Semanario Orientación 24 de noviembre de 2019

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S • E • M • A • N • A • R • I • O Año LXVII Nº 6082

ÓRGANO OFICIOSO DEL ARZOBISPADO DE SAN SALVADOR. 24 de noviembre de 2019

$ 0.25

Querido Mons. Rivera

después de 25 años seguimos en deuda contigo

En páginas centrales.

Artículo por S.E. Card. Gregorio Rosa Chávez

Recuerdo con emoción las palabras que pronunció el Santo Padre en su segunda visita a nuestro país, el 8 de febrero de 1996; dijo que Monseñor Rivera “entró en la eternidad después de haber visto despuntar en el horizonte, la paz por la que él, junto a los demás Obispos de El Salvador, había trabajado incansablemente”. Y nosotros, ¿cuándo le vamos a dar el lugar que merece?


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24 de noviembre de 2019 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación

Semblanza

1923 (30 de septiembre) Nace en San Esteban Catarina, San Vicente, en el seno de una familia de 8 hijos. Su padre fue Joaquín Rivera Orantes y su madre Ester Damas de Rivera

1953 (19 de septiembre) Ordenado sacerdote de la Congregación Salesiana

• Fue el pacificador de nuestra tierra. Su humanismo cristiano le inspiró su imagen del conflicto como la “casa incendiada”. Lo primero que hay que hacer ‒decía– es atender a las víctimas. Después, apagar el incendio. Finalmente evitar que vuelva a incendiarse.

Capaz de escuchar a todos, fue tendiendo puentes con cada parte en conflicto. Se fue haciendo un hombre indispensable para mediaciones, intercambio de prisioneros y rescate de secuestrados…

Pbro. Jaime Paredes

Iglesias que deseaban una solución negociada a la guerra civil. Buscar la racionalidad y no la violencia como camino de solución abrió el camino para que tiempo después, Mons. Rivera propusiera el diálogo como camino para la paz. Por su iniciativa y bajo su patrocinio, se realizó el primero de esos diálogos en La Palma, Chalatenango, en 1984. Ese fue el camino que había sido apoyado por el papa Juan Pablo II en su visita al país en marzo de 1983.

Hace 25 años murió Mons. Arturo Rivera Damas. Fue el 26 de noviembre de 1994… ¡Y surge fácil el recuerdo de ese hombre magnífico y “desconocido”!

Potenció Tutela Legal del Arzobispado con María Julia Hernández [2] al frente para la defensa de los Derechos Humanos. Esa instancia y su directora llegaron a ser la entidad más creíble en ese campo en el país.

1960

Fue Prefecto de Estudios y director del Instituto Teológico Salesiano de Guatemala y Profesor en Derecho Canónico y Teología Moral

Un gran pastor

Así, en la atención a las víctimas “humanizó” el conflicto [1]. La Arquidiócesis fue la única Diócesis en el País que abrió refugios para los miles de desplegados de guerra. Se hizo de locales propios como el Seminario, la casa de retiros Santa Teresita, en Apulo; o la parroquia San Roque, en San Jacinto, por mencionar algunos. También bajo su inspiración algunas congregaciones religiosas como los Somascos y las religiosas de la Asunción abrieron en locales propios. Los campamentos de refugiados en Honduras, bajo protección internacional, fueron objeto de su frecuente atención y visita.

Es nombrado primer director de Cáritas Arquidiocesana

Obtuvo el doctorado en Derecho Canónico en el Pontificio Ateneo Salesiano de Turín, Italia

Su servicio eclesial inició con los sacerdotes salesianos en el Instituto Internacional Don Rúa, de San Salvador

Mons. Rivera junto a Mons. Emil Stehle (ambos a la izq.) en la firma de acuerdos en la entrega de prisioneros de guerra en Perquín

En esta área el Obispo alemán y amigo personal, Mons. Emil Stehle [3], fue clave. Mons. Rosa [ahora Cardenal] y Monseñor Urioste [4] lo secundaron siempre y el P. Octavio Cruz, quien durante largos años encabezó el “Secretariado Social”, logró multimillonarias ayudas internaciones para la atención de refugiados, víctimas y otros proyectos de pacificación, vivienda y reasentamientos. En este mismo campo sus iniciativas fueron múltiples: La Jornada de la Paz de cada año, con participación de cientos de delegados parroquiales fue creando conciencia de la causa del conflicto y de los caminos de pacificación en las bases de la Arquidiócesis. Organizó con insistencia y formalidad las “100 horas de Adoración Eucarística” en cada parroquia en ciclo ininterrumpido de todo el año, en oración por la Paz, y la Hora Santa del jueves. La instalación del “Debate Nacional por la Paz” fue un hecho aglutinador de todos los grupos sociales y de

Por este papel humanizador y pacificante, Monseñor Rivera fue objeto de las mismas acusaciones de siempre de comunista y fue amenazado de muerte. Era “normal” que los medios de comunicación social de entonces se dedicaran a desprestigiarlo a él, a sus colaboradores cercanos y la labor Arzobispado. El asesinato de los sacerdotes Jesuitas de la

UCA y de sus dos colaboradoras laicas en 1989,

le entristeció mucho, le hizo más consciente del peligro que él y Mons. Rosa corrían, más cuando

Mons. Rivera asistió a la Santa Misa exequial de los padres jesuitas y dos de sus colaboradoras en 1989.

(pasa a la página siguiente)

[1]

El conflicto bélico interno ocurrido en el país, aunque nunca fue declarado en forma oficial, se considera que se desarrolló entre 1980 y 1992

[2]

Activista salvadoreña que dedicó prácticamente toda su vida laboral a la defensa de los derechos humanos. Directora de la Oficina de Tutela Legal del Arzobispado, cargo que desempeñó hasta su muerte, en marzo de 2007

[3]

Obispo de la Prelatura (ahora Diócesis) de Santo Domingo, en Ecuador. Desarrolló mucho trabajo por la defensa de los derechos humanos en muchos pueblos de Latinoamérica. Falleció en mayo de 2017

[4]

Destacado pastor de la Arquidiócesis, humanista e impulsor del respeto a los derechos humanos. Fue Vicario General y Moderador de la Curia del Arzobispado de S.S., fallecido en enero de 2016


24 de noviembre de 2019

3 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación (11 al 18 agosto) Asiste como parte de la delegación de obispos salvadoreños a la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Medellín

1968 1960-1977

(26 sep. 1977) Nombrado Obispo de Santiago de María

1977 Nombrado en julio de 1960 Obispo Auxiliar de San Salvador y es consagrado en octubre del mismo año. Colabora con Mons. Luis Chávez y González durante 16 años y 4 meses. También fue Obispo Auxiliar de San Oscar Romero por ocho meses.

en esas mismas fechas y con altavoces en sus vehículos militares el Ejército lo amenazó de muerte en los alrededores del Arzobispado. Nada de eso impidió que el Arzobispo continuara con sus denuncias y con su labor en busca de la verdad, la justicia y la paz. Después de algunas otras rondas de diálogo organizadas por la Iglesia (Ayagualo, Nunciatura…) se vio la conveniencia de que pasaran a ser tutelados por la ONU. El gobierno de ARENA aprovechó la circunstancia para marginar totalmente al Arzobispo y excluirlo no sólo de los diálogos, sino también de la ceremonia de la firma de los Acuerdo de Paz, a la que asistió invitado por otros actores más conscientes y agradecidos. Desde entonces, nuestra historia nacional no toma en cuenta el papel de Monseñor Rivera en la pacificación del conflicto. • Monseñor Rivera es el arquitecto de la Pastoral Arquidiocesana. Él fundó la Vicaría Episcopal de Pastoral y puso al frente a su gran y fiel colaborador, el P. Fabián Amaya. El Padre Fabián, de inteligencia privilegiada era un pastoralista nato. A Monseñor se debe todo el complejo del actual Arzobispado de San Salvador: la remodelación y refuerzo del edificio de oficinas, la casa señorial del Arzobispo, el salón, la Capilla y las demás instalaciones. Fue posible por generoso donativo de la Conferencia Episcopal Alemana, con quienes le unía antigua amistad y también el dominio del idioma, por parte de Mons. Rivera. A Monseñor Rivera debemos las parroquias organizadas en “sectores”, los procesos misioneros que desembocan en Comunidades cristianas, los Consejos de Pastoral y Económico en cada parroquia. Todo está plasmado en su 1ª Carta Pastoral “Cristiano, la Iglesia eres tú”, de 1984, en la que también manda la Campaña Económica. Fueron apareciendo y con organización nueva los departamentos de Evangelización, Catequesis, Pastoral Vocacional y Juvenil, de Comunidades

[5]

(28 de febrero) Mons. Rivera junto a Mons. Luis Chávez, rescatan a líderes políticos que se encontraban en la Plaza Cívica, durante la masacre perpetuada contra el pueblo salvadoreño que se manifestaba en el Parque Libertad en rechazo al fraude electoral cometido ese año

de Base y de laicos y la instancia propia para los Movimientos (COELA). Era hermoso ver las instalaciones del Arzobispado llenas de gente en reunión, en capacitaciones, buscando información o materiales, todos inquietos por la Pastoral. A su lado los pobres y suficientes que sentían a la Iglesia como Madre y refugio. Llegaban a poner denuncias, a buscar familiares desaparecidos, a solicitar ayudas personales o para proyectos de sus comunidades. De Panamá trajo la idea de la Campaña Económica con las alcancías. Dada la buena promoción que él hacía y al manejo cuidadoso de los fondos, la colecta servía para financiar los departamentos del Arzobispado, sus programas y personal. La organización pastoral tuvo su culmen en 1988 cuando el Arzobispo acogió con entusiasmo la elaboración del primer plan “metodológicamente estructurado” de la Arquidiócesis. Siguió de cerca su metodología y sus aportes. Buscó asesoría técnica en el CELAM y puso al frente de la conducción del Plan a un grupo de jóvenes sacerdotes inquietos por mejorar la Pastoral de la Arquidiócesis. Su claridad e insistencia en el triple ministerio de Jesucristo, como eje articulador de toda la Pastoral arquidiocesana, marcó fuertemente la conciencia, la espiritualidad y la práctica de pastores y fieles. Su conciencia de pastor celoso lo llevó a privilegiar las Visitas Pastorales a las parroquias. En 1987 escribió su 3ª Carta Pastoral sobre este tema, para él tan precioso. Era en gran parte herencia recogida de Mons. Chávez [5], quien fue escrupuloso en este deber, y a quien Mons. Rivera siempre admiró y quiso como a un verdadero padre. Mons. Rivera Damas preparaba bien estas visitas que eran esperadas como acontecimiento importante por párroco y fieles. Algunas de esas visitas duraban varios días y sacaba tiempo para larga plática con el sacerdote. Con su memoria privilegiada (con la que de estudiante había

Mons. Luis Chávez y González, III Arzobispo Metropolitano de San Salvador, fallecido en marzo de 1987

(5 nov. - feb. 1983) Toma posesión como Obispo de Santiago de María

Planifica la construcción de la Catedral de Santiago de María

aprendido de memoria en Latín y Español todo el Código de Derecho Canónico) recordaba nombres, lugares y anécdotas de casi todos los lugares. Sorprendía a la gente preguntando por tal o cual catequista o celebrador de la Palabra, con nombres y señas. Al no más terminar la Visita escribía las conclusiones y recomendaciones. ¡Hubo secretarios de visita que no podían seguirle el paso! En sus “Cartas del Arzobispo”, publicadas cada semana en Orientación y con sus “Buenas noches” propias de los salesianos, que tenía todos los días a través de la radio, el Arzobispo pastoreaba la Diócesis. Daba información, compartía experiencias pastorales o ideas importantes de nuevos documentos del Magisterio. Ocupaba allí su lenguaje “dicharachero”, casual y a veces hasta chistoso. ¡Su relación con los sacerdotes era extraordinaria! Como era cálido en el trato, establecía verdaderas relaciones de conocimiento, respeto y lealtad. Conocía a cada uno, su temperamento, cualidades, defectos… Y trataba con todos por igual. Con su temperamento explosivo a veces, se enojaba… y a los pocos minutos todo volvía a la normalidad. Y volvía el trato amistoso con quien se hubiera disgustado. Muchos valoraban su costumbre de aparecerse sin avisar por las casas parroquiales “para verte un rato” o “para saber cómo estás” y tomarse un café. Atención especial prestaba a los sacerdotes con problemas morales o pastorales. Los invitaba a desayunar con él, les dedicaba tiempo y hasta con recursos personales suyos los enviaba a centros especializados o a retiros espirituales prolongados. Esta relación personal cercana, su abordaje directo, amable y firme de los problemas que hubiera y su propio testimonio de vida eran la mejor escuela de pastoral para el presbiterio y verdadera pastoral sacerdotal. Tomó muy en serio la “Instrucción para el Ministerio y la vida de los Presbíteros”, que apareció en 1994. Nos la hizo estudiar y, bajo su dirección, se inició la formación para sacerdotes jóvenes y los grupos por afinidades

(pasa a la página 4)


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24 de noviembre de 2019 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación

Semblanza (Abr. 1980 - feb. 1983) Nombrado el 11 de abril como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de San Salvador

1980

Funda el Secretariado Social de la Arquidiócesis

Crea Tutela Legal del Arzobispado a partir de la iniciativa Socorro Jurídico, que era de carácter interinstitucional

(28 de febrero 1983) Es designado como V Arzobispo Metropolitano de San Salvador

1983 1982 La Universidad Católica de Eichstatt, le otorgó un reconocimiento por la defensa de los Derechos Humanos

(15 de enero) Participa del I tríduo de reflexión en la Jornada de la Paz de la Arquidiócesis, organizada por la Comisión Arquidiocesana de Justicia y Paz. Para reflexionar el mensaje del Papa se invitó a Mons. Marcos Gregorio Mcgrath, Arzobispo de Panamá, quien dio su ponencia en la Capilla del Externado San José

“señor”, pero campechano. Con gran seguridad en sí mismo y con gran presencia física (“Riverón” le llamaban algunos). Su corazón era limpio y a veces hasta ingenuo. Le encantaba el buen comer, no con refinamientos sino con comida salvadoreña o italiana, lo que incluía un buen vino. Sereno, lento de andar y de hablar pausado. Enfocado, estudioso y siempre al día. Con un buen y agudo sentido del humor. Hombre leal y confiable. ¡La siesta era obligada! Le gustaba volver a su pueblo para disfrutar las fiestas patronales. Más joven se le vio jugar basquetbol y practicar natación, pero su pasión era el ping-pong. Lo jugaba con intensidad, celebrando cada punto y lamentando cada pérdida. Ya en sus últimos años había bajado su destreza y alguna vez sus oponentes lo dejaban ganar. ¡Entonces se le podía ver enojado, y protestar! Y volver a retar para demostrar que sí podía ganar sin favores.

Visita realizada por Mons. Rivera y Damas a una comunidad rural en Chalatenango.

(Viene de página 3) y edades que el Directorio sugiere. Se modificaron las Reuniones del Clero, incluyendo el almuerzo y tiempo suficiente para el encuentro fraterno de los sacerdotes. Ya se había preocupado desde antes por la seguridad social del presbiterio, tanto su salud como su vejez y situaciones de pobreza, para lo cual fundó con la CEDES, el IPSC, e instituyó cuotas diferenciadas para las parroquias destinadas a ayudar a los sacerdotes en las parroquias, más pobres, estimulando la fraternidad sacerdotal. Tristemente todo esto fue dejado de lado cuando él faltó y el rostro y ambiente del Arzobispado cambió. La pastoral sacerdotal murió. • No sería justo ni completo este recuerdo agradecido de este gran pastor sin hablar de su talante humano. De San Esteban Catarina en San Vicente, hijo de hacendados. Nunca perdió sus raíces. De

Entre él y Mons. Rosa, su Auxiliar que vivía en la misma casa, se fue creando una verdadera amistad. A veces Monseñor Rosa le ofrecía un “concierto” con música coral religiosa o clásica, se sentaban en las mecedoras de la sala y después de cenar, con la luz apagada, comenzaba la música en alto volumen. Mons. Rivera cerraba los ojos y gozaba… a veces “dirigía” un trozo de la pieza musical o la tarareaba… Ya cercano a cumplir los 75 años ‒edad de retiro para los Obispos‒ había empezado a construir una casa sencilla en su pueblo natal. Soñaba con que en el corredor ensayara la escuela de música que él y su familia patrocinaban en el pueblo. En su corazón inocente cultivó detalles y finezas para el Señor Jesús. Cada jueves en la noche, en la Capilla de su casa, hacía un rato de Adoración Eucarística. Como había jugado ping-pong estaba en tenis, camiseta y sudado. Iba a su dormitorio y se lavaba. Se ponía zapatos negros formales y una guayabera recién planchada. Perfumado para la cita con el Señor, entraba a la Capilla con sus dos colaboradores. Aquel “hombrón” era un niño en su espiritualidad llena de humanidad. Así también lo demostraba cuando al final de su Rosario diario juntaba sus

(6 de marzo) Toca a Mons. Rivera recibir la visita del Papa Juan Pablo II. En la gráfica: Recibimiento en el Aeropuerto de Ilopango

manos extendidas y mirando a algunas de las imágenes de la Virgen le dirigía la Salve. Al final, desde donde estuviera, impartía la bendición para toda la Diócesis. Un día se detuvo antes de darla y comentó: ¡No sé a quién dársela, si a Santiago de María (donde había sido Obispo) o a San Salvador, porque mañana juegan el Firpo (de aquella Diócesis) y el Alianza (de ésta)! Después de una carcajada suya y de sus acompañantes la impartió a las dos Diócesis… Regresó de un chequeo médico que unos amigos le pagaron en Estado Unidos; venía contento pues su dolencia del corazón estaba mejor. Sin que Él lo supiera, el Señor lo preparó para la muerte. Fue a Roma, vio al Papa, participó en un Encuentro Mundial por la Paz, que había sido gran tarea y pasión aquí como Arzobispo. Después pudo ir a Turín, casa de Don Bosco y Santuario de María Auxiliadora, sus grandes amores. Allí visitó su lugar de estudios y a algún maestro anciano, y recorrió devoto los lugares santos salesianos. Pasó por Canadá como hacía cada vez que podía para ver a su sobrina preferida y compartir con su familia. Esta vez, extraño, se entretuvo casi una semana allí. Al volver, muy relajado y contento fue a la Catedral, a la que soñaba ver terminada y subió a la azotea. Una semana después, de noche, un infarto masivo acabó con su vida… y con una etapa de nuestra vida arquidiocesana de extraordinaria vitalidad y fidelidad. Lo recordamos ahora para reconocer en él al Buen Pastor y para agradecer a Dios por hacerlo tan suyo. “Desde los 16 años, que tuve un encuentro con el Señor mientras llevaba el ganado de mi familia por el campo, no he vuelto a pecar”, confió a un sacerdote amigo suyo. Agradecerle a él, a Monseñor Arturo Rivera, por todo lo que nos enseñó, nos hizo amar y soñar, nos pastoreó de verdad… Lo recordamos ahora también para aprender. A tener corazón de niño ante el Señor, a ser cálidos y confiables en el encuentro con el otro, a no vivir para nosotros mismos sino para que la Iglesia y el país sean mejores, sean del Reino. ¡Dichosos nosotros en la Arquidiócesis con tales pastores!


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5 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación

(8 de abril 1983) Toma posesión como V Arzobispo de San Salvador, en Catedral Metropolitana

1983 (24 de marzo) Celebra la primera ordenación sacerdotal de los presbíteros Joaquín Álvarez y Miguel Cavada

Nombrado Presidente del Secretariado Episcopal de América Central y Panamá SEDAC

1984-1988

(abr. 1983 - feb. 1984) Es Administrador Apostólico de la diócesis de Santiago de María

(15 de oct. 1984) En su papel de mediador participa de la primera ronda de diálogo entre el frente guerrillero FMLN y el gobierno en La Palma, Chalatenango

(10 de abril) Publica su 1ª Carta Pastoral: “Cristiano la Iglesia eres tú”

1984 Funda la Campaña Pro-Obras Arquidiocesanas, inspirado en la Campaña de Promoción Económica, de Panamá

(19 de septiembre) Publica su 2ª Carta Pastoral: “Dar desde nuestra pobreza”

La Casa en llamas – Monseñor Arturo Rivera y Damas como artesano de paz – Ulrike Purrer Guardado *

Cuando Monseñor Rivera y Damas reflexionaba sobre la guerra y el trabajo por la paz, solía usar la metáfora de la Casa en llamas preguntándose ¿qué había que hacer ante un incendio? (1) Primero había que atender a las víctimas; (2) después, apagar el fuego; y, (3) finalmente, aclarar y eliminar las causas del fuego para que no se volviera a encender. 1. Atender a las víctimas: humanización de la guerra. Como uno de sus primeros compromisos, Monseñor Rivera y Damas asumió el apoyo legal a las personas desaparecidas, asesinadas y torturadas, por lo cual fundó Tutela Legal. Esta oficina, además, le sirvió como fuente fiable de información en la cual se basaban sus homilías y denuncias públicas. Cada domingo se llenaban las Misas de personas de todos los bandos para escuchar sus Hechos de la Semana, una práctica iniciada por Monseñor Romero, debido a la desinformación promovida por los medios de comunicación monopolizados por la oligarquía. Además, se atendía a los desplazados que empezaron a llegar al Seminario San José de la Montaña, donde en aquel entonces se encontraban las oficinas del arzobispado. A pesar de la crítica de varios hermanos obispos, Rivera y Damas recibía a las víctimas prestándoles los servicios médicos, psicológicos y educativos posibles.

De suma importancia para el Arzobispo eran además las repatriaciones, treguas, ceses de fuego y múltiples intercambios de prisioneros políticos y lisiados de guerra. Con el apoyo internacional Rivera y Damas ayudó a liberar decenas de personas. 2. Apagar el fuego: terminar la guerra a través del diálogo Otro trabajo pacificador correspondió a sus incansables llamados a la paz a través del diálogo mediante sus homilías, discursos en la radio, Cartas del arzobispo en el semanario Orientación etc. La prensa e incluso algunos obispos rechazaban durante mucho tiempo la idea de un diálogo con los “terroristas” del FMLN. En cambio, Rivera y Damas insistía en que el diálogo era la vía más racional, más humana y, por lo tanto, más cristiana. Muy conocidos son los primeros tres diálogos de paz en La Palma (1984), Ayagualo (1984) y en la Nunciatura Apostólica (1987), pero pocas personas saben que estas reuniones fueron posibles gracias a la gestión, logística y moderación de los obispos Rivera y Damas y Rosa Chávez. La confianza histórica entre el Presidente Duarte y el Arzobispo ayudaba mucho en este sentido. Por eso no sorprende el cambio que se vio una vez que Alfredo Cristiani tomó posesión de la Presidencia en 1989. En noviembre de este año, la represión contra la iglesia llegó a un punto culminante. Soldados, apostados delante del arzobispado, amenazaban de muerte a Rivera y Damas, e Ignacio Ellacuría fue asesinado junto a sus hermanos jesuitas por el batallón Atlacatl. En enero 1990, el Presidente Cristiani solicitó la mediación a Naciones Unidas, sin contar más con el apoyo de la Iglesia. 3. Eliminar las causas del incendio: búsqueda de verdad y justicia Importantísimo para Rivera y Damas fue el análisis continuo de la situación del país. Repetidas

Mons. Rivera (centro) y el actual Card. Rosa Chávez (der.) durante la liberación de miembros del ejercito en San Vicente en 1985

veces argumentaba que la desinformación por parte de los medios de comunicación formaba parte de la guerra misma. Con el deseo de hacer la sociedad civil partícipe de la búsqueda de la paz, el Arzobispo convocó al Debate Nacional por la Paz en 1988 en la que casi 60 organizaciones civiles e iglesias expresaron sus posturas y propuesta para una salida pacífica de la guerra. Finalmente, al Arzobispo le preocupaban la reconciliación y la memoria histórica ya que según él los requisitos imprescindibles para una paz duradera eran la justicia y la verdad. Arturo Rivera y Damas murió el 26 de noviembre de 1994 de un infarto, casi tres años después de los Acuerdos de Paz, pero sin haber gozado esta paz integral por la que había luchado tanto. Queda la esperanza de que su labor no quede en el olvido, sino que su testimonio nos sirva para que como cristianos nos armemos de valor y luchemos por una paz basada en justicia social. Mayor información se encuentra en el libro: Diplomacia Pastoral. La Iglesia y Arturo Rivera y Damas en el proceso de paz salvadoreño, por Ulrike Purrer Guardado. UCA editores, San Salvador 2015.

* Licenciada en Teología y doctora en Historia Latinoamericana, Universidad de Leipzig (Alemania), y misionera laica de CoMundo en la diócesis de Tumaco (Colombia)


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24 de noviembre de 2019 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación

Semblanza

Después del terremoto de 10 de octubre se interesa por la reconstrucción del Monumento al Divino Salvador del Mundo y el reforzamiento estructural de Catedral Metropolitana

(19 abril) Publica su 3ª Carta Pastoral: “La visita pastoral o canónica”

1986 1985 Fue mediador y parte de la liberación de personas capturadas por la guerrilla en San Vicente

El trabajo en beneficio de la paz

Se le otorga el “Premio Aristotelis”, por parte de la Fundación Alexander S. Onassis, por su lucha en favor de la paz

1987

Crea la Unión de Enfermos Misioneros del Arzobispado

Querido Monseñor Rivera, después de la paz por la que él, junto a los demás Obispos de El Salvador, había trabajado incansablemente”. Y nosotros, ¿cuándo le vamos a dar el lugar que merece?

Cuando quien hablara de diálogo era considerado traidor a la patria, Monseñor Arturo Rivera, levantó la voz, pidiendo la vía más racional, para resolver el conflicto. Su palabra encontró eco en el Romano Pontífice y en la Conferencia Episcopal. Hoy recordamos en palabras del “hombre de la reconciliación” tres momentos del proceso de diálogo: La Palma, Ayagualo y la Nunciatura.

Un día histórico

– Domingo 21 octubre 1984 –

Ayer cuando iba en compañía de los Monseñores Cabrera, Rosa y Ottonello rumbo a la Palma, las caravanas interminables de buses, camiones, pick ups y autos, me subía del corazón a los labios este verso del Salmo: “Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”. Si esta es la aurora , me decía ¿Cómo será el mediodía y el ocaso? (...) Hay algo que no conocen y aquí lo publico, la oración inicial y mis palabras de ocasión, al comenzar la histórica jornada, que marca un rumbo nuevo en nuestra vida nacional. La oración sueña así: “Señor Jesús, hijo de Dios vivo, que dijiste a tus discípulos mi paz os dejo, mi paz os doy, no como la del mundo, sino como don que procede de lo alto, no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, hecha sensible en oración de tanta buena gente, en nuestro país y en toda la tierra, para que la iniciativa que hoy comienza bajo el techo de esta casa de Dios y de la Comunidad creyente de La Palma, se desenvuelva positivamente y culmine con la obtención de la esperada Paz. (...) Por el mismo Cristo nuestro Señor”.

Porparte de UNICEF recibe el premio “Maurice Pate”, por sus esfuerzos mediadores por el cese de fuego que permitieron la realización de nueve jornadas nacionales de vacunación

L

a noche anterior a su muerte, después de cenar juntos en la casa arzobispal y de rezar el Rosario en el estacionamiento, Monseñor Rivera me comentó que el Papa había creado nuevos cardenales y que en la lista había tres latinoamericanos amigos nuestros; me dijo que los íbamos a felicitar al día siguiente. A las diez de la noche volvimos a casa y cada uno se dirigió a su habitación. Cuatro horas después, a las dos de la mañana, escuché su voz: “Monseñor, me estoy asfixiando”. Me levanté inmediatamente y llamamos a su cardiólogo, el doctor Joaquín Esquivel. Él llegó muy pronto y pidió una ambulancia del Centro de Diagnóstico, situado a pocos pasos del Arzobispado. Cuando entramos a su habitación, ya estaba inconsciente y, a pesar de todos los intentos de reanimación, no fue posible salvarlo. Monseñor Rivera murió en la madrugada del 26 de noviembre de 1994, hace veinticinco años. Recuerdo con emoción las palabras que pronunció el Santo Padre en su segunda visita a nuestro país, el 8 de febrero de 1996; dijo que Monseñor Rivera “entró en la eternidad después de haber visto despuntar en el horizonte,

Monseñor Arturo Rivera Damas es una de las columnas de la Iglesia arquidiocesana, junto con Monseñor Chávez y Monseñor Romero. El Plan Pastoral Arquidiocesano que estamos estrenando rinde homenaje a Monseñor Rivera por su papel protagónico en el proceso de paz, que el Papa Juan Pablo II apoyó decididamente al llamarnos a todos a ser “artesanos de la paz” y a buscar la solución del conflicto armado por la vía del diálogo. Una plaza situada frente al antiguo Cine Viéytez, en las inmediaciones del Colegio Cristóbal Colón, recuerda este servicio patriótico, al denominarla “Plaza Monseñor Arturo Rivera Damas, artesano de la Paz”. La petición vino de Monseñor Fernando Sáenz Lacalle, quien escribió al alcalde Carlos Rivas Zamora el 21 de septiembre de 2004. La solicitud era ésta: “En nombre de innumerables salvadoreños y salvadoreñas, quisiera proponer a usted y a su Concejo que se rinda homenaje a mi ilustre predecesor, infatigable artesano de la paz, Monseñor Arturo Rivera Damas. En concreto, solicito respetuosamente que el redondel Viéytez se convierta en Plaza Monseñor Rivera”. La respuesta positiva fue unánime y en el mismo año se realizó la solemne ceremonia de inauguración. Pero, ¿qué vemos ahora en


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24 de noviembre de 2019 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación (30 de septiembre) Publica su 4ª Carta Pastoral: “Peregrinando con María hacia el año 2000”

1988

(21 de octubre 1988) Mons. Rivera, junto a los Obispos de El Salvador, participa de la Visita Ad Limina con el Papa Juan Pablo II

(17 de mayo) la Universidad del Sagrado Corazón de Connecticut otorgó una distinción en el grado de “Doctorado Honoris Causa” en Humanidades y Letras

1990 (24 de marzo) Mons. Rivera da inicio formalmente a la causa de canonización de su predecesor, Oscar Romero

25 años seguimos en deuda contigo Card. Gregorio Rosa Chávez

ese lugar? Dos enormes torogoces. ¿Por culpa de quién el proyecto no ha sido concluido? Por culpa sobre todo de nosotros porque caemos tan fácilmente en la tentación del olvido. Así sucedió durante la solemne ceremonia del castillo de Chapultepec en la ceremonia de la firma de los Acuerdos de Paz: no hubo ni siquiera una silla para el hombre de Iglesia que se atrevió a hablar de diálogo y negociación cuando hacerlo podía pagarse con la vida. Monseñor Rivera sabía que ese peligro era real; algunos sábados, cuando preparábamos la homilía dominical y seleccionábamos “los hechos de la semana”, me decía sonriendo: “Por esto nos pueden matar, pero lo tenemos que decir”. Quisiera evocar brevemente que Monseñor Oscar Romero encontró en Monseñor Rivera no sólo un amigo fiel sino un apoyo incondicional en medio de la persecución y la calumnia que se ensañaron contra él. En Su Diario anota, entre otras cosas, que Monseñor Rivera le acompañó a Roma, junto con Monseñor Ricardo Urioste, para aclarar ante el Papa Pablo VI y la Curia Romana, las graves e infundadas acusaciones contra su persona y su servicio como pastor de este sufrido pueblo. Pero la prueba más evidente de la solidaridad de Rivera con el arzobispo mártir es que juntos firmaron la carta pastoral titulada “La Iglesia y las organizaciones políticas populares” (6 de agosto 1978), que trata con lucidez y profundidad el difícil tema de la relación entre la fe y la política. Es evidente que tenemos una deuda con Monseñor Rivera como infatigable luchador en favor de la paz. Pero también estamos en deuda con el pastor del pueblo de Dios. Realizó varias veces la visita pastoral de la arquidiócesis. Estuvo siempre pendiente de su clero. Y se empeñó con todas sus fuerzas en un sólido y largo proceso de planificación pastoral participativa que fue guiado por el

eminente experto colombiano Padre Jorge Jiménez, que llegaría después a ser presidente del CELAM. Recordamos con emoción y nostalgia esas jornadas intensas en que los agentes de pastoral, con su obispo a la cabeza, diseñaban juntos el sueño de Iglesia que querían ver nacer en esta porción de la viña del Señor. Como soñamos juntos, todos nos sentimos involucrados y con gran entusiasmo nos esforzamos por poner en práctica las orientaciones de dicho plan 1990-1995. Ya vamos por el quinto plan, pero debemos reconocer con humildad que necesitamos “volver al amor primero” (Ap 2, 4). Que el recuerdo de su vida de pastor y la pasión con la que se entregó a la Iglesia y a la Patria, nos inspiren y sostengan en nuestro peregrinar. En enero de 1992 celebramos en San Salvador – inmediatamente después de Chapultepec – la firma de los acuerdos de paz, durante una solemne ceremonia oficial en la que participaron los principales protagonistas del proceso. Al día siguiente muchos periodistas acudieron a la Santa Misa dominical de Monseñor Rivera en la Catedral. Uno de ellos le preguntó qué iba a hacer ahora la Iglesia, puesto que ya se había firmado la paz. El arzobispo Rivera Damas no lo dudó un solo instante: “Nos toca ahora el gran desafío de la reconciliación”. Esta tarea todavía sigue pendiente, porque la auténtica reconciliación sólo será posible si se dan cuatro pasos: la verdad, la justicia, el perdón y la reparación. La figura de Monseñor Rivera como artesano de la paz ha sido dibujada con mucha precisión por la doctora Ullrike Purrer Guardado en su tesis titulada “Diplomacia pastoral: la Iglesia y el Arzobispo Arturo Rivera y Damas en el proceso de paz en El Salvador”. Hace falta una obra semejante que rescate la figura del pastor que puso en práctica las enseñanzas del Concilio Vaticano Segundo. Querido Monseñor Rivera, seguimos en deuda contigo.

Fue presidente del departamento de Educación del CELAM y Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador CEDES

1992-1994

1992

En el mes de febrero recibe el Doctorado “Honoris Causa” en Humanidades, otorgado por la Universidad de Lovaina, en Bélgica

1993

(18 de mayo) Recibe el Doctorado “Honoris Causa” en Humanidades y Letras, otorgado por la Universidad de Loyola, en New Orleans

El Diálogo – Domingo 9 de diciembre de 1984– (...) Cuando la puerta de la sala de reuniones fue cerrada por Monseñor Rosa, después de haber chequeado que estaba todo listo: Máquina de escribir, provisiones, etc., y cuando las delegaciones estaban en la mesa, invité a rezar devotamente el Padre Nuestro y les dije las palabras que transcribo a continuación: (...) La sabiduría popular de nuestra gente hace tiempo que ha significado por diversos modos su voluntad de paz. (…) Esa esperanza hay que alimentarla, para alimentar esa esperanza, es necesario que esta reunión produzca un signo o varios signos que la animen.

Palabras de Monseñor Rivera al abrir la sesión de Diálogo – En la Nunciatura Apostólica de San Salvador, 11 octubre de 1987 –

(...) A esta luz es que estamos reunidos aquí los salvadoreños, miembros del gobierno e invitados especiales y de los frentes FDRFMLN para buscar la paz a través del diálogo dentro del marco de Esquipulas II. Es un momento histórico, un regalo del cielo al que debemos saber corresponder. En efecto, los siete años de guerra con sus costos sociales, han puesto de manifiesto que el pueblo salvadoreño anhela ardientemente la paz. Que también la conciencia de ver en el diálogo la vía de salida más racional a la crisis que ha ido en crecendo, pero también ese pueblo que así piensa y que se alegra por este nuevo diálogo quiere ver frutos, quiere sobretodo que callen las armas y hablen sin tutelas extrañas, del corazón y de la mente de los salvadoreños para superar sus grandes y profundas diferencias. (...)


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ditorial 25 años de Monseñor Rivera Este año se cumplen 25 años de la muerte de Monseñor Arturo Rivera Damas, V arzobispo de la Arquidiócesis de San Salvador. Es una ocasión propicia para hacer memoria de algunos elementos de su ministerio episcopal y aprender de su entrega a la Iglesia.

la nueva tarea encomendada.

La mayor parte de su episcopado lo hace en la Arquidiócesis de San Salvador, colaborando estrechamente con Mons. Luis Chávez y, posteriormente, con Mons. Romero. El papa San Juan Pablo quiso que tras el asesinato de Monseñor Romero estuviera al frente de esta Iglesia particular hasta 1994.

En la citada homilía expone su proyecto de trabajo pastoral, que lo podrá realizar con la ayuda de los sacerdotes, religiosos y seglares. Era su propósito poner énfasis en la evangelización a todo nivel, cuidando las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. También quiere dar importancia a los laicos, para que asuman su tarea en la Iglesia y en la sociedad.

Él mismo manifestó su reconocimiento y gratitud a sus antecesores. Lo mencionaba en la homilía de toma de posesión en Catedral Metropolitana: “La obra de Mons. Chávez fue profética, porque es una obra que ha desafiado el futuro y ha resistido el vendaval. La infraestructura y personal son los que él formó. Sobre esos sólidos cimientos, respetuoso de la herencia que recibía, construyó y vivió ‘su sentir con la Iglesia’ Mons. Romero, en sus breves tres años de pastoreo en esta querida Arquidiócesis. En poco tiempo realizó mucho; porque puso en su hacer de Pastor y Profeta, el sello de la máxima expresión de su amor: dar la vida por sus amigos”. En esa ocasión también expresaba su deseo de continuar prodigándose por el pueblo que sufre, que anhela la justicia y ansía la paz. Quiso inspirarse en el rico magisterio de San Juan Pablo II, especialmente en las homilías y discursos de su viaje de 1983, para

Meditando en el magisterio de la Iglesia destaca que es tarea del obispo promover la unidad en la Iglesia y en la sociedad, entregarse a su misión espiritual y ser obispo de un pueblo que sufre.

Monseñor Rivera tomó el compromiso de impulsar el diálogo por la paz. Fue su prioridad. Quería que se pusiera fin a la guerra a través de medios pacíficos. Quiso dar seguimiento al pedido que hizo el papa San Juan Pablo II: todos deben ser artesanos de la paz. La búsqueda de la paz, la justicia y la promoción humana son parte integrante de la evangelización. Al interior de la Iglesia quiso impulsar una pastoral orgánica. Fue por este motivo que promovió el Plan Pastoral Arquidiocesano, entre otras muchas iniciativas pastorales que quiso llevar adelante. A 25 años de su partida a la Casa del Padre nos corresponde, conocer, valorar y actualizar aquellas iniciativas pastorales encaminadas a responder a los desafíos que como Iglesia local encontramos en cada época. Que desde el cielo interceda por nosotros.

Por Pbro. Simeón Reyes, Director de Semanario Orientación

Un personaje inolvidable

Sigfrido Munés

Con el mayor respeto y cariño, pasaré a contar algún episodio simpático que me acercó a Monseñor Arturo Rivera Damas el día en que volamos en el mismo avión.

tioziggi@hotmail.com

Monseñor era un sacerdote salesiano ejemplar y condujo la Arquidiócesis de San Salvador con prudencia, inteligencia y valor, en tiempos complicados en que fuerzas encontradas tiraban cada una de la cuerda hacia su lado y era necesaria una capacidad superior y una santa inspiración para conducir la nave de la Iglesia en medio de aquellas turbulencias. Después del reciente magnicidio de San Oscar Romero, El Salvador se encontraba sufriendo los dolores de una guerra fratricida y presenciaba con dolor cómo la población civil y desarmada pagaba injustamente un precio elevado justamente por no poder defenderse.

DIRECTORIO

Pbro. Simeón Reyes DIRECTOR

Monseñor Rivera, desde la neutralidad de la Iglesia no era insensible a lo que pasaba y muy decidido ayudó a cientos de víctimas que huían de la violencia. Sereno e independiente de las fuerzas en conflicto se hizo respetar cumpliendo su profética misión. En los días de vida que le concedió nuestro Señor sobre la tierra amó y respetó al prójimo y a sí mismo, proyectando su bondad con una sonrisa casi permanente, solamente borrada por las denuncias de algún abuso o violencia ejercidos sobre la feligresía más humilde y desprotegida. El trato de aquel pastor fue sencillo y simpático; grato conversador, sabía tratar con la gente y ganársela. Una vez me tocó compartir con él un pequeño susto, el día en que viajamos juntos en un avión comercial de San Salvador a Tegucigalpa, la capital hondureña donde yo ejercía como embajador de El Salvador (el primero después del conflicto de las 100 horas). Parte de mi ascendiente con Monseñor Rivera se debía a mi condición de ex alumno salesiano, o sea que ambos compartimos una especial devoción por María Auxiliadora y San Juan Bosco.

Pbro. Carlos Chavarría SUBDIRECTOR

Roger Herrera EDITOR EN JEFE

Todo fue muy bien en aquel vuelo hasta el momento del aterrizaje en el aeropuerto de Toncontín, rodeado de montañas, con una poblada ciudad capital enfrente y una pista muy corta. El agravante era que al bajar para tomar pista los aviones se cruzaban con el tráfico de una carretera, antes de la cual había un pequeño cerro que los pilotos tenían que saltar para luego dejarse caer en el mero comienzo de la pista aeroportuaria para que esta les alcanzara. Pues en aquel vuelo en el que yo viajaba al lado del ilustre prelado, una corriente de aire provocó que al momento de tocar tierra el aparato comenzara a dar saltos (tres o cuatro) y tuviéramos que contener la respiración algunos segundos. Monseñor me dijo cuando el aparato se detuvo frente a la terminal: “Veo que tú ya estás acostumbrado a estas piruetas. Yo no”. Y ambos reímos. El resto de pasajeros fueron bendecidos por la compañía de Monseñor, que les hizo sentirse seguros y tranquilos. En Dios confiamos.

Jacqueline Arriaza

Roger Herrera

CORRECCIÓN Y DISEÑO

DISEÑO DE PORTADA


24 de noviembre de 2019

9 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación

Crea el Seminario Redemptoris Mater (Erección canónica es en 1995, pero comienza a funcionar desde 1994)

(8 febrero) El Papa Juan Pablo II en su segunda visita a El Salvador, se dirige a la Cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador para orar ante la tumba de Mons. Rivera

(1 diciembre) La Asamblea Legislativa le otorga el reconocimiento de Hijo Meritísimo de El Salvador

1994

(26 de noviembre ) Mons. Rivera y Damas, fallece a causa de un infarto

1996

(3 diciembre) Se celebra la Misa Exequial en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús Sus restos están depositados en la Cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador, atrás del monumento funerario de san Oscar Romero

Mons. Jerónimo Arturo Rivera Damas

“El Cireneo de El Salvador” Luis Coto Flores, Pbro. y Dr.

Este 26 de noviembre de 2019 se estarán cumpliendo 25 años de la partida de este gran arzobispo (1983-1994) hacia la Casa del Padre. Transcribo lo que en su momento escribió san Oscar Romero sobre Mons. Rivera al ser nombrado este último como obispo de Santiago de María: “La noticia eclesial más destacada de esta semana en El Salvador es, sin duda, la designación de Monseñor Doctor Arturo Rivera Damas para ocupar la sede residencial de Santiago de María.

le ha hecho sufrir pero también sabe Dos el subido quilate de sus méritos que, a pesar de las naturales deficiencias humanas han contribuido a madurar, en el clero y en el pueblo de Dios de la Arquidiócesis, esa promoción que exige el moderno magisterio eclesiástico del Concilio Vaticano II y de Medellín, y que ha hecho de nuestra Iglesia el bello testimonio evangélico de nuestros días”. (S. Orientación, 2 de octubre de 1977)

Para el Arzobispado de San Salvador esta noticia significa una pena y una alegría: apena tener que perder un cooperador competente, experimentado y leal en el gobierno de la Arquidiócesis; pero alegra que esa misma competencia, experiencia y lealtad asuman la responsabilidad directa de una sede residencial y cubran uno de los sectores más interesantes de la pastoral del país”

el pastoreo de la Arquidiócesis ahí estaba el “Cireneo”, Mons. Rivera, quien nunca dejó solo a su amigo, aun cuando muchos amigos del Santo de América ya lo habían abandonado. Ayudó al Santo Mártir cargando él también la cruz del pastor y de esa manera iluminar la realidad del país a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia. Juntos escribieron la Carta Pastoral sobre las Organizaciones Políticas Populares, donde expresan una orientación para los cristianos que han asumido compromisos políticos en el país.

Al ser asesinado Mons. Romero (24 de marzo de 1980) durante tres años sirvió como Administrador Apostólico de San Salvador en el contexto de la guerra en el país. Y en 1983 al ser nombrado Arzobispo de San Salvador, orientó su rebaño, en medio del conflicto y terremotos, hacia la búsqueda de la paz. Es el Cireneo de la Paz. Confiando Por mi parte, siento de veras, que siempre en el Señor, Príncipe de Paz, con se retire de nuestra Curia Arzobispal una guerra que angustiaba y desesperaba porque puedo dar testimonio de lo que a la población, propuso los caminos para ha significado para la Arquidiócesis y los diálogos por la Paz. Es el Pastor de la para mí la cooperación tan eficiente Consagración Episcopal del Arzobispo Oscar Romero en el año 1970 Paz y el Cireneo que llevó la cruz de tanta y, sobre todo, tan leal y humilde de gente en su calvario cuando tenían que huir de sus Ciertamente, Mons. Rivera Damas fue un Monseñor Rivera. Sus detractores quizá no lugares por la misma guerra. Cireneo. Colaborando durante diecisiete años podrán o no querrán aceptar este sincero elogio Gracias Monseñor Rivera. Lo extrañamos de la personalidad y del trabajo de Monseñor como Obispo Auxiliar de San Salvador y apoyando Rivera, porque además de inspirarlos un maligno a Mons. Luis Chávez y González a poner en mucho como el gran arzobispo que fue. El gran e interesado capricho de difamar, son incapaces de práctica las líneas pastorales del Concilio Vaticano pastor que supo guiar a esta Iglesia en medio del comprender su extraordinaria potencia intelectual II y de Medellín con una inmensa lealtad hacia el conflicto. Gracias por la gran amistad y cercanía ni su mentalidad bien cultivada con el moderno Arzobispo, atendiendo la pastoral de la Acción que tuvo para con su pueblo y sus sacerdotes. Católica en sus distintas ramas: estudiantil, sentir de la Iglesia. Extrañamos los momentos cuando en la radio todas las noches comenzando la oración Esta maledicencia y esta incapacidad de universitaria, obrera, campesina, etc. comprensión han sido para Monseñor Rivera, en su ardua vocación de cireneo del Arzobispado, un verdadero caminar hacia el calvario bajo el peso de la cruz. Sólo Dios saber cuánto se

Con Mons. Oscar A. Romero, juntos como obispos auxiliares y juntos enfrentando la crisis del país al final de los años 70. Cuando Mons. Romero parecía experimentar la soledad en

decía “Laudetur Jesús Christus” (Alabado Sea Jesucristo”). Ruegue por nosotros ante el Buen Dios y con María Santísima interceda para que vivamos en paz.


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24 de noviembre de 2019 Monseñor Arturo Rivera Damas el hombre del diálogo y la reconciliación

Mons. Arturo Rivera Damas Su personalidad Toda persona tiene su propio carácter. Él se veía serio, pero era un hombre muy humano; todos veíamos en él a un padre. Se podía dialogar con él y había una sana obediencia a su autoridad. Tomaba las cosas con serenidad y con bastante alegría. Consultaba sus decisiones y dialogaba sobre puntos en los que tenía que tomar decisiones puntuales y serias. Trataba a todas las personas con respeto y lo hacía con cualquier persona que lo necesitaba. A veces, como todos, se molestaba y se ponía serio. Si tenía que llamar la atención lo hacía, pero todos quedábamos tranquilos con él y él con nosotros.

Su pastoral Muy abierto a los planes pastorales arquidiocesanos. Siempre apoyó a Mons. Luis Chávez y González en los estudios y proyector pastorales. Hizo sentir la aplicación de Concilio Vaticano II y las mejores ideas pastorales del Magisterio Latinoamericano. De hecho, los primeros planes pastorales de la Arquidiócesis se realizaron con él. Artesano de la paz Como buen pastor luchó mucho por la paz. En 1984, tanto él como Mons. Gregorio Rosa participaron como mediadores en las reuniones del diálogo en La Palma y Ayagualo, entre el gobierno y el FMLN, proponiendo el diálogo como única salida al conflicto armado. En 1987 promovió un nuevo diálogo en la Nunciatura Apostólica de San Salvador. En 1990 colaboró, presionado, a iniciar el proceso de negociación que llevó al fin de la guerra y a la firma de los acuerdos de paz de Chapultepec en 1992. No participó en esa reunión, pero apoyó y ayudó a que esos acuerdos se hicieran realidad.

Pbro. Héctor Figueroa

Con San Oscar Romero San Juan Pablo II dijo en la segunda visita a El Salvador en 1996, que Mons. Rivera” entró en la eternidad después de haber visto despuntar en el horizonte, la paz por la que él, junto a los demás obispos de El Salvados habían trabajado incansablemente”. Siempre estuvo cerca de Mons. Oscar Romero y el que más le apoyó en muchos momentos difíciles de incomprensión que Mons. Romero sufrió. Impulsó el proceso de su canonización, convencido de que Mons. Romero era un mártir de la Iglesia. Mons. Rivera no murió mártir cruentamente como Mons. Romero, pero los sufrimientos que tuvo que pasar también lo hacen mártir. Muchas cosas se podrían decir y escribir de Mons. Rivera. Los que le conocimos personalmente somos conscientes de su calidad de pastor. Se le recuerda siempre y su palabra y su testimonio sigue siendo para nosotros un aliento en el caminar del presente de nuestra Iglesia arquidiocesana.

El Arzobispo que impulsó la paz en El Salvador Pbro. Estefan Turcios Carpaño. Director de Tutela de Derechos Humanos

Mons. Arturo Rivera y Damas visitando una comunidad en Tenancingo en el año de 1983.

Con 71 años cumplidos, víctima de un paro cardiaco, murió nuestro obispo amigo. Dejó un gran vacío en medio de tantas expectativas el más grande sucesor de san Oscar Romero. Parece que se invirtieron las cosas, Monseñor Rivera gozó de la admiración del pueblo católico de la Arquidiócesis de San Salvador ‒se pensaba que era el posible mejor sustituto de Monseñor Luis Chávez y González, de quien fue obispo auxiliar por más de 17 años‒. Me llama la atención cómo actúa Dios, que es quién lleva realmente la historia en sus manos. ¿Quién pudo confiar en Oscar Romero? Sólo Dios. ¿Y cómo hizo monseñor Romero para que Dios pasara en medio de nuestro pueblo? Debió ser así sin duda, para que después de la gran “epifanía” de Dios por medio de Monseñor Romero se garantizase el caminar de este pueblo. Monseñor Rivera, con su figura tan esbelta y su sabia palabra, supo cargar con la responsabilidad de pastor que debíamos tener, cargó con responsabilidad y mucho carisma esa etapa tan dolorosa de la guerra civil que duro 12 años (1980-1992). Fue un período histórico nada fácil para un obispo heredero de una gran escuela profética y martirial.

Fue continuador del llamado permanente de Romero al diálogo por la paz. Con mucha más razón pues el torbellino sangriento se desató: Mucha gente asesinada y desaparecida, se acrecentó la migración interna y externa hacia Honduras y Nicaragua. Apareció esa palabra serena y segura. Era un hombre organizador y visionario: desencadenó la vida de la Iglesia arquidiocesana, para ello sus cartas pastorales sobre la sectorización de las parroquias, la campaña arquidiocesana “Cristiano la Iglesia eres tú” luego el primer plan de pastoral arquidiocesano, y el llamado a la organización de las misiones, que la misma conferencia Nacional había querido, pero por las mismas circunstancias del conflicto consideró no oportuna y se dejó para después. Mons. Rivera movido por la experiencia panameña en misiones en esos años si lo hizo y hemos podido ver los frutos. Encomiosos fueron sus esfuerzos llamando y promoviendo el diálogo entre las partes beligerantes, largos años bregando, sin duda que se hizo sentir la calidad del pastor. Hay muchas anécdotas de aquel pastor que además iba en visitas pastorales, verificando y animando el trabajo pastoral en las parroquias y además sus periplos en las parroquias visitando sin previo aviso; apoyando además los ensayos (pequeños programas) para la formación permanente del clero; las reuniones del clero cada mes era una gran oxigenación y de mucho impulso del trabajo pastoral en consultas abiertas, un gran ánimo para todos los sacerdotes y religiosas que también participaban. animando al clero joven participando el mismo en esos encuentros mensuales que él mismo organizó, fundó nuevas parroquias. Defensor infatigable de los derechos humanos, fundó Tutela Legal del Arzobispado, ahora Tutela de Derechos Humanos, cuyo Centro de Documentación y Archivo hoy en día lleva su nombre. Hay tanto qué decir de su calidad de pastor

y amigo, sus viajes para animar a los migrantes salvadoreños en Europa, también al CELAM como encargado de algunos departamentos, en medio de todo eso hacía espacio para escribir sus “cartas del arzobispo” y que hoy nos dan su perfil y su cuidadosa formación y sueños para nosotros. Por último, debemos recordar que fue monseñor Rivera quién inició la causa de beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

Mons. Rivera junto a varios sacerdotes en una Jornada de estudio de la Arquidiócesis de San Salvador.

Con monseñor Rivera aprendimos a vivir en medio del conflicto armado llevando esperanza al pueblo de Dios. Definitivamente hizo que no se paralizara la vida de la Iglesia y además que se reconociera a la misma como Servidora del pueblo. Tenemos pues un legado maravilloso. Somos parte de una Iglesia servidora. Esto es parte de la historia que nos debe enorgullecer como Iglesia arquidiocesana y salvadoreña. Puedo decir que Arturo Rivera y Damas hizo lo que tenía que hacer y hoy goza de la paz del cielo junto a los mártires salvadoreños. Su figura nos invita a no desfallecer y seguir dando esperanza a nuestro pueblo salvadoreño, a conservar los frutos de aquellos esfuerzos por la paz.

Este 26 de noviembre celebremos a Monseñor Rivera y agradezcámosle con nuestro compromiso por un mundo mejor hoy


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24 de noviembre de 2019

Palabras del Arzobispo

Reunión Santa Misa

del consejo permanente de

en

CEDES.

Reunión de la CEDES. Audiencias varias. conmemoración del XXX Aniversario

del

martirio de los sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras.

Ordenación Convivio

Ordenación presbiteral. Encuentros Conyugales

diaconal y anual de

– 469 – El día lunes 11 de noviembre al mediodía en la casa arzobispal tuvimos la reunión los Obispos miembros del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal, para preparar la Agenda de la próxima reunión de la CEDES. Fue una reunión de mucha bendición para todos. El martes 12, a partir de las 9:00 a.m., los Obispos de la Provincia Eclesiástica de El Salvador, tuvimos nuestra la Reunión Extraordinaria de la Conferencia Episcopal de El Salvador para tratar principalmente el tema de la protección de la niñez. El miércoles 13, recibí la visita de sacerdotes. Como siempre es un gusto muy grande recibir a mis hermanos sacerdotes, que con tanta bondad nos visitan, para tratar algún tema de interés pastoral o personal. Los días jueves y viernes recibí la visita de religiosas, religiosos y laicos, que nos visitaron para tratar distintos temas de interés pastoral o espiritual. Durante el almuerzo tuve el gusto de compartir con Su Eminencia Cardenal Michael Czerny, S.J. El día jueves 14, por la tarde, una representación de la Comisión Episcopal de Educación y Cultura, compuesta por Mons. William Ernesto Iraheta, Obispo de Santiago de María; el Pbro. Guadalupe Aguilar Ramírez, Secretario de dicha comisión; el Lic. Roberto López, el Lic. Jaime De León, ambos de Consejo Directivo de la UNICAES y este servidor, visitamos el Ministerio de Educación para hablar con la Ministra de esa Cartera de Estado, Doña Carla Hananía de Varela y sus colaboradores, para tratar el tema de la educación que brindan nuestros centros educativos católicos y los aspectos de interés para estos. El viernes 15 a mediodía, en la casa arzobispal, tuvimos la grata visita de Sor Marie Marcelle Desmarais, Directora del Instituto de Formación Integral de Montreal, Canadá, quien nos habló del proyecto de restauración personal que en su Instituto se desarrolla. Durante la tarde de ese mismo viernes, tuve el honor de presidir la Santa Misa en conmemoración del XXX Aniversario del martirio de sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras. Fue una celebración muy solemne concelebraron conmigo el señor Cardenal Michael Czerny, S.J., el Rvdo. Padre Provincial de la Orden, el Rvdo. Padre Rector de la UCA y muchos sacerdotes más. Participaron muchas hermanas religiosas, muchos hermanos religiosos y gran cantidad de fieles; en un ambiente

de mucha fe, devoción y admiración por nuestros mártires, agradecidos por su gran testimonio de fe que nos han legado, su gran aporte en la historia de nuestro país, que sigue siendo una gran luz para nuestra sociedad. El sábado 16, a las 9:00 a.m. en Catedral Metropolitana, presidí la santa Misa de Ordenación Diaconal de Rafael Antonio Andrade Orellana. Concelebraron conmigo el Padre Rector del Seminario Redemptoris Mater, Padre Jesús García; los padres formadores y un buen número de sacerdotes, participó la familia del nuevo diácono y una gran cantidad de fieles. La celebración fue muy hermosa y muy participada de todos. Ese mismo día a las 5:00 p.m, en la Parroquia San Sebastián Mártir, de Ayutuxtepeque, conferí el Sacramento del Orden Sacerdotal al Diácono Erick Arturo Linares Ramos, originario de ese lugar. La celebración de su Ordenación Sacerdotal fue una gran fiesta para toda la comunidad parroquial, tuvo lugar en un espacio amplio contiguo al Templo parroquial, porque la cantidad de personas era tanta que no cabría adentro. Concelebraron la santa Misa el párroco, el Padre José Antonio Guerrero, el Vicario Foráneo y un buen número de sacerdotes. Asistieron los seminaristas y una gran cantidad de fieles como hemos dicho. La celebración se hizo en un ambiente de gran fe, agradecimiento a Dios e inmensa alegría. Agradecemos al Señor que ese mismo día nos regaló un nuevo dácono y un nuevo sacerdote. Bendito sea Dios. El domingo 17, a las 12:00 del día, en el Anfiteatro de CIFCO, presidí la Santa Misa del Convivio Nacional Anual del Movimiento de Encuentros Conyugales, con la participación de representantes del movimiento de Nueva York, Panamá, Nicaragua, Costa Rica, Honduras y Guatemala. Fue una celebración muy solemne y apoteósica con la participación de más de 2000 fieles. El Anfiteatro estaba colmado por la multitud de personas presentes. Concelebraron conmigo 20 sacerdotes de Centroamérica, Estados Unidos y El Salvador. La celebración tuvo lugar en un ambiente muy lindo de fe y gratitud para con Dios, a la vez de oración por el bien de las familias. † Mons. José Luis Escobar Alas Arzobispo Metropolitano de San Salvador

XXV Aniversario de la muerte de nuestro querido Arzobispo Mons. Arturo Rivera Damas El próximo martes 26 de noviembre estaremos conmemorando el XXV Aniversario de la muerte de nuestro amado Pastor, Monseñor Arturo Rivera Damas. El aporte del arzobispo Rivera Damas a nuestro país es inmenso, nunca podremos agradecerle lo suficiente. Él fue, después de Dios, el gran artífice de los acuerdos de paz y además su vida es un auténtico testimonio de fe. Su palabra siempre iluminada con la sabiduría divina es fuente de luz para todos y ahora desde el Cielo junto a Monseñor Romero y los demás mártires y Santos intercede por nosotros. Los obispos de Centro América reunidos esta semana que comenzamos en Costa Rica, en nuestra Asamblea del SEDAC, le conmemoraremos. Pido a todos los sacerdotes, religiosas, religiosos, como también a todos los hermanos laicos y hermanas laicas de nuestra Arquidiócesis que este próximo 26 de noviembre conmemoremos a nuestro querido Monseñor Rivera y que la santa Misa de ese día tenga como intención el encomendarlo a Dios. Nosotros pedimos a Dios por Monseñor Rivera y él, desde el Cielo intercede por todos, es la comunión de los santos. Bendito sea Dios.


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24 de noviembre de 2019

Monseñor Arturo Rivera Damas V Arzobispo de San Salvador

Agradecemos el fino apoyo de Imprenta Ricaldone para materializar esta edición especial.

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1º Av. Norte, Santa Tecla • Tel: 2229 0308


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