Revista Multiverso N°5

Page 1

MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR

Número 5

MULTIVERSO Revista de narrativa fantástica, ciencia ficción y terror

SUPERNOVA, SOCIEDAD DE ESCRITORES DE CIENCIA FICCIÓN, NARRATIVA FANTÁSTICA Y TERROR - COCHABAMBA, BOLIVIA

AÑO 5, NÚMERO 5, JUNIO 2020

INDICE -Basta con un Cerillo – Ana Triveño Gutiérrez

3

-Lecho Cruento - Gonzalo Montero Lara

6

-Delirio del Astronauta – Dennis Morales Iriarte

10

-La Musa Verde – Celso Montaño Balderrama

11

-Simón y el Comercio Intergaláctico de la Chicha – Ramiro Obando Meneses

14

-El Vértigo – Adela Zamudio

16

-El Catafalco – Miguel Sequeiros

19

-Alas – Ramón Rocha Monroy

20

-Esperando la Madrugada – César Verduguez Gómez

29

*Pintura de la tapa: Ramiro Ortega

X


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR

NOTA EDITORIAL

Número 5

decir que su alma es el pasajero conducido por extraplanetario interesado en el preciado Caronte al Séptimo Círculo en el infierno de néctar. La simplicidad en la conversación y el

Después de varios años de pausa, la revista Dante.

humor implícito tras la significación de las

para Celso Montaño Balderrama, escritor punateño, palabras hace del relato singular en estructura y permanecer indefinidamente en la Galaxia con varios premios literarios en su haber, en contenido. Multiverso

vuelve

a

ser

editada

Imaginación. Los autores de ciencia ficción, presenta LA MUSA VERDE. En este relato, el César Verduguez Gómez, escritor consagrado, narrativa fantástica y terror requieren de un autor proyecta a un personaje que navega de presenta el cuento breve ESPERANDO LA espacio que les posibilite expresar su creatividad galaxia en galaxia, de estrella en estrella, en MADRUGADA, y mostrar al público lector obras que hacen de lo compañía

de

fantástico la realidad inherente a la existencia representa a

MRM.1.2,

una

musa

un relato donde muestra la

que insensibilidad del ser humano en situación de

una mujer cochabambina que pandemia. Apenas algunos logran mantener y

humana. A partir de la pandemia del COVID19 tiene los atributos de una diosa que habita en un expresar sus sentimientos de dolor. La epidemia nos damos cuenta que la línea divisoria entre la lugar del Universo rodeada de una constelación arrasa no sólo con los entes humanos como ficción y la realidad es cada día más angosta, a de

cuerpos

tal punto que la ciencia ficción es alcanzada por astronómicas,

celestes.

Entre

explicaciones organismos, sino también hace desaparecer las

caracterizaciones

humanas, almas sintientes del entorno. Es un relato que

la propia ciencia. Asimismo, los mundos proyecciones sociales, filosóficas y políticas, el expresa lo que ocurre en el mundo de hoy, fantásticos que se cultivan en el caldo autor nos introduce en una historia singular, donde los “zombies” parecen haberse adueñado imaginativo, dan lugar a realidades donde aparece una doncella cuya danza onírica de la realidad. inacreditables, y de pronto sorprenden a las encanta y encandila al personaje personas con una existencia concreta.

Finalmente, se presenta el cuento EL VERTIGO

Se cuenta con la obra BASTA CON UN de Adela Zamudio (1854-1928), famosa poeta y En Multiverso, volumen 5, se presenta el CERILLO de Ana Triveño, escritora talentosa, escritora cochabambina. En este relato Adela cuento ALAS de Ramón Rocha Monroy, escritor que ingresa con pie derecho en el género de Zamudio nos muestra un cuento maravilloso, consagrado en el ámbito nacional e terror. La historia refleja la combinación de lo dentro lo fantástico. Hay un juego de espacio y internacional. El autor nos sorprende con una real con lo irreal, de lo objetivo con lo subjetivo. tiempo donde la autora se proyecta a un mundo historia, que en primera instancia es de El personaje principal, un bombero, traduce en fantástico que de alguna manera codifica de narrativa fantástica, pero que también refleja su mente una historia por demás fascinante, forma abstracta la realidad de la época. En ese una realidad que se confabula en el corazón de que se convierte después en su propia realidad. contexto, aparecen arpegios de viaje en el los seres humanos: La lucha de la libertad del El lector ingresará en un suceso abigarrado, tiempo, hacia el futuro, y que provocan un alma y la esclavitud de la personalidad, una vahído o malestar existencial. lleno de simbolismos. dualidad en conflicto perenne. Ramón Rocha Igualmente, Dennis Morales, escritor y poeta, MULTIVERSO 5, rescata valiosas obras de Monroy ha escrito un cuento por demás presenta DELIRIO DEL ASTRONAUTA como autores bolivianos, que el lector podrá singular, saliendo de su estilo tradicional da una constelación de haikus para que el lector degustarlas como una variedad de productos “in rienda suelta a su imaginación, y ahí la libertad pueda viajar, a través de la poesía, por el cosmos lectorium”, ofrecidos en un menú especial. se manifiesta a borbotones. Dirigido a “niños” donde el espacio y el tiempo configuran una de 6 a 97 años, la obra percibida permite conseja singular. Iván Prado Sejas ejercitar la libertar del Ser en su plenitud (Si se Miguel Sequeiros, escritor con inclinación por el capta la esencia de la historia). El simbolismo DIRECTOR EJECUTIVO género de terror y horror, exhibe EL utilizado moviliza el pensamiento abstracto. Revista Multiverso CATAFALCO, un relato basado en una leyenda Se publica el relato LECHO CRUENTO de de Atocha. En la historia, un “ente”, que parece Gonzalo Montero Lara, escritor reconocido en el surgir del mundo onírico, se proyecta en el ámbito de la narrativa fantástica y la ciencia mundo real, generando un giro paranormal a la ficción. Esta vez, a partir de sus vivencias como rutina de los comunarios de Atocha. médico, se da el permiso de penetrar en el Ukhupacha del mundo de los hospitales. Para Ramiro Obando Meneses, escritor novel, SIMÓN Y EL COMERCIO quien no conoce ese mundo, la historia es pura presenta ficción. Y para quien sobrevive en ese contexto, INTERGALÁCTICO DE LA CHICHA, un relato cualquier parecido de la realidad con la historia que está dentro la literatura fantástica es una mera coincidencia, como dice el mismo neoindigenista. La historia trata de un autor. En la historia un paciente es maltratado encuentro sui generis, entre un productor de de tantas maneras, simbolicamente, se puede chicha, bebida espirituosa de los valles, y un


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

BASTA CON UN CERILLO Por: Ana Triveño Gutiérrez Hay hechos que pueden cambiarte la vida. Un suceso que puede durar segundos, cuyas consecuencias logran extenderse por años. Un accidente, una muerte, una victoria, un insulto, estamos expuestos a un montón de riesgos día a día, sin saber cuándo llegará uno de esos momentos que cambiará nuestro sentido para siempre. Me he puesto a pensar mucho en este tipo de cosas, porque creo que me ha pasado algo así hace un par de semanas. A veces basta con un cerillo para cambiar el mundo.

3

me gusta negarme, pero tampoco presumo por humo, así que mi visión poco sirvió. Me adentré ello. Debería haber más gente como yo en la más para poder dar con alguien, hasta que sociedad. llegué a las gradas. Subí con mucho cuidado, atento por si la madera cedía. El uniforme me Hace unas semanas, recibimos una protegía del fuego y mi máscara del humo, lo llamada a eso de la una y cuarto de la mañana. único que me preocupaba era mi campo de Suelo quedarme alerta hasta las dos, porque visión. Me adentré hasta la habitación donde se necesito dormir antes de mis clases. Se trataba escuchaban las llamaradas. Lo que vi, fue lo más de un incendio en un vecindario de la zona sur. bizarro que había visto en la vida. La mujer que nos llamó no denotaba verdadero pánico, por lo que seguramente el incendio Dentro ese cuarto había una pila de apenas estaba empezando. Aunque mis ramas y troncos medianos apilados sobre la compañeros me aseguraron que podían hacerlo cama, como si hubieran hecho una fogata sin mí, decidí acompañarlos de todas maneras. dentro la casa a propósito. Todos los cuadros Me quedaban 45 minutos de guardia, no creía estaban apoyados contra la pared, en el piso. que ese incendio nos tomara más de media Alguien los había descolgado. Eran fotografías hora. en blanco y negro, cuyos protagonistas parecían observar el incendio con una sonrisa. En las Partimos enseguida en nuestro camión paredes habían escrito la palabra ragnarok con prestado por los Bomberos, los oficiales. Como lo que parecía carbón, una y otra vez, con ayudábamos en su área, decidieron prestarnos diferentes tipos de letra y tamaño. Y en el techo, dos en total, aunque generalmente usábamos alguien había trazado un enorme círculo justo uno a la vez. Llegamos al vecindario indicado y encima de la cama, como si pretendiera vimos la casa en cuestión. Era pequeña, de dos contener el incendio. pisos, salía humo de sus ventanas aunque no se divisaban todavía las llamaradas. Los vecinos Escuché entonces unos golpes a mis estaban alrededor, a una distancia poco espaldas. Al voltear, vi a mis compañeros prudente a mi criterio. arrastrando un cuerpo gradas abajo. Me asomé entonces al otro cuarto y vi algo aterrador: había Mis compañeros se pusieron a trabajar al tres personas adultas maniatadas sobre la cama. instante. Mientras dos de ellos verificaban el Ninguna parecía despierta. Me acerqué para interior de la casa, el resto preparaba la sacar a otra, entonces comprendí por qué mis manguera para extinguir el fuego. Por mi parte, compañeros habían tardado tanto con una. comencé a alejar a los vecinos y les pregunté si Aparte de las ataduras en sus extremidades, había personas dentro la casa. Nadie supo estaban envueltos con un alambre de púas a la asegurarme nada. Unos decían que no había cama. ¿Quién sería capaz de hacer semejante nadie, pero otros pensaban que podía haberse atrocidad? quedado dentro una pareja de la tercera edad que vivía ahí.

Soy voluntario en una institución que se ocupa de ayudar a las personas en emergencias. Generalmente atendemos casos de incendio, fugas de gas y algunas veces ayudamos a - Viven ahí una pareja de ancianos, su controlar la seguridad de las personas que hacen hija, su esposo y un niño que creo es su hijo. filas para grandes eventos en nuestra ciudad. La - ¿Está alguno por aquí ahora? gente puede estar loca, eso lo aprendí tras un par de años como voluntario. - Es lo raro. No vemos a ninguno, pero Por las mañanas, me ocupo de dictar tampoco hemos escuchado gritos así que clases en un colegio particular que está de pensamos que no había nadie en casa. Fíjese las acuerdo con lo que hago. Por las tardes, termino luces, están todas apagadas. Y el garaje, no está de calificar ciertos trabajos y antes de las 16:30 el auto del esposo de la hija. ya estoy en camino para uniformarme junto a Esperé a que alguno de mis compañeros mis compañeros. Como los incendios son los saliera de la casa para confirmarnos de que no más frecuentes tenemos ropa de bomberos que gentilmente nos donó una empresa de hubiera nadie. Lo extraño era que ninguno de seguridad industrial, con logos incluidos, claro los dos que habían entrado, salían. Se estaban está. Nuestra única remuneración es la gratitud demorando mucho. Con una seña le dije a otro de las personas que ayudamos, ya que las de mis colegas que entraría a ver cómo estaban. empresas que nos apoyan lo hacen a través de Me afirmó con la cabeza mientras seguía equipamiento, comida y la renta de lo que preparando la manguera con otros tres. llamamos nuestro cuartel general. En mi clase varios estudiantes me consideran un héroe. No

Entré a la casa y noté que el incendio era en la planta superior. Todo estaba lleno de 3


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 Intenté desenredar a una, tendría que sacar a la persona poco a poco hacia abajo, con el riesgo de provocarle cortaduras. Entre dos seguramente era más rápido, pero estando yo solo, era preferible ir por el cortador de metal, aunque las púas estaban tan pegadas a la piel de las personas que pensé las pinzas no servirían en ese caso. Por fortuna mis compañeros dieron detalle de la situación y vi a más colegas subir por las gradas portando un par de extinguidores. Consiguieron apagar el fuego en menos de quince minutos. Ya con el humo despejándose, entre todos pudimos dar con el inicio del alambre de púas y desenredarlo fue mucho más sencillo que intentar cortarlo. Desgraciadamente, las personas que yacían sobre la cama habían fallecido por asfixia, mientras que la mujer que habían rescatado mis compañeros, aparentemente la hija de la pareja de ancianos, se encontraba en estado crítico. Según ellos era la única que todavía respiraba para cuando llegamos. Antes de irnos, la Policía llegó para investigar la escena del crimen. Lo que les habían hecho a esa familia no era normal, así que debían buscar responsables. Lo que remató la noche y la convirtió en uno de esos momentos que te cambian la vida, fue lo que uno de los policías comentaba con uno de mis compañeros, mientras el resto guardábamos todo. - ¿No lo oyeron? - No, el sonido de las llamas opacaron su voz. Ya ven que ni siquiera pudimos revisar los cuartos hasta apagar el incendio. - Es una pena. Nosotros no nos dimos cuenta hasta que se nos ocurrió ver debajo de la cama. - ¿Estaba atado igual que los demás? - Sí, solo que en lugar de tenerlo sobre la cama, lo amarraron justo debajo. Pobre niño, esperemos que haya perdido el conocimiento antes de quemarse de esa manera. La autopsia nos lo dirá. Esa noche no pude dormir. Mi esposa tuvo que abrazarme un largo rato para que dejara de llorar. ¿Quién podría hacerle eso a un niño? Una muerte así no se la merecía nadie. Por la mañana, en clases, nuevamente me puse a llorar. Tuve que excusarme a descansar un poco. Ya en la tarde, vi en las noticias la fotografía de la familia afectada en aquel incendio. Ver el rostro del niño volvió a quebrarme. No volví al

4

voluntariado hasta tres días después, cuando tuvieran que liquidarme un contrato o algo así. uno de mis colegas vino a verme a casa y me En ese estado era mejor que no acudiera a más habló sobre que esas cosas pasaban y que emergencias. estaban fuera de nuestro control. Así que hice la No sabía por qué me afectaba tanto esos culpa a un lado y regresé a mi rutina normal. casos. El fuego era un destructor que yo mismo Casi una semana pasó, cuando volvimos conocía, y muy de cerca. ¿Había sido lo tétrico a recibir otra llamada por un incendio. de ambos casos? ¿Los homicidios? ¿El estado de Nuevamente la voz de una mujer poco la habitación? Algo en particular me hacía preocupada. Tuve un mal presentimiento. perder los estribos, traté de descubrir qué era. Acudimos de inmediato, nuevamente a la zona Me puse a hacer mapas mentales, escribí un sur, aunque en un vecindario diferente. La casa montón de observaciones en mi laptop, en cuestión era más pequeña que la anterior, de investigué sobre crímenes con características un solo piso. Las llamas estaban más intensas similares, hasta compré una grabadora para ahora, la gente no se animaba a acercarse. poder almacenar todas mis teorías, mis Todos aseguraban que había un hombre, uno pensamientos. que vivía solo. Inmediatamente comenzamos Por las noches, en lugar de mi con nuestra labor. Esta vez nos costó más de media hora, pero finalmente conseguimos voluntariado me dedicaba a recorrer las calles extinguir las llamas. Al ingresar, por segunda en busca de algún incendio, con la esperanza de vez ese mes, me encontré con otra escena volver a ver a esa joven. No pasó mucho tiempo hasta que tuve una gran pelea con mi esposa y bizarra, lista para alimentar mis pesadillas. dejamos de hablarnos. El director del colegio El hombre estaba ahí, como habían me llamó la atención, explicándome que a la señalado los vecinos, mas ya no estaba con vida. más mínima queja me despedirían. Nada de eso Yacía colgado de una viga, como si se hubiera me importó. Estaba obsesionado. suicidado. Debajo de él estaba otro montón de Y de esa manera llego al presente. Hoy. ramas y troncos carbonizados. Me vino a la mente la quema de brujas de antaño. El cuarto Empezó como un día normal, aunque de presentaba cuadros descolgados y dispuestos normal ya casi no tenía. Trabajé acelerado en el alrededor del hecho, así como ragnarok aparecía colegio, al salir me dirigí directamente a mi casa numerosas veces en sus paredes. El círculo para verificar unos datos en internet, sin siquiera negro en el techo rodeaba al hombre. pensar en comer algo. No obstante, al entrar, Sentí que mi estómago se revolvía. Salí comprendí que algo estaba mal. No había corriendo para no vomitar dentro la casa. Llegué sonido alguno. La televisión, que solía estar hasta un árbol en la acera de enfrente y me puesta en el canal de noticias, no estaba incliné dispuesto a vaciar mis intestinos. Las encendida. La radio tampoco. ¿Es que mi esposa náuseas cesaron y no vomité, pero alcancé a ver aún no había llegado? Subí las gradas con la a una joven parada en una esquina, esperanza de encontrarla sobre nuestra cama, contemplándome. Al verla fijamente, se alejó durmiendo una siesta como rara vez hacía. Y vaya que la encontré. Ella estaba ahí, maniatada deprisa. e inconsciente. Justo entonces alguien me Pregunté a mis colegas si alguno había golpeó en la cabeza y ya no recuerdo más. hablado con la mujer que había llamado por el incendio. Ninguno afirmó haberla encontrado. Indagué sobre el anterior incendio, obteniendo la misma respuesta. Nadie sabía quién era la mujer que nos había llamado. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al evocar en mi mente a esa misteriosa joven. En mis pesadillas, ella era la responsable de semejantes atrocidades. Mi esposa cuidó de mí bastante esos días. Me tomó más de tres recuperarme. Creo que perdí cerca de siete kilos. Mi desempeño en clases disminuyó tanto que los padres comenzaron a quejarse. Mis colegas voluntarios dejaron de insistirme en volver, creo que tenían miedo de que perdiera la cordura. Un voluntario menos, no había diferencia. No era como si 4


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 Ahora creo que es de noche. Me duelen los brazos. Noto que están atados con fuerza a mi espalda. No puedo mover los pies, seguramente también están atados. Me encuentro a lado de mi esposa, sobre nuestra cama. Observo con horror que los muebles del cuarto han sido trasladados. Veo cuadros apoyados entre el piso y las paredes. No son nuestros, alguien los ha llevado allí. Las personas de las fotos sonríen al verme. Inmediatamente miro al techo. Siento que mi corazón se detiene al encontrar un círculo en torno a nosotros, como si pretendiera encerrarnos.

ocurriendo y lo evitaban a propósito. Minutos después escuché una ligera explosión, vi que de mi casa salía humo. Me acerqué hipnotizado por las llamas, constatando que ya era tarde para ayudar a mis papás. Alcancé a ver a través de la ventana de su alcoba las palabras en la pared, aunque no logré entenderlas. Vi una parte del círculo en el techo.

Los bomberos llegaron y ellos me ayudaron. Me cubrieron con una manta y trataron de que les contara lo que había visto. No recuerdo haberles dicho nada. Por meses, dejé de hablar. Una psicóloga me ayudó a reponerme, optando por enterrar esos Escucho pasos. Miro hacia la puerta y la recuerdos en lugar de confrontarlos conmigo. veo. La mujer de la que tanto sospechaba, está Ahora comprendo por qué me obsesioné allí. Aunque no sonríe, parece disfrutar mi tormento. Trato de zafarme. Es inútil. La tanto con esas escenas. Habían activado mi observo con un pedazo de carbón en la mano. subconsciente. No tengo idea de la finalidad de Comienza a escribir ragnarok en las paredes. Las ese ritual. Dudo que ellos conozcan mi pasado. cortinas están cerradas, afuera los autos van y Sin embargo, me niego a creer que se trate de vienen sin imaginar nuestra situación. Mi esposa simple casualidad. aún no despierta, pienso que no está respirando. El hombre de la máscara me mira como Cambio de estrategia. Intento hablar con la si leyera mis pensamientos. La mujer termina de mujer que hace esto. ¿Por qué lo haría? ¿Por qué escribir en las paredes y se pierde fuera del a nosotros? cuarto. El hombre no deja de observarme unos Cuando ella está por terminar de cubrir minutos más, hasta que sale nuevamente de la las paredes con esa palabra, escucho a alguien habitación. Trato de zafarme otra vez, mas es subir por las gradas. No está sola. Entra a la inútil. Mis extremidades ya se han adormecido habitación un hombre fornido, lleva una capa tanto que ni siquiera sé si las muevo o no. que le cubre el cuerpo hasta los tobillos y una Ellos regresan cargando un montón de máscara que esconde su rostro. ramas secas y hojas de periódicos viejos. Los Esa máscara, circular, con llamas de acomodan sobre nosotros. Ya no puedo hacer fuego dibujadas, como si ardiera, activa mis nada. Con profundo pesar alcanzo a distinguir parte de mi investigación mezclada entre los recuerdos. troncos. Así que ellos sabían que andaba con Ocurrió en mi infancia, no sé a qué edad eso. Mi arrepentimiento crece tanto como mi exactamente. Estaba en mi casa, con mis miedo y la certeza de que, en breve, perderé la padres. Mis verdaderos padres, no los que me vida. adoptaron meses después. Era de noche, así que El hombre nos baña con una sustancia ellos dormían, mientras que yo me había viscosa. No sé qué es, pero estoy seguro de que escabullido a la sala para ver televisión. se trata de algo inflamable. Solo moja lo que Escuché un ruido afuera. Alguien está por debajo del círculo, al tiempo que recita intentaba entrar. Nuestro vecindario era algo en otro idioma. Se aleja unos pasos, la solitario, pobre y muy peligroso. Me escondí tras mujer se aproxima ahora, esta vez lleva su las cortinas de la sala, tal como me había propia máscara puesta. Comparte el mismo enseñado mi papá ante emergencias. Vi que diseño que la de su compañero. También dice unos sujetos entraron y subieron las gradas, unas palabras y saca una caja de fósforos de uno sigilosos. Ambos llevaban las máscaras que de sus bolsillos. Enciende un cerrillo, lo arroja ardían. Los gritos de mi madre duraron apenas hacia nosotros. Lo veo como si estuviera en segundos. No alcancé a oír los de mi padre. Sin cámara lenta, sin poder creer que un simple pensarlo, salí corriendo de la casa y llegué hasta cerillo era suficiente para acabar con mi vida, la casa de mis vecinos. con nuestras vidas. Toqué la puerta a gritos, pidiendo Las llamas se producen ayuda. Nadie me abrió. Traté la casa vecina a instantáneamente. Los intrusos se van esa, y la siguiente, pero ninguna me abrió su corriendo, dispuestos a escapar. Observo una puerta. Era como si supieran lo que estaba última vez a mi esposa. Es todavía más hermosa 5

5

con las llamas a su alrededor. Me alivia saber que no sufrirá el dolor de las quemaduras. Nuestro cuarto se torna borroso, ya no distingo nada más que el fuego. Me dedico a verlo sobre mí, agitándose con furia, desquitándose por su abrupta invocación. Creo que mi cerebro se ha desconectado de mi cuerpo, porque ya no lo siento. Sé que me estoy quemando, mas mi mente no atina a procesar esa información. En realidad me encuentro en otro plano, como si la última escena de mi vida fuera una magnífica película en 3D que me tiene fascinado. Recuerdo a mis padres con cariño, ¿habrá sido también su culpa morir así? Me alegro de no tener hijos. Me alegro de haber sido educador. ¿Dejé tarea para este lunes? Sé que a ellos no les gusta hacer tareas el fin de semana, pero tienen que aprender a organizarse. Aún no he comido hoy. Creo que se me antoja un poco de helado. María, te amo.

Biografía: Ana Triveño Gutiérrez, escritora, con inclinación por la literatura fantástica, con vasta producción literaria. Publicó "La Luna de Apolo" (2009) a sus 17 años. Continuó sus obras con "Cazador de Sombras"(2010), "La Muerte quiere morir"(2011), "Sibelle para Benjamín"(2012), "Devorador de Almas: Canciones del corazón mojado" (2014), "Devorador de almas: Recuerdos del corazón perdido" (2015), y “Latidos del corazón cautivo” (2017). Participó en varias antologías literarias. Su última publicación LiterArt, libro de cuentos. Es miembro fundador de la Sociedad de Escritores de Narrativa Fantástica y Ciencia Ficción, "Supernova".


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

6

LECHO CRUENTO Por: Gonzalo Montero Lara

(Este es un cuento; pura ficción, cualquier parecido con la realidad es simple casualidad) Los míticos ángeles de la vida y de la muerte, no tienen tiempo para nada; “ellos” son parte de la dimensión que discurre insondable en el círculo continuo de la creación-destrucción. Así se la pasan jugando con el destino de todos nosotros; las criaturas de existencia densa. — ¿Muere o no muere? —pregunta el Ángel de la muerte a su colega y rival de juego, el Ángel de la vida. —Lo ayudaran los otros humanos de su especie a sobrevivir —contesta el Ángel de la vida —Yo creo que la mayoría de los humanos del entorno los ayudaran a desencarnar, no olvides que muchos están de mi parte. El hombre pertenece a una especie muy destructora. —No todos…muchos pueden ser de tu equipo, aunque la mayoría juegan para ambos lados, dependiendo de circunstancias de origen; humanas…muy humanas. Era la una de la madrugada de un agitado fin de semana. No importa recordar la fecha, porque fue un espacio preñado de desgracias. Por lecturas conozco que la aterradora parálisis del sueño, las crisis lancinantes de las úlceras, y los trabajos de parto entre otras contingencias mundanas tienen preferencia por presentarse con mayor frecuencia a la luz de la luna llena. Este cuerpo estelar que imagino se divierte mucho contemplando esos cuadros tan poco románticos. Viene a mi memoria que luego de tres días de compartir de manera entusiasta, pletóricas copas de chicha de maíz morado y un navegar festivo en ríos de brebajes amarillos, junto con almas que llegaron el día de difuntos al puerto terrenal, pensé que se resintió mi estómago a las profusas cargas festivas; cocteles urpus (juguetes), t’anta wawas (muñecos de pan), y otras masas dulces deliciosas de los mast’akus( mesas de difuntos). Un súbito dolor en mi abdomen superior, me despertó a la hora fatídica, poniendo en cuestión mi capacidad semiológica de poder definir si este dolor me comprimía, retorcía o quemaba. Pedí a mi compañera de vida, muy solícita en estos 6

trances, me aplicara una inyección de ranitidina para las gastritis y úlceras, de manera directa en mi torrente sanguíneo y otra de propinoxato en mi macizo glúteo para concluir el asunto. Sin embargo, cuatro horas después, despierto nuevamente con el dolor plenamente instalado en los segmentos anatómicos que académico lenguaje anatómico se denomina epigastrio, y popularmente conocido como “boca del estómago”. Era la primera vez que sentía un dolor con esta localización, esas características y una irritante persistencia. Llamé por teléfono a Carlos mi cirujano de cabecera, quien se hallaba cerca de terminar su turno en la guardia del Hospital. Con mi compañera al volante volamos virtualmente en su búsqueda y de calzándome las medias impares y el calzoncillo al revés. Una vez allá acostado en un cubículo de urgencias, persistía la incertidumbre sobre el origen del dolor; yo continuaba sin poder definir bien el problema y el caso apuntaba, a mi entender, solo a una banal irritación gástrica. El referido cirujano amigo, solicitó los exámenes de apoyo para conseguir un diagnóstico sustentable. Lamentablemente el moreno galeno terminaba el turno, y no podía continuar con la atención, pero en su lugar llego otro morocho de la especialidad, quien con los resultados de los exámenes complementarios en la mano, evaluó la presencia de cálculos biliares de unos siete milímetros de diámetro, conglomerados (seguramente conspirando o en alguna movilización biliar), cerca de la desembocadura del conducto natural de drenaje de la vesícula biliar. Los glóbulos blancos estaban aumentados en la sangre con un nivel de 13.000, encima de la cifra normal, apuntando a un proceso infeccioso agudo. Para entonces el dolor como dicen del gobierno estatal; “se corrió a la derecha”. Instruyeron mi internación a piso para prepararme a una cirugía de urgencia. Todo esto mientras una amable enfermera licenciada me canalizaba una vena asegurándome que la necesitaría y duraría hasta mi operación. Encargaron a una hermosa interna, para que me interrogara. Ella me pidió el detalle sobre mis enfermedades anteriores y antecedentes alérgicos. —La cefotaxima me produjo una reacción cuando me la administraron en el transoperatorio de una cirugía traumatológica anterior —señalé—. Ella tomó nota del dato. —Me produjo una severa taquicardia — complementé admirando su figura. Luego, ya resignado continué informando, — nacido en día 7 del mes 7—, por casualidad ingresé a la sala 7 de cirugía varones, recién pintada con colores cálidos donde yacían tres


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 pacientes colgados sus brazos de sendos sueros. Solo uno de ellos usaba una cama hospitalaria moderna de cuatro movimientos. El resto, incluida mi humanidad, yacía tendida en vetustos catres despintados; seguramente reliquias de la década del 50-60, época de la creación de la seguridad social boliviana. Ataviado con la batas me tomaron los signos vitales de rigor. Mi auxiliar en esa ocasión portaba su propio tensiómetro digital de muñeca. Enroscó el artefacto con cierto desdén a la región lateral externa de mi muñeca, técnicamente fuera del área de latido radial. Con inusual timidez, Le hice notar el error — ¡Está bien!—me replicó molesta. Luego en la pantalla, salió err (error). Sin mirarme, me aplicó de nuevo el manguito, con el sensor en el dorso de la muñeca, más lejos aún del lugar adecuado. La pantalla le repitió err. Mantuve discreto silencio y mire el cielo gris a través de la ventana con mis labios en gesto sibilante. Sentí que insistió con el error, pero, ya no quise mirar el resultado final. Las visitas a mi habitación iniciaron su peregrinación. Los hermanos, sobrinas, y amistades, permanecían conversando sobre diversos aspectos mientras me miraban de reojo como un condenado al patíbulo, quizá esperando que diga algo importante para la posteridad. Nada de eso ocurrió, ninguna frase significativa perpetró mi cerebro ni soltó mi lengua. Estaba ya algo aturdido por una molesta jaqueca que se instaló en mi cabeza sin que la invitara. En el ínterin, ingresó una conocida licenciada en enfermería amiga, que transportaba los medicamentos para administrarme, y me preguntó:

invisibles que me estrangulaban me soltaron y el flujo de aire volvió a fluir, para dar lugar a un horrible vómito bilioso, que tuve que hacerlo en un basurero que me aproximó un familiar. Mi “amiga” licenciada, desapareció como por arte de magia, sin activar el código azul. En su lugar apareció una enfermera auxiliar de blanquito, embarazada, molesta y mal predispuesta para prestar servicios. Ella nos recriminó: —No se debe vomitar en los basureros, para eso están las riñoneras. Ella traía recién las mismas dentro de una bolsa de polietileno para tal cometido, como debió ser lo correcto. Calmadas las aguas, la enfermera “amiga” reapareció en su última intervención. Nunca la volvía a ver. Señaló, que me había puesto solo “un poquito” del medicamento cuestionado, marcando en la jeringa con la uña del dedo, aproximadamente un centímetro cubico. Con voz ronca, flaqueada, casi inaudible le respondí:

El morocho cirujano, al nuevo cambio de turno, tuvo la generosidad de lograr que lo releve otro de “buena mano”, Éste galeno me volvió a evaluar. Un medido golpe de puño sobre mi parrilla costal derecha me hizo exclamar de dolor — ¡Ay puta!—, dicterio que fue concluyente para el diagnóstico de una vesícula aguda. —Hay que entrar cuanto antes… pero, será mañana —señaló—. En este hospital, los quirófanos rebalsaban y resultaban insuficientes como todos los días, por la alta demanda de cirugías programadas y las emergencias. Seguramente me miraron bien: morenocobrizo, de ojos almendrados y estimaron que los mestizos de esas características pigmentarias, fuimos diseñados por el creador o en los talleres de universos; para todo terreno, y con la sonrisa idiota que yo “lucía”, podía aguantar unas horitas más de espera.

—Las reacciones alérgicas no están en función de las dosis… Pasado el sofocón, desalojaron a los asustados acompañantes y visitas, y me trasladaron a quirófano, donde aguardaba mi apesadumbrado cirujano descansando de la enorme carga laboral en la fresca cerámica de un desnivel del piso.

Informado del suceso, el anestesista, me practicó una laringoscopia. Pero, me olvidé, se olvidó o nos olvidamos todos retirar mi placa dental superior de valplast, o probablemente este cuidado ya no formada parte del protocolo, pero afortunadamente, la prótesis, más flexible que las tradicionales, resistió en embate de instrumento y se procedió a la laringoscopia. Incomodísimo pero necesario procedimiento. —Doctor ¿Es alérgico a algún medicamento? Yo contaba los segundos esperando que la —Sí —respondí— a la cefotaxima. En una onerosa prótesis dental no se parta en dos. ocasión me produjo una reacción… Terminado el examen que me dejó con la boca abierta, el experimentado colega sentenció: —Pero el médico “ha” ordenado cefotaxima — replicó. —Hay edema de glotis, puede dar problemas durante la extubación…recomiendo que no lo —No me la apliques —le pedí—, pregúntale operemos—. El cirujano derrotado por los con que otro antibiótico se puede reemplazar. sucesos movió la cabeza a los lados… y se suspendió el acto quirúrgico para resguardar mi Ella separó a un lado la jeringa con el salud. Mi mente y mi abdomen sentían el tic, indeseado producto y procedió a inyectarme las tac de una bomba de tiempo que se había otras sustancias por el suero. armado debajo de mi motor hepático. Mientras conversaba con mis acompañantes sentí un brusco vértigo. Pregunté confuso y mareado, si me estaba aplicando la cefotaxima. No fue necesario que me responda, un violento espasmo en la garganta me tapó la respiración. Esta obstrucción la cual afortunadamente duró solo instantes, por alguna razón, las manos

7

Vuelvo a la sala “rodando” en una silla, donde el solapado dolor, al verse descubierto, desenmascaró su origen. Me dolía justo en la intersección de una línea imaginaria tendida del fondo del hueco axilar al ombligo; allá donde se cruza con el reborde costal, ahí mismo, es el punto cístico de la semiología clásica. 7

Me quedé conectado al suero con la indicación de solo ranitidina. Cuando llegó la encargada vestida de bata azul, quien debía administrarme la dosis intravenosa del medicamento, le hice notar que el suero no estaba entrando a la cámara de goteo. Vi una tozuda gota que se hallaba aferrada en la punta negándose a caer hacía mucho rato. Sin inmutarse para responderme, procedió a introducirme la sustancia por la llave de tres vías. Un intenso dolor abrasador como candela del mítico infierno católico, invadió toda la zona donde llegó el químico. La flexura del codo derecho se inflamó de manera inmediata.


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

8

—Está bien infiltrado el suero —se limitó a En la mañana, con la presunción de un comentar lacónicamente, mirando la zona proceso infeccioso en curso, cuyo tratamiento hinchada, y se fue seguramente en busca de fue detenido por la reacción de hipersensibilidad otra licenciada para canalizarme otra vena. a un antibiótico, me preguntaron si había utilizado anteriormente la ciprofloxacina. Les —Tiene mucho vello y está muy tenso. No confirme que sí. Me traté con ese fármaco, sabe hacer puño” —escuché en silencio, fiebre tifoidea y algunas otras infecciones sin comprendiendo que surgían dificultades ningún problema. Luego vi que incluyeron en la técnicas en hallar y canalizar otra vena venoclisis un frasco de este antibiótico. apropiada. Me afeitaron el dorso del antebrazo derecho, pero tenían que hacer vía al lado En salas me sorprendí al ver ingresar a mis izquierdo, confieso que participé en esa metida ancianos padres ambos rondando a los 90 años, de pata, ya llevaba 36 horas de ayuno y estaban de visita. Se colocaron al lado de mi presentaba fallas en la memoria, precariedad lecho. Yo habría preferido mantenerlos lejos del del discernimiento y una tenaz cefalalgia me problema, y solo enterarlos “después de que agobiaba. Era una hemicránea derecha. pase todo”, pero allá me encontraba, bajo la Siempre la “derecha” fue para mí un dolor de inquisidora mirada de mi padre, ex dirigente cabeza. sindical y político de ligas mayores quien nunca miró con buenos ojos como se manejaba la En fin, me dediqué a “filosofar”: los dolores seguridad social que ellos conquistaron el 52. calmaran, ya crecerán los vellitos inocentemente afeitados en seco o me rasuraré De pronto un escalofrío intenso estremeció ambos lados para “emparejar”. Nada impar o todo mi cuerpo. Aparecieron intensos ch’ulla que rompa la armonía y el equilibrio es temblores, acompañados con un sonoro bueno, dice la sabiduría popular. castañear de dientes. En vano me esforzaba en reprimir. Muy rápidamente se hicieron incontrolables. Esta situación acabó alarmando con toda razón a mi entorno familiar que se hallaba de visita. Azorados no entendían lo que pasaba. Convocado el auxilio acudió la robusta compañera, quien estimó de forma despreocupada, que solo estaba “nervioso”. De manera inmediata, a este sui géneris estado de supuesto nerviosismo, le acompañó de un alza térmica furibunda que alcanzó los 38.5° grados de temperatura, motivo incuestionable para solicitar otra vez la participación de enfermería. Esta vez acudió la señora de blanquito, quien escéptica llegó con termómetro de mercurio en mano y luego de sacarlo de mi temblorosa axila y ver el resultado. Sin poder ocultar la sorpresa, la vimos correr a informar que mi cuerpo ardía a 39° grados Celsius. Las enfermeras comunicaron la novedad a mi nuevo médico tratante, quien rápidamente estimó que se trataba de una “reacción pirógena”, y ordenó que se retire el suero, incluido el equipo de infusión aguja y todo probable alérgeno responsable de mi estado. Pronto la fiebre fue remitiendo en precipitada crisis hasta normalizarse. Esto me puso a pensar que en ciertas ocasiones, las destrucciones masivas de bacterias invasoras, Esa noche en la soledad de la sala. Aún no había atacadas por un antibiótico muy eficaz como en hecho amistades. Le dije a una robusta auxiliar este caso, dejan en el campo de batalla toxinas de enfermería que me sentía febril y que por bacterianas y restos de lipoproteínas favor me tomara temperatura. Ella me miró estructurales de sus paredes celulares, las cuales erguida y manifestó que era por la frazada que pueden generar este tipo de reacciones me tapaba… —“¡destápese!” —me espetó. llamadas “pirógenas”. No la vi más en sala mientras estaba despierto y Después del, incidente mi dijo que se iba a su la sensación de fiebre persistió hasta la media casa que, según él se encontraba “sola”. Se fue noche. 8

pálido, preocupado, vacilante y moviendo la cabeza. Mi madre por el contrario se negaba rotundamente a retirarse hasta verme mejor. En la víspera, volvió la auxiliar de blanquito, acompañada por una estudiante de enfermería de la Universidad Adventista, a quien le decía en voz alta que tiene que conocer los hábitos de los médicos, unos exigen rasurado de vellos y enema y otros no. El mío quería vacío el intestino como un flamante tubo de ensayo. Sin mayores explicaciones ni previsiones, procedió a colocar el enema. Yo estaba con bata, calzoncillo y un buzo deportivo, y solo tuve tiempo para bajarme los pantalones. No pude quitármelos. Al culminar su tarea, me señaló que podía dar vueltas alrededor de la cama “hasta que me dé ganas de…”. Las ganas fueron inmediatas. Para evacuar, debía aguantar y recorrer unos quince pasos largos hasta el baño común, atravesando en esa ruta, el atestado pasillo público al quirófano. Yo caminaba conteniendo apenas el rebalse intestinal, frunciendo al máximo mi esfínter, ensayando una forzada expresión de serenidad. Así llegué a los baños donde escuché roncos bufidos de esfuerzo en ambos retretes, anunciando que estaban ocupados por dos pujantes funcionarios de batas blancas, en trabajo de aliviar los intestinos. Por la inminencia de mi evacuación, toque tímidamente la puerta: — ¡Ocupado! — respondió la voz pujante de una persona que estaba lejos de desocupar el W.C. En mi angustiosa condición, era demasiado tiempo para esperar. Sin poder contenerme, solté con estruendo el angustiante contenido intestinal, convirtiendo todo el piso en un charco de aguas fecales, por cuyo desagradable aseo protestó airadamente más tarde la encargada de limpieza. Recordé que además, “tenía que ducharme”. Me preparé, agarrando con una mano el pesado trípode metálico del suero, con la otra logré quitarme la ropa hecha mierda. Literal, cruel realidad. En el ínterin salieron del baño los obrantes vestidos de blanco, más que de prisa al evaluar la situación trágica. Sintiéndose culpables, solo miraron de reojo, disimulando su repugnancia. Sin tener las ideas claras de lo ocurrido y lo que venía pasando, me dirigí impávido a la ducha, bajo de la cual estaba ocupado por una caja de madera sobre la cual se hallaba un bañador de aluminio mediano, lleno de agua jabonosa, seguramente utilizada ya en algún menester. Haciendo a un lado la caja, deslicé mi bata hacia el brazo juntamente con el suero


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 puesto que no podía librarme de él. Abriendo la llave de la ducha me hice chorrear agua por donde pude. No había jabones en ningún lado. En los intentos por lavar todo mi cuerpo se me cayó y quedo inutilizado el rollo de papel higiénico. Luego me dedique a lavar mi calzoncillo para ponérmelo mojado y retornar a mi cama cubriendo algo la retaguardia de mis intimidades. Entre como caballo cochero, sintiéndome un perro k’ala, aterricé en mi lecho con mi calzoncillo, el buzo y la bata mojados con señales y aromas fecales. Gracias a la airada gestión de mi hermana, de mala gana cambiaron el cubrecama y se llevaron la bata sucia y nosotros el resto. El olor a intestinal no se pudo disipar con facilidad. Parece que se pegó en las terminaciones nerviosas de las fosas nasales. Así pasó el tiempo, y para entonces ya gozaba de la amistad de mis compañeros de infortunio: Don Celedonio, minero rentista de Huanuni, con silicosis pulmonar del 55% según decía, debutaba con una diabetes insulinodependiente que se la compensaban. Él era hiperactivo, piqui chaki, circunstancial y reiterativo en las consultas sobre sus males. Preguntaba una y otra vez sobre sus tratamientos y nunca terminaba de entender las explicaciones, además señalaba la urgencia de ir a su pueblo. Estaba solo, pero, allá lo esperaban, tres hijos de 18, 10, 9 años y una joven esposa de tierra adentro—. “Muy tarde me he juntado” — comentaba. En la ciudad estaba solo. Juan Carlos, profesor de estado, natural de Potosí, portador de dos prótesis valvulares cardiacas, colocadas con mucha fortuna por un famoso cardiocirujano nipón llegado en una misión de ayuda. Él se internó por un hematoma a consecuencia de una caída de su moto en ruta a su trabajo desde Kana Rancho donde vive, hasta la localidad de Vinto donde imparte educación primaria. Él por su condición de anti coagulado, sangró de manera inclemente por la herida de la contusión y obligó a la colocación de un drenaje subcutáneo por una semana, y; Johnny, un silencioso policía evacuado de Pando, operado de una peritonitis por un apéndice perforado que se lo “aguantó” mucho tiempo, demasiado tiempo, pero sobrevivió como pudo. La última noche antes de la operación dormí mejor, fui evaluado por el cardiólogo de servicio, un amigo y compañero de facultad. De la misma manera acudieron para ultimar detalles preoperatorios los jóvenes médicos residentes de cirugía y anestesiología. La actividad del personal es intenso a partir de las 5 am. Se sucedían las entregas de turno, primero de enfermeras, luego se daban las visitas médicas, informando la condición de los pacientes y

9

haciendo recomendaciones especiales que los Quedé admirado de la delicada tarea de casos aconsejen. aplicar con habilidad y sabiduría las técnicas laparoscópicas empleadas, hasta desprender el Ya en el trayecto hacia la sala de órgano enfermo, y dejar un lecho cruento operaciones, recordé que debía dejar mi placa limpio. Asimismo pude maravillarme con la dental, una licenciada amiga que exhibía una belleza de los paisajes anatómicos, la fisiología amplia sonrisa como pocas, con mucha de los órganos y las tecnologías de vanguardia amabilidad me la guardó envuelta en papel destinadas a cuidar el milagro de la vida. higiénico. Hoy, respirando a pleno pulmón desde mi Me acomodaron en la sala de “pre lecho de confort, contemplo una de las últimas embarque”, como la llamo yo. Allá, me imágenes que me muestra el video. Se trata de vendaron los pies para luego conducirme al una profunda metáfora originada de esta quirófano, el cual parecía salido de una de mis experiencia que me tocó vivir: Un chorro de novelas de ciencia ficción, pantallas planas, líquido cristalino, baña en forma reiterada el monitores, hermosas fuentes de luz con lecho cruento…El lecho cruento, hasta dejarlo múltiples puntos semejando un cielo estrellado, limpio…como debe ser. Desde entonces, ya no instrumental reluciente. Luego de la soy el mismo. premeditación anestésica realizada por un colega y compañero de deporte, pasé con En el mundo angelical finalizaba una alguna demora a brazos de Morfeo en nivel 4. A conversación: la cabeza del equipo operativo especializado y —Sobrevivió el humano; ¡Te gané! —exclama motivado, estaba el jefe de servicio, un diestro alborozado el Ángel de la vida. cirujano corrido en siete plazas de estas lides quirúrgicas. Entre todos ellos me condujeron a —Así es, pero tú sabes que no fue un fair play, una de las aventuras más maravillosas que he como dicen los aficionados al futbol terrícola. vivido corporalmente, pero de la cual no Me ganaste gracias a tu amistad con ese recuerdo nada: mi cirugía video-laparoscópica. entrometido del Ángel del destino, sabías que El equipo de anestesiología en febril él humano enfermo no cumplió aun su plan de actividad, luego de aplicarme el anestésico por vida establecido. Con su existencia terrena la vía habilitada, me preguntaban si me sentía todavía debe quemar su karma y gastar su mareado, aparentemente demoré un poco para dharma “dormir”. De la primera operación a la que fui — ¡Uhm! No, no lo sé, pensé que tú también lo sometido, aprendí que la experiencia de estar sabías. ¿Será el destino de todos los seres bajo anestesia, no es como dormir propiamente humanos ser ángeles y de todos los ángeles ni salir en astral. No hay ensoñaciones, no se llegar a ser humanos? ¿O mañana nosotros sale del cuerpo físico, no ve nada, ni se ingresa a ningún túnel de luz, tampoco se contacta seremos dioses, y los humanos también? entidades espirituales; no hay el “otro lado”. Porque la infinita existencia del multiverso es de Simplemente te apagan y luego te encienden a continua recreación. la vida mediante un interruptor químico. Al medio de este escotoma, de singular vacío, como un insondable agujero negro, trascurrió Biografía: un lapso de 1 hora y 22 minutos que duró la Gonzalo Montero Lara, escritor, compositor, operación que fue filmada en importantes comunicador e investigador social. Médico fragmentos para fines pedagógicos y estimular familiar y del deporte. la capacidad dormida de sorpresa y asombro de Tiene obras en los géneros lírico, narrativo, neófitos y sapientes. ensayo y humor. En narrativa fantástica y CF, Gracias a la gentileza del equipo de salud que me atendió y al generoso detalle de proporcionarme un CD, pude ver la filmación de mi cirugía. Las imágenes que observé una y otra vez con los amigos y familia, ratificaron la gravedad del caso, se trataba de una vesícula “podrida”; necrótica, llena de piedras y material purulento. El epiplón, formaba una especie de muro vivo; un plastrón protector en su heroica función de tratar de bloquear el proceso infeccioso en curso. 9

escribió la novela El misterio de las Tres Tetillas, y los libros de cuentos fantásticos: Huellas de Luna, Pétalos de sangre y Viaje el fondo del bar. Participó y fue compilador en varias antologías literarias nacionales e internacionales.


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

10

DELIRIO DEL ASTRONAUTA Por: Dennis Morales

miedo y terror perded toda esperanza nao destrozado

Noche perenne plagada de estrellas titilan en paz

ansiosos esperamos llueven buenos deseos

ignición total raudo ascenso y éxtasis vamos al cielo

truenan los motores fuego en el corazón

escombros y cuerpos somos proyectiles

caer al vacío de frente el horizonte vamos dispersos

los gritos distantes ecos insufribles

tocar estrellas cualquier cosa intento solo hallo pavor

arriba esperan castillo en el espacio luz corruscante

otro hogar anhelamos la Luna nos sonríe

certera la nave en franca aproximación rauda al encuentro

un presentimiento es atisbo alocado

amores que se quedan sobre la superficie

mi vida entera en destellos desfila ojos salvajes

las lágrimas surgen son lluvia de meteoros

flotando en paz soy crisantemo al viento polvo de estrellas

¡alarma! gritan parpadean las luces gran catástrofe

un céfiro celestial ya estoy muerto.

tremenda explosión en órbita inestable

10


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

11

LA MUSA VERDE MRM.1.2 Por: Celso Montaño Balderrama

Que nadie hable de superioridad de razas, porque es desoír la lógica humana que llega a las mismas conclusiones sobre las leyes del universo, vivamos en África, Asia, Latinoamérica, Oceanía, Europa, etc., muy lejos del racismo eurocéntrico que se cree dios del universo. La evolución creadora cósmica define la inteligencia humana desde el heroísmo homérico. La juventud libre del odio, el racismo y la violencia se rige por la Ley de Anticipación en ciencia ficción acerca del universo y los millones y millones de universos o multiversos/pluriversos. La versión popular repite, puede que sí, puede que no, lo más seguro es quién sabe. Con todo y todo y todo lo demás, los jóvenes nacimos para dar amor a ancianas, ancianos, niños, niñas.

Con los brazos abiertos, con el corazón en las manos, con los ojos llenos de amor para tus ojos y el espíritu de lucha a favor de los pobres, amo tus ojos bellísimas estrellas binarias que me rompen el corazón, le pongo patas arriba el mundo porque no me gusta por sus desvaríos. Cuántas veces repito esto con voz ronca loco de amor a mí musa verde. Poetas de manos obreras, vengo de las profundidades de las masas, lucho por los sectores sociales más vulnerables. Firmemente, creo que la juventud Todo está en todo: El ser humano es bandera de lucha revolucionaria, sepultura de contiene el universo. prósperos pícaros, elegantes tramposos, Está visto que los científicos andan follones y malandrines, voraces saqueadores de desconcertados con la Teoría del Todo, o la los recursos naturales de los pueblos. Teoría Unificada, también conocida como Muchas cosas están hechas mal en Teoría del Misterio o Teoría “M”, una sola nuestra sociedad de papas fritas: la política, nido fórmula que explique de qué está hecho el de ratas corruptas; la ciencia, en manos de los universo. ricos; la tecnología, fetiche que pervierte a la Para descubrir la teoría unificada está juventud, que permite que las élites económicas devoren al planeta Tierra; el fosilizado sistema la ecuación, igualdad que contiene una o más educativo del siglo XXI, que repite peor que loro incógnitas: El todo es igual a sí mismo. domesticado a garrotes por el sistema de E=UC multiplicado por los opresión más de lo que las élites dominantes le multiversos/pluriversos. piden; la religión, el deporte, el alcoholismo y la prostitución, minas de oro con que muchos Formulemos la teoría: La Energía es hacen fortuna. igual a la Unidad Cósmica diversificada por No estamos en el mundo para millones y millones de universos o conformarnos con una casita, un auto cromado multiversos/pluriversos que se rigen por la de lujo, una abultada cuenta bancaria, un celular inteligencia de continuo creadora. que distrae a los dueños que entierran la Mientras que muchos dan vueltas inteligencia en el suelo peor que perdices. ¿Qué alrededor de 2.600 exoplanetas descubiertos nos queda por hacer? Ser críticos con el mundo hasta el presente, el universo marcha como hipócrita que da pena. Luchar por ser hombres libres y hacer con nuestra libertad una debiera. (Agencias | Redacción. 19/04/2018). LA revolución nunca vista. Enseñar al mundo que la NASA LANZA TESS, UN SATÉLITE QUE explotación del hombre por el hombre es el BUSCARÁ VIDA EN 20.000 EXOPLANETAS. La Agencia de Aeronáutica y del Espacio de mayor descaro que padece la humanidad. Estados Unidos (NASA) ha lanzado este jueves Todos tenemos que vivir del mandato desde la base de Cabo Cañaveral (Florida, cósmico armoniosa y comunitariamente; EE.UU.) el satélite TESS, que analizará durante rompernos el alma defendiendo la vida de los los próximos dos años alrededor de 20.000 exoplanetas. No está del todo atrasado, desvalidos que son legión. considerando que vengo de lejos. En cuanto a la Stephen William Hawking y Thomas galaxia Andrómeda, qué observatorio más Hertog, afirman: “Todos los universos existentes maravilloso. Circunnavego galaxias y más comparten las mismas leyes físicas, lo que galaxias y en lo que concierne a los exoplanetas, implica que lo que se averigüe sobre nuestro es cosa de todos los días, podemos tocarlos, acariciarlos y admirarlos a simple vista. universo puede aplicarse a otros universos”. 11


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 Juventud divino tesoro, cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer, nos dice Rubén Darío el maravilloso poeta, periodista y diplomático nicaragüense. Lo que es yo, extraterrestre de gustos terrícolas, le pongo el grito al cielo porque vivo del universo que es grano de poesía. En verdad y en verdad, aquí no existe conflicto novelado que resolver, odio, celos, envidia, violencia, racismo, color de piel más o color de piel menos, drama griego lacrimoso, riesgo de perder la vida, triángulo amoroso, enfrentamiento entre dos o más generaciones o algo semejante. Esta historia de amor de dos enamorados no necesita explicaciones, filosofías falaces, trucos literarios, trampas comerciales, homini hominus lupus en el solo bolsillo, plusvalía o fuerza de trabajo no pagado al obrero concentrado en pocas manos, consorcio de policías, abogados, jueces, chicanas, falsos testigos y testigos pagados, mucho menos caminar de Herodes a Pilatos. Esta historia de amor está hecha de María del Rosario Medrano MRM.1.2, musa verde de bello lenguaje filosófico que domina astrofísica, que muchos quisieran para sí. La adorable belleza cochabambina me roba el alma, me tiene cautivo de amor, con ella sueño día y noche a la luz de la Luna Blanca Punateña, agua cristalina, alma de mi alma, vida de mi vida, hermosa flor que me roba el corazón. Ando de rodillas comiendo pan de sus manos, argumento suficiente para decirles que la amo día y noche. María del Rosario Medrano, hija predilecta de la diosa Eros, belleza caníbal sin desperdicios, ecologista, viajera espacial desde niña, usa el escape de luz de los agujeros negros que tiene una velocidad mayor que la velocidad de la luz para viajar de galaxia en galaxia y de universo en universo, a diario me repite este conocimiento cósmico: Como es arriba es abajo; un grano de arena es el fiel reflejo del universo. Por esto, en cualquier latitud del universo ella es la razón de mí existencia. Si el planeta Tierra cupiera en manos revolucionarias, no habría pobres ni ricos enfrentados por un plato de comida, por un vaso de agua o por un pedazo de tierra. Qué terrible que los seres humanos hayan convertido el planeta Azul en infernal máquina de explotación del hombre por el hombre, a cambio de la plusvalía o fuerza de trabajo no pagado a los obreros los esclavos modernos. Mi nombre es Celsius Miramar Grotoux CMG12.1.3, exoplanetario que desde

12

mis trece años vivo en la bellísima Cochabamba, valle de eterna primavera, dejando padre y madre en el hogar de mis mayores, la galaxia Andrómeda vecina de la galaxia Vía Láctea, también conocida como Galaxia Espiral M31, Messier 31 o NGC 224, a 2.5 millones de añosluz, la más cercana a la Vía Láctea. Tiene 220.000 años-luz de diámetro, por los 130.000 años-luz de nuestra galaxia y podría contener hasta 1 billón de estrellas, por los 200.000400.000 millones de la nuestra. Tiene una masa estimada de 1.5 billones de soles, mucho más que la Vía Láctea, de unos 850.000 millones. Vengo del sistema solar Ceyrus Deydemia 23.4.21, con diez exoplanetas o planetas similares al planeta Tierra, donde abunda agua, oxígeno, clima primaveral, con habitantes amorosos que regalan el corazón, produce miel de abeja en abundancia y leche de coco para inundar otros planetas de sistemas solares a mil millones de años luz y unas hermosas mujeres, viajeras eternas que recorren de galaxia en galaxia regalando amor, belleza y conocimiento a manos llenas, que uno se pregunta, ¿por qué tanto odio, envidia, racismo y violencia en el planeta Tierra? Si hay comida de sobra para todos. ¿Acaso el amor no define la inteligencia en cualquier lugar del universo? Solo el silencio me contesta. La ciencia más avanzada en astrofísica nos enseña que las galaxias más cercanas a nuestra galaxia Vía Láctea se llaman Grupo Local: Andrómeda, M31, la más grande ubicada en los alrededores de la Vía Láctea y su luz difusa es consecuencia de los cientos de miles de millones de estrellas que la componen; se trata de dos galaxias satélites de la Vía Láctea que son atraídas por su gravedad y se estima que dentro de muchos millones de años pasarán a formar parte de ella. La Gran nube de Magallanes se encuentra a unos 170 millones de años y la Pequeña Nube de Magallanes a 210 millones y son galaxias enanas irregulares con muchas nebulosas y estrellas jóvenes; Triángulo, es la tercera galaxia más grande del citado Grupo local y se encuentra por detrás de Andrómeda y la Vía a unos tres millones de años luz. Según los datos astronómicos este objeto puede observarse sólo con telescopio y se estima que Andrómeda la atrae por su gravedad y posee la nebulosa de emisión más grande que se conoce que se denomina NGC 604; Enana Can Mayor, es una galaxia que posee un aproximado de mil millones de estrellas de las que en su mayoría son gigantes rojas. Se ubica en la Constelación Canis Maior y es una galaxia irregular cercana a la Vía Láctea a 25 mil años luz de nuestro Sistema Solar; Enana elíptica de Sagitario, es una galaxia satélite de la Vía Láctea 12

con un diámetro de cerca de 10.000 años luz, a una distancia de 70 000 años luz de la Tierra y se mueve en una órbita a unos 50.00 años luz del centro de nuestra galaxia; Enana Pegaso, es una galaxia irregular en la constelación de Pegaso de baja luminosidad superficial descubierta en 1950 por Alber Wilson, con un diámetro aproximado de mil años luz y bajo contenidos de metales; Enana de Draco, se trata de una galaxia satélite de nuestra galaxia que forma parte del grupo local en la constelación de Draco a 260 mil años luz de la tierra con un diámetro aproximado de 2000 años luz, considerada una de las galaxias más tenues. El equilibrio y la armonía que rige el universo enseñan que la violencia que existe entre los seres humanos no es causada por los genes, sino que es producto cultural, para ejemplo el negocio de las armas nucleares, negocio altamente rentable del que viven los ricos en desmedro de los pobres. Hay tanto odio, envidia, violencia y racismo en el planeta Tierra, porque los genocidas ignoran la magnitud del universo y de millones y millones de universos vecinos nuestros o los multiversos/pluriversos. Los seres humanos no somos los únicos seres inteligentes en el universo. Mucho menos somos el ombligo del universo. Solo en la galaxia Vía Láctea existen 40.000 exoplanetas en zona habitable o planetas similares al planeta Tierra. El universo tiene 100.000 millones de galaxias. Cada galaxia tiene 100.000 millones de sistemas solares. Multiplíquese tanto por tanto que dará un resultado setenta veces setenta. Existen tantas formas de inteligencia creadora evolutiva diversificada, que se marean las perdices que ocultan la cabeza bajo tierra. A mí se me parte el alma que el 1% de la población mundial concentre en las manos el 99% de las riquezas del planeta Tierra, cuando tres cuartas partes de la población mundial padecen hambre. María del Rosario Medrano MRM.1.2, tiene unos ojos ch’asquitas o largas pestañas de tres hileras, bellas como las hermosas pestañas de Elizabeth Taylor la actriz norteamericana. Por su amoroso mirar, la bellísima cochabambina nada tiene que envidiar a las estrellas más grandes del universo. El Sol tiene un volumen 1.300.000 veces mayor que el de la tierra. Sin embargo, el Sol es una estrella común en comparación con otros astros en el universo: VX Sagittarii — 1.500 Radios solares: Esta estrella se encuentra en la constelación de Sagitario, a una distancia de 5.120 años luz; VY Canis Majoris — 1.300-1.540: Localizada en la


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 constelación de Canis Major. Su luminosidad es aproximadamente 300.000 veces mayor que la de nuestro Sol. Se encuentra a unos 4.900 años luz y mide entre 1.300 y 1.540 radios solares según distintas fuentes; V354 Cephei — 1.520: Ubicada en la constelación de Cepheus, se encuentra a 9.000 años luz de la tierra. Esta estrella se encuentra en la categoría de Hipergigante roja; WOH G64 — 1.540: Esta estrella está ubicada en la constelación del Dorado, en la Gran nube de Magallanes. Aunque su radio es 1.540 veces mayor que el Sol, solamente tiene una masa entre 16 a 22 veces más grande. Su luminosidad es de 282.000 veces más potente que nuestro Sol; Mu Cephei – —1.450 – 1.650: Ubicada en la constelación de Cepheus, recibe el título de Estrella Granate debido a su intenso color rojo. Su distancia oscila entre 2.400 y 2.800 años luz de la tierra. De hecho, se le puede ver desde nuestro planeta con solamente unos binoculares potentes o un telescopio pequeño. El tamaño de esta estrella es tan colosal que la luz tarda 6.69 horas en llegar de un extremo a otro. Su masa es 15 veces mayor que la del Sol y tiene una edad aproximada de 10 millones de años; VV Cephei — 1.000-2.200: Esta es una estrella binaria compuesta por una hipergigante roja y una estrella blanco-azulada. Al igual que la estrella V354 Cephei y la Mu Cephei, esta se encuentra en la constelación Cepheus. Está a una distancia de 3.000 años luz de la tierra y es entre 163.000 a 535.000 veces más luminosa que el sol; V838 Monocerotis — 1.170-1.970: Este astro es una estrella variable ubicada en la constelación de Monoceros. Se encuentra a 20.000 años luz y tiene un tamaño de entre 1.170 a 1.970 radios solares. También es conocida con el nombre de V838 Mon; NML Cygni — 1.650: NML Cygni o Cyg NML es una estrella hipergigante roja. Se encuentra a 5.300 años luz de nuestro planeta. Fue descubierta en el año de 1.965 y su nombre NML, proviene de sus tres descubridores: Neugebauer, Martz y Leighton, y varias etcéteras sumadas.

13

recibiendo amor por amor, esfuerzo por esfuerzo, sacrificio por sacrificio, ayuda mutua equivalente al respeto mutuo, que con mirarme a los ojos me saca de quicio y me devora, besándome con sus labios caníbales, verde musa poética de mis ensueños, el ensueño y la vigilia. Celsius Miramar Grotoux CMG12.1.3, que dejando padre y madre en la galaxia Andrómeda vecina de la galaxia Vía Láctea, hoy que cumplo quince años, escribo: Mi amor, mi Sol, mi cielo, mi Luna, el aire que respiro, el agua que bebo, la blanca luz que brillan en mis ojos, ciudadano interestelar de tour por los millones y millones de universos o multiversos/pluriversos, el suelo cochabambino que beso de rodillas, no puedo no gritar a los cuatro vientos, María del Rosario Medrano MRM.1.2, la de los ojos ch’asquitas o largas pestañas de tres hileras tan bellas como las hermosas pestañas de Elizabeth Taylor la actriz norteamericana, te amo con todo el alma, te amo con toda mi vida, te amo tanto que no sé cómo amarte más.

ser obrero, que me digo a mí mismo, un escritor no puede no ser revolucionario. Soy palabra y acción. No hablo dientes para afuera. Luego vemos a los fariseos, racistas y violentos, cobrando factura a los políticos vende patrias de turno. Del vientre del amor venimos y en el vientre del amor moriremos. El amor es lo más grande del universo que justifica la vida porque es revolución permanente. Alma de mi alma la miro feliz y ella me mira feliz diciéndome, poeta amoroso. La amo más que a mi vida. Vida de mi vida, vuelvo a mirarla y ella me jura, vida de mi vida mi corazón es tuyo. La amo porque soy feliz, que me es imposible no amarla cada día más.

Soy más feliz de lo que nunca había soñado, que beso de rodillas el suelo cochabambino que amo, porque María del Rosario Medrano MRM.1.2, la de los ojos ch’asquitas o largas pestañas de tres hileras me besa en la boca y llena de amor me lleva del brazo por la vida. Así cualquiera se sabe loco de amor y poeta en este verde valle de eterna Cada noche despierto sudando la gota primavera. gorda, repitiendo la frase de Jorge Luís Borges: “Te amaré eternamente y dos o tres días más”. Biografia: No obstante de amarla más de lo que puedo, me repito a mí mismo: “Tampoco la eternidad es Celso Montaño, escritor, ensayista y poeta. Entre para tanto”. La amo infinitamente, que amarla las publicaciones más importantes están: Eternidades celestes (poesía), Minotauros menos me es imposible. azulísimos (Premio Franz Tamayo), Heraldos Solo el amor justifica que tengamos satánicos del apocalipsis, Quijotes sin rocinantes que recorrer largas distancias, por ejemplo, (cuento). Pachakútec: El soberano creador del desde la galaxia Andrómeda, o la Galaxia Espiral mundo, Los jinetes del calentamiento global. De M31, Messier 31 o NGC 224, a 2.5 millones de tour por los universos y multiversos, Ángeles años. Si a cambio escuchamos la voz más rebeldes, Universo y espíritu de excelencia, Teoría hermosa de los millones y millones de universos unificada del universo, Apuntes de Astrofísica y o multiversos/pluriversos, diciéndonos: vida de otros. mi vida, corazón de mis amores, alma de mi alma, mi Sol, mi Luna, mi cielo, el aire que Fue ganador de los premios literarios nacionales respiro, la luz que ilumina mis ojos, la dicha y el de cuento “Oscar Cerruto” de la UMSA y “Franz contento de mis carnes que te reclaman el beso Tamayo” de la Alcaldía de La Paz, y ganó el más largo del mundo y luego, qué razones Premio Nacional de Novela “Marcelo Quiroga Santa Cruz” de la Alcaldía de Cochabamba en su María del Rosario Medrano, belleza portentosas que nos unen a la vida, que nos primera versión. acaricia las manos con sus manos trabajadoras caníbal, ecologista, viajera espacial y de sol a sol. especialista en teoría andina de reciprocidad, es experta en dar a cada cual en exacta proporción Del brazo de María del Rosario de lo que recibimos de nuestros semejantes, conozco el sufrimiento del pueblo y la dicha de

13


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

14

—Es un poco complicado dar con la localidad de Tiataco. Por eso hay tanto platillo volador dando vueltas por todo el mundo tratando de ubicar este bello lugar, dijo el amigo del espacio, como quien se hace al desentendido.

SIMÓN Y EL COMERCIO INTERGALÁCTICO DE LA CHICHA

Luego, cuenta que hace muchas generaciones, Zulkatan, un alienígena encargado del sector T-23, que llegó a la Tierra justo a una hermosa provincia del valle alto de Cochabamba, pudo observar que los habitantes de Tiataco consumían con bastante frecuencia, un liquido de color amarillo (chicha) servido en un recipiente semiesferico de color café (tutuma) y que les cambiaba su forma de ser. A algunos los volvía más alegres, a otros sentimentales, y casi todos los que bebían perdían la coordinación de sus movimientos.

Por: Ramiro Obando Meneses ¿Estamos solos en el Universo? Claramente es una pregunta que se ya se respondió hace mucho tiempo y es que no estamos solos. La verdadera interrogante es: ¿A que vienen estos extraordinarios seres de otros universos a nuestro humilde planeta? A partir de su experiencia, Simón, tiataqueño, decía que ellos vienen por chicha del valle alto, específicamente por la de Tiataco; así como cualquier buen aqha devoto. Sólo que ellos vienen de mucho más lejos en sus naves espaciales, cuya base tiene la forma de una tutuma. Simón, productor de ese delicioso néctar, tuvo la oportunidad de entrevistarse con uno de estos extraordinarios seres. Como buen anfitrión inicia con una buena galeta de aqha. Ambos estaban sentados en una banca, al lado de enormes wirkhis que contenían la bebida ancestral. Simón le preguntó: — ¿Por qué hay tanto avistamiento de platillos voladores por todo el mundo?

Entonces, los visitantes del espacio intrigados por la curiosidad, decidieron probar el líquido amarillo, les resulto muy agradable y los efectos no eran muy diferentes a los de los humanos en la Tierra. Así, decidieron llevar este preciado néctar a su planeta. Antes de partir, Zulkatan decide dejar una marca en la localidad de Tiataco con algo que lo identifique fácilmente, esto sobre todo para aquellos que vuelvan. Con la tecnología avanzada que tenía, hace emerger del suelo, enormes árboles que formaron un bello bosque de algarrobos, único en el valle alto. 14

Además, relata que al llegar, Zulkatan, a su planeta y compartir la bebida con sus congéneres, pudo observar que todos los que habían consumido el preciado liquido sufrieron cambios en su anatomía. Se hicieron más altos y de contextura más fornida. Ya no eran grises, se volvieron luminosos, y se hicieron más inteligentes. Asimismo, Zulkatan dijo que al hacer un análisis de la chicha pudieron observar que contenía tiamina. Esto combinado con las condiciones de su planeta temperatura elevada, azufre, dióxido de carbono, reaccionaba en el sistema energético de los extraterrestres y los transformaba y había cambios en su comportamiento. De esa manera, la chicha también se convirtió en una necesidad básica para ellos. Se organizaron muchas expediciones hacia la Tierra en busca de este preciado líquido y para encontrar el lugar de donde obtener, consultaban a Zulkatan. Él les dio las coordenadas, no muy claras por cierto. Les decía simplemente que cuando lleguen a la Tierra, se encontrarían con ruinas antiguas y de allá tendrían que continuar 3 PKS (medida extraterrestre) hacia el este, y justo ahí verían un hermoso bosque de algarrobos, donde estaría la comunidad de Tiataco, que viene del quechua tian t´aqo (hay algarrobo). Lo cierto, es que al llegar las expediciones a la Tierra se toparon con muchas ruinas antiguas (muralla china, pirámides de Egipto, ruinas de Tihuanaco, etc.), y de ahí la confusión de no encontrar Tiataco, y por eso hay tanto platillo volador dando vueltas en el mundo, conforme le va explicando el extraterrestre. Simón, medio preguntando:

incrédulo

le

sigue

—¿Qué son esas señales que aparecen en los sembradíos y que la National Geographic los estudia y que hasta ahora no ha podido responder? —Simón, los lugares que tienen estas señales son los que se han revisado en las


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 distintas expediciones y no se ha encontrado el néctar. Entonces, se marca para que otras naves vean y se den cuenta que ahí no hay chicha, le dice el astronauta galáctico, mostrando una cara de pícaro.

15

aqha que llevaba la nave accidentada. Y cínicamente dieron la versión de que el platillo era un globo aerostático. Luego, Simón se enteró de que la chicha también tenía su importancia en las culturas extraterrestres. El néctar amarillo era también parte de su identidad cósmica, puesto que la chicha era una bebida de los dioses. Simón también le preguntó el porqué de la forma común de los platillos voladores: —Los platillos voladores que tienen forma de tutuma son los que vienen a buscar el néctar, los que no, simplemente están de paso. Entre charla y charla, Simón le revela el proceso de elaboración de la chicha. Le explica todos los pasos.

—Y por qué en ciertas ocasiones los platos voladores se llevan gente a la fuerza (abducciones). —¡Ah! Es simplemente para ver si habían consumido el líquido amarillo buscado. Así sería más fácil encontrar el lugar donde se produce el néctar. Zulkatan también le comenta a Simón de que algunas expediciones tuvieron éxito y lograron encontrar Tiataco, lo malo es que en una de esas expediciones, los extraterrestres chuparon demasiado, se marearon, y el resultado fue que se fueron a estrellar en Roswell, Nuevo México. Para Simón una de las grandes incógnitas como la de Roswell estaba resuelta. O sea que el accidente de la nave se debió a que sus ocupantes estaban yucas (demasiado ebrios). A su mente le vino la idea de que, producto del accidente, se mejorarían las normas para conducir: “Si bebe no maneje su platillo volador”. Obviamente, de acuerdo a lo que pensaba Simón, el gobierno norteamericano y sus hombres de negro habían ocultado las tutumas, los wirkhis, los baldes y bidones de

Agradecido por tan importante revelación el amigo extraterrestre le comenta que por las condiciones físicas de su planeta sería imposible para ellos elaborar tan preciado producto. Entonces, tendrían que nomás venir a la Tierra para importar la chicha. Entonces, Simón pensó que por la chicha se salvó la Tierra de ser destruida por los extraterrestres, y es por eso, que los terrícolas deberían valorar más la bebida tradicional de Bolivia. 15

Cuando llegó el momento de que el extraplanetario se vaya, Simón le ofrece otro “casco más”, que significa “una chichita para el caminito”. Y le dio a entender que los extras, con un “tutumasu” más, retornaban felices y contentos a su planeta. Y es así como Simón hizo los nexos para que Tiataco se convierta en el principal distribuidor intergaláctico de la chicha.

Biografía: Ramiro Obando Meneses, con inclinación por la literatura fantástica neoindigenista. Ha incursionado en la poesía, habiendo publicado “Cuantas veces”, y creó la letra “Por mi Tiataco” para una Cueca en 2019. Es licenciado en Fisioterapia y trabaja en el Tenis Club Cochabamba


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

16

lepidópteras de todo género: ya pesadas y airosas como majas, ya ligeras como grisetas; todas pintarrajadas de carmín o cubiertas de polvo de oro. Aquí y allí se pavoneaban los himenópteros bronceados, entre los cuales descollaba el Tábano zumbón; y en fin, en todas partes, la turba alegre de pilluelos, los Mosquitos, igualmente malignos y zumbones. Diseminados en la inmensa muchedumbre, avanzaban también, un poco temerosos de un golpe inesperado de la policía, los socialistas de baja estofa: Polillas, Saltamontes y Gorgojos, y sus audaces colaboradoras: La Altisa y la Filoxera.

El vértigo – Narrativa fantástica de Adela Zamudio Por: Adela Zamudio A un prado, nunca hollado, en que la grama formaba selva espesa y sobre la cual se erguían, a modo de palmeras, esbeltas umbelíferas, había acudido la multitud a festejar la llegada de la risueña Diosa Primavera. Era la fiesta anual, siempre la misma. La hermosa palingenesia de un mundo efímero que resurgía una vez más bajo el influjo de la estación. Los gérmenes, rasgadas las paredes de su cárcel, se alzaban impacientes. Las larvas despertaban. Había llegado la hora del tránsito dichoso hacia la luz. En aquella mañana esplendorosa, grandes y chicos, hermosos y grotescos,' todos en traje de gala, mezclados, confundidos, en huelga universal, flotaban con delicia en el ambiente saturado de efluvios húmedos y tibios. Todas las clases se hallaban representadas en la revuelta y heterogénea muchedumbre. Veíanse allí coleópteros togados, que, perdiendo de pronto su gravedad, desembozaban sus élitros rígidos y ahuecados, para estirar la gola encarrujada de sus frágiles alas interiores, saltarinas y tijeretas, ortópteras que abrían sus abanicos semejantes a serpentinas; lujosas

De repente, provocando un murmullo general, presentábase alguna celebridad: alguna noble inventora, de ésas que dotaron a la industria de productos útiles: una Crisálida benemérita, antiguo Gusano de Seda, que acababa de darse a luz convertida en Mariposa — Una Abeja Reina y sus obreras — una Modesta Cochinilla, tipo de abnegación; o bien, una simpática legación de Hormigas aladas en su sencillo traje diplomático. Y en torno de esa pléyade brillante, la multitud anónima: miríadas de animálculos sin nombre, incubados en la inmundicia, girando hacia los centros en que anhelaban ser... Abajo, en las sombrías avenidas de la floresta de grama, se paseaba así mismo la multitud pedestre: Miriápodos y Arácnidos y entre ellos, más de un sujeto de siniestra catadura — torva la horrible mirada de ocho ojos y oculto el aguijón envenenado, dispuesto a herir. La fiesta, pastoril en la mañana, habíase convertido al declinar la tarde, en carnaval frenético. Grupos de chupadoras aclamaban a la Diosa rindiendo culto a Baco en el cáliz sabroso de las flores. La inmensa mascarada, ensordecida por su propio zumbido universal, iba y venía en corso inacabable alrededor del prado. Allá ruidosa y estridente estudiantina de cigarras — aquí grotesco grupo de panzudos moscardones ceñidos de luciente tornasol azul y ver-de, agitando sus alas de velillo a guisa de panderetas — Más lejos, saltarines y tijeretas, o bien, comparsa alegre de mariposas luciendo luengas faldas cuyos colores chillones contrastaban con el tocado aristocrático de las neurópteras de breves alas y figura esbelta. 16

Junto a aquel prado, corría un arroyo de dos metros de ancho, que para aquellos seres diminutos tenía el aspecto de un río navegable. Muchos sedientos hundían la trompa en su corriente. No lejos de la orilla, bajo una piedra sombreada por obscura parietaria, bohemio artista, un Grillo, tranquilo espectador de aquel tumulto, ocultaba su pobre traje y su figura desgarbada. Caía la tarde. Luciólas diligentes encendían ya focos de luz. La fiesta iba a concluir. Un soplo de la brisa estremeció un rosal que inclinaba sus flores sobre las aguas. Cayeron varios pétalos. Una pálida Libélula llegó volando a la orilla; plegó sus alas de tul y se dejó caer rendida en la concavidad de un pétalo de rosa. La frágil embarcación, con su pequeña carga, se balanceó un instante en un remanso y luego huyó arrastrada por la corriente. El Grillo exhaló un débil cri-cri y, a pequeños saltos, se internó en la selvática espesura de grama donde reinaba ya profunda sombra. De vez en cuando, un tímido rayo de luna, deslizándose por el follaje, alumbraba sus pasos. El solitario se internó cada vez más en la floresta que en aquella hora, sólo inspiraba pensamientos tétricos. No halló un transeúnte; todos se habían marchado a descansar. Vagaba así, cuando de pronto vio destacarse encima de la selva la blanca bóveda de un extraño edificio, especie de rotonda, de estilo arquitectónico difícil de reconocer. Siguió avanzando hasta tocar sus muros medio ocultos en aquel mar de verdor. Habíase despertado su curiosidad y en un breve paseo de circunvalación no tardó en descubrir su portada vivamente iluminada por la luna. Consistía ésta en dos óvalos o claraboyas situadas a cierta altura y equidistantes de otra abertura más baja, especie de ajimez, cuyo tabique central se hallaba medio derruido. El soportal que defendía la entrada del edificio era una galería saliente en forma de herradura, que en vez de capiteles, superior e inferior, ostentaba una serie de arabescos, a modo de estalactitas y estalagmitas, labradas en una materia más dura y blanca que la del resto del edificio. El intrépido paseante dio dos brincos hacia adentro. Reinaba un gran silencio. Sombras medrosas invadían los rincones. Los rayos de la luna, al través de las dos singulares claraboyas adquirían la tristeza pavorosa de


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 la mirada de un moribundo. Su reflejo en el interior de la bóveda, difundía cierta vislumbre que permitía distinguir los objetos. En medio del pavimento, se destacaba la negrura de una cavidad profunda como un pozo. En el fondo de aquel subterráneo resonaron pasos y una voz preguntó: — ¿Quién va?

17

se entrecruzaban a la altura del puente, poco más o menos, de modo que la planta baja izquierda comunicaba con el departamento derecho de la Oficina y viceversa. —Si usted quisiera asomarse a esa obscura escotilla, continuó, — por donde acabo de subir, podría ver uno o dos peldaños que aún i existen de la gran escalera que conducía a los extremos inferiores del edificio. Cada peldaño estaba horadado en su porción posterior, de modo que, acopladas todas las cavidades coincidían formando un canal en que estaba el haz de hilos conductores de que he hablado. En el pavimento de las divisiones de ambas mitades de la Oficina, se hallaba el acueducto de Silvio. Cerca del puente de Varolio se alzaban las pirámides; las anteriores y las posteriores. Lástima que todas esas maravillas arquitectónicas hubieran sido labradas en materia poco consistente. Hoy todo eso se ha derrumbado y solo queda, como usted ve, la parte sólida del edificio.

Era un escarabajo que avanzó lentamente. El feo conserje, sometido a un largo ayuno de conversación, se mostró afabilísimo. —Supongo que querrá usted pasear las ruinas, dijo. Sígame y medite lo que va de ayer a hoy. Esa bóveda desierta, en cuya concavidad resuena el eco de nuestros pasos, abrigó en otro tiempo multitud de celdas que fueron centros de prodigiosa actividad. Dentro de sus tabiques se produjeron las más elevadas manifestaciones de la vida. Era una construcción ligera, alojada inmediatamente debajo de la bóveda. Estaba simétricamente compartida en dos departamentos laterales y cada uno de estos, en tres divisiones rodeadas de una sucesión de celdas, en galería cerrada, llamadas de circunvalación. Ambas " alas de la construcción unidas por el puente de Varolio, (llamado así, sin duda por el arquitecto que lo construyó); constituían lo que podía apellidarse la Oficina Central, por hallarse en ellas el centro motor de un admirable sistema de hilos conductores que la ponían en comunicación con el exterior. En ese hueco que ve usted ahí, un poco más abajo de la Oficina Central, se hallaban sus dependencias. En ellas se atendía al movimiento de la planta baja del edificio. Los hilos conductores

La larga explicación del amable Conserje había llegado a interesar al visitante que le escuchaba con atención.

Cada una de las aberturas de la portada, transmitía un orden de noticias, diversas, según la región de donde procedían. Por esas dos claraboyas cuyos cóncavos, hoy vacíos, se hallaban entonces revestidos de lindas vidrieras y cortinas, penetraban las llamadas vibraciones luminosas. Vibraciones de otro género eran transmitidas por otro par de cordones que partían de dos aberturas situadas en los muros laterales, equidistantes de la portada. —Si usted quisiera molestarse, se las enseñaría. Salieron por el ancho portal adornado de estalactitas y estalagmitas de marfil, y torcieron hacia la derecha. Aquella porción lateral del muro sobresaliente de la bóveda, formaba, casi a la altura de las claraboyas una especie de azotea, prolongada hacia atrás. —Esta azotea, dijo el escarabajo, llevó en otro tiempo el pomposo nombre de Arco Cigomático. Son dos: una a cada lado de la portada. En ellas tengo dos observatorios. Desde aquí me entretengo en contemplar las puestas de sol o en contar las estrellas en las noches claras.

—Fíjese en ese pavimento, continuó. Por su forma particular ha sido comparado a un gran murciélago. Mire usted; consta de un cuerpo central y dos alas que se extienden hasta tocar los dos muros laterales. Este admirable entresuelo sujeta las numerosas piezas de la portada uniéndolas a la bóveda. Ese montón de escombros que ve usted ahí, en el fondo del ajimez, era una celosía acribillada de agujerillos: Las corrientes de aire, al chocar con las paredes interiores del ajimez, tapizadas de fina tela, enviaban hacia adentro los átomos odoríferos, conducidos por hilos finísimos que, atravesando los innumerables agujeras, se unían adentro en dos cordones. Era este el primer par de cordones de los muchos pares que comunicaban la Oficina Central con los diversos puntos del exterior. La fuerza activa que obraba en ellos, no era precisamente el fluido eléctrico, pero sí algo muy parecido. Obraba de dos modos: transmitiendo las noticias sensacionales del exterior, a la Oficina Central, donde se hacía conciencia de ellas, e impartiendo las órdenes de la Oficina a las extremidades del edificio. 17

Se detuvieron en un punto en que la parte saliente terminaba y el muro ofrecía a la vista una especie de nicho. Penetrando en él


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 recorrieron un callejón que los condujo a una reducida estancia donde yacían amontonados varios objetos: un yunque, un martillo, un estribo y un lente. —Usted se figurará estar en un taller de herrería, dijo el escarabajo, pues nada de eso; a lo que esto podría compararse con más propiedad, es a una oficina telefónica, aunque el aparato que va usted a ver, mas tiene de fonógrafo que de teléfono. Asómese a esa ventana oval, o a esta otra redonda, y procure ver hacia adentro. Descubre usteduna bocina un poco inclinada hacia abajo. Esa es la Trompa de Eustaquio. ¿Ha aplicado usted alguna vez el oído a la concha de un caracol? Se halla lejos del mar; y no obstante, se escucha en su interior el rumor de las olas. Un fenómeno semejante, en apariencia, aunque de muy .distinta naturaleza se produce aquí. No hay vida adentro ya, pero las membranas que recibieron y conservan la impresión de los antiguos sonidos, aunque muy estropeadas, siguen funcionando. — El aire los despierta. La cara interior de la bóveda hace de lámina vibrante que los reproduce y la ilusión es completa. Haga usted la prueba. El Grillo aplicó el oído. En los primeros instantes solo percibió un ruido sordo acompañado de una resonancia cada vez más fuerte — luego un lejano rumor de colmena que fue creciendo y complicándose hasta dar la idea confusa de un gran tumulto. A medida que se escuchaba, se comprendía mejor. Era aquel todo un mundo exterior reflejado y repercutido adentro, que se reproducía en mil escenas simultáneas, y al mismo tiempo, toda una vida interior, subjetiva, recóndita, que seguía vibrando intensa y dolorosamente.

18

Le recogieron sin conocimiento. Su prolongado vértigo, del que apenas pudieron despertarle, alarmó a todos. Sus amigos, sospechando la causa del accidente, le hablaban de la pálida Libélula, reina del corso, que la tarde anterior había huido delante de sus ojos, como ensueño irrealizable. El triste enfermo callaba y sonreía. Sentía que su dolencia era incurable. Se hizo misántropo. Solitario cantor de las ruinas, en su flébil gemido, desde entonces, solloza, no ya el alma inocente de un insecto, sino la hipocondría de un demente iniciado en los secretos humanos.

Biografía: Adela Zamudio (1854-1928), escritora y poetisa boliviana, consagrada en las letras latinoamericanas. El lugar más relevante lo ocupa la obra Ensayos poéticos, publicada en Buenos Aires en 1887, con un prólogo de Juan José García Velloso. Entre sus obras se puede citar la novela epistolar Íntimas (1913) y diversas narraciones que serían publicadas póstumamente en los volúmenes Novelas cortas (1942) y Cuentos breves (1943). Autora además de varias novelas, cuentos, piezas de teatro y ensayos pedagógicos y políticos. Fuente:http://ibolivia.net/content/el-vertigo

La sorda resonancia fue convirtiéndose en prolongada aspiración, en un ansia inacabable, de cuyo fondo surgieron aleteos de alas palpitantes que se encumbraban al infinito, ruido de caídas, ecos de abismo, clamores de ángel, jadeos de bestia, rugidos, estertores, risas, sollozos... El Grillo se sintió acometido de un malestar repentino. Dio un paso atrás. Su cabeza vaciló y teniendo apenas tiempo para despedirse, huyó desatinado dando traspiés. Después, con un esfuerzo supremo, se lanzó a grandes saltos hasta caer sin aliento muy lejos del siniestro paraje. 18


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

EL CATAFALCO Por: Miguel Sequeiros Cardozo Del libro: NO APAGUES LA LUZ Las planicies de Atocha fueron testigos mudos de un hecho por demás perturbador. Nadie supo cómo había comenzado todo, simplemente un día encontraron un viejo ataúd apoyado en la pared de la casa de don Anselmo, a los pocos días murió su hija menor, una simpática joven que, en opinión de todos, se veía saludable. Al principio, nadie relacionó un hecho con el otro; el día que el ataúd fue encontrado, don Anselmo y su hijo mayor se ocuparon de trasladarlo hasta la iglesia del pueblo, donde se ofreció una misa, posteriormente lo trasladaron al cementerio y procedieron a enterrarlo de manera anónima ya que nadie se había animado a abrirlo por temor a una enfermedad desconocida, además que la tapa del ataúd estaba firmemente clavada. Luego de que la niña fuera velada por su familia, fue trasladada al cementerio, una vez que llegaron al lugar, se comenzaron a escuchar murmullos que pronto se convirtieron en ave marías y sollozos de miedo. La fosa donde había sido enterrado el viejo ataúd estaba abierta, la tierra a su alrededor estaba desparramada tal como sucede cuando se arranca una planta de raíz, parecía que una fuerza descomunal hubiera tomado el ataúd desde su agujero. El sacerdote tuvo que intervenir y calmar a la gente, seguramente había una explicación lógica para todo, lo más probable era que se tratase de un grupo de muchachos los cuales buscaban jugar una broma muy pesada a toda la población.

Las cosas se calmaron después de algunas semanas, no obstante, una madrugada, cuando el señor Enrique Rojas, carpintero de profesión, salió temprano de su casa para cumplir con un trabajo encomendado por el sacerdote, encontró el ataúd apoyado en la pared junto a la puerta de su casa. Se sorprendió mucho y la sorpresa luego dio lugar al enojo, puesto que su anciana madre se encontraba muy enferma y supuso que se trataba de los mismos bromistas, de inmediato se dirigió a la iglesia y en compañía de otras personas, trasladaron el ataúd a la iglesia, no quería que nadie en su casa se entere de lo acontecido pues de alguna manera podía sugestionar a su familia. Habían pasado apenas dos días desde el último suceso, cuando la esposa de don Enrique, más joven que este último, sin motivo aparente, no despertó más. La gente comenzó a murmurar por lo bajo: ese ataúd está maldito, se debería hacer algo. El miedo reinaba en el ambiente. Apenas estaba clareando, sentí el alboroto de mis perros, sollozaban como si estuvieran asustados, eso fue bastante raro porque son bravos y antes ya protegieron mi casa de ladrones. Me asomé por la ventana, vi el ataúd dando tumbos a lo lejos, por los pajonales –murmuró, taciturno, un minero. Es algo extraño tener la certeza de que alguien morirá en tu familia – dijo una señora. Lo peor es que no podemos hacer nada al respecto – dijo otra. A partir de ese día los rumores acerca de un ataúd dando tumbos sin que aparentemente nada o nadie lo moviera era cosa corriente. Lo veían al amanecer, otros podían sentir su lúgubre sonido aproximarse durante la noche. Lo único en común es que siempre era portador de malas noticias ya que avanzaba en dirección a una casa determinada y aparecía apoyado en una pared contigua a la puerta de la casa, esto significaba que alguien moriría en los próximos días, y no siempre se trataba de una persona enferma o moribunda; cualquier habitante de la vivienda podía fallecer a consecuencia de un accidente, una enfermedad repentina o simplemente de lo que comúnmente se denomina muerte natural. El pueblo entero se había reunido en más de una ocasión para trasladar el ataúd a la iglesia, colocaron velas a su alrededor mientras susurraban jaculatorias por horas, fue bendecido una infinidad de veces y en un par de ocasiones fue enterrado tanto fuera como dentro de la iglesia, más sin embargo volvía a aparecer en el horizonte dando 19

19

tumbos, inexorable en pos de su camino maldito. La gente del pueblo le puso el nombre de “catafalco” puesto que el cura de la iglesia había armado un catafalco intrincado rodeado de cruces, imágenes de santos, velas y flores por doquier. A veces el coraje es más fuerte que el miedo ya que según una antigua leyenda que contó una anciana se debía castigar al objeto maldito, de esta manera, cuando encontraban al catafalco en alguna casa, lo ataban con gruesas cuerdas y mientras lo trasladaban nuevamente a la iglesia, lo azotaban con chicotes de cuero. De principio esta solución tampoco funcionó; entonces fue que decidieron atar el ataúd a una columna de la iglesia, de igual manera, al día siguiente las cuerdas aparecían rotas, tiradas en el piso, así que la siguiente vez que el catafalco huyó, lo sujetaron con gruesas cadenas. Quizás fue la furia del catafalco, o quizás simplemente una coincidencia, empero esa noche la nave principal de la iglesia estalló en llamas súbitamente y fue imposible sofocar el fuego ya que no había depósitos de agua en lugares cercanos. Todo el pueblo se había reunido frente a la iglesia, pasaba la media noche, las llamas casi se habían extinguido a esa hora, cuando de pronto, sintieron fuertes golpes en el interior de la iglesia, como si algo o alguien intentara derribar la puerta con un objeto pesado desde adentro, ésta no resistió por mucho tiempo y cayó estrepitosamente hacia afuera. Súbitamente, apareció entre las últimas llamas el viejo ataúd, dando tumbos mientras ardía como una antorcha lúgubre, avanzando implacable hacia el horizonte, dejando a su paso rescoldos que parecían salidos del mismo infierno ya que en los días posteriores ese siniestro sendero que dejó a su paso se volvió yermo. Nadie se atrevió a seguir su rastro por temor a un destino desafortunado y fue así como desapareció en los confines del tiempo. Basado en una leyenda de Atocha Biografía: Miguel Sequeiros, escritor con inclinación por el género de Terror y Horror. Ha publicado “Sombras Siniestras” (2014), “Sanguinum” (2015), Antología de Terror de autores internacionales – In Memoriam (2015), libro de cuentos “Escrito con Sangre” y una novela “Sinfonía Apocalíptica”.


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

ALAS Por: Ramón Rocha Monroy Una mañana me senté en un prado, qué digo, en un pequeño rectángulo de pasto de una casita, y mi nieto Ale me pidió que le contara un cuento. No se me ocurría ninguno y le ocasioné una molestia: le parecí una persona aburrida. Mi otro nieto se llama Antü y me puso el apodo de Chistoso porque solía improvisar cuentos y juegos de palabras. “Yo quiero sentarme al lado del Chistoso”, es uno de los mejores elogios que me dedicó. Sin embargo de mi fama, aquella mañana no pude contarle un cuento al Ale. Poco después, el Ale jugaba con otros niños mientras yo rumiaba el tema sentado a la sombra de un molle viejo, de ésos que todavía se conservan en la Urbanización El Castillo, donde ocurrió todo esto. Si hacía memoria, bien pude haberle dicho que este parquecito antes no existía, porque la erosión había avanzado desde la barranca del río hasta muy cerca del almacén comunal, de modo que el frente de mi casa no daba a este parquecito, sino a un tremendo foso que evitábamos cruzar. Le hubiera dicho que su papá, mi hijo Ariel, a sus siete años, coleccionaba alacranes que caminaban libremente entre los pedregales del barrio que ahora son jardines, y que tenía una curiosa afinidad con los bichos, porque no sólo cazaba mariposas sino también avispas, ninaninas, arañas y víboras, que también abundaban en este barrio suburbano. Podía despertar su interés contándole que una vez el Ariel hizo un viaje, y cuando llegó, se le salían los ojos de ilusión al mostrarme lo que me había comprado: una tremenda apasanca peluda y disecada. Quizá me hubiera atendido más si recordaba el regocijo de la Aurora, que era una cholita muy linda, cuando el Ariel llegó a la casa con una culebra viva que él tomaba delicadamente por la

20

cabeza y por la cola. Pude haber omitido el absurdo impulso de cólera que me hizo ordenarle que la matara de inmediato, cosa que el Ariel ejecutó sin demasiados escrúpulos y con una destreza insospechada. En fin, que la Aurora me había rogado de inmediato que le regalara la culebra para picarla en trocitos y hacerla charque; y que, una semana después, me sorprendió un tufo de fritura en la casa, y cuando entré a la cocina, vi a la Aurora comiendo el charque de víbora junto al Ariel, a su hermano Manuel y a la pequeña Raquelita, mis hijos todavía niños, que saboreaban el charque de víbora como si fuera un pastel de fresas. ¡Tantas cosas pude haber contado y me callé! La Urbanización ya tenía cuatro generaciones; yo pertenecía a la segunda; el cerro de San Pedro estaba muy próximo, y los fines de semana subíamos temprano, hasta la cumbre, y luego bajábamos al río a bañarnos en las pozas. Mis padres, que todavía vivían, llevaban un pollo al horno y fruta; mi viejo se llevaba una botella de chicha, de contrabando; un amigo suyo se untaba el cuerpo con lodo y se dormía al sol hasta convertirse en el Monstruo de la Laguna. Luego se sumergía en la poza y salía sonriendo como un chiquillo… No le conté nada al Ale y el dolor tenue de este recuerdo me duró para siempre. De esto pasan más de veinte años en los cuales he tenido cientos de motivos para recordar aquella escena y, más aún, las conjeturas que me hice sobre la posibilidad de haberle propuesto que imagináramos juntos alguna ruptura de esta realidad gris en que nos tocó vivir. Por ejemplo, cómo sería la vida si nos crecieran alas, una obsesión que comenzó a llenarme la cabeza a medida que me volvía viejo y pesado, inducida también por la lectura de un libro maravilloso sobre el aire y las ansias de volar. Qué lejos estaba de saber que aquella conjetura era una premonición, y que pronto ocurriría una mutación genética que es el tema de estas confidencias. Hoy sonrío al decir estas cosas, sobre todo al ver al Ale y al Antü cuando se posan, bellos y gallardos, a la entrada de mi nido, y pliegan sus alas mientras me miran con sus ojos llenos de inmensidades y lejanías. ¡Cómo ha cambiado la vida en estas dos décadas! Omití decir que soy médico familiar, pues nunca obtuve ninguna especialidad; que me llamo Sixto y que mantenía un consultorio en 20

casa, donde rara vez ingresaba un paciente. Como decía, a raíz del fiasco de mi nieto, se me hizo una obsesión darle vueltas a la posibilidad de que hombres y mujeres tuviéramos alas. Aun en mi consultorio de médico familiar, permanecía absorto dándole vueltas al asunto, hasta que un día ingresó Camila, una jovencita a quien había visto bailar danza contemporánea, y aun más, la había fotografiado en medio de su troupe, creando sin querer un espacio vacío en el cual Camila, por efecto de la perspectiva, parecía un ave que volara en la oscuridad del escenario. Camila se quejó de fiebre y somnolencia. Dos semanas antes había sentido un bajón en sus energías que le perjudicaba en los ensayos. Había perdido el apetito y usualmente prefería dormir a sentarse a la mesa; pero tenía que salir de su casa cuando sonaba una alarma digital que le indicaba la hora del ensayo. Amaba la danza y se olvidaba de todo, hasta de comer, pero luego volvía extenuada a su casa y solo quería dormir. Le pregunté si había registrado algún otro síntoma, y me dijo que le habían crecido unas protuberancias en la espalda, a la altura de los omoplatos, que le dolían de forma leve pero persistente. Le pedí que se desnudara y me coloqué en el cuello el estetoscopio para escuchar los latidos de su corazón. Cómo sería de tierno su corazón, que en lugar de latir cantaba. En realidad, cantaba sin letra; repetía notas de una melodía cálida, envolvente, plena de amor. Iba a escuchar sus pulmones cuando quedé mudo ante las protuberancias de sus omoplatos: o yo no había visto nada maravilloso en la vida, o esas protuberancias eran alas de pájaro, todavía apenas revestidas de plumas, pero alas al fin. Involuntariamente, las acaricié. En efecto, esas pequeñas alas estaban revestidas con la pelusa que cubre la piel de los polluelos. Una pelusa blanca, reluciente, que parecía tener gotas de rocío. Las toqué y le pregunté a Camila si sentía dolor. Me dijo que no, que más bien le encantaba sentir mis manos en esa parte de su cuerpo. Repetí mentalmente “de su cuerpo” y me estremecí: por la salvación de mi alma podía jurar que aquello era una mutación genética, y que Camila se estaba convirtiendo en una criatura alada. Le recomendé que no contara a nadie el asunto y que volviera en un par de días. Le


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 receté aspirinas para la fiebre y la tranquilicé diciéndole que esos ojos brillantes y esa mirada plena de ternura no podían indicar otra cosa que una vida llena de amor y de salud. Esperé unos días en los cuales me olvidé que Camila debía regresar a una segunda consulta, pero tuve que recordar la cita porque de pronto me llamó Jimena, mi nuera, para decirme que el Ale había amanecido con un dolor en la espalda y casi de inmediato me lo trajo para que lo examinara. Por intuición, no necesité preguntarle qué le pasaba. Una vez que se quitó la polera le examiné directamente los omoplatos, tan sólo para comprobar, maravillado, que el Ale tenía unas alas recubiertas de pelusa amarilla. No acababa de despedirlo cuando entró Manuel, mi otro hijo, llevando de la mano a mi nieto Antü; y luego apareció Sergio, con Laurita y Andrés, ¡todos con el mismo problema!

antes, especialmente ver a Camila, que era fina y sutil como un suspiro, pero la vida la había dotado de una energía y una expresividad que abría o adelgazaba el espacio escénico según los latidos de su corazón. No eran menos sus compañeras, en especial Carmencita, a quien a ratos me parecía verla volando o levitándose a centímetros del piso.

Volando, comprendimos que la belleza existe a pesar del género humano. Por afinidad recién contraída, volamos a abrir las granjas avícolas y soltamos a las especies aladas; intervenimos los zoológicos y liberamos a miles de mamíferos y aves y saurios y serpientes. Clausuramos una planta de pesticidas y dejamos a millones de insectos y gusanos que deambularan a su arbitrio.

Me sentía tan contento que las visité en los camarines para hablar con Camila y decirle que nada malo podía ocurrirle si danzaba con la levedad de una hoja al viento. La besé en la frente, apreciando la humedad del esfuerzo que había desplegado, cuando apareció Carmencita y se acercó para pedirme una consulta urgente.

Aquello mudó nuestras costumbres, el contenido curricular de nuestras escuelas, colegios y universidades, las políticas municipales, las estrategias gubernamentales y, por debajo de todo ello, las relaciones humanas, que se transformaron en una relación entre seres alados. Pero el impacto mayor ocurrió en nuestros hábitos alimenticios. Creo que alguien registró la última vez que se encendió fuego para cocinar, porque luego desechamos para siempre esa práctica: cocer y, peor aún, asar carne y vegetales se volvieron actividades, quién lo iba a suponer, primitivas, cuando antes las considerábamos la fundación de la cultura.

La miré con indulgencia y, adelantándome a sus confidencias, le toqué la espalda: tenía las mismas protuberancias que Camila. En las semanas siguientes, los casos se multiplicaron de tal forma que el Ministro de Salud publicó su alarma en una vaga declaración pronunciada en la capital, a cientos de kilómetros de donde, ¡Dios sea loado!, vivimos. Hasta entonces tenía una decena de casos que podían llevarme a la conclusión de que el fenómeno era una cuestión femenina o infantil; pero entonces me visitó Tulio, compañero de danza de Carmencita y Camila, a quien le parecía divertido mirarse en el espejo y mostrarme una facultad nueva: la de mover a voluntad esas pequeñas protuberancias que le habían brotado en ambos omoplatos.

Una vez solo, me dije que tres o cinco golondrinas no hacen primavera y, consiguientemente, tres o cinco casos aislados no hacían una epidemia. Esa noche salí a una presentación del grupo de Camila. Minutos antes, apuré un par de whiskies frente al teatro, de modo que, al sentarme en mi butaca, tenía los vasos dilatados y una sonrisa de felicidad sin motivo. La danza contemporánea me conmovió como nunca

21

Por fin, una tarde me visitó Camila y me saludó con una sonrisa radiante. Ejecutó un paso de danza mientras se quitaba la blusa y entonces me mostró algo maravilloso: las alas le habían crecido en forma tal que intentó volar ¡y lo hizo! Revoloteó ante mis ojos atónitos alrededor del cuarto, y luego, para darme una prueba contundente, salió por la ventana abierta, se detuvo como a treinta metros de altura, me mandó un beso volado y se fue más allá del horizonte. Así comenzó una mutación genética que afectó a todos, a mis hijos y, por supuesto, a mis nietos Ale y Antü, incluso a mí mismo. De pronto comprobamos que ya éramos miles de hombres y mujeres a quienes nos crecieron alas, y que la vida se había llenado de una alegría nueva y unos hábitos insospechados, como el de volar, para no ir más lejos. 21

Se suspendieron las prácticas pecuarias y agrícolas, pues instintivamente nos repugnó comer carne y cocer vegetales. La vista se nos aguzó y el mundo, allí abajo, se reveló como una galaxia infinita de granos alimenticios de toda especie. Como es de suponer, recordamos al unísono ese versículo de la Biblia que habla de las avecillas del campo, que no se afanan en buscar alimento porque ahí está, en los granos, en los frutos, en el néctar de las flores, en las hojas tiernas de los vegetales. Superada la era del fuego, la realidad se volvió un mundo crudo y propicio a la libertad; la vida se convirtió en un grito de liberación frente al trabajo; ya nadie necesitó dinero y se cerraron los mercados y tiendas de toda especie. Se encogieron los puentes (como lenguas heridas), se agrietaron las autopistas, se cerraron las cementeras, los aeropuertos, las terminales de buses y desaparecieron los cultivos. Se despoblaron casas y edificios y la naturaleza brotó por todos los resquicios que se abrieron en los muros construidos por los hombres. La naturaleza, librada a sí misma, acabó con el uso de viviendas, muebles, utensilios, relojes, mesas y sillas; se ensañó con las máquinas, las computadoras, los vehículos; y, de pronto, la gente decidió rescatar los objetos de arte más sutiles, los libros de lectura inolvidable, pero, sobre todo, la música, los instrumentos de música. Sin embargo, años después la gente alada


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 prefirió cultivar la voz, como el más sutil de los instrumentos musicales, y se formaron coros mixtos con las aves canoras más inverosímiles que, de pronto, se congregaron junto a nosotros porque ya no tenían temor de que las enjauláramos o, peor aún, las comiéramos. ********** Y bueno, a mí también me tocó el turno. Es cierto que mis primeras alas no se veían precisamente como pimpollos ni estaban recubiertas de fino plumón, pero al cabo se desplegaron y una madrugada me animé a levantar vuelo. La barranca del río me sirvió de plataforma de despegue y me lancé al vacío. Sentí que mi cuerpo se precipitaba mientras algo de mí pugnaba por subir y subir, y comencé a subir, y entonces me di cuenta de que movía instintivamente mis alas. Voy a ahorrarles la descripción de mi regocijo al posarme en la cumbre del cerro, allí donde está el Cristo de la Concordia, pero quiero insistir en mi actitud de sobrevolar El Castillo, allí abajo, reconociendo los tejados, el parque, los árboles y la identidad de los niños que señalaban arriba y pronto volaron para darme la bienvenida. El Ale y el Antü me tomaron de ambas manos y me obligaron a ejecutar piruetas aéreas que jamás me había imaginado hacer. Lo recuerdo mucho porque, al paso del tiempo, se me hizo una forma de la nostalgia sobrevolar el Castillo y posarme a la puerta de mi casa y abrirla para ventilarla, en medio de una soledad minuciosa, pues todos habían abandonado sus hogares. Visitaba mi consultorio y hasta lo desempolvaba y veía con morriña los frascos de remedios que habían caído en desuso, pues nadie ya se enfermaba: nada, ni un resfrío ni un cólico. Allí estaba mi estetoscopio que acaricié y me lo colgué al cuello en un gesto inútil. Esa misma curiosidad me llevó a sobrevolar la ciudad y a detenerme en una de sus avenidas donde se alzaban los edificios más altos y las vitrinas iluminadas exhibían los aparatos de tecnología más sofisticada. Algunas vitrinas mantenían las luces encendidas porque la energía seguía llegando sin control; y aunque ya nadie facturaba, la energía seguía fluyendo por los cables. Uno podía antojarse las cosas más inverosímiles, sobre todo aquéllas que siempre habían estado fuera del alcance del bolsillo, pero de inmediato uno se preguntaba para qué, si al volar y vivir en el

22

aire o en las copas de los árboles todas esas cosas estorbaban y no servían para nada. Las noches a la intemperie nos habían llevado a redescubrir el cielo. Una vez que se disipó la contaminación, contemplamos con un terror místico algo que ya habíamos olvidado: la luz de la Vía Láctea que iluminaba casi tanto como la luna. Pero allá quedaba como señuelo la luz de la ciudad, que poco a poco se iba extinguiendo. Precisamente para saber por qué la ciudad quedaba a oscuras me acostumbré a revolotear de noche y a pasear sobre las avenidas. En ellas comprobé, posándome en tierra, que algunos interruptores estaban apagados y que bastaba subirlos para recuperar la iluminación.

mínimo síntoma de que le crecieran alas. Le pregunté cuál creía el motivo de su inmunidad y me respondió que quizá fuera la falta de deseo de volar. Le dije que era un proceso natural, indoloro y jubiloso. --Sentimos las alas cuando al volar ya no cuesta esfuerzo--resumí. Luego le hablé con entusiasmo del efecto visual de volar. Tenía fresca una lectura antigua y memorable cuando cité de memoria: --La tierra se disuelve, se esfuma, se empaña. La libertad aérea habla, ilumina, vuela. Proyecta la trilogía de lo sonoro, de lo diáfano, de lo móvil. Le pregunté si nunca, por ejemplo, cuando era niño, había sentido el júbilo inmenso de saltar, de bailar, de elevarse como una plantita hacia el firmamento. Siempre citando el libro maravilloso que leí, le dije con vehemencia: --Pero si la danza es deseo de volar, de saltar a las alturas como la vegetación. Sólo los cerdos no despegan la mirada del suelo. Añadí que los seres alados éramos ángeles que cruzábamos el firmamento como los nadadores hienden las olas.

Noches después descubrí a Nardo, un antiguo vecino, cuando vi su silueta desgarbada y más alta de lo común ingresando a un edificio y apagando una a una las luces que hasta entonces habían quedado encendidas. Lo seguí a la distancia para ver dónde iba a parar y así descubrí que tenía un estudio amplio precisamente en la usina distribuidora de electricidad, en una cabina espaciosa donde todo se controlaba en forma computarizada. Seguramente a él se debió que se apagara el alumbrado público y, al final, casi la totalidad de los puntos de luz de la ciudad, excepto los de la cabina adonde Nardo se había trasladado. Entonces decidí abordarlo: hasta entonces yo había sido médico, y si bien me habían crecido alas, extrañaba a veces mi consultorio y mi profesión. Nardo, en cambio, era el único caso de inmunidad a la mutación genética, porque jamás sintió el 22

Me miró con escepticismo y afirmó que jamás se le había ocurrido la peregrina idea de ser ángel, ni había hecho el menor intento de saltar o de danzar, y que su única ambición se reducía a vivir atornillado a una butaca con la mirada fija en la pantalla de una computadora. Nardo, que en realidad se llamaba Bernardo, Bernardo Contreras, era un fanático de las computadoras; desde muy joven había trabajado con la mira puesta en los equipos de última generación. No le importaba comer apenas o vivir solo, sin construir un hogar, o evitar las tentaciones de este mundo, si la importadora más seria de equipos de informática le vendía a crédito. Durante el proceso de mutación y abandono de la ciudad, Nardo comprobó que podía usar los equipos más sofisticados a su antojo, pues nadie se lo impediría, y entonces decidió guardar la energía para él solo, trasladándose a vivir a la cabina de control donde yo lo visitaba.


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 Nardo tenía allí una pantalla gigante y muchas pantallas pequeñas. Se complacía en diseñar juegos electrónicos y jugaba en red consigo mismo, pues no tenía oponente. Una noche me senté a su lado a gozar del antiguo placer de la pantalla. Lo vi efectuando programaciones raras que luego se convertían en seres virtuales y armas y obstáculos y castigos y premios típicos de un juego electrónico. En algún momento se desperezó, bostezó y dijo que sentía hambre; y entonces se levantó y me hizo una seña para que lo siguiera. Salimos a la oscuridad de la calle y nos dirigimos a un supermercado que permanecía también a oscuras. Ingresamos en él por una puerta lateral; Nardo accionó unas cuchillas y se hizo la luz. Entonces paseamos el super desierto llevando un carrito en el cual Nardo cargó algunos condimentos, invitándome a que yo también me antojara. Vi bolsas de maíz y recordando a mis nietos introduje el paquete en un horno de microondas y los granos se convirtieron en una copiosa ración de pipocas. Nardo dirigió su carro a un frigorífico, donde cortó con destreza un filete de res, y a la salida tomó una bolsa de carbón. Así cargados volvimos a la cabina de mando (luego de apagar la luz del super, naturalmente). Al llegar, Nardo abrió una puerta de cristal que daba a una terraza donde había un quincho. Distribuyó el carbón y lo encendió con destreza. Las brasas hicieron pronto su trabajo, difundiendo en el aire un aroma de carne asada que me trajo dulces recuerdos del mundo que dejamos allá. Pero no sentí el menor impulso de comer porque sabía muy bien que ese alimento me dificultaría volar de retorno a casa. Pensé en los cóndores que vuelan majestuosos cuando no han comido, tan distintos a cuando se alimentan de carroña y carretean penosamente sin poder alzar vuelo, y así deseché toda idea de alimentarme de carne. En cambio, insistí en que el alimento de los seres alados era el aire, y que consumir aire (y granos) no era ni dieta incómoda ni alimento demasiado ligero, y que tal vez con el tiempo y la dieta los cuerpos se conviertan en espíritu. Por su reticencia y su mirada irónica comprobé cómo vivía Nardo, como un hombre feliz en su propia utopía. Quién iba a decir que Nardo desencadenaría una reacción que por poco termina con nuestros sueños alados. **********

La costumbre de sobrevolar a diversas alturas debió traspasar alguna fisura de la realidad, pues de ese modo percibimos la existencia de una república ubicada allende el espejo, un mundo del revés creado por la imaginación libertaria de los seres humanos inconformes con la civilización que habían construido en siglos. Data de entonces una crónica que leí en El Iris, diario de la República de Harmonía, nombre oficial de ese mundo paralelo. Me encanta la idea de que ustedes la lean, pero es necesario hacer antes algunas puntualizaciones: como nos habíamos convertido en una ciudad de ángeles, olvidamos nuestro nombre fundacional e incluso la toponimia del lugar, y nos rebautizamos con el nombre de Ciudad Luzbel. Al mismo tiempo, nos afiliamos a esa confederación de ciudades felices, como se autocalifica la República de Harmonía.

23

mañana sintió el leve escozor del alumbramiento en ambos omoplatos. Mientras se desperezaba, pudo tocar dos leves hinchazones que, al correr del día, crecieron como astas y se poblaron de plumas. Dice que tardó como una semana en el paso de la condición de crisálida a la de mariposa o ángel. Cuando pudo desplegar sus alas blancas y comprobó que podía abanicar, con ellas, a cinco metros a la redonda, se despegó de la tierra y echó a volar. El Iris la entrevistó porque fue uno de los primeros ángeles de la República de Harmonía y la diseñadora de Luzbel, una nueva ciudad para seres alados. TODO CAMBIÓ

Un buen día, el Ale y el Antü me visitaron después de un largo vuelo y de haber descubierto una red de ciudades pintorescas y extrañas. No atinaban a explicarse hasta que el Ale me alcanzó una especie de prospecto que decía lo siguiente: Una sociedad universal de pequeñas ciudades libertarias, autogestionarias, ecológicas, un poco urbanas y un poco rurales, con tejados que son jardines comestibles (huertos con flores) y cada manzana (pero manzana redonda, no cuadrada) tiene un parque comunitario que es un huerto. Esta fue la primera manifestación que conocí de la existencia de la República de Harmonía. La urgencia del Ale y el Antü por comunicar lo que habían visto era tan grande que de inmediato organizamos una expedición y los seguimos trazando una V gigantesca en el cielo, cuyo vértice lo ocupaban ambos por turno, como guías del grupo de vuelo. Volamos y volamos, planeando durante largos trechos y aprovechando las corrientes de aire que nos llevaban, como ríos, sin esfuerzo de nuestra parte. Hasta que por fin llegamos a una ciudad en fiesta, rutilante de colores bajo el cielo azul y la luz cristalina de la primavera. Así conocimos Rayuela, capital oficial de Harmonía. Pero esa es otra historia que quizá tenga tiempo de contarles. Me limitaré a citar la crónica anunciada: Luzbel: ciudad de ángeles Según Nel blú di pinto di blú, antes Camila, criatura alada que vive en Ciudad Luzbel, una 23

Nadie sabe ni se pregunta cuál fue la causa de esta mutación, porque fue gratuita como todo milagro: era cierto porque era imposible. De pronto, lo que sería luego Ciudad Luzbel se pobló de alas: a todo el mundo le crecían alas, y con ellas prosiguió el ciclo de las mutaciones. Para empezar, los huesos se hicieron cartílagos y se llenaron de aire; la gente perdió peso vertiginosamente, y la mujer más gorda, con una inflación de tres dígitos, de pronto se convirtió en una sílfide de 35 kilos, mientras las mujeres más delgadas bajaron de peso hasta un dígito. Con el ciclo de mutaciones cambiaron las costumbres alimenticias, la arquitectura y el escenario de la comida comunitaria. Los ángeles comprobaron que requerían de un


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 nuevo diseño de sus vidas y entonces se mudaron a Luzbel, la ciudad aérea. La arquitectura varió gracias a un ejercicio crítico del modelo de urbanización de Harmonía. Los ángeles comprobaron que las casas de un piso y con puertas oponían dificultades para el aterrizaje y el plegado de las alas, que invariablemente se golpeaban en los dinteles. Comprobaron también que ellos tenían necesidad de aire, de espacio infinito, y evitaban los cuartos interiores para posarse en los techos. Se dieron cuenta de que, en rigor, ya no se necesitaban puertas ni cristales en las ventanas, y que era mejor hacer nuevos diseños de óvalos u ojivas altas por donde se pudiera ingresar al interior de las casas sin agacharse y con plena protección a la delicada contextura de las alas. Hoy las casas de Luzbel no tienen cimientos. Son construcciones leves como papeles echados al viento, sostenidas en el aire con globos de colores. Los ángeles de Luzbel conversan mientras vuelan, y cuando se visitan en interiores, aprecian las corrientes de aire, porque el aire se ha vuelto el más importante de los cuatro elementos. Las alas cambiaron la moda pues aun los vestidos más livianos entorpecen el vuelo, y entonces fueron sustituidos por la desnudez simple y casta, o por tatuajes sofisticados y dibujos efímeros en toda la superficie del cuerpo. Las alas, invariablemente blancas, inspiraron el uso de tintes para pintar las plumas con jaspes, tornasoles y colores tropicales. Hoy los cielos de Luzbel, además de intensamente azules, están poblados por miles de ángeles que parecen cometas. Los cielos adquirieron ese índigo intenso, porque los ángeles no precisan de transporte terrestre. De este modo, se desestimó el cemento, las autopistas, los garajes, los talleres de mecánica y, claro está, los vehículos de aire, mar y tierra, colapsando la industria automotriz y naviera, las cementeras y la vieja tecnología del hormigón armado y el concreto. Desapareció el temor a los sismos y los tsunamis, la agricultura y la ganadería, y la tierra se pobló de árboles, de flores, de granos y frutos que son el alimento cotidiano de los ángeles. A nadie se le volvió a ocurrir podar un árbol o talarlo; y el rico humus de la tierra, poblado de gusanillos, proporcionó un alimento de sabor y textura inusitados, muy apetecido.

24

¿Habrá algún orden de la vida que no haya sido modificado por la aparición de las alas? Una experiencia notable para los ángeles fue la de entender el lenguaje de los pájaros y de todas las criaturas volátiles, con las cuales se estableció un pacto de no agresión extendido a todas las especies de la fauna y la flora, porque los ángeles no son carnívoros ni devoran vegetales. Les basta con picar los granos que se posan en la tierra, tonificarse con el polen librado a su aire o libar el néctar de las flores.

Todo parecía marchar bien, al punto de convencernos de que hay felicidades duraderas, hasta que sobrevino una amenaza que no esperábamos: tarde o temprano tenía que aparecer una amenaza. Esto es lo que quiero contarles.

El amor entre los ángeles de Luzbel es un bello espectáculo de acrobacia en el aire. Los nuevos ciudadanos alados de Ciudad Luzbel se libraron de viejos pudores que obligaban, como un resabio del mundo de allá, a buscar abrigo y oscuridad para el amor, y ahora se besan y se aman al aire libre, a gran altura o a ras del suelo, tejiendo a veces guirnaldas entre parejas múltiples que se enlazan. No hay embarazo ni gestación, porque los ángeles conciben por inspiración y dan a luz por espiración, es decir, con suspiros. Cuando un ángel ama, el suspiro de amor se coagula en el aire y se convierte en una nueva criatura. Y cuando mueren, porque también mueren, se descoagulan y disipan en el aire, como suspiros. De este modo no hay esas construcciones públicas ominosas: los cementerios. Los ángeles de Ciudad Luzbel han experimentado, además, un mestizaje afortunado y electivo. Son criaturas que se libraron de la fatalidad genética porque pueden escoger los atributos de sus hijos, y éstos pueden corregirlos a su antojo. Así ocurre con el color de los ojos, de la piel, del pelo, con la estatura y la belleza de los miembros. Si una mujer nació morena y aguileña, le basta soñarse rubia y respingada, y listo: amanece así. Un hombre pícnico disconforme con su figura tendiente a la gordura se sueña esbelto y liviano, y listo. Cualquiera puede mutar el color de los ojos, del pelo, la presencia o ausencia de barba y vellos, el tono de la piel, la perfección de los dientes o el dibujo de la sonrisa. Le basta desear, y listo. Hasta aquí la crónica que exageraba un tanto nuestra realidad por causas atribuibles a las declaraciones fantasiosas de Camila, quien nos sorprendió con su nuevo nombre adoptado al estilo de Harmonía: Nel blú di pinto di blú, aunque le decíamos sólo Nel Blú. ********** 24

Vivíamos tan embebidos en nuestra nueva vida, que jamás se nos ocurrió hasta dónde llegaba, qué límites tenía en el planeta que habitábamos. Los diarios dejaron de circular; los canales de televisión se llenaron de maleza; y a nadie se le ocurrió sentarse horas y horas frente a la computadora para conectarse por Internet a un mundo falsamente cercano. Pero el acceso de Nardo al ciberespacio me había mostrado que esa mutación genética de la que hablo, por causas que no atino a entender, sólo había ocurrido en nuestro valle, de modo que, sin saberlo, estábamos rodeados por una humanidad hostil que se había enterado de lo que nos ocurría. Y pronto pudimos comprobarlo cuando unos aviones sombríos volaron en nuestros cielos para tomar fotografías destinadas a estudiar qué había pasado en Ciudad Luzbel. Quizá fui el primero en calcular el peligro: el mundo no aceptaría nuestra libertad recobrada, la latitud de nuestros horizontes, la importancia secundaria de nuestro territorio, pero sobre todo nuestra falta de jerarquías, porque el dinero se hizo insulso, la autoridad desapareció sustituida por las formas más amigables de la orientación y el consejo, y lo peor, las corporaciones se asustaron al comprobar que no necesitábamos combustibles ni motores ni electrónica ni carreteras ni cemento ni comunicación digital. Eso era más de lo que ellos podían soportar, pues la expansión de sus negocios dependía de la dependencia


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 psicológica de la población respecto de sus servicios. Ahí comenzó el problema. ********** Nardo era autodidacta; el uso de cursos on line lo había convertido en experto en los oficios más inverosímiles, virtuales todos. Buscando y rebuscando en la computadora madre, logró detectar una zona wi-fi que permitió su ingreso al ciberespacio. Entonces, para mi asombro, vimos otras zonas de la realidad que no coincidían con nuestros hábitos, menos aún con la mutación genética que nos había convertido en criaturas aladas. Había un mundo paralelo que ni el vuelo más elevado de nuestros atletas jóvenes había logrado avizorar. A mis ojos se abrió un mundo olvidado, con enormes rascacielos y autopistas y equipos sofisticados, entre los cuales sobresalía la última tecnología digital. En aquel mundo había una aguda polémica sobre los combustibles: de un lado, los países productores de petróleo se resistían a las nuevas tecnologías, y del otro, los países sin yacimientos de petróleo buscaban alternativas, como el biocombustible, arrasando enormes bosques con el hacha, la motosierra o la pala mecánica, para sembrar esos campos con plantaciones de maíz, soya y otros alimentos que encarecían a medida que eran requeridos para fabricar combustibles nuevos. La gente exhibía vehículos sofisticados por aire, mar y tierra; y las imágenes más frecuentes de los noticieros eran las autopistas atascadas de automóviles en un puente de fin de semana o en un feriado. Nardo me mostró en You Tube rostros crispados por la angustia de no avanzar ni un milímetro durante horas y horas y a veces días, bajo el sol inclemente del verano o el frío de la nieve. Vimos páginas y páginas web de espectáculos, tan sólo para comprobar que la música no tenía en aquel mundo ningún valor si no estaba asociada con una puesta en escena eléctrica y electrónica, es decir, con derroche de energía, decibeles, luces, pantallas gigantes y efectos especiales. En eso encontramos un pequeño recuadro, apenas la reproducción de un cable de agencia que decía:

25

MUNDOPRESS.- Científicos de 30 países se reunieron de emergencia para analizar las informaciones de sus centros de espionaje que hablan de un mundo paralelo donde las criaturas son aladas. Nadie ha querido adelantar declaraciones, pues no se atreven a pronosticar qué consecuencias tendrá la mutación genética. La inquietud que más anima a los asistentes al simposio es el impacto que podría producir la proliferación de esta “epidemia” en la industria del cemento, la industria automotriz y la aeronáutica, las centrales de energía, la construcción, la producción de máquinas, la cibernética, la moda, la industria mediática y, en general, los sectores más dinámicos del sector secundario, que cimentan la riqueza de las naciones, que generan empleo y enormes ganancias. Hasta ahí el cable, que para mí era como un certificado de nacimiento de nuestra realidad. O sea, me dije, que nos han detectado, que saben de nuestra existencia, y que están inquietos por la baja vertical en el consumo de aquellos sectores de la economía que enumeraban. La pregunta que formulé de inmediato fue: ¿cuál será la reacción, qué actitud tomarán contra nosotros? Nardo se encogió de hombros, se quitó los lentes, me clavó una mirada acerada y dijo: --Destruirlos. Él no se incluyó; no quería pertenecer a nuestra comunidad. Juraría que se contuvo para no mostrar su regocijo ante una oportunidad de retornar a la vida de antes, en una ciudad que él amaba precisamente porque no tenía acceso a tantos tesoros de la tecnología que ahora estaban a su disposición. Ironías de la vida.

Sonrió enigmáticamente y no quiso mirarme de frente. Días después, unos niños que se aventuraron a sobrevolar la ciudad hacían cabriolas sobre sus calles cuando cayeron abatidos. La caída les costó la vida; pero, además, murieron con fiebre y síntomas de un mal extraño. La epidemia se propagó y los infectados fueron declarados en cuarentena. Me tocó dirigir esas operaciones sin tener, de inicio, la menor pista del mal, hasta que de pronto recordé a Nardo y monté en cólera. La cuarentena dio resultados. Tuvimos más bajas, pero algunos se salvaron gracias a ciertos medicamentos que rescaté de mi viejo consultorio y les administré tomando las debidas precauciones para no contagiarme, aunque era evidente que la peste atacaba más a los niños y adolescentes que a las personas mayores. Una comisión condujo a los más graves a Rayuela, la capital, para aislarlos y estudiar sus casos. Entre ellos, mis nietos Ale y Antü, noticia que consternó a toda la familia. Entonces recordé que alguna vez, conversando con Nardo, le había confiado la existencia de la República de Harmonía y algunos secretos para acceder a esa zona de la realidad que era un mundo paralelo al que habíamos dejado atrás. Esa fue la raíz de las desventuras que nos ocurrieron luego. **********

Ya a punto de despedirme, Nardo me hizo una confesión que me clavó en el sitio: había consultado por Internet cuál era el virus de la gripe aviar. El brillo de sus ojos era de odio. Odio por las criaturas aladas. Por eso hacía esas extrañas consultas en el ciberespacio. Comencé a desconfiar de él y a seguirlo volando a la distancia. De ese modo lo sorprendí ingresando a una Clínica Veterinaria y saliendo luego con una conservadora rumbo a su estudio. Me hice el encontradizo, lo acompañé y en un descuido suyo abrí la conservadora, que estaba llena de vacunas contra la gripe aviar. Entonces lo interpelé: ¿por qué estaba manipulando esos virus? Aunque fueran vacunas, se podían potenciar y diezmar a la población alada. 25

Una madrugada me levanté para volar. Quería adelantarme al sol y sorprenderlo cuando salía. En eso vi a Nardo en lo alto de una colina oteando ansiosamente con un largavistas la carretera abandonada. Mientras revoloteaba a gran altura, percibí su impaciencia hasta que comenzó a dar saltos de regocijo. Festejaba algo solito, allá abajo,


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 con una alegría desbordante. Miré hacia donde apuntaba su largavistas y percibí una extraña columna que pronto se convirtió en un regimiento del ejército. De pronto, a la entrada de la ciudad rugieron extraños motores y la población, que dormía en el bosque o en sus moradas, salió revoloteando a ver cuál era el origen de esos rugidos de motor ya olvidados en el mundo que dejamos atrás. Allá abajo se veía una columna de tanques, carros de asalto, cañones, ametralladoras antiaéreas y tropa de infantería armada hasta los dientes. Nardo bajó precipitadamente de la colina a recibirlos y se subió al jeep que tripulaba alguien que visiblemente era el comandante del Regimiento. Lo más probable era que se había comunicado con el mundo que dejamos atrás dándoles la pista para acceder a Ciudad Luzbel. Las tropas se instalaron en el edificio de la antigua Prefectura y armaron carpas en la avenida aledaña. Hicieron turnos de guardia y la tropa inició la exploración de la ciudad. Días después, una patrulla llegó al bosque; los soldados hicieron mediciones, calcularon la altura y la edad de los árboles, pero, lo peor, hicieron una matanza de las vacas y de otros animales domésticos que deambulaban a su aire. Poco después, hicieron con esa carne una enorme parrillada y la disfrutaron con licores que sacaron del supermercado. Para entonces, Nardo había intimado con el Comandante, como lo comprobé observando desde lo alto de un edificio. Bajé sigilosamente a la avenida y lo vi conversando con él e invitarlo a visitar su estudio para mostrarle, según pude espiar observando por la ventana, la conservadora donde se guardaba el virus de la gripe aviar. Entonces comprendí del todo la maniobra y me indignó la conducta de alguien a quien casi consideraba un amigo. No sólo había llamado al ejército proporcionándole las coordenadas para acceder a Ciudad Luzbel, sino que había desatado la temible epidemia. A mi retorno al bosque, confié el secreto a Nel Blú, porque tenía que decírselo a alguien. Camila me escuchó en silencio y seguramente entonces tomó la decisión que la llevaría a poner su vida en grave riesgo. El hecho ocurrió cuando la patrulla de soldados regresó al bosque. Los comandaba

un joven oficial que era el Ayudante del Comando. Camila se posó de pronto frente a él y le sonrió. Le preguntó su nombre y lo rebautizó con un nuevo nick: Fui solo como un túnel, de mí huían los pájaros, o Fui solo, a secas. Fui solo no pudo seguir a la patrulla: quedó hipnotizado por la belleza de mi joven amiga y entonces ella lo tomó de la mano y le invitó a volar. Así se lo llevó a las alturas y tomó el rumbo de la ciudad. Entonces se posó junto al estudio de Nardo, cuya dirección yo le había indicado, e ingresó al interior con Fui solo, llevándolo siempre de la mano. Allí estaba la conservadora y Nel Blú le explicó que contenía el virus que había diezmado a la población alada de Ciudad Luzbel. Luego señaló la dirección de la Clínica Veterinaria, donde Nardo había conseguido las vacunas y remontó vuelo sola. Ya en las alturas, agitó el brazo para despedirse. Como es de suponer, Fui solo se dirigió de inmediato a la Clínica Veterinaria y allí comprobó el enorme stock que había de vacunas contra la gripe aviar. Entonces tomó dos granadas incendiarias que llevaba en el chaleco y las arrojó al depósito. Luego de la explosión, una inmensa llamarada se elevó de la clínica ocasionando alarma en el regimiento. El Comandante envió una patrulla a inspeccionar el lugar, y al primero que encontraron fue a Fui solo, que se declaró responsable del siniestro. Nardo observaba la escena pasmado de asombro y de indignación. De pronto acusó a gritos a Fui solo de haber malogrado su experimento y la patrulla lo condujo a la oficina del Comandante, donde repitió la acusación. Fui solo se presentó al Comandante y le explicó lo ocurrido. Como era el Ayudante del Comando, tenía mucha confianza con el Comandante. Le contó sobre su encuentro con Nel Blú y no ahorró detalles hasta confesar su resolución de hacer volar el depósito de vacunas con dos granadas incendiarias. No bien terminó de oír el relato, el Comandante ordenó la captura de Nel Blú. Un batallón se dirigió al bosque, se ocultó entre los árboles y cuando Nel Blú se posó para recoger flores le echaron una red y se la llevaron al cuartel. Allá frente al Comandante, muy asustada, Nel Blú le mostró la espalda y desplegó sus alas como una estatua de la Victoria. El 26

26

Comandante montó en cólera y ordenó que se las corten. Dos soldados utilizaron enormes tijeras y se las sacaron de cuajo. Nel Blú lloró en silencio y volvió el rostro para mirar a los ojos a Fui solo, que no pudo sostenerle la mirada. El cirujano del batallón le cosió las heridas y la pobre Nel Blú fue depositada en una celda. De un clavo colgaban sus hermosas alas mutiladas. Fui solo aprovechó la primera oportunidad para ingresar a la celda de Nel Blú y consolarla. La levantó del piso, donde yacía postrada y la abrazó en silencio. Ella lloró en el hombro de Fui solo durante largos minutos; luego lo miró a los ojos y le dijo que él no tenía la culpa. Cuando volvió a su camastro, Fui solo vio que Nel Blú se rascaba los tobillos. Al mismo tiempo, él sintió una extraña comezón en los suyos y decidió volver al dormitorio y quitarse las botas. Entretanto, un Consejo de Guerra lo halló culpable de conspiración, fue capturado y conducido al calabozo. Un tabique delgado lo separaba de la celda de Nel Blú y ambos se dieron modos para comunicarse por un orificio. El tema principal de su conversación era la comezón en los tobillos y el nacimiento de dos protuberancias cubiertas de fino vello. El Consejo de Guerra dictó sentencia y condenó a Nel Blú y a Fui solo a ser fusilados al amanecer. Llegó la hora, fueron conducidos al patio del cuartel y atados a dos postes, frente a una compañía formada, mientras el resto de los soldados lustraba y engrasaba sus armas. Salió el Comandante y todos se cuadraron. El Comandante escogió a quienes integrarían el pelotón de fusilamiento. Alzó la espada junto a los condenados, que se miraban sonriendo y se tomaban de las manos, y ordenó: --!Preparen, apunten… fuego! Para su sorpresa, nadie quiso disparar. Envió al pelotón entero al calabozo y escogió un nuevo personal; pero éstos tampoco quisieron acatar sus órdenes, y lo peor, un soldado se deslizó detrás de los condenados y los desató. La verdad es que los soldados no podían creer que una mujer tan bella, vestida apenas con una bata ligera, sonriera junto al poste de ejecución sin el menor temor. Una vez libres, Fui solo no pudo más con el escozor en los tobillos. Se quitó las botas y entonces vio algo extraño y le entraron unas ganas irresistibles de sacarse el pesado


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

27

uniforme. Así lo hizo, delante de todos, y quedó desnudo. Luego se acercó a Nel Blú y le mostró sus tobillos. Nel Blú sonrió y le mostró los suyos. De pronto se tomaron de la mano y se lanzaron al vacío. En dos pataleos se posaron en el techo. Los soldados de allí abajo no atinaban a disparar: sólo gritaban de asombro y señalaban insistentemente al tejado. Fui solo y Nel Blú se despidieron agitando los brazos y comenzaron a volar a las alturas hasta que se convirtieron en dos puntos apenas perceptibles entre las nubes.

--Sí, a mí, y la culpa es de esa mujer que se fue con mi ayudante. Recuerdo que un día vino del bosque muy azorado y me contó su encuentro con esa mujer y cómo lo había llevado por las alturas. Aquella noche soñé con ella y al amanecer no podía calzarme las botas. Luego me vino esta dulce fiebre que, en verdad, no es intolerable, y comencé a remojarme los pies por la comezón, que tampoco me molesta.

Fui solo fue sustituido por un Capitán. Al amanecer de un nuevo día, el Capitán ingresó a la habitación del Comandante y lo vio sentado en una silla, desnudo y tiritando de fiebre. Tenía los pies sumergidos en un bañador con agua, pero algo quería ocultar porque los cubría pudorosamente con una toalla.

--Es que usted estaba en comisión y no vio a esa mujer. En cambio la tropa…

El Capitán se cuadró para informar el extraño caso de insubordinación que sufría la tropa: muy temprano, cuando sonó el clarín, nadie se levantó a formar. --Me asomé a la cuadra –dijo el Capitán—y mis soldados deambulaban desnudos manteniendo una conversación muy amena y llena de risas. De tanto en tanto se rascaban los tobillos, pero luego me aclararon que apenas sentían una comezón dulce y nada molestosa. Los llamé al orden y no me obedecieron. Agarré a sopapos a mi teniente y a mi asistente y apenas bajaron los ojos, en señal de respeto, pero cuando volvieron a mirarme tenían una chispa de paz que no se disipó ni con una nueva tanda de sopapos. Nadie quiso salir a formar y no era una rebelión armada, no quisieron tomarme de rehén ni hacerme ningún acto de violencia. Se limitaron a desobedecer. --¿Tiene usted alguna hipótesis sobre el origen de ese extraño comportamiento? – preguntó el comandante. --Ni la menor idea –contestó el Capitán. --Yo sí la tengo –dijo el Comandante, y de pronto comenzó a mirarlo al Capitán con la misma chispa de paz que sentía la tropa; luego retiró la toalla que cubría sus pies y le mostró sus tobillos, donde nacían unos plumones como pollitos recién nacidos--. ¡Me están creciendo alas! –exclamó el Comandante. --¿Alas? ¿A usted también?

--A mí… no me pasa nada –dijo el Capitán.

Comandante y Capitán recodaron el vuelo del ayudante y de la mujer prisionera delante de la tropa y entonces el Comandante tomó una decisión: se dirigió a la cuadra y convenció (no ordenó) a los soldados que salieran al patio y formaran así desnudos, quizá por última vez. Aquel era un espectáculo curioso: un batallón de mil efectivos desnudos portando a desgano sus armas y sin embargo alineados, por costumbre, en estricta formación. Lo curioso es que todos sonreían y también el Comandante, que inició su arenga con una sonrisa, y luego les mostró sus tobillos en los cuales habían crecido ya del todo dos vigorosas alitas. La tropa vitoreó y comenzó a mostrar las suyas, porque a todos les habían crecido las mismas alas. Entonces el Comandante dio una orden histórica: --¡Batallón! Por escuadras y en estricto orden láncense al vacío como si fueran a nadar… !Arrrr! La primera escuadra se lanzó al aire como desde un trampolín y remontó vuelo; luego siguieron escuadras y escuadras hasta formar una columna alada de soldados desnudos que pataleaban con gozo para remontarse a las alturas. Ya los iba a seguir el Comandante cuando el Capitán se quitó precipitadamente las botas, se rascó los tobillos y le rogó que no lo dejaran. El Comandante lo tomó de la mano y se lo llevó por los aires. Allá arriba rompieron filas y comenzaron a ejecutar las cabriolas menos imaginables. El Comandante había vuelto a la niñez: se atusaba volando los tremendos mostachos y cantaba un aria dando volteretas en el aire. La población civil se había refugiado en los árboles viendo el extraño espectáculo, pero al sentir la alegría de los soldados, hombres, mujeres y niños salieron a volar con ellos. De 27

inmediato se formaron parejas que bailaban vals en las alturas; adolescentes que desplegaban membranas que parecían vitrales, que les habían crecido entre el costado y los brazos, o los habitantes más antiguos, los pioneros: hablo de mis nietos Ale y Antü, que tenían alas tan blancas como cúmulos de nubes. De pronto aparecieron en Ciudad Luzbel, ya dados de alta y muy saludables. Me confiaron que en Rayuela les habían dado plaza en la Escuela de Maestros Felices y me mostraron un prospecto de colores que decía: Sol y Tario Él le dijo: “Quisiera llamarme Tario”. Ella le preguntó por qué, para qué. “Para que los amigos digan: ¿sabías que Sol y Tario andan juntos? Así nació la pareja de directores de la Escuela Paranormal de Maestros de Harmonía, que más bien se conoce con el apelativo de Maestros Felices. Sol acostumbraba a caminar a orillas de los parques y alzar hojas secas con escrupuloso cuidado para no pisarlas. Hacía contorsiones imposibles con el cuerpo antes de malograr una sola de ellas; paralela al suelo se apoyaba en un brazo mientras la mano libre retiraba las hojas secas hasta desnudar la tierra; entonces cambiaba de brazo y con la otra mano libre escogía las mejores y a veces alguna malograda que le caía en gracia. Así la vio Tario, antes de llamarse Tario, y pasó toda la mañana contemplándola sentado en la posición de la flor de loto. Sol ni lo miró, como si se ocultara tras una nube, pero cuando se incorporó para llevar su precioso cargamento y no sabía cómo acomodarlo, Tario la ayudó con una sonrisa y la acompañó a su casa. Cruzaron un pasaje estrecho a un costado de la casa principal y llegaron al patio del fondo. Sol vivía allí en una cabaña de madera que parecía de chocolate. Por dentro, miles de hojas secas pegadas a hilos de color que colgaban del cielo raso se agitaban como mariposas otoñales. Tario memorizó el delicado trazo de las nervaduras translúcidas y ya sentado en el jardín dibujó y dibujó al carboncillo, toda la tarde, cientos de hojas secas. Después de esa comunión silenciosa ¿qué les quedaba sino amarse y vivir juntos? Un día que navegaban, recalaron en Harmonía, es decir, en Rayuela, su capital. Nadie los


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5 convocó, pero abrieron la Escuela de Maestros Felices y pidieron a los postulantes tan sólo un requisito: que fueran felices. La selección consistió en diversas pruebas como bailar en una sola pata, cantar a grito pelado, despanzarse de risa, mojarse como patos y entablar una guerra de pasteles y restos de soufflés, flanes y golosinas. Sol y Tario midieron al ojo el grado Celsius de alegría de cada uno y de acuerdo a ese canon poblaron las aulas de la Escuela. Maestros Felices tiene la delicada misión de educar a los niños para la alegría. Hasta aquí la nota que leí sentado en una nube, mientras el Ale y el Antü hacían travesuras de su invención mientras volaban. Allá abajo quedaron las carpas del campamento, los tanques, los cañones, los lanzacohetes, las ametralladoras antiaéreas, los carros de asalto y las armas portátiles que comenzaron a herrumbrarse irremediablemente. ¿Para qué portarlas si dificultaban el maravilloso oficio de volar? ********** Nardo había quedado solo, encerrado en su estudio, de donde no quería salir. La población se olvidó de él porque festejaba la mutación genética que había ocurrido con la tropa. Entre las cosas que rescataron de abajo había instrumentos de música y pronto una orquesta de violines, violas y cellos, de flautas, clarinetes y fagots y de otros instrumentos livianos ofreció un concierto. Al final la orquesta decidió posarse en un prado de flores al pie de los árboles, y entonces pudieron integrarse el piano, el contrabajo, los timbales y las tubas y otros pesados instrumentos de viento. Fue una fiesta maravillosa, con rondas que bailaban en la superficie de la tierra y también en el aire. El cielo parecía un tejido multicolor, mutante, y todos desplegaron las caprichosas alas que les habían nacido a fuerza de imaginación, de modo que unos parecían faisanes, otros, flamencos, otros, mariposas y otros, libélulas bailando con los soldados que daban furiosas pataletas para mantenerse a flote en el aire con el accionar de sus pequeñas alas de los tobillos. Pasó la fiesta y nos acordamos de Nardo. ¿Qué íbamos a hacer con él? ¿Cómo íbamos a castigar su traición? Una patrulla alada de soldados se brindó a capturarlo y nos lo entregó llevándolo por los aires. Como sufría

28

de vértigo, lo bajamos de la copa de un árbol, donde había sido depositado y decidimos su suerte en el prado de flores. Puesto que nos habíamos confederado a la República de Harmonía, sería conducido a Rayuela, la capital, para que allí decidiera su suerte el Consejo de Cronopios. La patrulla lo llevó, lo entregó y volvió con un ejemplar de El Iris, diario de Harmonía, que traía la noticia de su fusilamiento. La nota decía: CONVICTO DE CIUDAD LUZBEL FUE PASADO POR LAS ARMAS A las seis de la mañana todo estaba listo para la ejecución de Bernardo Contreras, alias Nardo, convicto capturado en Ciudad Luzbel por haber desatado una epidemia de gripe aviar. En un descuido de sus captores había logrado evadirse. La policía voluntaria de Rayuela patrullaba el Parque Central consultando a los transeúntes si se les antojaba un cafecito, un jugo de frutas tropicales, una salteña o una cervecita fría cuando se toparon con el convicto. Le preguntaron amablemente su nickname y entonces comenzaron a sospechar de él porque se había negado a cambiar su antiguo nombre, Bernardo Contreras, aunque en la República de Harmonía todo es libre y voluntario. Lo dejaron actuar pero estableciendo puntos de observación y al final lo pillaron con las manos en la masa, cuando intentaba convencer a una jovencita de las bondades del dinero y la cantidad de préstamos que él podía hacer si ella se hacía su socia. La jovencita, que resultó llamarse Como latas de cerveza vacías y colillas de cigarrillos apagados, han sido mis días (seguramente en recuerdo de su vida anterior) reaccionó con un ataque de risa mientras señalaba al vejete con su delicada uña del índice que parecía un caparazón de mariquita. Capturado y reconocido, el convicto de Ciudad Luzbel fue sentenciado de inmediato al fusilamiento. El pelotón respectivo fue conformado con niños de la Escuelita Alegre y adolescentes de la Academia de Danza. Eran las seis de la mañana cuando Nardo apareció vestido con un terno Almanza: camisa blanca de cuello cerrado, corbata italiana debidamente anudada, zapatos de charol y maletín Samsonite de ejecutivo. El jefe del pelotón de fusilamiento, un gordo 28

afable vestido de vivos colores, contuvo apenas el regocijo de los niños y niñas del pelotón, bajo enérgicamente la espada de juguete que esgrimía y de inmediato el pelotón lo ejecutó a Nardo con una descarga interminable de risa. ¡Cómo se reían señalando con el dedo el traje ridículo del convicto! Bastaron cinco minutos del jocoso fusilamiento para que Nardo pidiera pita, se arrodillara pidiendo perdón y se arrancara a gritos el costoso traje que andaba de moda en el mundo que dejamos atrás. Los niños lo vistieron con plumas de colores y en homenaje a su sonrisa de pecador redimido le aplicaron un nick bíblico: Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Hágase en mí según Su voluntad. A Nardo, hoy convertido en un ciudadano apacible, le gusta que lo llamen Quitó. FIN


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

29

ni nosotras a él. Era Etelvina que hacía todas las compras y no quería usar barbijo. Decía que a ella no le llegaría el tal virus que estaba asustando a todo el mundo. Decía que eran patrañas del gobierno nada más para que nadie salga a complotar y hacer disturbios.

ESPERANDO LA MADRUGADA Por: César Verduguez Gómez Es posible que esta noche la recojan a mucho tardar mañana. Esto ya es insoportable. Nadie viene a ayudarnos. Ya he llamado a su familia, pero ni siquiera los que por obligación de sangre, o porque Etelvina los ha criado desde muy pequeños por adopción como a Eleuterio, que trabaja ahora en una provincia. Esto no es posible, nadie. ¿Es tanto el miedo? Yo estoy resignada y podría ir de aquí hasta el otro extremo de la ciudad, más allá del Sur, si acaso me llamara solicitando mi ayuda algún pariente. Pero veo que todo el mundo está escondido en el rincón más oculto de su casa. Yo no sé por qué Dios permite estas cosas ¿acaso no somos sus hijos? ¿O Él también está escondido? No puede ser. No hay lógica. Y Etelvina le ha sido tan fiel y tan devota que todos los días a las siete asistía a misa y regresaba para preparar el desayuno. Llegaba con la leche y el pan recién salido del horno. Qué no hacía para agradarle que hasta le pidió a mamá mandar a imprimir mil tarjetas personales con la imagen del Sagrado Corazón, con parte de su sueldo, solo para repartir a todas sus amistades sin que hubiera una razón u obligación para hacer eso. Solo por gusto. Nada más. Ella que se desvivía por todos, propios y extraños. Cuando había desórdenes en la ciudad, con manifestaciones y saqueos, choques de policías y opositores, ella, siempre pidiendo la venia de mamá, preparaba una treintena de sándwiches y cafés para distribuir entre los guardias policiales que se quedaban a resguardar algún edificio o de un puente. ¡Oh! Están dejando en la esquina otra bolsa conteniendo un cadáver. En esta cuadra ya son cinco. Es posible que hasta mañana el número aumente. ¿Es posible que la sección de salubridad de la Alcaldía no pueda recoger a estos muertos? Yo estoy loca de ver tanta locura que hay en todas partes de la ciudad. Papá no nos deja salir

Por lo que atañe a mi Etelvina un día se puso mal, llamamos a un amigo médico para que la asistiera, pero el interlocutor dijo que no estaba en la ciudad. Quisimos llevarla a un sanatorio cercano pero estaba cerrado. Llamamos al hospital general y nos dijeron “tráiganla”. Como si fuera fácil. No había ómnibus ni taxis. Pedimos a los vecinos nos ayudaran con una movilidad, pero todos se excusaban de una y otra manera. En suma nadie quiso ayudarnos. Nosotros le hacíamos la atención a lo que alcanzaba nuestros conocimientos medicinales y con consejos que solicitábamos por teléfono. Mates aquí, mates allá. Pomadas, fricciones. Hervir hojas de eucalipto y mentisan. Mamá se brindaba en la atención y yo la cuidaba a ella, que no le falte su barbijo y repasándole con el gel desinfectante sus manos. La farmacia más cercana estaba a diez cuadras pero nos avisaron que estaba cerrada. Otro difunto más. Lo dejaron envuelto en una frazada y plástico. Entre cuatro personas lo depositaron al lado del que yacía en la esquina. Lo hicieron de frente a las diez de la noche, sin temor a que los vean en esa operación. Pasaron no sé cuántos días y noches, una mañana la encontramos sin vida a Etelvina. Lloramos mamá y yo. Etelvina nos había acompañado catorce años y nos dejó de herencia su gata a la que con esmero cuidó y crió en su cuarto desde hace siete años. Llamamos a Eleuterio pero no pudimos contactarlo. Dijimos entre papá, mamá y yo que nos haríamos cargo del entierro cueste lo que cueste porque Etelvina fue como parte de la familia y era muy querida. Pues bien, llamamos a las funerarias para que no provean de un cajón algo barato. Ninguna tenía listo uno porque toda la ciudad los había adquirido. Dijimos no importa si es de primera. “No hay, ¿entiende? No hay ni de lujo”. Por teléfono alguien nos sugirió una bolsa de plástico. Salí con miedo, bien equipada de implementos de seguridad y compré en la tienda respectiva que tampoco estaba cerca. Allí nos atendieron a puerta cerrada. Luego hablamos con el cementerio. Y nadie contestaba al teléfono. Una y otra vez a cada

29

hora hasta que por fin sólo para sugerirnos que contratáramos un automóvil fúnebre o lo que sea para el traslado, igual no había posibilidad porque ¿Dónde buscar? Además había prohibición para la circulación de vehículos y el control policial estaba estricto, para peor casi todas las calles, estaban casi bloqueadas con muertos. De ese modo, buscando, buscando, pasaron tres o cuatro días y el cuerpo de Etelvina ya despedía un olor nauseabundo. Teníamos que andar dentro la casa con el pañuelo en la boca, encendiendo sahumerios y aromatizar el aire con fragancias de flores usando un atomizador. Nos vamos a enfermar, dije. Ya que no es posible enterrarla cristianamente, hagamos lo que los otros hacen. Ahora estamos esperando el amanecer para sacar los restos de nuestra Etelvinita y rogar que los encargados municipales la recojan cuanto antes. En la noche ya bien avanzada las penumbras y el silencio, entre los tres sacamos el cadáver a duras penas, casi arrastrando la bolsa reforzada con varias vueltas de cinta adhesiva y tuvimos que dejarla en la esquina desierta donde no había puertas ni testigos humanos, solo algunos perros y ratas cruzando con rapidez, y donde ya habían dejado a otros dos extintos más embolsados en los días de nuestra desesperación. Yo llevé desinfectantes en spray y rocié a todos los fallecidos ahí presentes. Mamá depositó al lado de la bolsa de Etelvina un ramito de flores recogidas de nuestras macetas. Al cerrar la puerta tras nuestro empezamos con el llanto contenido. Las lágrimas y voces entrecortadas se difuminaron hasta salir el sol. Biografía: César Verduguez Gómez, escritor de novelas, cuentos, fábulas, obras didácticas y antologador. Presidió la Unión Nal. de Poetas de Cochabamba. Fundador y 1r.presidente del PENBolivia (2ª.Fundación,2005 ) Fundador de Escritores Unidos. Poseedor de varios primeros premios en cuento y primeras menciones en novela a nivel nacional. Sus cuentos están presentes en 23 antologías de Bolivia y de otras naciones. En español: Alemania, Colombia, Argentina, Inglaterra. En otros idiomas: Traducidos al inglés, alemán, francés, croata, árabe y quechua en EEUU. Suiza, Francia, Croacia, Marruecos y Bolivia.


MULTIVERSO REVISTA DE NARRATIVA FANTÁSTICA, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR| NÚMERO 5

30

MULTIVERSO Revista de narrativa fantástica, ciencia ficción y terror

[PATROCINADOR: SUPERNOVA] [supernova7bolivia@gmail.com]

MULTIVERSO NRO 5 Iván Prado Sejas DIRECTOR EJECUTIVO iprado2008@gmail.com +591 70716113 Cochabamba, junio, 2020 Bolivia

CONTRIBUCIONES: Se recibe cuentos, poesía, ensayos, artículos, crítica literaria, reseñas, etc., en el ámbito de la literatura fantástica para los próximos números. Enviar a supernova7bolivia@gmail.com

30


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.