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JESÚS ES DETENIDO 11

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Piensa un poco

Piensa un poco

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Tu Lectura Del Domingo

Entrada bien la noche, Jesús y sus discípulos abandonaron el aposento y salieron de la ciudad. Jesús necesitaba tranquilidad para orar. Cuando llegó a Getsemaní pidió a sus discípulos que se quedaran en un lugar mientras él se alejaba un poco (ver Mateo 26: 36).

Pero no quería estar solo. Le pidió a Pedro, a Santiago y a Juan, sus discípulos más íntimos, que le acompañaran. ¿Qué ocurrió cuando se alejaron? (Lee Mateo 26: 37).

«Permaneced despiertos y orad para no caer en tentación. Tenéis buena voluntad, pero vuestro cuerpo es débil» (Mateo 26: 41 Dios Habla Hoy)

Y por eso les pidió que se quedaran y oraran con él.

¿Qué estaba pasando para que Jesús se sintiera tan angustiado? Jesús sabía que le quedaban pocas horas de vida. Sabía que iba a morir. ¿Cómo te sentirías si supieras que en unas horas ibas a morir? Sería terrible. Pero más terrible todavía era que él no lo merecía. Jesús nunca había pecado. Nunca había hecho nada malo.

Esa angustia era también por la responsabilidad que pesaba sobre Jesús. De esas últimas horas dependía la salvación de la humanidad entera. De las decisiones que tomara Jesús dependía que tú y yo pudiéramos tener vida eterna.

Curiosidades

Mateo y Marcos sitúan esta escena en un lugar llamado Getsemaní. Lucas lo sitúa en el monte de los Olivos y Juan en un huerto al otro lado del torrente del Cedrón. No son lugares distintos.

El monte de los Olivos estaba al otro lado del torrente de Cedrón y allí había varios huertos. Uno de ellos bien podría llamarse Getsemaní.

Piensa un poco

¿Cómo te sentirías si te castigasen por lo que tú has hecho y también por lo que han hecho tus amigos? ¿Y si te castigan por lo que tú NO has hecho?

No podemos imaginarnos lo que Jesús sintió y experimentó esa noche, pero sí sabemos cuánto nos amó y nos sigue amando hoy, muchísimo tiempo después. Jesús no se cansa de perdonarnos, de darnos nuevas oportunidades y de querernos.

Tu Lectura Del Lunes

Jesús oraba angustiado. Él no quería morir. Como todos los humanos, no quería sufrir. Pero sabía que si quería salvarnos del pecado y de la muerte tenía que demostrar su amor hasta las últimas consecuencias. La responsabilidad y el amor que Jesús sentía hacia los seres humanos, iba a hacer que tuviera que pasar las horas más difíciles de su vida. ¿Sería capaz de resistir valientemente este último esfuerzo?

Mientras Jesús oraba a su Padre para que le diera fuerzas para terminar su misión en la Tierra, Satanás intentaba hacerle ver que no merecíamos que Jesús muriera por nosotros. La tentación de dejar que los humanos sufrieran el castigo por su maldad, hacía sufrir a Jesús. Por eso cayó al suelo, y oró con todas sus fuerzas. (Lee la dolorida petición de Jesús en Mateo 26: 39). Jesús rogaba a su Padre celestial que

«la copa pasase de él». Con esta frase Jesús quería decir que, si era posible que, por favor, no tuviera que sufrir.

Mientras tanto, ¿qué hacían sus discípulos? (Lee Mateo 26: 43). Por tres veces Jesús miró a sus discípulos buscando un poco de compañía, de consuelo y de apoyo, pero las tres veces los encontró dormidos. Todavía no eran conscientes de lo que iba a ocurrir.

Pero Jesús no estuvo solo. (Lee Lucas 22: 43 para saber quien acompañó a Jesús en esos momentos).

Aunque las personas nos fallen cuando más las necesitamos, podemos estar seguros de que Dios nunca nos abandona y que sus ángeles están a nuestro alrededor dispuestos siempre a ayudarnos.

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