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Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia –ASOPRUDEA– No. 46 • Febrero de 2012 Bloque 22 oficina 107 - Teléfonos: 219 5360 - 263 6106 - Correo: asoprudea@udea.edu.co http://asoprudea.udea.edu.co

Contenido Foro perfil de la rectoría hoy 2

Jorge Mahecha Gómez. Instituto de Física, UdeA

Relación Universidad - Sociedad Julio González Zapata. Facultad de Derecho y Ciencia Políticas, UdeA

Elección de rectoría y democracia Francisco Cortés Rodas. Instituto de Filosofía, UdeA

Rectoría y Proyecto de Ley Gonzalo Jaramillo Delgado. Facultad de Odontología, UdeA

rectoría hoy. Foro 2 Nuevamente la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia -Asoprudea- en un ejercicio democrático, realizó el pasado 24 de enero en el auditorio Harold Martina, de la Facultad de Artes, el foro “Perfil de la Rectoría 2” el anterior a éste tuvo lugar el 27 de octubre del año anterior con la participación del profesor Víctor Manuel Moncayo, entre otros. La siguiente entrega es una memoria que reúne las ponencias de los profesores invitados, con la moderación de la profesora Sara Fernández, presidenta de Asoprudea. Igualmente, se está invitando a la comunidad universitaria para que participe el próximo 17 de febrero al foro “Perfil de la Rectoría 3”.

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Sentido Universidad - Conocimiento

Perfil de la


Sentido Universidad - Conocimiento Jorge Mahecha G. Instituto de Física. Universidad de Antioquia 24 de enero 2012

Resumen

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Se dice que "la universidad es el reflejo de la sociedad", que "la sociedad tiene la universidad que se merece" y que "la sociedad tiene los dirigentes que se merece". ¿Eso implica que dado que, como norma general, los dirigentes de Colombia son corruptos e ineficientes entonces los de la universidad están condenados a serlo igualmente?. El foro al cual nos convoca ASOPRUDEA se refiere al perfil de rector que conviene a las circunstancias actuales de la universidad. Esas circunstancias están modificadas por el reciente movimiento estudiantil que dio lugar a la suspensión de la reforma a la llamada Ley de Educación Superior. Más que al "rector hoy" me referiré a la "universidad hoy". La inconformidad de los estudiantes puede considerarse como una evidencia de que no se resignan a que la universidad deba, necesariamente, reflejar la sociedad y que sus dirigentes deban, necesariamente, ser un apéndice de la dirigencia del país. En la presente exposición se mostrará que la verdadera reforma parte de reconocer la misión académica y científica de la universidad. Experiencias exitosas de países como Brasil, que lograron posicionar sus mejores universidades entre las mejores del mundo, podrían proporcionar ideas para un futurista modelo de universidad que no solo falta en Colombia, sino que nuestro país se lo merece.

Introducción En una institución universitaria el manejo del método científico debería estar a la orden del día. En este medio se da, por ejemplo, el debate intelectual entre Creacionismo y Evolucionismo o sea entre las ideas del Diseño inteligente y el Naturalismo. El sustrato filosófico del problema está en el debate acerca del Voluntarismo y el Método Científico. El voluntarismo es la formación de ideas o la toma de decisiones basándose en lo que resulta conveniente o agradable de imaginar, en lugar de basarse en las evidencias o la racionalidad. Se trata por tanto de un tipo positivo de falacia ad


consequentiam. El voluntarismo ignora las leyes naturales, actúa a ciegas, en conflicto permanente con la naturaleza, puede causar grandes daños. Generalmente está ligado a actitudes autoritarias. Incluso la determinación de “lo que me conviene” puede estar sesgada por los prejuicios y podría mejorarse al usar métodos científicos. El método científico reconoce que tanto el mundo que nos rodea, como nuestro mundo interno, se desenvuelven como un fenómeno natural. Al entender tales fenómenos y usar dicho entendimiento para actuar en armonía con la naturaleza el hombre facilita su existencia.

"Llego a la conclusión que, tanto hoy como en tiempos de Locke, el liberalismo empirista (que no es incompatible con el socialismo democrático) es la única filosofía que puede ser adoptada por el hombre que, por una parte, demande alguna evidencia científica a sus convicciones y, por otra parte, desee la felicidad humana por encima de la prevalencia de cualquier partido o credo." En una entrevista de la BBC en 1959 Bertrand Russell dijo lo siguiente: “Cuando usted esté estudiando un asunto, o considerando cualquier filosofía, pregúntese solamente cuáles son los hechos y cuál es la verdad a la cual esos hechos le dan la razón. Nunca permita que nada lo desvíe, ya sea por lo que quiere creer, o por lo que usted piensa que tendría efectos benéficos a la sociedad si se creyera. Pregúntese sólo y exclusivamente, ¿cuáles son los hechos?.” Tradicionalmente se ha aceptado la separación entre las llamadas ciencias duras y las ciencias blandas. Recientes hallazgos demuestran que la misma es una falacia. En el libro reciente sobre Ciencia y Moral, The Moral Landscape: How Science Can Determine Human Values (Sam Harris, Free Press, New York, 2010) se discute este tema. Harris cuestiona el mito según el cual la ciencia y la religión son dos perspectivas equivalentes para ver el mundo: en principio,

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En el método científico el conocimiento parte de las evidencias, lo cual implica la reproducibilidad, es decir, la capacidad de repetir un determinado experimento, en cualquier lugar y por cualquier persona, para obtener resultados similares. Este pilar se basa, esencialmente, en la comunicación y publicidad de los resultados obtenidos. El segundo pilar es la refutabilidad, cualquier persona que disponga de los instrumentos apropiados, y los use de manera adecuada, puede, eventualmente, encontrar evidencias que refuten un conocimiento previo. Uno de los más reconocidos exponentes del método científico en el siglo XX fue Bertrand Russell. En su texto Unpopular Essays de 1950 hizo la siguiente afirmación:


la ciencia debe ser capaz de decirnos lo que debemos hacer para vivir la mejor vida posible; nada por encima de la ciencia puede, rigurosamente, decirlo mejor. Una conclusión importante es que no existen evidencias que demuestren que la creencia en una religión se requiera para que las personas tengan un comportamiento moralmente bueno. En el siguiente libro se afirma que ni la religión misma puede estar libre del escrutinio científico, Breaking the Spell: Religion as a Natural Phenomenon (Deniel C. Denett, Penguin Books, New York, 2006). Dennet aplica los métodos de la teoría de la evolución para construir una perspectiva científica del fenómeno religioso. Y la soporta en numerosas evidencias tomadas de la historia de las religiones. Me pueden acusar de elitista por citar a Kant, Russel y a un par de profesores gringos. Entonces, para reivindicarme con algunos estudiantes de orientación izquierdista, que consideren “burgueses” a estos autores, voy a citar al presidente Mao. En el Libro Rojo de Mao se lee lo siguiente:

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“Quien no ha investigado no tiene derecho a hablar. (Se debe) ... buscar la verdad en los hechos. Por hechos entendemos todas las cosas que existen objetivamente; por verdad entendemos las relaciones internas de las cosas objetivas, es decir, las leyes que las rigen; y por buscar entendemos estudiar... Debemos partir de las condiciones reales... debemos basarnos en los hechos, que existen objetivamente, y no en nuestra imaginación subjetiva, ni en un entusiasmo momentáneo, ni en la letra muerta de los libros...” Esto y lo siguiente coincide con lo que decía Russell: “¿No puede usted resolver un problema? Pues bien, ¡póngase a investigar su situación actual y sus antecedentes! Cuando haya investigado cabalmente el problema, sabrá cómo resolverlo. Toda conclusión se saca después de una investigación, y no antes. Únicamente un tonto se devana los sesos, sólo o unido a un grupo, para encontrar una solución o elaborar una idea sin efectuar ninguna investigación. Debe subrayarse que esto no conducirá en absoluto a ninguna solución eficaz ni a ninguna idea provechosa....” “Investigar un problema es resolverlo.” Estos autores coinciden al considerar que solo son válidos las conceptualizaciones basadas en lo observable, lo cuantitativo y lo racional. Esto lo dijo el Ché: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia esclavitud”.


Quedo bien con esos estudiantes. Pero algunos colegas del otro lado me recordarán que cayó el muro de Berlín y que la China del siglo XXI es capitalista. He aquí un chiste sobre el tema, que muchos de nuestros políticos no lo tomarían como tal: “If the facts don’t fit the theory, change the facts.” Albert Einstein.

Sistemática de las ciencias

¿Por qué la organización de la universidad no debería soportarse en los métodos científicos y debería, por el contrario, seguir los procedimientos voluntaristas que se usan en la organización de la sociedad en general? Por “hechos” debemos entender los resultados de las observaciones o mediciones. Una medición cotidiana en el ámbito universitario es la evaluación del rendimiento académico. En un examen típico, se le presenta al estudiante una situación y se le pide que la analice atendiendo a cierta metodología estudiada en el curso. El profesor valora de las respuestas del estudiante si este demuestra comprensión del problema, si conoce los métodos requeridos para resolverlo, si sabe aplicarlos o particularizarlos al sistema en cuestión, si es capaz de implementar los métodos y conceptos para hallar una solución y, finalmente, si es capaz de establecer el grado de confiabilidad de la respuesta obtenida. El proceso da lugar a un número. La calificación es una medición. La calificación es una aplicación del método científico: las respuestas del estudiante son las evidencias, la calificación es reproducible, por lo tanto posee el atributo de la refutabilidad. Pero no conduce a un número único, porque

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El método científico parte de los hechos experimentales y luego pasa a correlacionarlos por medio de Teorías, Modelos y Simulaciones. En principio, el quehacer diario de la infinidad de disciplinas universitarias consiste en lo anterior. Nótese que las ciencias no pueden reducirse a la “correlación estadística entre conjuntos de datos”, porque el hecho de que haya cosas que parecen venir juntas no significa que una cause la otra. A menudo se confunde correlación/ asociación con causación/determinismo; para lo primero bastan los datos y los algoritmos estadísticos para calcular índices de correlación, para lo segundo es para lo que se requieren los Experimentos, las Teorías, los Modelos y las Simulaciones, es decir la investigación científica. Los hechos son la base de toda ciencia, pero no son suficientes. Debe existir algún término en latín, que no conozco, para denotar la falacia de que correlación implica causación; diría que esta falacia se utiliza para darles un falso soporte empírico a los prejuicios. Nuestros políticos son verdaderos expertos en el uso de estos y otros sofismas.


existe un margen de error, igual que en cualquier otra medida. En toda medida el margen de error es un parámetro fundamental. No existe en nuestro medio la metrología de la evaluación, pero debería existir, porque es extremadamente necesaria. Esta es una sugerencia para nuestros colegas de la Facultad de Educación: en vez de enseñarnos a elaborar “proyectos de aula”, y lo que dijo este o aquél autor, dedíquense al importante tema de la metrología educativa. Y, más en general, al uso de las calificaciones como indicadores de las capacidades. Y a las posibles falacias correlación-causación de tales indicadores. Entre los mitos de la clasificación de las ciencias en blandas y duras está la separación entre “lo cualitativo” y “lo cuantitativo”. Nos dicen varias falacias. Que en el llamado mundo de lo espiritual no cabe el conocimiento “cuantitativo” sino el “cualitativo”. Que esos dos tipos de conocimientos son independientes entre si. Que “lo cualitativo” no resulta de mediciones u observaciones y por lo tanto no se le puede imponer las condiciones de reproducibilidad de cualquier medida. Que el espíritu realiza sus valoraciones cualitativas en forma totalmente libre. Que las “ciencias blandas” no requieren de los métodos científicos, en particular de la experimentación. Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia —ASOPRUDEA— No. 46 • Febrero de 2012

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Si el conocimiento científico depende de experimentos (procesos de medición), simulaciones (modelación teórica soportada en resultados de mediciones), podría caracterizarse dicho conocimiento como cuantitativo. Dado lo anterior, ¿se sigue que el conocimiento basado en lo "cualitativo" no es científico? Pero, ¿qué es lo "cualitativo"? Lo que se expresa en las duplas Grande – pequeño, Falso – verdadero, Bonito – feo, Bueno – malo, Mejor – peor, Conveniente – inconveniente, etc. Una variable "cualitativa" también es cuantitativa, solo que se expresa por medio de un solo dígito binario [0,1]. Conlleva una "medición mínima". Para contar el número de naranjas en una canasta, si solo nos piden decir si hay naranjas o no hay, basta un dígito binario para dar la respuesta; pero si hay 14 se requieren cuatro dígitos binarios: 1x23+1x22+1x21+0x20 = 14, el número binario 1110. Cuando no se tienen instrumentos con capacidad de aportar más de un dígito binario, uno se debe resignar a la "medición cualitativa": podemos decir que hay al menos una naranja en la canasta o no hay ninguna. Este resultado de ninguna manera es caprichoso, subjetivo e irreproducible, aporta información valida pese a que no podamos decir cuántas naranjas hay. Este planteamiento, aparentemente trivial, tiene una implicación contundente: lo cualitativo no puede confundirse con lo caprichoso, con lo irreproducible, con lo inconmensurable. No existe una variable cualitativa


sin una medición. Por lo tanto, hasta lo “cualitativo” debe ser reproducible, debe soportarse en hechos

La Excelencia Académica En el Estatuto General de la Universidad de Antioquia se lee lo siguiente: “Artículo 12. Excelencia Académica. Los profesores y estudiantes de la Universidad realizan sus quehaceres con criterios de excelencia académica y científica, y buscan los más altos niveles del conocimiento. Este es el criterio rector de la vida universitaria y la función administrativa está al servicio de su fortalecimiento.” Hay un vacío en el Estatuto: Se establece la Excelencia Académica, pero no se define el concepto. Definirlo es "problemático", porque implica mediciones y comparaciones. ¿Qué son “los más altos niveles del conocimiento", por ejemplo? ¿Cómo se distinguen los más altos niveles de aquellos niveles que no son los más altos, o que ni siquiera son altos? La respuesta es una trivial aplicación de elementales procesos de medición de tipo académico:

- La producción académica y científica de los profesores. ¿Cómo se determina si la función administrativa está al servicio del fortalecimiento de la Excelencia Académica? La respuesta es igualmente trivial: - Mediante los indicadores del cumplimiento de las metas de la gestión de los directivos para promover el avance de la universidad hacia el cumplimiento de su objeto social. Las calidades para ser rector merecen un comentario separado. En el Estatuto General se lee, “Artículo 41. Calidades. Para ser Rector se requiere ser ciudadano colombiano en ejercicio; no haber sido condenado por hechos punibles, salvo por delitos políticos y hechos culposos, o sancionado en el ejercicio de su profesión o disciplinariamente por faltas graves; tener título universitario; haber desarrollado en forma sobresaliente actividades académicas por lo menos durante cuatro años o ejercido con excelente reputación y buen crédito profesional como mínimo durante cinco años; y acreditar por lo menos tres años de experiencia en administración académica, cultural, científica o tecnológica, o demostrar aportes a la ciencia, la técnica, la cultura, o al desarrollo social o productivo.”

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- Las calificaciones de los estudiantes.

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En los indicadores de las calidades hay variables cualitativas que son indicadores de existencia: ciudadano colombiano, si o no; está “ejerciendo” su ciudadanía, si o no; tiene título universitario, si o no; etc. Más difíciles de medir son las calidades académicas, el grado de reputación profesional y el grado de crédito profesional; en efecto, son variables que (1) requieren fuentes de información homologadas, que posiblemente no existen y (2) implican escalas, por ejemplo de 0 a 5, con un umbral aprobatorio para definir las mínimas calidades académicas, el mínimo grado de reputación profesional y el mínimo grado de crédito profesional. En todo esto se acepta literalmente el enunciado del Estatuto General, por ejemplo sin cuestionar que pueda decirse que tiene experiencia alguien que no exhibe productos certificados. El reglamento de elección del rector menciona las hojas de vida, la trayectoria, los méritos, el escrito con el “pensamiento sobre la universidad”, y las “opiniones de la comunidad universitaria”. Si estas cosas pertenecen a un reglamento implica que deben ser tomadas en serio, y para ser tomadas en serio se requieren indicadores o sea mediciones.

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El secretario General debería entregarle al Consejo Superior un acta con las calificaciones de cada candidato, obtenidas al aplicar el artículo 41 del Estatuto General. Como el reglamento no se limita a estas calidades, se requeriría que un ente técnico especializado procediera a emitir las calificaciones de las hojas de vida, las trayectorias, los méritos, y la calificación “del pensamiento”. Todo esto, junto con las evidencias de las “opiniones de la comunidad universitaria”, daría un conjunto de indicadores que debería servir para clasificar los candidatos y proceder a nombrar al de mejores indicadores. El reglamento tiene una contradicción: ¿Si el rector se nombra mediante una votación, entonces para qué sirven los indicadores mencionados? ¿Podría alguien demandar la elección, y a los miembros del CSU por Prevaricato? El Prevaricato es un delito que consiste en que una autoridad, juez u otro funcionario público dicte una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial, a sabiendas que dicha resolución es injusta. En el caso que nos ocupa, sería injusta la votación en el CSU para nombrar rector, porque con ello no se estarían utilizando los elementos que el mismo Estatuto General ha definido como determinantes del resultado. La medición en el ámbito académico es cosa de todos los días. Pero no es bien vista. Tiene aspectos amenazantes. O mejor, no es bien vista cuando los resultados son negativos, porque las personas, en general, le tienen horror a “perder”. Para el estudiante que saca más de 4.5 la evaluación es un orgullo y la defiende, no así el que saca menos de 3.0.


El Principio de Excelencia Académica se exige no solo en la labor de los profesores y los estudiantes. La función administrativa debe fortalecer la Excelencia Académica, es decir ayudar a aumentar los indicadores de la Excelencia Académica. No realizar el nombramiento del rector usando las mencionadas evaluaciones implica un incumplimiento, por parte del Consejo Superior, de los Artículos 12 y 41 del Estatuto General y del Acuerdo Superior 023 del 10 de octubre de 1994 que reglamenta la elección.

La Mayoría de Edad "Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. ¡Sapere Aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración." Esto lo escribió Immanuel Kant en 1784 en su ensayo ¿Qué es la ilustración?

Una reforma futurista de la Universidad debe apoyarse en una mejora del sistema educativo general. Por eso, no es parte de la misión de la Universidad el tratar, infructuosamente, de "nivelar" durante uno o dos semestres a los estudiantes admitidos que culminaron la enseñanza básica y fueron admitidos a los estudios superiores trayendo deficiencias fundamentales desde la enseñanza básica primaria y secundaria. La mayor parte de los temas de “transformación curricular” en la universidad, en sentido estricto, no son temas de nivel universitario sino de la enseñanza media. La Educación Básica debería ser estatal, laica, gratuita y obligatoria. Comprendería la Primaria, años 1 a 5, la Secundaria, años 6 a 10 y el Bachillerato Especializado, años 11 y 12. El Bachillerato Especializado, en lo posible, se cursaría en instituciones diferentes a las de la Escuela Básica. Con locales, profesores y metodologías diferentes. Se requerirían las siguientes especialidades: (1) Administración y Sistemas, (2) Mecánica, (3) Electricidad, (4) Matemáticas, (5) Humanismo y Sociedad, (6) Vida y Salud. Este ciclo, a la vez, cumpliría el papel de preuniversitario. La aprobación del mismo habilitaría para el ingreso automático a las carreras, de nivel estrictamente universitario, asociadas con la respectiva especialidad.

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Colombia requiere de una reforma integral de su sistema educativo. Es el sistema completo el que está en crisis. No solo la llamada educación superior.

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Si los estudiantes que ingresan a la universidad están convenientemente “filtrados”, “motivados” y “clasificados”, a través del Bachillerato Especializado, entonces el profesor-investigador de las universidades si deberá ser valorado en toda su importancia. El “perfil pedagógico” debería suprimirse de los concursos para nombrar docentes universitarios. Un estudiante universitario proveniente de una Institución Educativa de Bachillerato Especializado tendría autonomía, creatividad y capacidad de trabajo autodidacta. Además tendría una sólida formación básica en un campo afín a sus intereses y capacidades. Actualmente la tasa de deserción en los primeros semestres de las carreras universitarias es muy alta, los estudiantes salen con una frustración y sin una experiencia realmente útil. El ingreso de este tipo de personal redefiniría la misión de la Universidad. Las carreras de pregrado solo tendrían una duración de 3 años y estarían conectadas con las Especializaciones Universitarias y las Maestrías. La Especialización Universitaria, de un año de duración, sería requisito para el ingreso al Doctorado.

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El actual auge de las llamadas “universidades de garaje” es evidencia de la necesidad del Bachillerato Especializado. Se observa una proliferación de instituciones orientadas a los temas de Administración. Menor número de “universidades de garaje” se dedican actualmente a impartir Bachillerato Especializado en Mecánica y Electricidad bajo la denominación de “ingenierías”, y Vida y Salud bajo denominaciones de “medicina” y otras. No se tienen “universidades de garaje” que se dediquen al Bachillerato Especializado en Matemáticas y Humanismo y Sociedad. Tanto la Ley 30 como el nuevo proyecto se basan en una trivialización de la expresión “Educación Superior” y ponen en una misma ley las “universidades de garaje” y los institutos tecnológicos, al lado de las que podemos llamar “verdaderas universidades”. Estas leyes introducen el concepto de Instituciones de Educación Superior. Como evidentemente hay diferencias abismales entre las entidades de ese conjunto, se requiere definir “Calidad” para diferenciarlas. El ranking de universidades es inevitable, pero no para compararlas con las universidades de garaje. Estas perderían su razón de ser y les abrirían paso a las Instituciones Educativas de Bachillerato Especializado Si al lector le molesta el uso del término coloquial “universidad de garaje”, le diré que no ignoro que la ley de Educación Superior vigente clasifica las llamadas instituciones de educación superior en: (a) Universidades, (b) Instituciones Universitarias o Escuelas Tecnológicas, (c) Instituciones Técnicas Profesionales. Las de los tipos (b) y (c) cumplen objetivos comparables a los del propuesto ciclo de Bachillerato Especializado, en una reforma integral de la educación


básica entrarían a satisfacer una necesidad evidente. (b) y (c) no merecen la peyorativa denominación de “universidades de garaje”. Típicamente, toda persona residente en Colombia estaría a obligada a asistir al los tres ciclos de la enseñanza básica, Primaria, Secundaria y Bachillerato Especializado, entre los 6 y los 17 años de edad. Al finalizar el proceso tendría todos los elementos (académicos y prácticos, incluyendo capacidad laboral) necesarios para tomar las mejores decisiones acerca de su vida adulta. La mayoría de edad les otorga a los ciudadanos la ciudadanía, junto con un conjunto de derechos y obligaciones. Si la educación básica fuera universal, estatal, laica y obligatoria, podría decirse que su culminación automáticamente otorgaría cierta clase de Ciudadanía. Tal Ciudadanía no debe confundirse con los Derechos Humanos, para lo cual no se puede requerir una componente académica.

La educación universitaria se caracteriza por la Excelencia Académica, la cual debe generar Derechos y Deberes de una clase especial. Algunos querrán dedicarse de manera profesional al cultivo y avance de disciplinas científicas de su interés, hasta alcanzar el nivel de formación doctoral. Y, a su vez, los mejores entre estos serían llamados a ocupar las plazas de Profesor Universitario, como una etapa culminante de su carrera. Esta súper-mayoría de edad, la investidura de Profesor Universitario, otorgaría derechos y obligaciones especiales, entre ellos la Libertad de Cátedra. Se dice que la universidad debe tener además de una misión investigadora una “profesionalizante”. Esto es una concesión a la componente de “universidad de garaje” en detrimento de la pequeña componente de verdadera universidad que tiene la Universidad de Antioquia. Se cree que lo profesionalizante necesariamente conlleva conocimiento elemental, conocimiento “establecido y consolidado”, ausencia de investigación y ausencia de creación de nuevo conocimiento. La exaltación de esta idea de lo profesionalizante no es más que una concesión a la presencia en la universidad de un ciclo ligeramente

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Por definición el sistema de educación universal reconoce la diversidad de las personas. Su principal objetivo debería ser el de ayudarle a cada uno a conocerse a sí mismo. Las personas al salir de la educación universal no se deberían mirar como superiores o inferiores respecto a las demás, simplemente como diferentes. A personas con interés en los estudios universitarios debería brindársele la oportunidad de continuarlos, y por ello no serían “superiores” a las personas que orienten su vida en otra dirección. Sin embargo, la igualdad absoluta de oportunidades para acceder a la Educación Superior, y la gratuidad de la misma, debe considerarse un Derecho Fundamental.


más avanzado que el secundario de la enseñanza básica. ¿Se necesita, por ejemplo, la “profesión de abogado”, tal como se conoce actualmente, donde muchos de los egresados solo tienen el nivel necesario para hacer trámites y lobby? ¿Por qué no configurar un Bachillerato Especializado en Derecho y reservarle a la universidad el cultivo y desarrollo de la Ciencia del Derecho? Otras profesiones brindarían ejemplos similares. El campus universitario debe reservarse para fines subversivos, no para dedicarse a repetir lo que ya se sabe, sino para falsear los conocimientos conocidos y comúnmente aceptados, para observar cosas que no se ajustan o contrarían las explicaciones convencionales, para buscar explicaciones a hechos inexplicados o predecir resultados todavía no observados, para inventar e innovar.

La Libertad de Cátedra

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La Libertad de Cátedra e Investigación está consagrada en los artículos 27 y 68 de la Constitución de 1991. Los temas de investigación y de docencia deberían ser escogidos por los profesores mismos, atendiendo a dicho mandato constitucional. Es claro que dicha libertad no se entiende como un "derecho humano intrínseco", sino que está soportada en las evidencias verificables de que el profesor es un experto en determinada área del saber, de las cuales se dedujo su investidura mediante un concurso basado única y exclusivamente en tales evidencias. Ni siquiera el título de doctor acreditaría automáticamente a una persona como merecedora de dicha libertad, sino el concurso para acceder al Profesorado Universitario. Si cada título de doctorado se apoya en aportes originales, por definición cada profesor universitario sería un experto único en su tema, no solo en su universidad y en el país, sino en el mundo. La Libertad de Cátedra resultaría de la investidura de Profesor Universitario. Quienes culminen el nivel doctoral y sean convocados como profesores universitarios adquirirían una especie de súper-mayoría de edad. ¡Lo anterior implica que es una anomalía intolerable que los burócratas politiqueros, desprovistos de soporte para gozar de la Libertad de Cátedra, entren a condicionar a los servidores de las universidades que si la tienen, a "ejercer poder" sobre ellos!. La Libertad de Cátedra impone una redefinición de la llamada “estructura de poder”. En la universidad no se requiere “poder” sino Jerarquías Académicas y científicas. Incluso el Estatuto Profesoral vigente alude, de manera tímida, las Jerarquías Académicas cuando define el Escalafón Profesoral. Tales categorías no tienen, sin embargo, ninguna implicación práctica en la actualidad.


En las universidades, en el gobierno y aún en sectores de la sociedad ha hecho carrera la siguiente idea: “La universidad debe impulsar el desarrollo económico desde la docencia, la investigación y la extensión y debe ser actor primordial en la solución de los problemas del país". Esta es una preocupación por aquello que realmente no le corresponde a la universidad como tal. Porque aquello que si es componente esencial de la misión de la universidad es el reunir a los especialistas del más alto nivel, de la región, el país y el exterior, y apoyarlos para que contribuyan directamente a la generación de nuevos conocimientos y a la formación de científicos y profesionales. Ignora que todo nuevo conocimiento es, por sí mismo, de un valor incalculable. Ignora que la universidad forma profesionales que van a actuar en los lugares más diversos de la sociedad. Ignora que la sociedad tiene la “división del trabajo” y que cada sector debe resolver los problemas que le conciernen, que a la universidad le conciernen los problemas de la transformación del conocimiento.

Es interesante notar que este direccionamiento de la actividad de los profesores y de la universidad como un todo no es nuevo, pero se hace de manera soterrada, sin que nadie lo haya dicho explícitamente. Sin las Leyes SOPA, SINDE o Vargas-Lleras, ya la censura es una realidad. No existe ninguna resolución rectoral, o normatividad emitida por el Consejo Académico o el Consejo Superior que se atreva a definir los temas que deben estudiarse o investigarse y los que no lo merecen. Oficialmente no existe, aún, el cargo de “Censor Universitario”. La implementación rigurosa de tales normas implicaría todo un aparato administrativo, que se encargaría de escudriñar la actividad más recóndita en las diferentes facultades para evitar se involucren en temas “que no le sirven al país”. Es claro que nadie se atrevería a dar pasos explícitos en esa dirección. Los que defienden esta reorientación de la universidad nunca propusieron medios para

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El imponer la obligación de que la docencia y la investigación se orienten a “la solución de los problemas de la sociedad y la economía” tiene dos implicaciones gravísimas: (1) Viola la Libertad de Cátedra e Investigación, por cuanto los especialistas han de redirigir sus temas de trabajo a las presuntas necesidades del "desarrollo social" y la "dignidad humana", posiblemente renunciando a su carrera académica y científica para improvisarse como aficionados a “los problemas nacionales”. (2) Viola la Autonomía Universitaria por cuanto le concede a unos implícitos censores externos a la universidad el papel de decidir cuales materias deben enseñarse y cuales temas deben investigarse. Los hipotéticos censores además tienen la misión implícita de decidir quién merece ser profesor de la universidad. Realmente eso es lo que tenemos en la actualidad, esos censores existen y actúan cotidianamente, son los políticos que manejan la universidad.


caracterizar la pertinencia. Lo usual es tomar la vía facilista de delegar “en los jurados” la valoración de la "pertinencia". Los jurados en los pseudoconcursos para nombrar profesores deben calificar la “pertinencia” de sus propuestas académicas e investigativas, y su adecuación “al perfil”. Los jurados en los pseudoconcursos para escoger los proyectos de investigación que merecen ser financiados deben calificar la “pertinencia”. Y similarmente en muchos otros temas. Esta es una gravísima decisión, porque si la "pertinencia" es tan importante, debería ser definida por la alta dirección de la universidad, de cara a la comunidad universitaria, y no soterradamente con la ayuda de la apreciación subjetiva de unos jurados contratistas.

La Autonomía Universitaria

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El Artículo 69 de la Constitución Política establece la Autonomía Universitaria. Dicha Autonomía, para ser real, exige que las únicas jerarquías válidas sean las resultantes de la Excelencia Académica y Científica. En la Universidad existe un claro conflicto entre el Poder y la Autoridad, puesto que la segunda solo se puede apoyar en la Excelencia Académica. Tampoco puede existir Autonomía Universitaria sin Libertad de Cátedra e Investigación. Tesis: La Universidad de Antioquia no tiene Autonomía Universitaria. Evidencias de la pérdida de autonomía (La incursión del SMAD en el campus es lo de menos). - El CSU está conformado por personas no habilitadas para la labor universitaria. No fueron nombradas por concurso de méritos, la mayoría no tienen "una TIP especial para entrar a una Universidad" ("al Jardín de Academo no puede entrar quien no sepa Geometría"). Pero entraron, y además para mandar, violaron la autonomía universitaria. - Con ellos entró toda la politiquería y la corrupción. Manejan una nómina paralela de más de 5000 profesores de cátedra y ocasionales. Estos trabajan en condiciones irrisorias. Son nombrados “a dedo”. Por eso, y porque trabajan en muchas otras universidades de garaje, hay que darles un guión para ayudarles en sus "clases" (el programa de las materias, o "proyecto de aula"), no se les considera adultos intelectuales, se cree que no son capaces de usar su propio entendimiento. - Los 1200 "de planta" restantes se nombran en pseudoconcursos. Deberíamos saber que algunos no tienen la TIP aquella, tal vez ni yo mismo la tenga. Muchos se colaron porque "El Comité" abrió una convocatoria con un "perfil" escogido para que solo ellos ganaran el concurso. Los jefes no confían en los profesores de planta, tampoco los consideran ilustrados. No los ponen a


crear conocimientos, sino a que repitan lo que ya se sabe. Tampoco consideran adultos a los estudiantes universitarios, suponen que su rendimiento dependerá de la capacidad “pedagógica” de los profesores. En los cargos administrativos la historia se repite. Libre nombramiento y remoción. Miles de contratistas y subcontratistas. Bonificaciones para recompensar lealtades. - Los altos directivos (Rector, vicerrectores, decanos,...) tampoco tienen la TIP de Academo, y si la tienen no la hacen valer. Se montan a los cargos por el sobresueldo. No hacen nada. Sus informes de gestión solo contienen actividades que no dependen de la existencia o inexistencia de tales cargos y de la existencia de personas que nominalmente los ejercen. - La investigación, ya sabemos como es. Algunos altos directivos se erigen como tutores de los profesores e investigadores, a quienes tratan como menores de edad o minusválidos intelectuales. Quieren incursionar dentro los grupos de investigación para ver si están investigando en temas "pertinentes" o "impertinentes". En vez de preocuparse por las labores propias de su cargo se inmiscuyen en la marcha interna de los grupos de investigación.

La Administración Universitaria La Universidad solo debería reconocer jerarquías fundamentadas en la producción académica y científica. Sería una grave violación el uso de criterios políticos para asignar cargos de apoyo docente a la administración (Directores, Decanos, Rector, Vicerrectores, etc.). Sería un grave despilfarro de recursos que estas personas no aportaran valores a la universidad y su papel se redujera a la producción de firmas. Igualmente el Consejo Superior estaría conformado por personas de la más alta jerarquía científica. En ningún caso un funcionario o comité podría tomar decisiones que afecten actividades a cargo de personas de mayor jerarquía que él mismo, en particular, la elaboración de reformas a los Estatutos General, Profesoral y a los Reglamentos Académicos e Investigativos deberían promulgarse por organismos conformados por personas científicamente habilitadas para realizarlos. Para la Universidad toda investigación científica expresada en publicaciones de impacto necesariamente tiene relevancia social, económica y científica. Sería una grave violación de dichas libertades el comparar la "relevancia social y científica" de diferentes investigaciones.

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- La ministra de educación quien no tiene la “TIP de Academo”, saca un proyecto de ley de universidades y hace temblar de miedo a los profesores universitarios y a los intelectuales en general.

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La generación actual y las futuras La Universidad debería emprender un programa de renovación de la planta profesoral basado en la política de atraer los mejores candidatos independientemente de su lugar de procedencia. Obviamente podrían vincularse como profesores personas de altas calificaciones pertenecientes a los más diversos grupos sociales. Las plazas de profesores no tendrían "perfiles" predefinidos que pudieran excluir candidatos de excelente calidad con el fin de nombrar personas de menor calidad que, supuestamente, “si tienen el perfil”. En la actualidad, tales "perfiles" constituyen expresión de conflictos de intereses, obstáculos a la innovación y progreso de la ciencia, “endogamia académica” y violaciones de la Libertad de Cátedra e Investigación. Todo ello junto es violación de la Autonomía Universitaria.

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Deberá definirse un "programa de transición" que permita la búsqueda de la excelencia académica sin menoscabar los derechos adquiridos de la presente generación de profesores y estudiantes que han accedido a la universidad sin tener unas condiciones mínimas. En cuanto a los directivos, no debe haber contemplaciones de ninguna clase. No habría “programa de transición” para ellos. ¡Ya mismo deben dejarle el campo libre a los mejores relevos posibles!. En particular la universidad debe liberarse ya mismo de la politiquería. Lo de la "transición" merece ampliarse para evitar malos entendidos. No estoy llamando a una cruzada para sacar a los contratistas y subcontratistas. Es evidente que una nómina informal de muchos miles de profesores no tiene solo implicaciones académicas sino humanas. Es una grave anomalía que ha existido desde hace 50 años y que en vez de disminuir va en aumento (con crecimiento exponencial). También debemos reconocer que al lado de la violación de la excelencia académica se tiene un paternalismo barato. En muchos casos los cargos informales son la versión universitaria de los programas de "familias en acción", "familias guarda bosques", "comedores comunitarios", "red de informantes" etc, que utilizan el desempleo y la miseria para cultivar lealtades políticas. Es evidente que esa enorme nómina paralela y la posibilidad de que la universidad sea la única opción viable de empleo para muchas personas tienen un efecto real en la actual campaña para la rectoría. Recuérdense las campañas de reelección de Uribe.


Cerebro vs Cemento En Colombia, en la década de los 1960, se construyeron modernas sedes de varias universidades: Antioquia, Valle, Pereira, y otras. Después de eso los proyectos han sido más modestos. El crecimiento ha consistido en el llamado "aumento de la cobertura", manteniendo esencialmente las mismas construcciones y el mismo número de profesores. Los programas y los métodos de administración son esencialmente los mismos de hace 50 años. Las leyes de "Educación Superior" le dan soporte legal al clientelismo a todos los niveles, exceptuando, tal vez, el reclutamiento de estudiantes: nombramiento de directivos, de profesores y de empleados.

Brasil actualmente tiene la sexta economía del mundo. A ese crecimiento no es ajena su universidad. Noticia del 20 de enero de 2012: El físico Marco Antonio Raupp asume el próximo martes 24 de enero el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en Brasil, como parte de la reforma ministerial que está siendo realizada por la presidenta Dilma Rousseff, en su segundo año de gobierno. El modelo que implementa Brasil, desde los años 1950, y profundizado por los últimos gobiernos, tiene muchas enseñanzas positivas para Colombia. No se reduce a la construcción de modernos campus. Abren convocatorias para nombrar doctores como profesores en todas las áreas del conocimiento. Crean fondos de becas para financiar a los estudiantes de maestría y doctorado. De hecho, un alto porcentajes de nuestros egresados viajan a Brasil, y a cambio de la becas no deben dar ninguna “contraprestación docente”, tampoco necesitan desenvolverse como “profesores de cátedra”.

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Basta mirar las reglas de concurso para nombrar a los profesores "de planta". Allí se hace presente el clientelismo de la siguiente manera: (1) Definir "perfiles" de los cargos docentes que solo son cumplidos por ciertos candidatos afines a las personas que definen los perfiles; (2) Fijar un "reglamento" en el cual el 60% de la calificación se concede a unos ensayos escritos y una presentación y el 40% a la hoja de vida (de la cual solo el 15% se concede a la producción académica y científica); (3) Contratar unos "jurados" para que, en esencia, no nombren a quien ofrece los más altos indicadores; (4) Como si todo lo anterior fuera poco, se aseguran de que el mecanismo no falle imponiendo "letra menuda" llena de condiciones y restricciones burocráticas; (5) Finalmente, en la conformación de los jurados no falta un miembro de la dependencia que tiene la plaza, típico conflicto de intereses, “endogamia académica”.


Los países con las economías más prósperas, no solo Norteamérica, Europa y Japón, sino emergentes como Rusia, India, Brasil y China, ligaron su desarrollo a un sistema educativo de la más alta calidad. Nuestro país no necesita “reinventar el agua tibia” en este campo. Le bastaría aprender de la experiencia de esos países.

La administración universitaria En nuestro sistema no hay meritocracia. El rector se gana una verdadera Concesión, parecida a las que se ganó “el grupo Nule”. El haberle cargado el megáfono o haberle ayudado a redactar el "pensamiento acerca de la universidad" habilita para pertenecer al "equipo rectoral", fuera de concurso.

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Ha hecho carrera la idea de la "democracia universitaria" en el sentido de que puede ser un substituto de la Excelencia Académica. ¿Por qué es tan importante el cargo de rector? ¿Se ha realizado un estudio serio e independiente para descubrir los valores agregados, personalmente, por los pasados rectores? Es innegable que las actividades académicas tienen una dinámica que no requiere de la presencia de este personaje. Las instituciones colombianas, desde épocas inmemoriales, privilegian el poder sobre la capacidad de resolver problemas. El sistema es Paternalista y Autoritario. El directivo manda y define el rumbo, “ordenando que el sol salga a las 6 am y alcance su mayor brillo a las 12 m”. El que supuestamente fija la misión de la universidad, se limita a repetir lugares comunes y registrar aquello en lo cual él mismo no tiene la menor injerencia real. Todo esto ignora que por estar formada la universidad por personas que tienen Libertad de Cátedra y Autonomía Universitaria no requieren que nadie les diga lo que tienen que hacer, ni como lo deben hacer, ni los "controlen". ¿Entonces para qué se necesitarían los directivos? Para conseguir recursos, para apoyar y respaldar. Para mostrar el avance de los indicadores de Excelencia Académica. No se necesitan ni “Autoridades Universitarias” ni “Directivos”, sino simples Administradores. Se requiere que el alto equipo directivo se dedique a lo suyo y deje de inmiscuirse en los grupos de investigación o de trabajo académico. "Zapatero a tus zapatos".

Universidades de Garaje Colombia solo posee 38 universidades con más de treinta productos científicos citables en los últimos 5 años. Son instituciones que producen poco más


de 6 trabajos citables cada año. Ciertamente, Latinoamérica no es el mejor ejemplo a seguir. Sin embargo, con el mismo indicador, Argentina tiene 43, Venezuela 17, España 72, Cuba 21 instituciones que producen más de 30 trabajos citables. El 33% de las universidades de Colombia, 46% de Argentina, 36% de Venezuela, 75% de España, 49% de Cuba, 59% de Chile tiene al menos treinta productos científicos en la ventana de observación del reporte de la organización SCIMAGO. Del total de instituciones, los siguientes porcentajes de instituciones tienen al menos el 30% de su producción colocada dentro del quartil de calidad más alto, el Q1: Colombia 22%, Argentina 60%, Venezuela 21%, España 78%, Cuba 28%, Chile 54%.

UNIVERSIDAD Gran Colombia Católica Risaralda UniCiencia Manuela Beltrán EscColIng Externado de Colombia EAFIT UPB Rosario UIS Javeriana Valle Andes Antioquia Nacional

NÚMERO DE PRODUCTOS 1 1 2 12 18 27 143 287 377 655 687 1171 1347 1892 3352

PUESTO A NIVEL NACIONAL 112 101 100 61 52 43 15 8 7 6 5 4 3 2 1

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DEFINICIÓN: Una Institución Educativa Postsecundaria es una universidad de garaje si menos del 30% de su producción está en el quartil Q1 de SCIMAGO y si tiene en total menos de 80 productos por año. SCIMAGO coloca el umbral de 80 productos por año entre 2005 y 2009 para identificar “las mejores universidades”. Con la misma solo habría en Colombia seis verdaderas universidades. Si damos una definición relajada, permitiendo el 25% de los productos en Q1 y más de 50 productos por año, entonces solo son verdaderas universidades UN, UdeA, UlosA, UdelV, Javeriana, UIS, Rosario y UPB; el CES y EAFIT son de garaje pues solo aportan menos de 30 productos por año.


Los Ranking de Universidades Según QS la mejor universidad de Colombia es Los Andes. La "opinión" y el "prestigio" son inaceptables para ranquear cualquier cosa. Gran falencia de QS y proyectos similares. Si se usan los indicadores objetivos de SCIMAGO, la mejor de Colombia es la Universidad Nacional de Colombia y no Los Andes. La Nacional queda de 25 en Latinoamérica y Los Andes de 56 (y no de sexta como en QS), Los indicadores de QS son (1) reputación académica, (2) reputación entre los empleadores, (3) número promedio de alumnos por profesor, (4) número promedio de citas de los artículos, (5) número promedio de artículos por profesor, (6) fracción de directivos empleados y profesores con título de doctor, (7) visibilidad en la WEB. Los criterios (1), (2) y (7) son subjetivos y no académicos, incluso el (3).

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Los datos de SCIMAGO para las universidades de Latinoamérica, España y Portugal entán en, http://www.scimagoir.com/pdf/ranking_iberoamericano_2011.pdf En el mundo, la Nacional queda de 862 y los Andes de 1640, http://www.scimagoir.com/pdf/sir_2011_world_report.pdf Según SCIMAGO, la Universidad de Sao Paulo es la 13 mejor universidad del mundo, y la UNAM la 109. Según QS, ambas ocupan el puesto 169. He aquí los indicadores de SCIMAGO. Se refieren al tamaño de la investigación, al impacto y al grado de internacionalización de las instituciones. O: Output. El número total de documentos producidos. IC: International Collaboration. La fracción de los productos realizada con colaboradores internacionales. NI: Normalized Impact. Un porcentaje de comparación del impacto científico de la institución en comparación con la media mundial. Asi, 0.8 indica que la institución es citada 20% por debajo de la media mundial. Q1: High Quality Publications. El porcentaje de los productos de la institución publicados en revistas del cuartil Q1 de mayor impacto (25%). SI: Specialization Index. Es el “índice Gini” de distribución de las temáticas en las cuales se publica; el índice 0 indica una institución que desarrolla uniformemente todos los temas y 1 una que solo publica en un tema.


ER: Excellence Rate. El porcentaje de los productos científicos de la institución que pertenecen al conjunto del 10% de los artículos más citados en el respectivo campo. Sao Paulo: O = 40196, IC = 24.8%, NI = 0.8, Q1 = 39.4%, SI = 0.5, ER = 9.9. UNdeC: O = 3346, IC = 40.8%, NI = 0.6, Q1 = 30.7%, SI = 0.6, ER = 5.1. UdeA: O = 1892, IC = 50.2%, NI = 0.6, Q1 = 32.9%, SI = 0.7, ER = 6.9. Recientemente se publicaron los resultados de un estudio de universidades contratado con una firma de consultoría, BOT. En el documento no se informa quien contrató y financió el estudio. Reúne datos de las Instituciones de Educación Superior en: pruebas de Saber Pro, afiliación de los Egresados a Pensiones y Cesantías, dinero ingresado por concepto de Consultorías, clasificación de los Grupos de Investigación por COLCIENCIAS . Se determinó el promedio de los puntajes de los estudiantes en las pruebas Saber Pro. El porcentaje de los egresados que cotizan a una empresa de Salud y Pensiones. La cantidad de dinero recibido por consultorías dividido por el número total de estudiantes. La suma de un puntaje asignado a los grupos según su categoría dividido por el número total de estudiantes; a un grupo A1 le asignan 5 puntos, A 4, B 3, C 2, D 1 y sin clasificar 1.

El modesto éxito de nuestras 8 universidades que pueden considerarse que no son de garaje, no se ha alcanzado precisamente por los efectos de la politiquería sino a pesar de la misma.

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Si se mira la calidad de los productos, Latinoamérica y Colombia en particular salen mal libradas. Ninguna universidad de Colombia tiene productos cuyo impacto supere la media mundial. En Latinoamérica solo 9 universidades, de Uruguay, Costa Rica, Chile, Perú, Argentina, Brasil y Cuba igualan o superan la media mundial de citación en términos del índice ER y aproximadamente el mismo porcentaje 10 consiguen publicar la mitad de su producción en revistas de prestigio según el indicador Q1.

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Sobre las relaciones universidad-sociedad Julio González Z*.

T

engo que agradecer a la Asociación de Profesores Universidad por haberme invitado en este Foro, y por haberme propuesto el tema de las relaciones entre la universidad y la sociedad, porque sé que entre nosotros hay muchas personas que pueden hacer intervenciones más lúcidas y más bien documentadas sobre él. Pienso que entre los docentes de educación y de sociología, podríamos encontrar personas con mucha mayor competencia que yo, sobre este tema.

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Entiendo la invitación como un gesto de amistad y de confianza, que me compromete profundamente. Y quiero aclarar a mis pacientes oyentes, que hablaré desde el lugar de un profesor, ya viejo, que ha pasado en esta universidad más de las dos terceras partes de mi vida, y que no lo anima ningún propósito de candidaturas, ni puestos administrativos, pues aspiro a terminar mi carrera universitaria en un salón de clases compartiendo con los estudiantes lo que poco que he podido entender. Esta intervención no es un estudio sistemático, ni histórico, ni teórico sobre las relaciones entre la universidad y la sociedad, que han sido tan complicadas y han adquirido, a la largo de la historia, una facetas muy complejas; me anima el propósito de compartir con ustedes algunas intuiciones, ciertas percepciones y por qué no decirlo, cierta inquietud y cierto pesimismo, sobre la forma en que estas relaciones se conciben y practican entre nosotros e inclusive, en otras latitudes, hoy en día. Muy precariamente y obviamente sin rigor histórico, podríamos señalar dos estilos y dos tiempos en las relaciones entre la Universidad de Antioquia y la sociedad. La década de los setenta y los ochentas, posiblemente represente un primer modelo caracterizado por una separación tajante, por no decir, una

* Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia. Versión escrita de la ponencia presentada en el Foro Organizado por la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia, denominado “Perfil de la rectoría 2”, realizado el día 24 de enero de 2012.


abierta hostilidad entre la universidad y la sociedad. Las mallas de la universidad encerraban un micromundo, que no quería saber qué ocurría afuera, y ese afuera, también mirada a la universidad como un mundo aparte, con el cual no era posible ninguna relación o esa relación bordeaba el desprecio absoluto. En los primeros años de los años noventa, se pretende derribar, obviamente en un sentido figurado, esas mallas para entablar una relación que se empieza a considerar necesaria. Ese proceso de restablecimiento de las relaciones de la Universidad de Antioquia con la sociedad, creo que no ha hecho sino fortalecerse. El ensanchamiento de la extensión, de la investigación, el crecimiento acelerado y sostenido de los posgrados en todos los niveles, creo que muestran ese ánimo de establecer nuevos contactos. Que la universidad ofrezca a la sociedad, a las empresas y al gobierno, sus servicios; que los egresados regresen a la a la universidad a cursar estudios de mayor nivel, que contraten investigaciones con empresas, son algunas de los síntomas de ese deseo de restablecer unos lazos con el mundo exterior. Tal vez el programa de regionalización sea uno de los ejemplos más paradigmáticos de mirar hacia donde la universidad no lo había hecho por décadas, por no decir, que desde su nacimiento.

Como todos ustedes saben, la universidad realiza dos tipos de programas de extensión; el primero, cada vez más despreciado, es la extensión solidaria y una segunda forma de extensión rentable –cada vez más fortalecida- . Aun cuando las dos deben ser enfocadas en su doble aspecto de servicio social y de ejercicio académico, me temo, que el privilegio que le estamos concibiendo al segundo, nos embarca en una empresa que puede desdibujar el sentido de la universidad. En primer lugar, porque muchas veces esos programas de extensión contratados pueden en la práctica constituir una especie de competencia desleal para nuestros mismos egresados, pues obviamente, en el mundo del mercado, la Universidad, en principio tiene una infraestructura y está dotada de unas ventajas derivadas de su personal y de su tradición, que hace que un grupo de egresados, que quisiera competir, se vería aplastado. Me estoy refiriendo especialmente a programas de consultoría y de asesorías. En segundo lugar, porque esos programas implican la contratación de algunos egresados en condiciones de precarización del trabajo, con vinculaciones a términos fijos

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El crecimiento de esos programas, podría, a primera vista, inducirnos a pensar que tenemos unas buenas relaciones con la sociedad y dado por supuesto que esas relaciones son importantes para ambas partes, darnos por satisfechos. Pero me temo que el balance, por lo menos en algunos aspectos puntuales y quién sabe si en conjunto, no es de ninguna satisfactorio. Quisiera detenerme brevemente en algunos puntos específicos. En la extensión.

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que no hacen sino reproducir, en la misma universidad, uno de los aspectos más siniestros del modelo de trabajo impuesto actualmente. No deja de llamar la atención, por otro lado, que el edificio de extensión de la universidad, se haya convertido en una unidad productiva que exige el pago de estipendios a las dependencias universitarias para realizar programas universitarios. En un momento anterior en la vida de la Universidad de Antioquia, esto sería un gesto escandaloso. Y tampoco debe pasar desapercibido el hecho de que sea a partir de programas de extensión rentables, que la universidad ha pretendido paliar las dificultades del abandono estatal de la financiación a la que está obligado; en lugar de levantar un reclamo justo sacrificamos algunos de nuestros principios para paliar el efecto del abandono estatal.

En la regionalización

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Creo que también es necesario que se mire el programa de regionalización. Advierto que es un programa que estimo particularmente importante, pero frente al cual la universidad tiene que ser muy cuidadosa para no caer en una carrera alocada que nos dé muchos indicadores con poco contenido académico y social. En primer, muchos de esos programas, como por ejemplo, el de Derecho, funcionan en unas condiciones muy precarias de apoyo bibliográfico. Se han hecho algunos esfuerzos que resultan todavía demasiado pequeños. Son programas que llegan a las regiones, realizan una o dos cohortes y se van. Es decir, operan como verdaderos programas golondrinas. Por otro lado, habría que preguntarse hasta dónde realmente los programas que la universidad ofrece, obedecen a problemas sentidos en las regiones y no a simple deseos de algunas personas de llevarlos allá, con intereses a veces no muy claros. Ante la resistencia o la imposibilidad de muchos profesores vinculados a la universidad, para participar en estos programas, hace que se encarguen de los cursos profesores de cátedra, que sólo tienen ese vínculo con la universidad, y por lo tanto desconocen las orientaciones que rigen a sus programas en la sede central. Son profesores, que de alguna manera, representan el círculo más intenso del infierno de los profesores de cátedra: aquellos que ni siquiera tienen un contacto con la universidad central.


En muchas de las regiones, se encuentran personas responsables del programa que sólo tienen una vinculación administrativa y que no tienen ninguna competencia ni autoridad académica para manejar el programa. A lo sumo controlan los viajes de los profesores y no pueden ser interlocutores válidos, desde el punto de vista académico y a veces ni siquiera administrativo, con los estudiantes. Creo que sería necesario unos programas con mayor vocación de permanencia, que realmente correspondan a las necesidades de las regiones y que la universidad no haga presencia ocasional sino que establezca vínculos reales y fuertes con las regiones, de tal manera que no simplemente se lleve unos profesores sabios unas cuantas horas sino que se creen unas condiciones para producir saber que realmente redunde el mejoramiento de las condiciones de sus habitantes, y no sólo de los pocos que pueden acceder a los programas.

En la docencia.

Me parece que es necesario que frente al precariedad de las condiciones laborales de tantas personas, no se diga que hay que buscar un tratamiento retóricamente digno por en la realidad es imposible, sino, que, evocando una malhadada frase de un expresidente, que los profesores de cátedra hay que reducirlos a sus justas proporciones.

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El número creciente de profesores de cátedra, de profesores ocasionales y empleados provisionales, es una situación que ha sido reconocida como sumamente problemática por muchas personas. La manera como puede afectar, entre otros aspectos, la continuidad de los programas, la dignidad de los servidores universitarios, la posibilidad de un mayor acercamiento con los estudiantes, son algunos de los aspectos que se han puesto en discusión. Sin embargo, hay un enfoque que debería también llamarnos la atención: ¿esa ingente cantidad de profesores de cátedra, ocasionales y empleados con precarias condiciones laborales, no hacen parte de esa sociedad con la que la universidad debería establecer unas relaciones de acuerdo con sus principios y su misión? Desdice mucho de las relaciones de la universidad con la sociedad el hecho de que la mayor parte de sus servidores sean tratados como extraños, los cuales están excluidos de ciertas actividades y se consideren apenas como una cantidad de horas contratadas. Que estos servidores tengan que afrontar periódicamente la incertidumbre de su permanencia en la universidad, la continuidad de su trabajo, es probablemente una de las muestras más de lo insegura que ha vuelto la Universidad para muchas personas.


Los posgrados Desde la masificación de los de los posgrados en la Universidad en la década de los noventa, estos han sido mirados con criterios económicos. Deben ser autosostenibles económicamente y por lo tanto su operación se condiciona a su rentabilidad.

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Ya casi la mayoría de esos programas han salido físicamente de la Universidad. Es entendible que esa apenas sea una respuesta justificada a la escasez de espacio en la ciudad universitaria, pero sin duda refleja con toda claridad la existencia de varios modelos de universidad. La una, la de la ciudad universitaria, es decir, el pregrado, con sus problemas, sus tropeles, y sus desórdenes, y otra universidad, del afuera, que trabaja con toda precisión, que resulta rentable, cuyos cronogramas se cumplen con una precisión tal que a veces se privilegian el cumplimiento de plazos antes que la calidad académica y que sobre todo trata a sus alumnos como clientes que pagan bien y los que hay que entregarles el servicio justo a tiempo. Debe resultarnos preocupante que las autoridades universitarias repitan con tanta frecuencia que la universidad está trabajando normalmente porque lo único que se ha afectado son los programas de pregrado de la ciudad universitaria. Este es entonces, un panorama muy incompleto y muy sucintamente tratado, pero me permite compartir el diagnóstico que se viene haciendo sobre las universidades, en distintas latitudes: con el pretexto de acercarse a la sociedad, las universidades se han entregado a los dictados del mercado. “Como lo señala el sociólogo alemán (Wolfgang Schluchter), la multiplicación sucesiva de títulos (licenciaturas, maestrías, doctorados, posdoctorados, especializaciones y así de seguido), el sistema de créditos y el direccionamiento de recursos hacia otros sectores, están minando la autonomía de las disciplinas (sociología, antropología, psicología, etc.), pretendiendo adaptar las universidades a la empresa y funcionando ellas mismas como competidoras en la oferta para la venta de productos en el mercado. Y agrega: “Se busca formar estudiantes en capacidades que luego puedan utilizar en el mercado de trabajo. Con esto se pierde algo que era esencial para la universidad alemana: la idea de que estudiar era una tarea en sí misma (…) las carreras tiene que ser <acreditadas>, hay <agencias de acreditación>, procedimientos de evaluación, todo debe ser evaluado. En esta manía evaluadora, que a la vez devalúa la universidad sometiéndola vaya a saberse a qué nivel académico y pedagógico de valoración, predomina también el sacrosanto y burocratizado procedimiento”.1 1 SIPERMAN, Arnoldo. La ley romana y el mundo moderno. Juristas, científicos y una historia de la verdad. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2008. Pág. 199.


Este afán que observamos en la Universidad de Antioquia, por los indicadores, por las comparaciones, por las cifras; esa falta de pudor para hablar de que somos una empresa de conocimiento con sus insumos, sus recursos humanos y sus productos, creo que en lugar de enorgullecernos, debe hacernos reflexionar seriamente, por los peligros que arrastra para la existencia de la universidad como entidad académica por excelencia. Esos peligros los puntualiza Siperman: “Es la mercantilización del espacio académico convertido en puro negocio, comercializable bajo el rubro más comprensivo de “servicios educativos o de enseñanza”. Se trata de una redefinición engañosamente requerida para darle transabilidad internacional de modo de poder incluirlo en las regulaciones de la Organización Mundial de Comercio y otros sistemas internacionales como un servicio más, con grave mengua del sentido mismo de los procesos educativos; procesos que tienen una incidencia nada desdeñosa en la función histórica de separar saber legítimo de charlatanería banal. Todo esto tiene efectos políticos más que considerables al cerrar el paso a cualquier estrategia que pudiera interferir con las exigencias del mercado”.2

Y finaliza:

Sé que sería injusto atribuir, totalmente, este panorama a la administración de la universidad como sería de iluso pretender que la nueva administración podría cambiar radicalmente esta situación. Pero por avasallante que parezca el paso del mercado, no es de ninguna manera irreversible. Creo que es posible retrotraer algunos de sus efectos más siniestros, siempre y cuando recordemos que la universidad es el espacio social por excelencia para la producción y la transmisión del saber y que esta es una tarea, que cualquier sociedad que la ha tomado en serio, sabe que es un propósito de largo plazo. No podemos confundir la tarea de la universidad con la

2 SIPERMAN, Arnoldo. La ley romana y el mundo moderno. Juristas, científicos y una historia de la verdad. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2008. Pp, 199-200. 3 SIPERMAN, Arnoldo. La ley romana y el mundo moderno. Juristas, científicos y una historia de la verdad. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2008. P, 201.

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“Si los esablecimientos universitarios tienen hoy las características certeramente señaladas por Chuchter –por cierto que no solamente en Alemaniay destacadas por la comisión Gulbenkiean, es porque su cometido debe desempeñarse en un clima dominado por el principio de la eficiencia, puesta al servicio acrítico del mantenimiento del status quo político y económico, que prefiere los negocios a las humanidades, la competencia a la solidaridad y la destreza técnica al pensamiento autónomo”3.

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producción de nuevos artefactos, en esa alocada tarea que nos insinúan por todas partes de que debemos ser innovadores. Las sociedades, inclusive como la nuestra, también tieneN cosas que conservar, valores que rescatar y tienen sobre todo la tarea de formar personas que puedan cambiarla y hacerla mejor y esto no se logra simplemente produciendo productores. Desde finales de la década de los años treinta del siglo, el gran sociólogo Robert Merton, explicaba la alta criminalidad de la sociedad norteamericana por el desmesurada influencia económica que se han había apoderado de sus instituciones más importante como la educación, la familia, el deporte, las artes. Por paradójico que hoy nos pueda parecer, denominaba a las respuestas criminales como innovadoras. Resaltaba que esas respuestas innovadoras aparecían por el afán desmesurado de la competencia y por la relajación ética que se produce cuando los fines del triunfo, permiten a acudir a cualquier medio para lograrlos.

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Debe llamarnos la atención, entonces, que hoy se proclamen como valores la competitividad. La competitividad es lo más contrario que uno puedo imaginarse a la solidaridad. Cuando proponemos la competitividad, estamos colocando a cada profesor, a cada estudiante, a cada empleado, a cada grupo de investigación y de trabajo, como los oponentes de los demás. No creo que sea una base sólida y siquiera deseable, para una tarea social como la educación. Como lo ha dicho Jorge Eliécer Martínez Posada: “…, en la actualidad, la educación superior colombiana termina subordinando las posibilidades ontológicas de creación a las exigencias innovadoras y empresariales del capital global”4 Este es el rumbo que debemos revertir. No podemos seguir pensando, en palabras del mismo Martínez Posada que “potencia y creación son ahora Competencia e Innovación”5.

4 MARTÍNEZ POSADA, Jorge Elíécer. “Bipolítica y educación: un análisis de discursos gubernamentales sobre la educación superior como lugar de producción de la subjetividad en Colombia 1991-2005”. En: MONTOYA, Mario y PEREA, Adrián (editores). Michel Foucault. 25 años. Problematizaciones sobre ciencia, pedagogía, estética y política. Universidad Francisco José de Caldas, Bogotá, 2011, p, 102. 5 MARTÍNEZ POSADA, Jorge Elíécer. “Bipolítica y educación: un análisis de discursos gubernamentales sobre la educación superior como lugar de producción de la subjetividad en Colombia 1991-2005”. En: MONTOYA, Mario y PEREA, Adrián (editores). Michel Foucault. 25 años. Problematizaciones sobre ciencia, pedagogía, estética y política. Universidad Francisco José de Caldas, Bogotá, 2011, p, 99.


Y qué mejor manera de restablecer una verdadera relación sociedad-universidad, que empezar por rehacer las relaciones con los estudiantes, considerándoles como copartícipes en la construcción y no como una de sus más graves amenazas, tratar a los profesores y empleados como algo distinto a horas que se pagan, así tengamos que renunciar a las efímeras y rápidas ganancias que nos puede ofrecer una relación esterilizante con el mercado. Medellín, enero 24 de 2012.

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Elección de rectoría y democracia

Francisco Cortés Rodas

Instituto de Filosofía Universidad de Antioquia

Y

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a hace unos meses, cuando se realizó la elección de los representantes profesorales al Consejo Superior de la Universidad de Antioquia, escribió el profesor Mauricio Alviar Ramírez en el Blog de los profesores Juan Carlos Amaya y Jorge Antonio Mejía: “Adicionalmente, considero que en esta coyuntura del Consejo Superior, no resulta pertinente para el profesorado, tener otro miembro en la Corporación, del campo de la Medicina. Con todo el respeto que merece el profesor Carlos Enrique Yepes por sus calidades personales y profesionales, considero que el Consejo Superior debe tener un mayor equilibrio en las visiones sobre la Universidad. Ya contamos con cuatro médicos que votan, un médico con voz y sin voto y dos médicos invitados. Es importante, insisto, que en el Superior haya voces desde diferentes perspectivas”1. El profesor Alviar Ramírez tiene toda la razón. Y sobre esto opiné en el mencionado Blog: “Es contrario a toda posibilidad del pluralismo y de la democracia que el Superior esté conformado de esta manera, cuatro médicos que votan, un medico con voz y sin voto y dos médicos invitados. Es importante que en la Universidad de Antioquia se plantee de forma crítica y seria la composición del Superior. No solamente quiénes están ahí, sino el número de personas que lo conforman”2. Sin discutir, por ahora, los procedimientos de elección, me parece que hoy, en esta coyuntura crítica por la que pasa la Universidad, es muy problemático que estén en el Superior tantas personas representando intereses del gobierno y de sectores externos y que no haya más representantes de los estamentos universitarios. Ahora bien, ya se dio este proceso de elección y los profesores Juan Carlos Amaya, de la Facultad de Derecho, y Jorge Antonio Mejía, del Instituto de 1 Mauricio Alviar Ramírez, en: Blogspot de los profesores Juan Carlos Castrillón y Jorge Antonio Mejía. 2 Francisco Cortés Rodas, en: Blogspot de los profesores Juan Carlos Castrillón y Jorge Antonio Mejía.


Filosofía, son los representantes profesorales en el Superior. Esto quiere decir, según lo planteado que el Consejo Superior podrá tener de aquí en adelante un poco más de equilibrio en las visiones sobre la Universidad.

Que las instituciones estatales, que aportan parte de los recursos para el funcionamiento de la universidad, tengan representantes en el Consejo Superior Universitario es necesario y razonable. Pero esta representación debería darse en el marco de unas condiciones de equitativa participación democrática para todos los universitarios, que no se da como vamos a ver más adelante. Uno de los problemas de la constelación de poder existente en este momento en la Universidad pública es que los intereses del gobierno y de otros sectores externos se han convertido, en muchos casos decisivos, en unilaterales y excluyentes. A pocos meses de la elección de un nuevo rector se habla en muchos lugares del campus del perfil que debería tener. Entre las posibles candidaturas que suenan hasta este momento están3: un profesor de la Facultad de Ciencias 3 No hay hasta el momento ningún candidato que haya ratificado públicamente su interés en participar en esta competencia por la rectoría. El proceso formal de inscripción apenas va a comenzar. No me refiero en los perfiles de posibles candidatos a determinadas personas.

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Este hecho académico y político está muy bien. Se puede hablar del inicio de un giro en la estructura de poder en la Universidad de Antioquia. Considero, sin embargo, que este giro en la estructura de poder es absolutamente insuficiente. Lo es si se consideran las aspiraciones democráticas y de participación que los profesores, estudiantes y trabajadores de la Universidad de Antioquia podrían realizar si el Consejo Superior, el Consejo Académico, los Consejos de Facultades, Escuelas e Institutos, y otras instancias de decisión de la academia y la investigación, estuvieran conformadas de forma más plural. De todas maneras, en el Superior se da de facto una clara constelación de poder en función de los intereses del gobierno y de sectores externos. En el Superior participan, como lo establece el artículo 64 de la ley 30 de 1992, el Ministro de Educación o su delegado, el Gobernador, un miembro designado por el Presidente de la República, un ex rector, un representante de las directivas académicas, uno del sector privado, uno de los estudiantes, uno de los profesores y uno de los egresados. Los profesores y los estudiantes están débilmente representados frente a los miembros del gobierno o frente a las eventuales alianzas de los representantes del gobierno con el representante del sector privado y/o el ex rector, y/o el representante de los egresados. El Estado, al haberle dado una fuerte influencia al gobierno en la conformación de los Consejos Superiores, menoscabó la autonomía universitaria, sin llegar a violarla, como lo dijo la Corte Constitucional en la sentencia C-589 de 1997.


Agrarias, un profesor de la Facultad de Economía, un profesor de la Facultad de Salud Pública, un profesor de la Facultad de Medicina, un profesor de la Facultad de Derecho y una persona externa a la Universidad con habilidades empresariales y ejecutivas. De estos posibles postulados voy a comentar, por ahora, dos probables perfiles: el de un médico y el del candidato externo a la Universidad. Estas dos posibles candidaturas, con independencia de las personas que las lleguen a representar, son muy problemáticas en la coyuntura actual de la Universidad y del país.

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Una persona externa a la Universidad no debería ser un problema si esta persona proviene de la academia universitaria; pero es un problema, si en lo que se piensa es en un empresario, en un super-ejecutivo, en un rector que pretenda transformar a la segunda Universidad pública más importante del país en una institución empresarial. El super-ejecutivo, con importantes habilidades empresariales, no ocupará la rectoría para desarrollar programas en función de implementar y profundizar una visión humanista y democrática de la universidad, sino más bien, aplicará, esperaría uno, una visión tecnocrática de la educación, como la que viene impulsando Colciencias de forma tan equivocada. (Es probable que esté equivocado) Esta visión tecnocrática de la educación es problemática porque con el cambio de los programas de Ciencia, Tecnología y Sociedad, por los de Ciencia, Tecnología e Innovación, se han eliminado los programas de Sociedad. Con esto seguramente se buscará incorporar, la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación a los procesos productivos, para incrementar la productividad y la competitividad que requiere el aparato productivo nacional. Esto último es fundamental en el país y las universidades tienen que jugar un papel importante en la dimensión del crecimiento económico de la sociedad, pero la universidad no se puede orientar sólo por el crecimiento económico, ni concebir la educación como una enseñanza a los estudiantes para que sean productivos económicamente. La Universidad de Antioquia, por sus dimensiones, por el número de estudiantes, profesores, por la cantidad de sedes, programas, proyectos, corporaciones, requiere de un super-empresario o super-ejecutivo en las altas instancias de la administración. Pero pensar en un gerente no puede querer decir en un gerente que reemplace la figura de un rector. Así, que la fórmula no debe ser un gerente que reemplace la figura de un rector, sino más bien, un rector con un muy buen equipo gerencial. Que nuevamente un médico sea el rector de la Universidad es un asunto complicado institucional y democráticamente. Es importante decir, primero, y con toda claridad, que si el mejor candidato que se postule, –por sus méritos, experiencia académica, investigativa y administrativa–, es un médico, pues él debe ser el rector. Pero hay que decir, en segundo lugar, que después de tan-


tos años de gobierno de los médicos en la rectoría, sería muy importante que profesores o profesoras de otras facultades, escuelas o institutos, con otras visiones sobre la Universidad, ocuparán el más alto cargo del Alma Mater. Si este cambio no se da, atendiendo por supuesto a las reglas de la competencia por la rectoría en el espacio abierto, libre, crítico y deliberante, esto constituiría un déficit democrático. Políticamente, lo que existe en este momento en la Universidad de Antioquia es algo que puede ser denominado “representación estamental”. En la Universidad ciertos grupos privilegiados sostienen una estructura de poder en función de sus propios intereses, académicos y científicos seguramente, pero realizados a partir de una valoración unilateral de sus logros y resultados. Lo que se tiene que plantear en la Universidad es cómo ponerle fin a este tipo de representación y cómo crear otra forma de representación, igualitaria, democrática, deliberante y participativa. Y ésta es la que requiere hoy la Universidad de Antioquia y la Universidad pública, en general.

Significa simple y llanamente que los derechos políticos de los demás estamentos (profesores, estudiantes y trabajadores), y grupos (facultades, escuelas e institutos), que han devenido en los tres últimos lustros ciertamente nulos, seguirán siendo nulos. Los derechos políticos de estos últimos son nulos porque el orden político que se ha estructurado en la Universidad de Antioquia en los últimos años ha creado un estado de cosas en el que se justifica una organización por estamentos, cuya participación política está ligada a su especificidad, a sus diferencias y a los privilegios otorgados por su posición dominante en la universidad, y en esta organización los grupos de las facultades mencionadas han ejercido el poder de forma dominante.

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En la forma de representación estamental, como la que existe hoy en la Universidad de Antioquia, las Facultades de Medicina, Salud Pública, Ciencias Económicas, Educación e Ingeniería, entre otras, tienen una gran parte del poder. El Consejo Superior ha estado compuesto en los últimos años por una amplia mayoría de médicos, que no han llegado allí en virtud de que son médicos, sino por sus méritos, pero que, quiéranlo o no, representan unos intereses y una visión de la universidad. La rectoría la han ejercido en los tres últimos lustros dos médicos: Jaime Restrepo Cuartas y Alberto Uribe Correa. Con todo el respeto que ellos se merecen por sus calidades personales, y profesionales, considero que la rectoría de la Universidad de Antioquia debería ocuparla un profesor o profesora de otra Facultad, Escuela o Instituto. La universidad debe darle paso a otras visiones y perspectivas. Ahora bien, si este cambio no es posible esto no sería bueno ni para la democracia ni para la universidad. ¿Qué significa esto?


Al no haber la posibilidad de expresión desde diferentes perspectivas, los otros estamentos universitarios y grupos de poder siempre van a estar en minoría frente a los grupos dominantes. Los otros grupos de poder y estamentos universitarios no han tenido, en los tres últimos lustros, suficientes y auténticos representantes. Así que se puede afirmar que sus derechos políticos son nulos. ¿Cómo pueden estos grupos superar esta situación? Para llegar a ser algo políticamente hablando en la Universidad de Antioquia los otros grupos de poder (facultades, escuelas e institutos) y estamentos universitarios (profesores, estudiantes y trabajadores) tienen que demandar, entre otras cosas, primero, que se aumente su representación en el Consejo Superior Universitario para que no sea numéricamente inferior a la de los representantes de los sectores externos. Esto implica replantear la conformación del Consejo Superior Universitario, perspectiva que se abrió con la posibilidad para hacer otra ley de educación y de modificar el artículo 64 de la ley 30 de 19924.

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En segundo lugar, deben exigir un modificación de las formas de participación en el Consejo Académico, los Consejos de Facultad, Escuela e Instituto y de otros espacios de decisión como el Comité para el Desarrollo de la Investigación –CODI–, y deben exigir que la consulta y votación para la elección del rector no sea simbólica, sino que tenga algún efecto vinculante en la decisión del Superior. Si se plantea un cambio en la forma de representación, es decir, un cambio en la estructura del poder democrático en la Universidad de Antioquia, se tiene que caer la forma de representación por estamentos; y si esto sucede, el camino que se abre es el de la representación igualitaria, democrática, deliberante y participativa. Esto significaría que cambiaría no solamente la forma de entender la política, sino también, el modo de organización de la universidad. Ya no se tratará más de representar grupos particulares de la universidad o intereses parciales de ciertos grupos ante el gobierno universitario, sino más bien, de darle forma a la voluntad política de nuestra comunidad académica e investigativa. La universidad requiere cada vez más de la verdadera existencia del gobierno democrático y participativo. El movimiento estudiantil acaba de dar un muy importante paso en la conquista de espacios democráticos y de participación al conseguir mediante la resistencia, la protesta y el paro, hacer valer su voz para poder participar políticamente en el proceso de construcción de una nueva ley de educación. En el proceso de elección del nuevo rector la universidad debe estar muy atenta a estas nuevas realidades, exigencias y demandas. 4 Véase el análisis de una propuesta de cambio del Consejo Superior realizada por Juan Carlos Amaya Castrillón, “¿Democracia en la Universidad de Antioquia?” http://representante-profesoral-csu.blogspot.com/2011/11/ democracia-en-la-universidad-de.html


El rector de una Universidad pública debe ser una persona formada en la academia y en la investigación, con doctorado y ojalá con estancias de investigación post-doctoral. El rector de una Universidad pública debe ser una persona con una profunda sensibilidad social, con un sentido profundo de equidad, justicia e igualdad. Debe ser una persona que crea en lo público y en la universidad pública. Debe ser una persona con un conocimiento de la historia, de la política, de los problemas más graves que aquejan nuestra nación, como son las radicales desigualdades, inequidades, la pobreza y la violencia. Y un rector de una Universidad pública debe ser capaz de proponer alternativas a estos problemas, o mejor, debe ser capaz de plantear cómo la universidad puede proponer y construir estas opciones.

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Rectoría y proyecto de ley Gonzalo Jaramillo Delgado

Profesor asociado Facultad de odontología Universidad de Antioquia.

P

ara encontrar los retos que debe afrontar la rectoría de la universidad en el presente, se hace necesario hacer un análisis situacional de lo que ha sido el procesos de las dos ultimas coyunturas vividas en el seno de la universidad de Antioquia. Ellas tienen que ver con la democracia al interior de la universidad, a partir de la elección de cargos dignatarios para la universidad cono son la elección de decanos y el hundimiento de la propuesta de la nueva ley de educación superior impulsad por el gobierno de Juan Manuel Santos.

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En este proceso la comunidad académica ha debatido ampliamente sus propuestas y reivindicaciones a la luz de lo que representa la idea y los ideales de un sistema universitario que se debate entre la universidad que tenemos, la que nos posibilitamos y la que soñamos. La que tenemos se da en el día, día partir de aquellos modelos hegemónicos impuestos por la sociedad de mercados y que ampliamente se ha caracterizado por ser una universidad que privilegia la relación con el estado y la empresa, universidad de las estandarizaciones y de la competencia desmedida, la cual padecemos, sufrimos y asistimos desde un estado de conciencia intransitiva1, en el que el lessferismo, el quietismo y la inmovilidad son sus constantes. La universidad que nos posibilitamos, animada por un estado de conciencia transitiva2 se ha enmarcado en el terreno de la lucha y las movilizaciones sociales, detrás de territorios posibilitadores; una universidad intencionada que se reivindica y emprende la búsqueda de actos y acciones que por momentos y oleadas logra victorias en el terreno de la lucha democrática y la acción participativa. La universidad que soñamos, la cual esta por inscribirse, será el resultado y producto de una masa critica3; la cual se empezado a construir a partir de las 1 FREIRE, P. Educación como práctica de la libertad. Madrid : Siglo XXI, 1989. pgs. 35-58 2 Ibídem. 3 Ibídem


diferentes propuestas de trabajo para afrontar el proyecto de construcción de una propuesta de educación o educaciones posibles4 , lo que exige una nueva comprensión del sistema educativo, a partir de posibilitar una reforma acorde con las condiciones sociales, políticas y económicas que nuestro país exige. Es precisamente en el marco de estos dos últimos modelos, los que trazan los primeros retos que debe tener quien aspire a conducir los destinos de la universidad, para poder invertir el modelo hegemónico de universidad distante y distanciada de la realidad. Este reto se expresa de manera especifica en la condición de ciudadano que se plantea las preguntas, aquellas que de manera responsable se viene haciendo la comisión de reforma de la Educación Superior de la Facultad de Educación, desde su propuesta de precabildeo por una educación posible: “Cual es la sociedad que tenemos?; ¿la sociedad que desearíamos construir?; ¿la idea de sociedad y de sujeto que se necesita formar ¿; ¿ la educación que lo hará posible?; y ¿Cuáles los roles que deben cumplir las diferentes instituciones para garantizar que esa educación sea posible?”5.

Los primeros de estos tres retos, se encuentran explícitos en el preámbulo del pronunciamiento, del citado texto y sus implicaciones exigen de los candida-

4 Universidad de Antioquia, Facultad de Educación. Comisión de reforma de la educación superior. Hacia la construcción de una propuesta de reforma de la educación y de la educación superior. Propuesta de trabajo borrador. Noviembre 25 de 2011 5 Opcit. pg4 6 Mesa Amplia estudintil MANE. http://manecolombia.blogspot. com/2011/11/pronunciamiento-la-opinion-publica.html 7 PEARCE, W. Barnett. Nuevos modelos y metáforas comunicacionales: el pasaje de la teoría a la praxis, del objetivismo al construccionismo social y de la representación a la reflexividad. �En: FRIED S., Dora (comp.). Nuevos paradigmas cultura y subjetividad. Buenos Aires: Paidós, 1994. p. 279: “Hablo (…) de la fuerza implicativa (lo que la acción realizada implica para el contexto). Y es dable imaginar una situación en la cual una cierta acción tenga suficiente fuerza implicativa como para cambiar el contexto en que sucede”.

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Es en el marco de estas educaciones posibles y del pronunciamiento de la MANE, Mesa Amplia Nacional Estudiantil, de noviembre de 20116, después del exitoso hundimiento de la propuesta profundizadora de la mercantilización de la educación, donde es posible encontrar nuevos retos, los que con fuerza implicativa7, se convierten en derroteros para quien desee dirigir los destinos de la universidad publica. Estos es posible evidenciarlos a partir de la estructura del texto propuesto por los estudiantes para la nueva propuesta del proyecto transformador de la educación superior, el cual deriva del programa mínimo a negociar con el gobierno nacional.


tos a la rectoría que se asuman pronunciamientos abiertos a favor de la educación como derecho y una rotunda contrariedad contra las propuestas neoliberales que hacen de los derechos mercancías. Así mismo actos compromisorios a favor de posibilitar y participar de una unidad programática y organizativa, que fecunden una unidad de acción de los diferentes estamentos y sus organizaciones para proponer y “construir una alternativa de universidad y de educación de cara a los desafíos del país” con base en el programa mínimo difundido. Finalmente una voluntad para dialogar y negociar las problemáticas mas apremiantes en las que se debate la universidad actualmente (presencia de las fuerzas policiales en los campus universitario, los actos violentos, la seguridad, los pliegos y reivindicaciones salariales de los profesores, vinculados y de catedra, y los del personal administrativo, entre otros)

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Los segundos se desprenden de manera articulada del programa mínimo propuesto y tienen que ver con declararse abiertamente defensor de la financiación estatal adecuada, con base presupuestal para poder a bordar el conjunto de requerimientos en favor de una calidad: que incluye talentos humanos (profesores y personal administrativo) suficientes y bien pagos, con una seguridad social completa, con programas de bienestar que realmente respondan a las necesidades reales de los estamentos. Exigente ante los entes nacionales y gubernamentales de los pagos de la deuda histórica que han acumulado con la universidad, sus estamentos e infraestuctura. Declarse veedor del congelamiento de matriculas y de la gratuidad en las universidades publicas. Critico de las gestiones presupuestales que favorecen la guerra y constriñen la educación de la sociedad. Promotor de cuerpos colegiados nombrados democráticamente con autonomía y con la participación de los estamentos. Facilitador de las libertades democráticas y de las convocatorias abiertas inscritas en el terreno de los derechos ciudadanos. Finalmente los terceros, derivados de los mecanismos que se van abriendo camino para tener un proyecto de universidad abierta a la sociedad. Deben implicar un todo favorecedor de una ética y compromiso que se difunda desde un accionar rectoral que respalda y se compromete con la coyuntura para tener un proyecto universitario que se concreta en el respeto a la movilización, la garantía a la participación, favorecedor de la organización gremial de profesores, estudiantes y trabajadores. Fomentador del debate, las discusión de las propuestas por las educaciones, dentro de un marco del derecho ciudadano y de los mecanismos de participación ciudadana como las propuestas constitucionales “abiertas”, como los cabildos, las asambleas constituyentes, los congresos de los pueblos, entre otras. Finalmente el reto mayor que debe asumir un rector en las actuales circunstancias esta alrededor de la propuesta de exposición de motivos que nos presenta


el profesor Carlos Arturo Gamboa de la universidad del Tolima8, “contra lo poco que queda de lo público en el sistema educativo superior, la opción de reformar es la menos adecuada. Maquillaje de saltimbanqui son las reformas pasajeras, se requieren cambios estructurales. Atrevamos una propuesta de nueva ley de educación concreta, como nuestras necesidades cambios estructurales que se atreve, una propuesta EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

8 Gamboa .C. Sistema Educativo: ¿Crisis o inviabilidad?. El reformismo agazapado. Enero 22, 2012. Disponible en: http://tutorcarlosgamboa.blogspot.com/#http://tutorcarlosgamboa.blogspot.com/2012/01/sistema-educativo-crisis-o-inviabilidad.html

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1. La educación es un derecho constitucional, no un bien. 2. Todo colombiano tiene el derecho a educarse hasta el nivel que él autónomamente lo elija. 3. La educación es la base de la construcción de un pacto social por la equidad, la justicia y la dignidad del pueblo. ARTICULADO ARTÍCULO 1. La educación es gratuita en los niveles de pregrado y posgrado para todos los colombianos. ARTÍCULO 2. La Universidades Públicas son autónomas para determinar la naturaleza de los saberes que puedan repercutir en el desarrollo de la población colombiana, es decir de la construcción de sus propios currículos. ARTÍCULO 3. El Estado colombiano destinará el 10% de PBI para transferencia a la educación pública universitaria, sin más condicionamientos de que la veeduría ciudadana garantice que dichos dineros no sean repartidos entre la corrupción. Dichas transferencias serán equitativas sin privilegiar las grandes universidades. ARTÍCULO 4. Las Universidades serán autónomas en la construcción de su gobiernos universitarios, el cual debe estar conformado por miembros de la comunidad universitaria. Habrá un representante del gobierno y del Ministerio, pero sólo tendrán voz, no voto”. Su reto esta en el marco de su subscripción, o como lo afirma Gamboa: en su discusión y debate público. “Lo demás es reformismo”.



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