertadores gritando campeón! Es que el Rey de Copas recuperó la alcurnia; la vuelta olímpica en la Sudamericana reconcilió a varias generaciones de escépticos, hartos del desteñido relato de añejas hazañas coperas protagonizadas por Santoro, Pavoni, Magán, Bochini, Burruchaga, Bertoni y demás glorias de Alsina y Cordero. ¡Sí, en verdad emocionó ver a los veinteañeros (y no tanto) hinchas de Independiente llorar de felicidad en la angustiante definición por penales ante el atrevido y

humilde Goiás! Inolvidable, aquel 8 de diciembre de 2010 quedará grabado a fuego en las retinas y los corazones made in CAI. Desatada la locura colectiva del incontenible festejo, los nuevos ídolos ofrendaron el trofeo mayor a su gente. Encabezados por Hilario Navarro, Matheu, Tuzzio y Silvera -ausente por suspensión en la final-, líderes con galones de la tropa de Mohamed, Independiente volvió a sentirse dueño de América por un rato. Y no está mal. Nobleza obliga, el título no debe tapar los infinitos oscuros en la gestión de Julio Comparada, incompetente para blindar de jerarquía al plantel, incoherente en la elección y/o cese de sus gerentes futboleros (nunca se entendió la no renovación de Gallego, el corto romance Menotti-Garnero, la demora en la conclusión del estadio, y un sinfín de decisiones erróneas en la política de refuerzos), y autor intelectual de un incomprensible ninguneo al ídolo máximo de la casa: Ricardo Enrique Bochini. Amén de la toma de posiciones, la marea roja cerró el 2010 pletórica, convencida de las bondades del gurú Antonio Mohamed, esperanzada en la cantera e ilusionada con la llegada de las luminarias prometidas. Entre tanto, Charly sube el telón de la libertad y renace de sus propias cenizas. El mito está más vivo que nunca. Say no more. ¡Feliz 2011! n

Padre Damián nº 15 - 91 458 20 56 - Madrid / Ibiza nº 40 - 91 409 40 40 - Madrid Costa Rica nº 28 - 91 350 56 33 - Madrid / Mayor nº 53 - 91 559 45 79 - Madrid


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El bar de doblando la esquina ALEJANDRA TALLARICO

La veía siempre en el bar que quedaba a cien metros doblando la esquina, el sitio en el que, harta del encierro del trabajo en el pequeño despacho de mi casa, me sentaba a buscar inspiración, a leer o simplemente a cambiar de aire. El café era agua sucia, casi siempre tibio o hirviendo y los bizcochos estaban secos o congelados, pero era el único lugar cercano donde el ambiente estaba climatizado. Excepto por algún grupito de púberes o familias con niños pequeños, los madrileños no lo frecuentaban demasiado, ni por lapsos prolongados, porque allí no se vendía alcohol ni refrescos y se prohibía fumar. Me gustaba, además, porque a diferencia de los bares típicos, el ruido ambiente hasta permitía escuchar la música de fondo; generalmente jazz o blues. Los empleados me conocían y me saludaban con la sonrisa que no viene en el manual: ¿cómo estás bonita?, ¿lo de siempre?; yo asentía mientras me acomodaba cerca de alguno de los ventanales, que iban de piso a techo parodiando la libertad. El acuerdo entre mi superyó y mi lado niño para interrumpir el trabajo, era que cada vez que fuese al bar, antes de volver a casa debía pergeñar al menos la idea básica para un cuento, o leer un capítulo del libro que tuviese entre manos. Ella sólo leía. Nunca la vi escribir en las servilletas como yo solía, o perder quietud por el canto de las sirenas que atravesaba los amplios cristales, pero de vez en cuando me observaba. Supongo que nuestras preguntas eran recíprocas. Era rubia por decisión y sus alrededor de diez kilos de más, salvarían mis manos de quemarse si asevero que su piel era tersa. Superaba los cincuenta años, poseía una belleza más potente que delicada y tal vez su factoría fuese tan pequeña como mi despacho. Cada vez que la encontraba me daba la sensación de que quería hablarme, pero sabía que aunque la mirara directamente a los ojos nunca se atrevería; salvo que fuese de noche, en un bar de copas y ella hubiese bebido. Es curioso cómo algunas culturas no permiten la comunicación sencilla, sin demasiados rodeos. De donde yo provengo, charlas de mesa a mesa o abordar a un desconocido en la calle, son actos naturales independientemente de las edades, la hora del día, el sexo o los motivos. Llevábamos ya tres meses de vernos asiduamente, con lo que en mi país al menos nos saludaríamos aunque nadie nos hubiese presentado,

pero en Madrid, sólo si yo me enfrentaba a su mirada con un ‘buenas tardes’ ella respondería, lo que no implicaba necesariamente saludos en lo sucesivo. La mayoría de la gente de por aquí es así, por lo que tuve que acostumbrarme a acercarme a los desconocidos en los que detectaba algún interés mutuo, con una excusa que sus prejuicios admitieran, o a simplemente desviar la mirada cuando quería evitarlos. Ser mujer me facilitaba ambas acciones. No me gustan las interrupciones mientras leo o escribo, por eso prácticamente nunca la miré a la cara más de cuatro segundos seguidos, pero no obstante ella me atraía. Me entusiasmaba creer que era una heroína de vocación tardía, que se atrevió a separar su cuerpo de otros incompatibles, a aguantar los embates de sus propias contradicciones, tal vez también los de sus hijos y los de algún ex marido despechado. La imaginaba una mujer valiente. Mi narcisismo ha hecho que mi propio cuerpo sea el que mejor compatibilice con mis fantasías, pero aún así me gusta imaginar otra carne completando el intervalo que me separa del placer, por eso decidí aprovechar su cercanía y explotar el efecto de sentido que se generaba entre su mirada, mi perfil y mi profusa mano derecha enlazando códigos. Era un juego para ganarle unos centímetros a la represión. La provocaba para que me provoque. Seguiríamos sin saludarnos hasta que yo lo decidiera, así que en silencio le mostraba cada día un ángulo diferente, según


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permitía la distribución del mobiliario, y le hablaba a través de mi actitud. Me convencí de que ella había vencido una importante batalla, que aún no había terminado su guerra y que ahora no sabía qué hacer con el terreno conquistado. Le sugerí que yo tenía la respuesta a la pregunta que precede la investigación detallada. Comencé a ir al bar más asiduamente, me decepcionaba no encontrarla; no podía concentrarme; levantaba la vista con cada cliente que trasponía la puerta o bien, los fugaces cruces visuales con ella me descentraban. En esa época, al volver a casa debía recomenzar los textos. No era claro el por qué de mi compulsión; necesitaba verla, pasaba por el bar aunque tuviese que desviarme del camino más corto a casa, pero procuraba hacerlo sola. Cuando mi novio me proponía los domingos por la mañana ir a desayunar allí, lo disuadía con cualquier excusa, entre ellas, la de hacer el amor. El escritorio era cada vez más pequeño y mi ritmo de trabajo se desaceleraba notoriamente; me producía miedo lo que me pasaba, no tanto por lo diferente, sino porque en lugar de incorporarse como una experiencia más, volvía a fundar mi vida. Era difícil hablar de eso con nadie; con mi novio por razones obvias, con mis amigos españoles porque no se les daba bien manejar las contradicciones y las metáforas del inconsciente, y con ella porque hacía un mes que había desaparecido. La requería, su mirada me colonizaba, así que ahora braceaba en una soledad compacta, que no mitigaban ni mis esperanzas, ni mi nuevo libro a punto de publicarse. Intenté el método de cualquier mortal, negué el episodio y lo caratulé de tontería pasajera, pero las quejas de mis sueños restituían intacta mi pesadumbre. Al tercer mes de ausencia, cambié de bar para poder reencontrar mis rutinas. Por esos días algunas chicas me miraban con gesto receloso al notar que las escrutaba, pero yo tenía que entender qué me pasaba y lo cierto es que, al menos con ellas, nada.

La noche de la presentación de mi libro, luego de la celebración en un local snob del barrio de las Letras, volvíamos a casa muy tarde, a pie y un poco chispeados, cuando la vi caminar por la acera de enfrente. Hice un gesto de disculpa a mi novio y me apresuré a cruzar la calle tras ella. Iba preciosa con un vestido bordeaux con delicados detalles brillosos. No ensayé ninguna excusa y no sabía qué decir. - ¡Hola, perdona! – casi grité para que se detuviera. - ¡Hola! – me reconoció su gesto. - Me llamo Alejandra, soy la que escribe a veces en el bar de Sandoval - aclaré a sabiendas de que no hacía falta. - Sí - Me sonrió. Estábamos muy cerca una de la otra y continuó: - Me he mudado y ya no voy por allí. - ¡Lo sé! – se me escapó. - Cada vez que te veía no me animaba a interrumpirte porque parecías muy concentrada – volvió a sonreírme. - A mí me pasaba lo mismo contigo. Esta vez sonreímos al unísono. - Me gustaba tu estilo elegante e intelectual – se burló amigablemente. - Gracias – respondí muy nerviosa – a mí me gusta mucho tu estilo también, eres muy guapa – dije sintiendo que traspasaba la línea del no retorno. - Sabes – dijo tomando confianza de golpe y tocándome el antebrazo- me moría por preguntarte la dirección del peluquero que te corta el pelo tan bonito- me miró hasta el cuero cabelludo. - Gracias – directamente me ruboricé. De pronto algo no estaba bien, toda la escena cambió de pronóstico. No sé si me sentí decepcionada o aliviada. - Voy a una fiesta ¿queréis venir? - dijo mirando la vereda de enfrente. Se dio cuenta de mi turbación y concretó: - ¿Ese de allí es tu chico? – lo señaló dejando escapar sin mediaciones su voz grave y una sonrisa tan amplia, que elevó a la altura de mi ceguera, su prominente nuez de Adán. n

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28 // PERSONAJES DE COLECCIÓN

Lola Mora, la escultora de las grandes obras públicas Numerosos bustos de políticos, fuentes y otros monumentos desparramados por todo el país llevan la firma de la artista salteña Dolores Mora nació el 17 de noviembre de 1866 en la Finca El Dátil, en la localidad salteña de El Tala. Fue la tercera de siete hermanos (tres niños y cuatro niñas), todos hijos del comerciante y hacendado Romualdo Mora y de Regina Vega.

La familia Mora pronto se trasladó a vivir a Tucumán, para que sus hijas mayores tuvieran la mejor educación posible. Por eso, en agosto de 1874, a los 7 años de edad, Lola empieza a estudiar en el Colegio Sarmiento y se destaca siempre como una de las mejores alumnas. La temprana muerte de los padres con tan solo dos días de diferencia, en 1885, no deja a la deriva a los hermanos, ya que Paula, la mayor, que por entonces tenía 25 años, se casa con el ingeniero Guillermo Rücker y se hace cargo de los huérfanos. La relación de Lola con el arte, al menos oficialmente, arranca dos años después, con la llegada a Tucumán del pintor italiano Santiago Falcucci, a quien la joven le pide tomar clases. En un artículo que el maestro publicó en la Revista de Letras y Ciencias Sociales en 1904, cuenta que así comenzaría un trabajo disciplinado, abocado al dibujo y a la técnica del retrato, con inspiración en las escuelas neoclasicista y romántica italianas, de las que Lola Mora no se apartaría en toda su producción. Su primera obra fue un retrato del entonces gobernador de Salta, Delfín Leguizamón, que Lola Mora quiso realizar para lograr que éste ayudara a su familia en cierto pleito que tenía en esa provincia. Lola realizó la obra al carbón, y trabajó con empeño y prolijidad. De acuerdo a Falcucci "era la copia de una fotografía, pero tenía todo de propio, de individual en la factura. Lola Mora principiaba a revelarse". Pero su primer gran reconocimiento le llega con la ambiciosa obra que presentó en una exposición en 1894, con motivo del aniversario del 9 de julio. Consistía en una colección de 20 retratos de los gobernadores tucumanos desde 1853, realizados en carbonilla. La exposición tuvo lugar en la Escuela


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Normal de Maestras y recogió numerosos elogios, entre ellos del diario tucumano El Orden, que publicó: “Es la obra quizás de más aliento de cuantas se han llevado a la exposición. (…) Muchos de ellos son algo más que un retrato, son verdaderas cabezas de estudio, de franca y valiente ejecución…”. Tucumán empieza a quedarse chico para la talentosa artista, quien en 1895 decide viajar a Buenos Aires para obtener una beca de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes para continuar sus estudios en Europa, algo que consigue un año después. Mora emprende en 1896 su viaje a Roma, donde consigue ser aceptada como discípula del afamado pintor Francesco Paolo Michetti. A través de Michetti conoció al gran escultor Giulio Monteverde, quien era considerado por muchos como el nuevo Miguel Angel, y le propuso ser su alumna. En

pocos meses sus progresos fueron tales que el maestro le recomendó dejar la pintura para dedicarse exclusivamente al arte escultórico, consejo que la artista siguió sin dudar. Ettore Mosca, por entonces corresponsal del diario La Nación en Italia, visitó el taller de Lola Mora en 1899 y dio cuenta de sus trabajos escultóricos iniciales. Le llamaron la atención dos bustos en yeso de los presidentes Roca y Pellegrini así como un esbozo de altorrelieve de 4,50 metros de ancho por 4 metros de altura que Lola había esbozado, y que representaba el primer Congreso argentino en Tucumán. El cronista también aludió a un autorretrato que había ganado una medalla de oro en una exposición de París. Es probable que dicha efigie sea la que hoy se encuentra en Tucumán bajo la propiedad de Angelina de Soldati de Páez de la Torre. La


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obra se trata de un bloque de mármol de Carrara, del que surge el perfil reclinado de Lola Mora con una cabellera ondulada que cae sobre sus hombros. Se trata de una de las piezas más interesantes y menos conocidas de su carrera. En 1900 Lola regresó a su país luego de tres años de ausencia y aprovechó la oportunidad para negociar los primeros proyectos que ofrecería a la nación. Uno de ellos era una estatua de Juan Bautista Alberdi, a pedido del gobierno tucumano. El otro era la Fuente de las Nereidas, bocetada en arcilla, que Mora ofreció a la Intendencia Municipal de Buenos Aires para ser colocada en la Plaza de Mayo, aunque al final fue inaugurada tres años más tarde en Alem y Perón, debido a la controversia sobre la presencia de torsos masculinos y femeninos desnudos en cercanías de la catedral. La prensa estuvo pendiente de las obras y le dedicó gran espacio a la visita de Bartolomé Mitre al improvisado taller que la artista montó en el lugar hasta el día de la inauguración, el 21 de mayo. La escultura fascinó en su tiempo y fascina hoy por la intensidad de las figuras, por la osada combinación de texturas y por sus magníficas terminaciones. Durante su estadía en Argentina también se formalizó la compra del busto del presidente Roca que Lola tenía en su taller de Via Dogali y, además, se le encomendó la realización de la estatua de Aristóbulo del Valle. Ya en Tucumán, se dedicó a gestionar los detalles de la estatua de Alberdi y a recibir un encargo que se transformaría en la estatua de La Libertad. Por si todo esto fuera poco, por esos mismos días recibió un nuevo pedido oficial: cuatro estatuas para decorar la escalinata principal del futuro Congreso de la Nación, representando a los primeros presidentes del Congreso Argentino, Alvear, Laprida, Fragueiro y Zubiría. Durante todo 1905 Lola Mora trabajó afanosamente para entregar las obras destinadas al Congreso de la Nación y el Monumento en honor a Aristóbulo del Valle. Además de las estatuas a Alvear, Laprida, Fragueiro y Zubiría, dedicaba su tiempo a dos grandes grupos alegóricos que serían emplazados en la fachada principal del futuro Congreso, sobre la calle Entre Ríos. En el tiempo que dedicó a completar sus obras en el Congreso, hasta 1907, Lola tuvo la oportunidad de cincelar un tintero de bronce para el Senado, que

actualmente se encuentra en el Museo de la Casa Rosada. Del mismo modo, diseñó el modelo para la cuadriga que corona la cúpula del edificio, obra que ejecutara finalmente el escultor belga Víctor de Pol. El período 1908-1909 fue muy importante para la vida de la escultora. A una serie de importantes encargos, como el busto de Luis Saénz Peña, que aún hoy sigue en la Galería de Presidentes de la Casa Rosada, se sumó su matrimonio con Hernández Otero. El 27 de mayo de 1909 firmó el contrato para la ejecución del Monumento a la Bandera, en la ciudad de Rosario. Las estatuas traídas desde Italia recién recibieron su ubicación definitiva en la estructura hidrodinámica del Pasaje Juramento, durante los años noventa. Menos de un mes después, el 22 de junio, Lola Mora contrajo casamiento con Luis Hernández Otero, empleado del Congreso, hijo de un ex gobernador de Entre Ríos y veinte años menos que ella. La ceremonia religiosa se realizó el día siguiente en la Basílica del Socorro y la pareja partió rápidamente hacia Roma. Con la llegada de la nueva década aparecen también los problemas de todo tipo, económicos, políticos y sentimentales. A los incumplimientos en los pagos de sus contratistas, se suma el fin de los gobiernos conservadores, que provoca por parte de los miembros opositores del Congreso, la orden de retirar las alegorías y las estatuas que Lola Mora había confeccionado para la fachada y el interior del edificio. El destino de estas obras fue diverso y en la actualidad se encuentran distribuidas en cinco provincias argentinas. Y en 1918, la Municipalidad de Buenos Aires decidió el traslado de La Fuente de las Nereidas al Balneario Sur, lugar que todavía ocupa. En lo personal, en 1917 se separó de su marido Luis Hernández Otero y tras otros infructuosos proyectos laborales se instaló definitivamente en Buenos Aires, con sus sobrinas, a comienzos de la década del 30. Su salud se había visto muy resentida: caminaba con dificultad, divagaba y perdía la memoria con frecuencia. El 17 de agosto Lola Mora sufrió un ataque cerebral que la dejó postrada casi por un año, hasta el 7 de junio de 1936, día de su muerte. Sus restos fueron depositados en el cementerio de la Chacarita. En 1977 sus cenizas fueron llevadas para reposar definitivamente en la Casa de la Cultura de Tucumán. n


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Extraña coincidencia HÉCTOR REBASTI

Con motivo del 75º aniversario de la muerte de Carlos Gardel, la Asociación Fraga de Barracas, a través del amigo Gregorio Traub, tuvo la gentileza de invitarme a dar una charla en su sede de la calle California, en junio de 2010. Una vez finalizada la misma, las autoridades de la casa me mostraron las instalaciones y la gran obra que desarrollan. En las paredes, pude apreciar muchas pinturas de firmas importantes y en las vitrinas, reliquias del tango. De pronto, un cuadro pequeño con una especie de documento me llamó la atención, era la Cédula de Identidad de doña Berta Gardés, la mamá del ídolo, con una nota adjunta del coleccionista e investigador, Héctor Rebasti que me resultó muy curiosa y atrayente que, textualmente, quiero compartir con los amigos de Todo Tango. (Ricardo García Blaya) Cuando se está por cumplir 67 años del fallecimiento de doña Berta no podemos menos que sorprendernos de esta revelación. Se trata de lo que fue su Cédula de Identidad, documento tan recordado entre los integrantes de

nuestra generación, y que muchos de nosotros todavía conservamos como un recuerdo de nuestra infancia y juventud; compuesto de dos tapas duras color bordó y cuatro hojas internas con la foto del ciudadano y sus datos personales de filiación y señas particulares visibles. Fue el documento que nos daba identidad. Obtenido mediante la visita del personal de la Policía Federal, en la escuela primaria como primer paso o bien, posteriormente, en el Departamento Central de Policía. La fotografía que puede

verse, es la cédula de identidad de doña Berta, en la cual se observa, claramente, el número del documento escrito en lápiz, costumbre que se usaba para una más rápida lectura, y la perforación del mismo número con el sistema utilizado en la época (a la izquierda del documento). Ese número es el 424.635. No creo necesario aclarar que al leer este número surge un dato que impacta y que parece una premonición. Igualmente me permito desmenuzarlo para que resulte más fácil interpretarlo.

El primer número, el 4: las cuatro décadas de vida de Carlos Gardel, 1890 – 1935. (aporte del amigo Héctor Lemmi, de la Sociedad Admiradores de Carlos Gardel de Mar del Plata.) El número 24: el día del fallecimiento de Carlos, su hijo. El número 6: la nomenclatura que se usa para designar el mes de junio. El número 35: apócope del año 1935, el de la muerte de Carlitos. No es poco, es una interesante e impresionante coincidencia. Este “descubrimiento” casual de mi parte, no hace otra cosa que aportar más datos y curiosidades en la rica historia de doña Berta, la querida madre biológica del siempre recordado y nunca igualado Carlos Gardel. Mi único objetivo es que esto se conozca, sea patrimonio para el futuro y sirva para aquellos a quienes les dejamos en sus manos, la figura del mejor cantor de tangos que tuvo nuestro país y el mundo, nacido en la hermosa tierra francesa y que adoptara a Buenos Aires como su tierra definitiva, conservando el sentimiento rioplatense. n

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El cantor que fraseó a la eternidad CARLOS POLIMENI (Miradas al Sur)

En la era de oro de la radio, aquel pibe de Saavedra soñaba una y otra vez con convertirse en un cantor de tangos famoso, con la complicidad de una madre que lo había criado colmándolo de afectos, sobre todo luego de la muerte temprana del padre. Escuchaban juntos programas inolvidables, y él se animaba a cantar sobre los cantores que salían de los pequeños parlantes de la radio a válvulas, mientras María Elena cocinaba, lavaba, planchaba, ordenaba. “Ahí hay una coma, respétela”, le gritaba a veces, siempre pendiente de las letras, mientras el hijo se esforzaba por desentrañar los misterios del género. Un desconocido muchacho rubio y pecoso, nacido por accidente en un pueblo entrerriano pero devoto de un barrio de modales antiguos, empezaba a forjar un estilo único, aunque nadie podía saberlo por entonces. Su madre, que profesaba el amor por la

literatura, estaba enseñándole a descubrir que no se puede, ni se debe, cantar por cantar. En una casa sin padre desde sus cinco abriles, el pibe salió a trabajar temprano, primero en un estudio jurídico, luego en un taller mecánico, al que ingresó como aprendiz. El tiempo pasó lento, como los pocos autos que se animaban por las calles empedradas del norte de la Capital Federal, donde vivía, lejos del centro, siempre pendiente de los partidos de Platense. A los 18 años, alentado por sus amigos, entre ellos los compañeros en el taller, donde había llegado a ser “Medio oficial”, se presentó a un concurso de tango, organizado por un programa exitoso de radio. Lo ganó y ése fue su primer paso hacia un trabajo como cantor: flaco y desgarbado ingresó a la orquesta del maestro Raúl Kaplún. El pibe rubio –por entonces en el barrio le decían Canario–, que jamás había consi-


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derado la posibilidad de una carrera en serio como artista, se vio metido en un mundo que desconocía: la orquesta concretaba un promedio de 30 presentaciones mensuales en bailes y piringundines bailables, pero lo que ganaba era apenas al equivalente a un sueldo bajo de empleado de contaduría. Una cosa eran las experiencias que había vivido con sus amigos en los cabarets y boliches, y otra el mundo de los trabajadores del negocio del espectáculo. Trabajar en la noche era mucho más sacrificado de lo que nunca había imaginado. Y la noche estaba, además, llena de vicios. Un poco después de los 20, el pibe Roberto Goyeneche no quiso saber más nada con el trabajo de cantor de una orquesta más. Pensó: me voy a convertir en un mediocre si nadie me exige. En un artista taxi, de esos que bajan la bandera, se quedan callados, cobran por su trabajo, les guste o no, y siguen soñando en silencio con una oportunidad que nunca llega. Total, con el dinero que había ahorrado ya le había comprado un tapado de astracán a su madre, que de tan orgullosa lo usaba incluso en verano. Bajó dos escalones y renunció a la profesión artística, para dedicarse a trabajar como taxista en serio, manejando un coche que le había comprado un tío solidario. Además, se enganchó como colectivero, porque un solo trabajo no alcanzaba para mantener la casa. El mundo de los músicos profesionales le había quemado el cerebro. Estaba amargado y resentido con las mediocridades del medio. A los amigos les decía: “Si vuelvo a cantar en una orquesta, será si me llama Pichuco”. Era lo mismo que si un jugador que recién hubiese hecho sus primeras armas en Platense se hubiera retirado soñando con ser convocado un día porque sí a la Selección Nacional. Varios años después de aquella decisión –que había tranquilizado a su madre, centro de su vida– le ofre-

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cieron trabajar en la orquesta del maestro Horacio Salgán, a través de un representante al que conocía del barrio, su amigo Justo José Otero. El autor del revolucionario A fuego Lento buscaba reemplazar a Horacio Deval y rearmar el rubro con Ángel Díaz. Goyeneche, que estaba alejado del “ambiente” escuchó un disco con dos temas de esa orquesta y dijo que sí. “Me gustaron esos arreglos japoneses, raros, refinados”, explicaría mucho después. Díaz lo bautizó como El Polaco, impresionado por su pelo, largo para la época, y rubio. Los inmigrantes polacos habían sido más que frecuente en el ambiente caldeado del Buenos Aires del tango prostibulario de principios del siglo XX. Con la orquesta del genial Salgán grabó diez temas, concretó actuaciones importantes en radios y clubes nocturnos, y se dio cuenta de que había un tango diferente a aquel domesticado que parecía haberlo vencido cuando era más pibe. Que la Guardia Vieja era definitivamente Vieja y que hacían falta otras vanguardias. Que podía encarnar el modelo de una Nueva Guardia entre los cantores. Tenía 30 años, cuando lo convocaron en 1956 para

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34 // TANGO

cantar en la Orquesta de Pichuco, que al conocerlo había dicho que parecía un cowboy, no un cantor. Entre ambos hubo, sin embargo, un flash. Se adoptaron como amigos y compañeros de andanzas. La Orquesta de Troilo le permitió aunar su gusto por los arreglos diferentes y arriesgados con la popularidad, las luces del centro y las aventuras noctámbulas. Con el respaldo de Troilo pudo llevar adelante la aventura de fundar un estilo, a partir de la estirpe gardeliana de su formación, pero teniendo en cuenta su natural tendencia a ser un músico que cantaba, no un cantor más. Se animó a mucho más de lo que había intentado el recordado Angelito Vargas: hizo del fraseo una herramienta permanente de trabajo. Frasear –jugar a retrasar o adelantar el tempo en que se canta, para coincidir luego con la música, jugueteando con el acompañamiento– lo convirtió en un referente único,

admirado por millones y denostado por aquellos que no entendían que allí estaba gestándose una revolución. En el jazz el rubato y el scat eran habituales, y eso maravillaba en Louis Amstrong, por ejemplo, pero en el tango eran vistos como una rareza, sobre todo en la era del triunfo de las orquestas bailables, cuando los músicos muchas veces estaban (sólo) al servicio de los danzarines. De Troilo egresó solista, una profesión que no tenía demasiados antecedentes exitosos y que le valió halagos y desventuras económicas importantes. La noche se pobló de sus anécdotas y amistades, se forjaron leyendas y rivalidades, el tango fue cambiando y su mundo de repercusión fue volviéndose cada vez más angosto. La edad de oro había terminado. Pocas de las estrellas del pasado sobrevivirían, la mayoría de ellas transformándose en algo muy diferente a lo que eran. Goyeneche se las arregló para seguir vigente mien-

tras el mundo que conocía se desplomaba a su alrededor. Grabó más de mil temas, convirtiéndose en vehículo central de ciertos repertorios, en un viaje que lo llevó desde los clásicos gardelianos hasta los registros de avanzada de la poética de Homero Expósito (entre ellos, clásicos actuales como Afiches, Maquillaje Naranjo en flor y Chau, no va más). Grabó, incluso, con Astor Piazzolla, con el que cumplió una temporada en un teatro de Buenos Aires, y fue tentado docenas de veces para hacer giras mundiales, por empresarios a los que solía decirles no sin revelar que en realidad se sentía mal lejos de Saavedra, de los dos boliches que frecuentaba. Existen centenares de opiniones sobre sus mejores interpretaciones, pero hay versiones suyas (las de Malena, Pompas de Jabón, Nieblas del Riachuelo, Garúa, Gricel, Romance de Barrio, Desencuentro, Canción Desesperada, Sin Palabras, Tú, En Esta Tarde Gris, entre otras) que parecen, para siempre, inmejorables. Se rodeó de músicos y arregladores que jamás lo olvidarán, ni olvidarán que tuvieron el honor de compartir sus días, sus arrebatos y melancolías. Es obvio que hay un abismo entre su potencia y garbo cuando grabó con Troilo La última Curda y su versión crepuscular y papeada de Viejo Ciego, pocos días antes de su muerte, y que en el medio hubo una decadencia importante de sus recursos, pero la verdad es que el Polaco siempre fue grande, aun cuando renqueaba de la garganta o no tenía aire, acaso pagando un tributo a sus excesos de entusiasmo por la vida. En los años ’80, en Estados Unidos, grabó un disco muy arriesgado (hizo temas clásicos como Volver y Sur, pero también perlas no tangueras como Gracias a la Vida, de Violeta Parra; como La Cigarra, de María Elena Walsh, y Los ejes de mi Carreta, de Atahualpa Yupanqui), con arreglos de Carlos Franzetti (pianista y compositor argentino de jazz radicado allí) que lo rodeó de un ropaje sonoro inspirado en el mundo de Frank Sinatra. Su trabajo como actor en 1987 en Sur, de Pino Solanas, le permitió empezar a relacionarse con el público de generaciones alejadas en general del consumo del tango, de las que fue un referente tardío. Cuando murió, la fría tarde del sábado 27 de agosto de 1994 era para todo el mundo el cantor vivo más importante de la historia del tango. Dieciséis años después, su estatura artística no para de crecer. Y son docenas los cantantes que frasean, que buscan, que encuentran, que se equivocan, que siguen, que mantienen viva la llama. n



36 // OPINIÓN

El poder, las manadas, la democracia y la paz CARLOS A. OCHOA BLANCO

Dicen los que saben, que los humanos pertenecemos al reino animal. Por eso quizás nuestras costumbres encuentran similitud, en muchas especies del planeta. Una de esas costumbres, es la de que en todos los grupos siempre hay alguien que se pelea por ser el jefe. En cualquier libro de historia podemos comprobar que no hemos cambiado nada. La humanidad sigue estando tan cabreada y siendo tan bruta, como hace siglos. Sin embargo parecería que ahora el mundo es mas vio-

lento, pero lo cierto es que esa sensación es debido a que las nuevas tecnologías, cosa que antes no sucedía, nos permiten ver, a la vez, toda la violencia del planeta, sin importar la distancia. Por tanto, seguimos con la misma violencia y con un mundo que no ha cambiado mucho, pues si miramos cada pequeña zona del planeta, veremos que todavía existen en activo todas las edades del hombre. Todavía hay lapidaciones, como en la época de Cristo y hay quienes viven y visten como hace más de tres mil

años. Incluso tenemos a los sucesores de Herodes, que al igual que el rey de aquella época, tienen el poder de asesinar niños, aunque ahora le llaman aborto. Pero no solo en la brutalidad no ha cambiado el mundo, también ahora, igual que en la antigüedad, existen grupos de poder dirigidos por unos pocos listos, que se las arreglan para vivir de los que trabajan. Es decir, el mundo sigue igual, lo que pasa es que ahora está camuflado de civilización, pero debajo del camuflaje seguimos tan

salvajes como antes. Según deducciones de los que investigan el pasado, en los principios de la humanidad el hombre ya formaba grupos, que serian el equivalente de lo que hoy conocemos como manadas o rebaños en las especies animales. Aquellas manadas humanas eran dirigidas por un jefe, que obtenía su cargo a fuerza de mamporros, cruentas peleas y asesinatos de adversarios. Con el camuflaje que antes mencionaba y que llamamos civilización, parece que hemos evolucionado,


OPINIÓN // 37 pero seguimos siendo rebaños dirigidos por jefes, que en vez de estar envueltos en pieles, lucen trajes caros. En lo que sí hemos ido cambiando, es en la forma de selección de los jefes de manada. Los distintos países en los que estamos divididos, no nos permiten evolucionar a todos de forma pareja. Por eso mientras unos tienen lo que hoy es la democracia moderna, otros están en los principios y algunos todavía no saben ni lo que es una democracia. Las democracias de los países más adelantados, son las menos peligrosas y mas remunerativas para los jefes de manada. Pero para llegar a esto, fue preciso que aquel hombre de la antigüedad, que solo conocía la fuerza bruta para adueñarse de las manadas, fuese superado por un tipo de hombre, que sin ser

fuerte, era mas listo. La mayoría de las veces la fuerza y la inteligencia no coinciden en un mismo individuo. La historia de la humanidad está llena de debiluchos que dominaron el mundo, sirviéndose de individuos con más fuerza que cerebro. Así nacieron los reyes, que eran personas rodeadas de seguidores, cuya fuerza, sumada a la inteligencia del rey, les permitía acaparar territorios y agrandar las manadas humanas. El problema es que la cosa empezó a ponerse difícil, cuando la inteligencia de los reyes fue degenerando y los listos, sin reinado, fueron aumentando. Eso hizo que algunos ya no se conformasen con los títulos de nobleza y pequeños territorios que les regalaba el rey. Entonces los reyes empezaron a sufrir prisión, cortes de cabeza, envenenamientos,

etc. Es decir, que ser rey se hizo muy peligroso. Mientras tanto en otras zonas del viejo continente, algunos listos, sin reinado, idearon lo que hoy conocemos por democracia. No era la democracia como la conocemos ahora, pero su finalidad era la misma. Lograr que unos pocos gobiernen a la manada, sin correr los riesgos de los principios de la humanidad. Lógicamente, como digo antes, no todos estamos al mismo nivel democrático. Por ejemplo, en algunos países de África, su categoría de democracia es tan primitiva, que todavía asesinan a un presidente para ponerse otro. Pero cuando los africanos tengan la democracia que ya tienen los países de la Europa y la América más adelantada, entonces verán que este nivel moderno de democracia es más aconsejable.

Pues no solo el presidente llega vivo al final del mandato, sino que además, solo sale pobre si él quiere. Las democracias se irán perfeccionando en siglos venideros y así los aspirantes a jefes de manada, llamados políticos, se irán dando cuenta que usar el asesinato o el golpe de Estado, no es aconsejable, porque hacen perdurar unas costumbres poco beneficiosas para la salud del jefe. Llegará un día en que los jefes de manadas, podrán turnarse como buenos amigos, usando y abusando del poder, como seres civilizados. Y mientras, los rebaños, seguirán vitoreándolos como en los principios de la humanidad. Y así al no tener que pelearse los jefes, para dominar la manada que los mantiene, llegará la paz al mundo. Un saludo. n

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38 // OPINION

Mejores no, distintos ENRIQUE PINTI

El tiempo pasa. A veces rápido, otras lentamente. Deja huellas. Algunas buenas, otras malas. Y en su imparable andar, con ayuda de nuestra memoria, que no siempre es fiel y exacta, embellece, afea, modifica y hasta borra nuestras experiencias de vida, otorgando y quitando valores que en su momento fueron importantes. Es increíble, pero real, que las épocas pasadas parezcan casi siempre mejores y más positivas, incluso aquellas etapas en las que han ocurrido desgracias, hecatombes y acontecimientos nefastos. Pero en la perspectiva histórica nosotros nos vemos más jóvenes, más vigorosos y más ilusionados, y pasamos por alto los problemas de antaño, que en su momento fueron angustiantes y que hoy nos parecen menores cuando los comparamos con los que tenemos que enfrentar cotidianamente. Los veteranos de hoy hablamos de la década de los sesenta y añoramos el ímpetu y las ganas de cambiar el mundo burgués y cuadriculado de los rígidos cincuenta, nuestros ideales, el amor y no la guerra, el poder de las flores, las largas melenas de una rebeldía al ritmo del rock, las utopías de acabar con la miseria, el hambre y

el sometimiento a los grandes intereses de los amos del mundo. Echamos de menos aquellos acalorados debates en los cafés donde se discutía a viva voz desde el cine de la Nouvelle Vague francesa hasta las revoluciones sociales latinoamericanas. Extrañamos aquella polarización de opiniones a favor o en contra del imperio yanqui o el oro de Moscú y el arte por el arte o el arte como tribuna político-cultural para lograr un mundo más justo. La corrección política era la incorrección, la revolución era el objetivo sagrado y cualquier opinión medianamente moderada era aplastada con ironías, burlas y alguna que otra trompada. Uno guarda en su memoria aquellas fotos fijas de nosotros y nuestros amigos del alma tocando la guitarra en peñas folklóricas hasta la madrugada, aquellas calles húmedas testigos de rebeldías, besos furtivos y borracheras desenfrenadas. Y parece que fue ayer, pero fue hace casi medio siglo... Y todo es diferente e igual o parecido pero, sea como sea, nos parecen mejores aquellos tiempos. Hay algo masoquista en esa sensación. Es como una negación de una parte de aquella foto fija que registró las

decepciones, las persecuciones, la incomprensión de los mayores, la represión indiscriminada de bastones largos y mentes cortas, los bajones, los exilios internos o externos, los miedos y las amarguras. Nos empeñamos en no ver lo malo, exaltamos lo bueno, y está muy bien que rescatemos la buena fe y el convencimiento de que queríamos lo mejor para nuestra sociedad, pero también es recomendable la autocrítica de lo pasado y la revalorización de un presente en el que, más viejos pero también más sabios, podemos reformular nuestros deseos de ser mejores y reciclar aquellas energías aprovechando la enorme fortuna de haber llegado vivos y lúcidos a nuestra tercera edad. Aferrarse al pasado, a nuestras ilusiones y a

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nuestros ideales (por devaluados que parezcan estar) puede convertirse en un hecho positivo si uno encuentra el equilibrio entre lo que hay y lo que falta, lo que había y se perdió y lo que se agregó y puede realizarse todavía. Siempre defenderemos nuestras épocas, siempre nos parecerán mejores, pero no neguemos las cosas positivas que, en medio de las tormentas que han sacudido esta primera década del siglo veintiuno, nos indican que aquellas ilusiones siguen teniendo sentido y que los locos gobernantes del mundo continúan cacareando éxitos en medio del caos y la barbarie, que la guerra sigue matando igual que antes y por las mismas razones, que no hay sistema mágico e infalible que ayude al género humano a vivir mejor, que a pesar de las luchas y los manejos burdamente mercantilistas, científicos y sabios aún se queman las pestañas para hallar antídotos para enfermedades, y que, más allá de una aparente abulia e indiferencia, muchos jóvenes tratan de canalizar sus sueños con la misma fuerza que nosotros teníamos allá en aquella foto fija, con el pelo más largo y la risa más sonora, pero con la misma luz en la mirada. Hay demasiadas cosas que están mal como para quedarse encerrados en la cueva de la resignación n

y la recibirás por correo

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