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● Decálogo de virtudes del Ikebana
from Revista Ikebana
1. No discriminación.
La naturaleza no discrimina, ni tampoco debería hacerlo el practicante de Ikebana. Al contemplar la capacidad de la naturaleza para existir, aprendemos a interactuar con todas las personas y con todas las cosas por igual. Históricamente, el Ikebana brindó a los artistas de clase baja la oportunidad de mezclarse con los aristócratas e incluso con los emperadores. Enseñar Ikebana en una sociedad multicultural como Australia me brinda oportunidades maravillosas para conocer gente de muchos orígenes culturales.
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2. Mente desinteresada.
Cuando nos enfrentamos a las flores, estamos libres de cualquier preocupación y podemos aclarar nuestras mentes. El primer objetivo de la meditación Zen es lograr una mente tan clara, libre del yo parloteante. Este primer paso es a menudo el más difícil para cualquier estudiante de meditación. Pero con la ayuda de los elementos naturales en sus arreglos, muchos estudiantes de Ikebana pueden llegar a experimentar este estado de ánimo casi sin darse cuenta.
3. Hacer amigos sin palabras. Frente a las flores, sentimos una alegría más allá de las palabras. Cuando compartimos esta alegría con otras personas, podemos formar un vínculo que trasciende el lenguaje. A través de nuestros arreglos podemos comunicarnos a un nivel más profundo con las personas sin importar el idioma que hablen.
4. Aprender de las plantas.
El Ikebana nos ayuda a aprender sobre muchos tipos de flores y árboles con muy poco esfuerzo. Aprendemos sus nombres y nos sintonizamos con la naturaleza de cada planta y su ciclo. En particular, aprendemos cuán corta es la vida de una flor. Esto puede llevarnos a reflexionar sobre nuestra vida. Apreciar los ciclos de la nos puede ayudar a apreciar la fugacidad de la vida en general y aceptar nuestro lugar en el universo.
5. Gánate el respeto.
A través de la contemplación, el respeto por la naturaleza, la no discriminación y el trabajo hacia una mente desinteresada, el Ikebana nos ayuda a desarrollar nuestro mejor carácter.
6. Perfumes todo el tiempo.
Siempre podemos estar rodeados por los agradables aromas de las flores. Los aromas realmente afectan nuestro estado de ánimo y sentimientos. Cuando nos sentimos un poco deprimidos, el aroma de las flores puede animarnos. Los artistas de Ikebana saben qué flores funcionan mejor para elles y su familia y amigos.
7. Apartarse de los pensamientos dañinos.
La práctica repetida del Ikebana puede ayudar a mantener nuestra mente en calma, la dedicación completa al momento de la realización del arreglo, desde la elección de los elementos hasta los toques finales se transforman en una forma de meditación que nos permite disipar los pensamientos negativos.
8. Mente tranquila.
A medida que adquirimos la mente en paz a través de Ikebana, podemos nutrirnos y vivir más. Obviamente, el autor del texto en el siglo XVII tenía la intención de promover Ikebana y supo vender su producto diciendo: ¡esto te hace vivir más! Es cierto que las estadísticas muestran que incluso hoy en día los profesores de Ikebana son uno de los grupos de ocupación que viven más tiempo en Japón, un país con algunas de las personas más viejas del mundo. Quizás sea imposible saber si practicar Ikebana nos hará vivir más, pero quizás nos brinde herramientas para vivir mejor.
9. Mente agraciada.
La práctica del Ikebana puede ayudarnos a lograr mantener una mente más tranquila desde la mañana hasta la noche, podemos desarrollar una comprensión mayor y una unión espiritual con el mundo natural..
10. Cerca de lo Divino.
Cada vez tenemos más experiencias divinas en las que nos sentimos cercanos a Buda, a los Dioses o al Espíritu Divino, La Naturaleza o El Universo, dependiendo de nuestra filosofía personal. El fortalecimiento de los lazos con lo Divino fue probablemente el valor más importante en el siglo XVII, aunque parece muy difícil de lograr en nuestros días. Sin embargo todes podríamos beneficiarnos de tener experiencias más profundas y significativas en nuestras vidas. El Ikebana es una forma de ayudarnos entrar en contacto con los elementos de la naturaleza y potencialmente conocernos mejor a nosotres mismes y al universo que nos rodea.