Palabra 13

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él su mejor obra), por 'La marquesa de Yolombó" (para orgullo de académicos apolillados), pero también por "Luterito", por "Ligia Cruz", por "Hace tiempos". Está vivo y está sepultado a medias; se sigue leyendo con fervor y se sigue ignorando por millones y millones de sus coterráneos, contemporáneos y compatriotas. Federico de Onís escribió que a Carrasquilla le hacían más mal quienes lo habían ensalzado en la Península -fue el caso de Julio Cejador y Fraucaque quienes simplemente lo había dejado de lado. Pasa similar en Colombia: muchos de quienes lo recomiendan lo hacen de una manera tan anacrónica que disuaden de acercarse a él de Forma sana, fresca y espontánea. Se recomienda leer a Carrasquilla, con el tono y la intención con que un jesuita nos insinúa los ejercicios espirituales. Como para el caso del gran Domingo Faustino Sarmiento, Carrasquilla no fue comprendido por sus contemporáneos. Una vez fallecido encontró un aladid -don Miguel de Unamuno- que lo presentó encomiásticamente en la Península, en realidad, para aminorar a su contemporáneo Rubén Darío. Hablar bien de Carrasquilla es también una Forma indirecta, por ejemplo, de hablar mal de García Márquez o viceversa. Pese a toda la tinta -que tampoco es mucha- que sobre Carrasquilla se ha regado, son pocas las páginas que le hacen justicia: Federico Onís, Rafael Maya, Eduardo Castillo, Sanín Cano, Gutiérrez Girardot, Luis Iván Bedoya. Sobre todo, Kurt Ley Luego de cincuenta y cinco años de su estudio doctoral que porta un título castellano horroroso, "Vida y obra de Tomás Carrasquilla, genitor del regionalismo en la literatura hispanoamericana", no queda más

remedio que reconocer -con la mano patriótica en el corazón antioqueño- que su libro no ha sido superado. Estas es una imagen seria, un estudio juicio, aún de provecho. Como son de provecho las "Obras Completas" de EPESA, las de Bedout, y la antología -única en su género- de Arturo Alape. Aparte de ello, hay ediciones buenas, regulares y las que hace la UPB. Carrasquilla ha sido denostado como beato y tergiversado por diversas corrientes, bien y mal intencionadas. Se ha querido identificar con el alma de una región, en lo que tiene ella de conservera y autista. Se ha querido velar "el vino triste" (Castiillo) y se lo ha querido presentar como exponente del "'4 anti-modernismo. Como para el caso de Pérez Galdós, todavía desvela si Carrasquilla Fue homosexual o gay, o ambas cosas. Pero se ha pasado por alto que nos dio personajes femeninos odiosos como maravillosos, así como nos dio personajes masculinos con cualidades y defectos y sobre todo se ha pasado por alto que es el primer literato de oficio en Colombia, que es el novelista de ciudad más destacado, antes de Osorio Lizarazo, y que sus páginas pueden descifrar, buena parte, de la barbarie contemporánea colombiana. Se ha querido mostrar al espontáneo y popular, no al lector consumado, al intelectual cosmopolita, al hombre que forjaba, día a día, un ethos profesional moderno como escritor.

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3 Carrasquilla habla a las juventudes de hoy no contaminadas lo que es un milagro, pues rechaza los odios faccionales. Carrasquilla no creía en la guerra, y si tuvo un corazón Fue para creer en un Dios que nos cobijara a todos, indistintamente de su condición de género, raza, región e ideología política. Odiaba el fanatismo, la beatería y la hipocresía. Era antioqueño, pero era colombiano y se sentía un poco español, un • poco italiano, un poco inglés, un poco africano: un poco universal. Carrasquilla contradecía la profesión de fe de la vulgaridad combinada del -II Él pausa que nace poco circuló: no era un macho, no era Fanático, no era un ganster, no era un rezandero; creo que no hubiera marchado el pasado 4 de febrero, en parte porque estaba en una silla de ruedas y se encontraba ciego, en parte porque sabía lo que escondía toda guerra: un $, Falso patriotismo, fariseísmo, inútil reguero de sangre de congéneres. r

¿Qué es pues "A la plata" de Carrasquilla? La denuncia, como solo más tarde aparece en La Vorágine, en Toá, en La mala hora, de los resortes de la egoísta P y miserable violencia y guerra civil colombiana del siglo XX. No creía Carrasquilla en la invocación de Dios como pretexto de una cruzada. Lo ejemplifica en la matrona Quiteria Rebolledo de Quintana, estampada en uno de sus relatos más actuales, "Luterito". Esta matrona era la encarnación de "Antioquia, la soberana que cifra en su fe su orgullo. Con su corazón exaltado alista el batallón patriótico-religioso Pío IX contra los

liberales, los olisqueros, los comunistas, los ateos, los lectores de Bentham, Tracy, Rojas Garrido. Ella era la fe en armas; la Religión Católica armada de teas y hogueras para perseguir el pensamiento o matarlo. Era (es) la Antioquia -la de ayer, la de hoy, la de siempre-. La Antioquia pletórica de doñas Quiterias de ambos sexos y de todas las edades, razas y condiciones; las doñas Quiterias que también hay en Santander, la Costa, los Tolimas, los Llanos, los Valles; en toda la larga y ancha geografía -espacial e histórica de Colombia-. Porque doña Quiteria es el Fanatismo, el odio disfrazado. Hay miles y millones de doña Quiterias; de esas personas que invocan la guerra, que hacen del llamado de destrucción al enemigo la cifra de su orgullo, la razón de su existencia. De esas personas que cuando invocan a Dios piensan enseguida en las bayonetas y cuando piensan en las bayonetas piensan enseguida en los cercados de sus alambrados de sus incontables propiedades: Dios, patria y hogar. La fanática de Doña Quiteria de Tomás Carrasquilla es la Mama Grande de García Márquez: la dueña de todas las tierras, de todo el presupuesto, de todos los votos y de todas las conciencias. La dueña de la palabra, la dueña del poder, la dueña de la -muerte. Doña Quiteña-La Mama Grande, nuestra doña Bárbara, es la desmesura, la egolatría, la Violencia. Y por eso Carrasquilla habla en boca de Luterito: el párroco sospechoso de comunismo, porque no se pronuncia contra los enemigos e la Iglesia, no les hace la guerra desde el púlpito y en las É, - los es 1 la paz,,: dice j trincheras. oice e padre Casalús


1(alias "Luterito'). Esto lo condena. Luterito sabe que quien invoca a Dios para hacerla guerra, hace en realidad la guerra por la guerra; y sabe además que q'uien toma como pretexto el anhelo de paz para hacer la guerra, hace en realidad la guerra por la guerra misma. El Dios de "Luterito" es el Dios de Carrasquilla. El Dios de Carrasquilla es la paz; es el Dios discreto que habla a la conciencia yal corazón. Por eso es actú'l y vale recordar a Carrasquilla: porque condena el fanatismo que está en el núcleo de nuestra mentalidad. Una mentalidad de odios, de condenas; una mentalidad hipócrita y delirante que se siente bueno, como el sicario se siente bueno cuando mata. Cuando mata el sicario aduce que extirpó una enfermedad: 'mató una gonorrea". El Dios de Carrasquilla no es el Dios misionero, violento, vengativo que legitima -psicóticamentecrímenes1 no es el Dios Mesías de cuyos labios surgen violentas músicas de guerra, mentiras sincopadas y decretos providenciales. Es el Dios de Carrasquilla el Dios de Kempis que habla consigo mismo y hace de su diálogo entre los amigos interiores el centro de su universo moral. El Dios de Carrasquilla es el Dios desarmado, el Dios sin Furias, el Dios no vengador. Por eso, para recordar el Carrasquilla -el volteriano- elevemos ., una oración a Dios: la1 " Oración a ios ti de Voltaire: el Dios de Voltaire que es el mismo de Colombia: Na no es por lo tanto a los hombres a los que me dirijo, es a ti, Dios de todos los seres, de todos los mundos y de todos los tiempos: si está permitido a unas débiles criaturas perdidas en la inmensidad e imperceptibles al resto.del universo osa¡ pedirte algo, a ti que lo has dado todo, a ti cuyos decretos son tan inmutables como eternos,

dígnate mirar con piedad los errores inherentes a nuestra naturaleza; que esos errores no sean causantes de nuestras calamidades. Tú no nos has do un corazón para que nos odiemos y mano a que nos degollemos; haz que nos ayudemos mutuamente a soportar el Fardo de una vida penosa y pasajera; que las pequeñas diferencias entre los vestidos que cubren nuestros débiles cuerpos, entre todos nuestros idiomas insuficientes, entre todas nuestras costumbres ridículas, entre todas nuestras leyes imperfectas, entre todas nuestras opiniones insensatas, entre todas nuestras condiciones tan desproporcionadas a nuestros ojos y tan semejantes a ti; que todos estos pequeños matices que distinguen a los átomos llamados hombres no sean señales de odio y persecución; que los que encienden cirios en pleno día para celebrarte soporten a los que se contentan con la luz de tu solé que aquellos que cubren su traje con una tela blanca para decir que hay que amarte no detesten a los que dicen la misma cosa bajo una capa de lana negra; que dé lo mismo adorarte en una jerga formada de una antigua lengua o en una jerga más moderna; que aquellos que cuyas vestiduras están teñidas de rojo o violeta, que mandan en una pequeña parcela de un pequeño montón de barro de este mundo y' que posee algunos Fragmentos redondeados de cierto metal, gocen sin orgullo de lo que llaman grandeza y riqueza y que los demás los miren sin envidia: porque Tú sabes que no hay en esas vanidades ni nada que envidiar ni nada de que enorgullecerse. ¡Ojalá todos los hombres se acuerden que son hermanos! ¡Que odien la tiranía ejercida sobre sus almas como odian el latrocinio que arrebata a la fuerza el fruto del trabajo y la industria pacífica! Si los azotes de la guerra son inevitables, no nos odiemos, 'no nos destrocemos los unos a los otros en el seno de la paz y empleemos el instante de nuestra existencia en bendecir por igual, en mil lenguas diversas, desde Siam a California, tu bondad que nos ha concedido ese instante".


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