No. 246• Septiembre 12 de 2014
CO-RESPONDENCIA Boletín virtual de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia
Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia
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En la actualidad es importante que analicemos el llamado "Acuerdo por lo Superior 2034" desde diferentes ópticas para ampliar y profundizar nuestra propia conceptualización.
Lineamientos generales sobre el gobierno universitario Tomado de: Alma Mater virtual Publicado el jueves, 04 de septiembrede de 2014.
La representación está estrechamente relacionada con la racionalidad y en este sentido con la idea de universidad como el “espacio de la razón” y el de una esfera pública. El espacio creado por medio de las razones constituye una base compartida y común del pensamiento y las acciones fundamentadas.
Por: FRANCISCO CORTÉS RODAS Director Instituto de Filosofía Universidad de Antioquia
En esta breve evaluación sobre el Acuerdo por lo Superior 2034 en relación con la política y la democracia en la universidad se puede comenzar diciendo que i) da unos lineamientos muy generales sobre el gobierno universitario; ii) es impreciso en su formulación conceptual y iii) desarrolla sus ideas con una forma y un lenguaje claramente tecnocráticos. En el Acuerdo se encuentran principios que están ya propuestos en la Ley 30 de 1992 como autonomía, transparencia, rendición de cuentas, responsabilidad, amplia participación y empoderamiento. Pero no hay nada novedoso sobre lo que debe ser el gobierno universitario. En este sentido, se puede decir que los autores del Acuerdo no han pensado a fondo el asunto de la democracia en la universidad. Con el fin de plantear lo que debería significar la política democrática en la universidad quiero mostrar cómo se pueden enfrentar las serias deficiencias de representación y participación en los consejos universitarios. Esto ha sido señalado por varios autores quienes han dicho que algunas estructuras del gobierno universitario, definidas a partir de la Ley 30 de 1992, están viciadas por el clientelismo y por prácticas reeleccionistas que han llevado a perpetuar en el poder en varias universidades del país a unas élites administrativas y no académicas. Por ejemplo, un rector reelegido por más de dos períodos puede llegar a producir un evidente desequilibrio institucional al impedir la renovación de los dirigentes académicos, al frenar el cambio de equipos y de programas de gobierno universitario y al desnaturalizar el principio de la igualdad en el proceso de elección rectoral. Así, se puede afirmar que la forma de representación dominante en las universidades públicas, definida por la mencionada ley, se ha convertido en el instrumento más adecuado para que los
La defensa de la universidad pública: nuestra razón de ser
verdadera. Es necesario desarrollar los mecanismos de participación democrática que hagan posible establecer la vinculación de cada uno de los representantes con sus representados no solamente para la elección de aquellos, sino para poder determinar sus responsabilidades políticas y controlar su gestión.
Fotografía Francisco Cortés Rodas gobernantes universitarios y consejeros se entreguen a procesos de acumulación de poder más allá de lo que es razonable y funcional. La mayoría de estos representantes y líderes universitarios en el fondo se han separado de sus representados y actúan como si gozaran de un poder que les es debido por costumbre o por sus buenos resultados financieros. Esto rompe nuestro sentido de lo público y de lo democrático. Las reglas que definen hoy la representación en las universidades públicas no son claras y permiten una utilización puramente instrumental del poder. Por ejemplo, el artículo 30 del Estatuto General de la Universidad de Antioquia determina de forma muy vaga las responsabilidades de los miembros del Consejo Superior. Las ideas fundamentales de la representación no están establecidas aquí, ni están planteados los instrumentos por medio de los cuales puede darse una comunicación clara y transparente entre representantes y representados, ni hay mecanismos de rendición de cuentas sobre la gestión de cada uno de los primeros ante los segundos. A partir de esto es necesario plantear que en la formulación de una nueva ley de educación la representación política debe ser
Representar en términos democráticos significa actuar en interés de los representados de una manera que responda a ellos. El sistema representativo en la universidad debe dar cuenta de los intereses y pretensiones de estos. Esta idea tiene como corolario que para su realización debe haber mecanismos institucionales con el fin de que el representante reaccione ante los representados, dé cuenta de su gestión y lleve su voz en el momento de la toma de las decisiones en los organismos colegiados.
estos actores se sitúan en un más allá del lenguaje y la razón, en el lugar de un poder que trasciende lo social. En un lugar ajeno al poder democrático. Al valerse del poder de decisión que les hemos otorgado, nuestros representantes, rectores y decanos asumen que tienen autoridad sobre todos nosotros. La pretensión de igualdad que tienen los miembros del espacio público universitario se rompe cuando los poderes representativos se convierten en poderes absolutos. Para recomponer la democracia en la universidad es necesario recomponer la representación y para esto se requiere impedir que los espacios de decisión queden por fuera de la esfera pública de las razones y los argumentos.
Para ver en Alma Mater virtual: La representación está estrecha- http://goo.gl/g0KcNT mente relacionada con la racionalidad y en este sentido con la idea de universidad como el “espacio de la razón” y el de una esfera pública. El espacio creado por medio de las razones constituye una base compartida y común del pensamiento y las acciones fundamentadas. Lo público en la universidad es una entidad en la cual los universitarios pueden dirigirse los unos a los otros de manera abierta y libre con argumentos y razones. En la forma de representación dominante la mayoría de nuestros mandantes y gobernantes universitarios se han separado de nosotros como sus representados, se han separado de lo público. En ciertas decisiones fundamentales, como el nombramiento del rector o los decanos de las facultades, los consejeros constituyen un espacio aparte en el que hacen valer solamente sus intereses particulares o los de sus grupos. Se niegan en estos casos centrales de la vida académica a hablar en el “espacio universitario de la razón” con razones y argumentos. La política de la razón comunicativa y deliberativa es desplazada por una política del poder instrumental. De este modo,
La defensa de la universidad pública: nuestra razón de ser