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AMAR HASTA MORIR
Aprende y Comprende
Tu Lectura Del Domingo
El viernes por la mañana, Caifás convocó al Sanedrín, el Consejo superior de los judíos. Necesitaba que el Sanedrín juzgara oficialmente a Jesús. ¿Cuál fue la sentencia? (Puedes leerlo en Mateo 27: 1).
Pero el Sanedrín no tenía autoridad para condenar a muerte, solo podía hacerlo el gobernador romano. Así que llevaron a Jesús al palacio del gobernador para que la autoridad romana lo ejecutase.
Judas había estado observando desde lejos. La Biblia no menciona las razones por las que el discípulo entregó a Jesús, pero es posible que Judas estuviera esperando a que Jesús hiciera un milagro y se escapara. O mejor aún, que hiciera un milagro y se convirtiera en el rey de los judíos. Él se quedaba con el dinero y Jesús seguía libre y como rey. Pero cuando vio que Jesús seguía estando preso y era condenado a muerte, ¿qué hizo? (Lo sabrás si lees Mateo 27: 3, 4) . Los sacerdotes no quisieron escucharle y se rieron de él en s u cara. Ya era demasiado tarde para echarse atrás.
Judas se desesperó. ¿Cómo podía haber cometido un pecado tan grave? En ese momento pensó que Jesús no podría perdonarle, que Dios no lo perdonaría nunca. La culpabilidad no le dejaba pensar con claridad. ¿Qué hizo Judas entonces? (Lee su trágica decisión en Mateo 27: 5).
Piensa un poco
Lee Isaías 55: 7 y 1 Juan 1: 9.
¿Crees que, si Judas se hubiera acercado a Jesús a pedirle perdón, Jesús lo habría perdonado?
Tu Lectura Del Lunes
Llevaron a Jesús ante el tribunal del gobernador Poncio Pilato. Ante el gobernador de Roma no podían acusarlo de blasfemia, ya que eso solo era delito en la ley religiosa de los judíos. ¿De qué lo acusaron, entonces? (Lee Lucas 23: 2).
¿Era cierto algo de lo que decían? Jesús no había alborotado al pueblo ni les había pedido que se rebelaran contra Roma; les había dicho a los sacerdotes, hacía solo unos días, que debían pagar sus impuestos; y sí que él había dicho que era el Mesías, pero muchas veces había rechazado ser nombrado rey.
De hecho cuando Pilato le interrogó sobre si él quería ser rey de Israel, ¿qué respondió Jesús? (Lee Juan 18: 36).
A Pilato no le gustaba que los judíos vinieran a decirle lo que él tenía que hacer, y no quería condenar a Jesús.
Durante el interrogatorio se enteró de que Jesús era galileo y se le ocurrió una solución. En la ciudad estaba de visita Herodes, el rey de Galilea. Así que ordenó llevar a Jesús al palacio de Herodes para que lo juzgara. Cuando Herodes se enteró de que le traían a Jesús de Nazaret, ¿cómo reaccionó? (Léelo en Lucas 23: 8). Lo único que Herodes quería de Jesús es que le hiciera algún milagro como si de un espectáculo de magia se tratara. Y le fastidió mucho el que Jesús no quisiera atender a su capricho.
A Herodes tampoco le gustaba que los sacerdotes le dijeran lo que tenía que hacer y por mucho que insistieron a lo más que llegó fue a devolver a Jesús a las autoridades romanas vestido con un manto y en medio de las burlas y los golpes de los soldados. Así que Jesús regresó al palacio de Pilato.
Piensa un poco
¿No crees que la negativa de las autoridades civiles a juzgar a Jesús debió de hacer reflexionar a los dirigentes religiosos judíos y rectificar? Pero estaban obstinados en deshacerse de Jesús.
También hoy tenemos que tener cuidado con la obstinación. Siempre hay que reflexionar y considerar con cuidado las opiniones de los demás, por respeto, aunque no tengan razón. Eso nos hace sabios.
Tu Lectura Del Martes
Cuando llegó al palacio del gobernador, había en la puerta una multitud de seguidores de los sacerdotes y fariseos que gritaba e insultaba a Jesús. Pedían a gritos su muerte.
Pilato no encontraba una razón legal para condenar a muerte a Jesús, pero tampoco quería ir en contra de la voluntad del pueblo y menos durante la fiesta de la Pascua.
Entonces se le ocurrió una idea. Hacia unos días, un hombre llamado Barrabás había sido detenido. ¿Por qué? (Lee la clase de persona que era Barrabás en Marcos 15: 7).
Barrabás había sido condenado a morir crucificado esa misma tarde. Por otra parte, era costumbre liberar a un preso el día antes del sábado de Pascua (ver Mateo 27: 15).
Así que mandó decir a la multitud que podían elegir a quién perdonar. A Jesús, que no había hecho nada malo, o a Barrabás, que era un asesino. (Lee en Mateo 27: 20, 21 la respuesta de la multitud que estaba a las puertas del palacio).
¡Pilato no se lo podía creer! ¿Tanto odiaban a ese hombre que no había cometido ningún crimen?
Pilato intentó hacerles entrar en razón, pero los dirigentes judíos le dieron un poderoso argumento: si no ejecutas a Jesús le diremos al César que eres un traidor porque apoyas a un rey que no es el emperador (ver Juan 19: 12).
Pilato no quería arriesgar su futuro, así que, accediendo al chantaje, pidió agua y se lavó las manos delante de ellos. Con este gesto Pilato no se quería hacer responsable de la muerte de Jesús. Pero también era una forma de decir que no le importaba lo que le pasara a Jesús (ver Mateo 27: 24, 25).
Entonces soltó a Barrabás y ordenó que Jesús fuera crucificado.
Busca en la sopa de letras las siguientes palabras que aparecen en la lección:
Herodes
Tu Lectura Del Mi Rcoles
Los soldados prepararon a Jesús para su ejecución. Lo golpearan, lo azotaron con látigos; y para burlarse más de él le tejieron una corona con espinos y escribieron un cartel en el que ponía «JESÚS DE NAZARET, REY DE LOS JUDÍOS». Luego lo llevaron hasta una colina fuera de las murallas de Jerusalén que llamaban Gólgota o Calvario. Era el lugar que los romanos habían elegido para realizar las crucifixiones, la forma de ejecutar a los más peligrosos criminales que no eran ciudadanos romanos. Junto a él llevaron a dos ladrones que también habían sido condenados a muerte.
Cuando los habitantes de Jerusalén se enteraron de que habían detenido a Jesús y que había sido condenado a muerte salieron a las calles. ¿Cómo reaccionaron?
(Lee Lucas 23: 27). Nadie se atrevió a defenderlo. Nadie se quería enfrentar a los soldados romanos armados con lanzas y espadas si no querían acabar siendo ellos también ejecutados.
Cuando llegaron al lugar de la ejecución y colgaron a Jesús y a los dos ladrones en sus cruces, Jesús hizo una oración. (Puedes leerla en Lucas 23: 34). Hasta para las mismas personas que lo estaban matando tuvo palabras de amor.
Mientras todo el mundo veía cómo crucificaban a Jesús, los dirigentes judíos se atrevían todavía a burlarse de él. ¿Qué le decían? (Lee Lucas 23: 37). ¡Por supuesto que podía haber bajado de la cruz! Pero Jesús quería demostrar que era capaz de dar su vida por amor a la humanidad, incluso por amor a esos que le habían clavado en la cruz.
Viendo la actitud de Jesús, uno de los ladrones se dio cuenta de que Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios. Posiblemente lo habría escuchado decir, en alguna ocasión, que iba a regresar para acabar para siempre con el pecado. En esos momentos en el que estaba a punto de morir, le hace una petición a Jesús. (Léela en Lucas 23: 42).
En medio del sufrimiento, Jesús siente que su sacrificio vale la pena. Si un criminal como el que está a su lado es capaz de arrepentirse y desear vivir con él por toda la eternidad, ¿cómo no lo puede hacer el resto de la humanidad?
«Entonces Jesús le contestó: Te aseguro hoy, que estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23: 43, Nueva Reina Valera 2000).
Coloca las vocales que faltan y podrás leer el texto que se indica.
D_CH_S_ _Q__L _ Q___N D__S P_RD_N_ S_S M_LD_D_S Y C_BR_ S_S P_C_D_S.
D_CH_S_ _L H_MBR_ _ Q___N _L S_Ñ_R N_ C__NT_ S_S P_C_D_S C_NTR_ _L.
(ROMANOS 4: 7, 8 NRV2000)
Y esto solo es posible gracias a que Jesús demostró su amor por nosotros hasta el punto de morir en la cruz
Piensa un poco
Si Jesús es capaz de perdonar a los que lo están matando, si Jesús es capaz de perdonar a un criminal que se arrepiente en el último momento de su vida, ¿cómo no va a poder perdonarnos a nosotros, si murió precisamente para eso, para que su vida sin pecado cubra nuestra vida llena de errores y desobediencias?
Tu Lectura Del Jueves
La vida de Jesús se estaba agotando. Las fuerzas le fallaban. Las personas que miraban desde lejos no podían hacer nada por el Maestro.
A partir del mediodía, el cielo se oscureció. No parece que fuera por estar solo nublado. Mateo, Marcos y Lucas lo describen como «tinieblas». Dios estaba mandando una señal, pero los dirigentes de la nación, obstinadamente, no quisieron comprenderlo.
Como a las tres de la tarde, las fuerzas de Jesús no aguantaron más y en medio de un grito, murió.
¿Qué ocurrió en ese momento? (Lee Mateo 27: 51).
Dos hechos sorprendentes coincidieron con la muerte de Jesús. El primero, el terremoto que sintieron todos los habitantes de Jerusalén, judíos y paganos. El segundo lo estudiaremos mañana.
Al mando de los soldados que habían ejecutado a Jesús había un centurión. No sabemos si el centurión participó de las burlas de los soldados, pero conforme pasó el tiempo, aquel hombre aquel hombre vio a su alrededor cosas muy distintas a cualquier otra ejecución. La gente que sufría a lo lejos, el cielo oscurecido de forma sobrenatural, las palabras de Jesús de perdón y cariño. Probablemente, por curiosidad, el centurión se quiso informar sobre quién era ese hombre que había muerto y alguien le diría que muchas de las personas que miraban a lo lejos creían que ese hombre era el Hijo de Dios.
¿Qué es lo que pensó aquel hombre pagano, y los soldados que lo acompañaban, cuando vieron morir a Jesús después de tres horas de oscuridad y de aquel temblor de tierra? (Léelo en Mateo 27: 54).
Lo que los dirigentes judíos habían sido incapaces de reconocer, lo reconocieron los soldados paganos acostumbrados a la guerra y a la crueldad. ¡Qué contraste!
¿Qué ocurrió con toda la gente que esperaba a lo lejos? (Lee Lucas 23: 48).
Aquella iba a ser la fiesta de la Pascua más triste que recordaban.
Tu Lectura Del Viernes
El segundo acontecimiento solo lo percibieron, de momento, los sacerdotes del Templo. Los evangelios dicen a gran cortina del Templo, que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, «se rasgó de arriba abajo». Era imposible rasgar esa tremenda cortina y mucho menos desde arriba. Medía más de 15 metros de alto y, según describe el historiador judío Flavio Josefo, medía diez centímetros de grosor. Ningún ser humano podía rasgar el velo. Pero ahora lo cierto es que el velo había sido partido en dos dejando sin separación el Lugar Santo del Lugar Santísimo.
Recuerda que el Lugar Santísimo era el sitio donde solo podía entrar el Sumo Sacerdote (como representante de Jesús) una vez al año, el Día de la Expiación, para simbolizar el perdón de los pecados del pueblo.
Esa cortina ya no hacía falta. Jesús, el cordero del sacrificio, acababa de morir por nuestros pecados, por los pecados de toda la humanidad. Ya no hacían falta símbolos. Todos esos símbolos servían para que la gente comprendiera lo que Jesús iba a hacer. Pero ahora ya estaba hecho. Ya no hacían falta sacerdotes ni sumos sacerdotes, porque el Sumo Sacerdote real, el de verdad, Jesús, ya había cumplido su misión. Jesús había abierto el camino hacia la salvación. Ahora todos los seres humanos podían acudir a Dios, al Lugar Santísimo, a través de Jesús, para recibir el perdón de los pecados.
¿Cómo era posible que después de tantas señales los sacerdotes y demás religiosos no creyeran en Jesús?
Para saber más
Sabían cómo su nacimiento había sido anunciado por los mismos ángeles. Juan el Bautista lo reconoció como el Hijo de Dios. Habían escuchado sus enseñanzas y habían visto sus milagros. Habían vivido la oscuridad y el terremoto y ahora y ahora acababan de vivir un milagro en el mismo interior del Templo. Ni siquiera por eso creyeron.
Pero la historia no estaba más que a punto de empezar de nuevo.
El Lugar Santísimo era el lugar donde se manifestaba la gloria de Dios. Tanto en el Tabernáculo del desierto como en el Templo de Salomón, la presencia de Dios se manifestaba sobre el Arca de la Alianza. El Templo en la época de Jesús ya no tenía el Arca de la Alianza y el Lugar Santísimo estaba vacío. El velo se mantenía para diferenciar las dos estancias del Santuario.