B o l e t í n N° 6 • Mayo 2020
¿Cómo se expresaba de la madre san Oscar Romero? “Exaltar a la madre equivale a realizar un acto de culto sagrado, porque, sólo elevándose a la altura de Dios se puede comprender mejor la sagrada misión de la madre. Así lo expresó con ingenuo lenguaje un niño que dijo: “¡sí, hay un Dios en el mundo! El dios de la casa es la madre!”.” “Precisemos mejor la idea. No diremos que la madre es Dios, pero podemos afirmar que es el reflejo más puro de la bondad divina en el hogar y en el mundo. La madre refleja a Dios y por eso el amor y la gratitud que le tributamos se eleva a la altura del culto. La madre es reflejo de Dios y por eso es el único objeto insustituible de nuestros afectos. La indiferencia, la ingratitud, la traición, hacen cambiar los personajes de los afectos humanos; pero, hay un personaje insustituible, irremplazable, inmutable: la madre es única y nunca pasa.
“La madre se parece a Dios también por lo indefinible de su ser. No hay palabra en ningún lenguaje que exprese en toda su plenitud esa mutua corriente de afectos entre la madre y los hijos; es tan indefinible lo que significa tener una madre, que nadie sería capaz de hacer comprender a un huérfano lo que le falta”. “Dios es amor y se complace en dar la vida. Él engendra la vida eternamente dentro de su misterioso ser trinitario. Pero, sublime honor de la madre, cuando Dios quiere crear la vida humana y necesita el “si” de una mujer, así como quiso necesitar el “si” de la Virgen. Aparece así la maternidad como una elevación de la mujer a participar con el Creador en la conservación de la vida humana. Honor a las mujeres que han comprendido esta sublime misión de su fecundidad!”.
“Qué especialidad más bella y honrosa la de la madre; recibir “pequeños” y hacerlos “grandes”. Recibir corazones e inteligencias en blando para escribir en ellos el poema de los amores y de los ideales, llenarlos de fe, de esperanza, de piedad, abrirlos a los horizontes de la belleza, de la bondad, de la verdad, del sacrificio. En una palabra educarlos!”. ¡Madres! Ustedes son el más puro reflejo de Dios sobre nuestras vidas. Mantengan siempre limpio y terso el espejo de sus almas para que den siempre la luz de la bondad divina. ¡Hijos! Si sus madres reflejan a Dios, que este homenaje y todo el culto de nuestro amor hacia ellas, nos acerquen más a Dios.” (Apuntes de san Oscar Romero publicadas en Semanario Chaparrastique Nº 3048 con fecha 21–05–1966)