Revista Ikebana

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DECÁLOGO DE VIRTUDES DEL IKEBANA 1. No discriminación. La naturaleza no discrimina, ni tampoco debería hacerlo el practicante de Ikebana. Al contemplar la capacidad de la naturaleza para existir, aprendemos a interactuar con todas las personas y con todas las cosas por igual. Históricamente, el Ikebana brindó a los artistas de clase baja la oportunidad de mezclarse con los aristócratas e incluso con los emperadores. Enseñar Ikebana en una sociedad multicultural como Australia me brinda oportunidades maravillosas para conocer gente de muchos orígenes culturales. 2. Mente desinteresada. Cuando nos enfrentamos a las flores, estamos libres de cualquier preocupación y podemos aclarar nuestras mentes. El primer objetivo de la meditación Zen es lograr una mente tan clara, libre del yo parloteante. Este primer paso es a menudo el más difícil para cualquier estudiante de meditación. Pero con la ayuda de los elementos naturales en sus arreglos, muchos estudiantes de Ikebana pueden llegar a experimentar este estado de ánimo casi sin darse cuenta. 3. Hacer amigos sin palabras. Frente a las flores, sentimos una alegría más allá de las palabras. Cuando compartimos esta alegría con otras personas, podemos formar un vínculo que trasciende el lenguaje. A través de nuestros arreglos podemos comunicarnos a un nivel más profundo con las personas sin importar el idioma que hablen.


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