7 minute read
TU LECTURA DEL LUNES
Después del segundo incidente Jesús tuvo que irse lejos de Judea hasta que se tranquilizaran las cosas (ver Juan 10: 39, 40).
Mientras Jesús estaba al otro lado del Jordán, llegó un mensajero con noticias de sus amigos de Betania, Marta, María y Lázaro. No traía buenas noticias. (Puedes leerlo en Juan 11: 1).
Marta, María y Lázaro eran muy amigos de Jesús. Ellos confiaban plenamente en que Jesús era el Mesías prometido. Cuando Jesús había estado en Betania, en su casa, le habían oído contar cómo había sanado a tantas y tantas personas. Es muy probable que ellos mismos hubieran sido testigos de alguna sanación.
Pero ahora era el propio Lázaro el que estaba muy enfermo, tanto que corría peligro de muerte. Solo una persona era capaz de sanarlo y ese era su amigo Jesús. Si Jesús había sanado a otros desconocidos era lógico que hiciera algo por su amigo.
Pero cuando Jesús se entera de la enfermedad de su amigo, parece que no le da mucha importancia. (Lee su extraña reacción en Juan 11: 6). Y no lo hace porque Lázaro fuera una persona poco importante para Jesús o porque no quisiera hacerle caso. En el versículo anterior la Biblia deja bien claro que Jesús amaba a Lázaro y a sus hermanas (ver versículo 5). Mientras tanto, en Betania, Lázaro continuaba empeorando. Pero Marta y María confiaban en que Jesús haría algo. Sabían que el poder de Jesús es tan grande que podría sanarlo incluso estando a muchos kilómetros de distancia.
Rodea con una línea las personas que fueron sanadas por Jesús.
Piensa un poco
Jesús y Lázaro eran muy amigos, y también de sus hermanas. Y aunque Jesús viajaba mucho siempre procuraba tener tiempo para estar con ellos. ¿Verdad que tú también te lo pasas bien con tus amigos y te gusta estar con ellos?
La amistad es un regalo de Dios que nos permite ser felices. Nos encantan los amigos. Y el mejor de ellos es Jesús. Él inventó la amistad.
Tu Lectura Del Martes
A los dos días de haber recibido la noticia de la enfermedad de su amigo, Jesús tomó una decisión. ¿Cuál fue? (Lee Juan 11: 7).
A los discípulos esa idea no les gustó mucho. Ellos también apreciaban a Lázaro y entendían que Jesús quisiera ir a visitarlo, pero tenían una buena razón para no querer volver a Judea. (Sabrás cuál era si lees Juan 11: 8).
Esa era una buena razón, sí. Betania apenas estaba a tres kilómetros de Jerusalén. En cuanto los dirigentes judíos se enteraran de que Jesús había vuelto enviarían a alguien para detenerlo y, si fuera posible, para matarlo. Todos los discípulos, no solo Jesús, corrían peligro si se acercaban a Jerusalén.
Pero Jesús insistió; él tenía algo importante que hacer en Betania. (Lee Juan 11: 11).
Para los discípulos esa todavía no era una buena razón. Si Lázaro estaba tranquilamente dormido era porque estaba mejorando de su enfermedad. Jesús ya no tendría que ir a sanarle (ver Juan 11: 12.)
Los discípulos no habían entendido lo que Jesús les había querido decir así que Jesús les tuvo que decir claramente qué es lo que había pasado en Betania. (Tú también lo puedes saber si lees Juan 11: 14).
Los discípulos se quedaron impresionados. ¿Lázaro muerto? ¿Su amigo Lázaro había muerto?
Ahora sí que entendían que Jesús quisiera ir a ver sus hermanas, para estar con ellas en esos momentos tan dolorosos. Pero… ¡un momento…! Jesús había dicho que Lázaro dormía y en realidad estaba muerto, entonces si Jesús iba a despertarlo era… ¡que lo iba a resucitar!
Y eso sí que no se lo querían perder. Entonces Tomás tomó la iniciativa. ¿Qué propuso a sus compañeros? (Léelo en Juan 11: 16). Era una decisión arriesgada porque los dirigentes judíos estarían preparados para atraparlos. Pero si Jesús iba a resucitar a su amigo, ellos querían estar presentes. Confiaban en su Maestro.
Elimina las letras Z, H y V para terminar de comprender el mensaje:
TOZHMÁZVS QZHUISO HACVOMZZPAÑAR A HJVESZÚS A
PEZVSAR DEHL PHHELIZGVRO PVORZQUHE LHO AZMHVABA Y ZHCONFVVIABZA EZN ZÉL. THZOVHMÁS DVHZEMZVOSTHRÓ
FIVHDEZVLIDHZAD Y ZHLVHEALTZHAD A ZHJESVZHÚS.
Piensa un poco
Jesús no quería que su amigo enfermara y ni mucho menos que muriera. Jesús no quería que Marta y María sufrieran por la pérdida de su hermano. Jesús no quiere que nos pase nada malo a ninguno de nosotros. Pero mientras exista el pecado en este mundo no podemos evitar que ocurran cosas desagradables y que nos hagan sufrir.
A pesar de todo Jesús quiere que entendamos que ningún problema, ni siquiera la muerte es el final de todo. Aunque, a veces, parezca que el mal triunfa, Jesús nos promete que, cuando regrese, el mal desaparecerá y que la vida no tendrá final.
Tu Lectura Del Mi Rcoles
Hoy vamos a reflexionar sobre qué es la muerte para Jesús.
Cuando Jesús dice que Lázaro duerme no pretendía engañar a sus discípulos. Porque para Jesús la muerte es como un sueño. Y no es la primera vez que aparece esta comparación en la Biblia.
Cuando Job reflexiona sobre la vida y la muerte compara la muerte con un sueño. (Busca Job 14: 10-12 y lo verás).
Piensa en tu experiencia al dormir. Hay momentos en la noche que sueñas y que estás inquieto, pero hay otros momentos de sueño profundo en los que no te enteras de nada. ¿Has dormido alguna vez tan profundamente que había personas hablando a tu lado, viendo la televisión o escuchando música y no te has enterado de nada? ¿Y cuando te duermes en el coche que parece que un viaje de tres horas se ha pasado en un minuto? ¿Recuerdas cuando eras pequeño que te dormías y tus padres te llevaban de un sitio a otro y no te habías enterado de nada? Pues así es la muerte.
Busca los siguientes textos en la Biblia y únelos con el cuadro correspondiente:
Salmos 115: 17
Salmos 146: 4
Eclesiastés 9: 5
Eclesiastés 9: 6
Eclesiastés 9: 10
No tienen sentimientos
Los muertos no alaban a Dios
No pueden pensar
No se hace nada
No saben lo que ocurre
Pero igual que cuando duermes llega un momento en el que también despiertas, los muertos también resucitarán (despertarán) algún día (ver Isaías 26: 19). Y ese día será cuando Jesús regrese de nuevo. (Puedes leerlo en 1 Tesalonicenses 4: 16).
Tu Lectura Del Jueves
Jesús y sus discípulos se pusieron en camino hacia Betania. Cuando llegaron, ¿cuánto tiempo llevaba Lázaro en el sepulcro? (Léelo en Juan 11: 17).
Hacía ya cuatro días que habían enterrado a Lázaro pero todavía había muchas visitas en casa de Marta y María (ver Juan 11: 19).
Antes de que Jesús llegara a la aldea alguien avisó a Marta. Y Marta no pudo esperar más. Salió corriendo a buscarlo. Cuando Marta vio a Jesús lo abrazó. ¡Lo había echado tanto de menos! (Lee sus palabras en Juan 11: 21).
La escena es conmovedora. Marta le muestra toda su confianza a Jesús. Ella sabe que él tiene poder para sanar a los enfermos y que si hubiera estado allí Lázaro se habría recuperado.
Pero a pesar de que ya su hermano había muerto, Marta está tan segura del poder de Dios que sigue hablando. (Lee Juan 11: 22).
Jesús está contento por la fe de Marta y le asegura que su hermano va a resucitar (ver Juan 11: 23).
Aunque Marta confía plenamente en Jesús, ella no sabe cuál es la voluntad de Dios. Pero ella confía en que, si no es en ese mismo día, su hermano resucitará cuando Jesús regrese.
Entonces Jesús pronuncia unas palabras que han sido repetidas muchísimas veces por todos los cristianos de la historia. (Puedes leerlas en Juan 11: 25).
Luego le pregunta a Marta: «¿Crees tú en esto?»
Marta parece comprender las palabras de Jesús: su hermano va a resucitar. Y llena de agradecimiento reconoce que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (ver Juan 11: 27).
Seguidamente Marta manda llamar a María en secreto, para que pudiera hablar con Jesús antes de que llegara todo el mundo.
¿Qué le dijo María al ver a Jesús? (Lee Juan 11: 32). Son las mismas palabras que le había dicho su hermana. Seguramente los días antes de su muerte lo habrían comentado muchas veces. Pero ahora ya estaba Jesús allí. Ya estaban con su querido amigo.
Escribe en el bocadillo las palabras de Jesús registradas en Juan 11: 25.
Piensa un poco
Fíjate en una curiosidad: La palabra ‘cementerio’ viene del término griego koimetérion, que significa ‘dormitorio’. Y se llama así porque allí están los cuerpos que duermen, hasta el día de la resurrección. Por eso, si tienes un ser querido allí, en una tumba o incinerado, que sepas que está en el «dormitorio», pero un día se despertará y podrás volver a verlo y abrazarlo.
Tu Lectura Del Viernes
Detrás de María llegó un buen número de personas que la habían seguido (ver Juan 11: 31), y se sorprendieron al ver a Jesús. Cuando Jesús vio el dolor de toda aquella gente se emocionó (ver Juan 11: 33). Jesús comparte nuestras emociones y nuestros sentimientos. Cuando vio el dolor de toda aquella gente que lloraba por la muerte de Lázaro se sintió triste.
Pero el momento había llegado. ¿Qué pidió Jesús? (Lee Juan 11: 34).
Cuando llegaron al lugar donde había sido enterrado, el dolor de las personas que lo acompañaban se hizo más intenso. Jesús no desea vernos sufrir. Cuando nosotros sufrimos, él sufre. (Lee cuáles fueron los sentimientos de Jesús en Juan 11: 35. Por cierto, este es el versículo más corto de la Biblia).
Pero a pesar de ser una situación tan triste, siempre hay personas que piensan mal y murmuraron contra Jesús. (Lee Juan 11: 37). Es como si dijeran: «Míralo, ahora llora. Si dicen que tiene tanto poder, que hubiera venido antes a sanarlo…»
Pero Jesús no hizo caso de las murmuraciones y pidió que abrieran el sepulcro.
En aquellos tiempos, los sepulcros eran como habitaciones que se escavaban en las rocas o en la tierra y se tapaban con una gran losa de piedra.
¿Cuál era la preocupación de Marta ahora? (Lee Juan 11: 39). No había duda de que Lázaro estaba muerto. Después de cuatro días el cadáver había comenzado a descomponerse y ya olía mal.
Luego oró. Cuando terminó de orar dio una orden en voz alta y clara. (Tú puedes leerla en Juan 11: 43).
Se hizo un gran silencio. Todo el mundo había estado pendiente de Jesús pero ahora todos miraban a la entrada de la tumba. Al momento, vieron algo que se movía dentro y que se asomaba por la entrada: ¡era Lázaro! ¡Se movía! ¡Estaba vivo!
Todos estaban tan sorprendidos que nadie se atrevía a acercarse hasta que Jesús les dijo que fueran a ayudarle a quitarse las vendas y el sudario en el que lo habían envuelto.
Nunca nadie había visto algo así. Jesús había resucitado a otras personas pero nunca a un cadáver ya enterrado desde hacía cuatro días. ¿Qué ocurrió entonces? (Lee Juan 11: 45)
Incluso algunos fueron a contar a los fariseos lo que había sucedido. Pero los fariseos, en vez de alegrarse se preocuparon todavía más porque lo odiaban y temían que la popularidad de Jesús crecería aún más. Se reunieron con Caifás, el Sumo Sacerdote, y tomaron una decisión muy grave. (Puedes leerla en Juan 11: 53).