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Y LÁZARO DESPERTÓ 2

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Tu Lectura Del Domingo

La predicación de Jesús molestaba mucho a los dirigentes judíos. Allí donde iba reunía a muchísima gente que quería escuchar hablar sobre el amor de Dios. Y sobre todo querían ver el amor de Dios en acción porque Jesús se preocupaba por los problemas de la gente, los escuchaba, los trataba con cariño y siempre tenía una palabra de ánimo y consuelo.

“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí aunque muera, vivirá» (Juan 11: 25)

Jesús era todo lo contrario que los dirigentes judíos. Cuando ellos predicaban odio a los enemigos y a los extranjeros, Jesús predicaba amor y reconciliación. Cuando los dirigentes judíos obligaban a obedecer todas las normas religiosas, Jesús predicaba comprensión y perdón. Los dirigentes judíos se creían los representantes de Dios en la Tierra y por eso no podían consentir que nadie creyera que Jesús era el Mesías.

Si recuerdas, habían intentado acusarle de no guardar el sábado o de que sus milagros eran obra del demonio (ver Juan 12:2, 24).

Ahora encontraron otra razón mucho más grave para acusarlo. El Evangelio de Juan narra dos ocasiones en las que los dirigentes judíos se pusieron más furiosos que nunca.

En una ocasión, hablando sobre la autoridad de Abrahán, Jesús aseguró que «antes de que Abrahán existiera, Yo soy» (Juan 8: 58). Y algún tiempo después, estando Jesús en el Templo de Jerusalén, aseguró que «yo y el Padre, uno somos» (Juan 10: 30). Jesús les dijo claramente que él es el Mesías, que él es Dios.

¿Cómo reaccionaron los dirigentes judíos? (Puedes leerlo en Juan 8: 59 y en Juan 10: 31).

Los escritores de los evangelios aplican a Jesús algunos textos de Isaías que hablan sobre el Mesías. Une los textos de Isaías con los textos de los evangelios que se corresponden.

Isaías 42:6

Isaías 16:5

Piensa un poco

Lucas 2:32

El problema de los dirigentes judíos era el deseo de poder, de tener dominio sobre los demás, de mandar.

Jesús es todo lo contrario. Jesús intenta convencer, no impone su voluntad; Jesús sirve y ayuda, no intenta que los demás le sirvan a él.

El deseo de poder trae odio, orgullo y soberbia. El deseo de ayudar aporta amor, humildad y amabilidad.

¿Cómo quieres ser tú?

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