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TU LECTURA DEL MIÉRCOLES

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Para saber más

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El cortejo que seguía a Jesús con cánticos y alabanzas llegó a un lugar desde el que se divisaba la ciudad de Jerusalén. Era una gran ciudad. Bajo la dominación romana se habían hecho reformas que la hacían ser una ciudad agradable, moderna, con buenas comunicaciones y limpia. Había barrios de artesanos y de obreros, pero también había palacios y mansiones.

Herodes había ordenado construir un templo grandioso, con muros de mármol blanco que sobresalía sobre toda la ciudad. Cuando brillaba el sol sobre los muros del Templo parecía que resplandecían.

Cuando la comitiva llegó a aquel lugar, Jesús se paró para observar la ciudad. ¿Qué es lo que pasó entonces? (Lee Lucas 19: 41).

Esta es la segunda vez que la Biblia dice que Jesús lloró. La otra vez fue unos minutos antes de resucitar a Lázaro ¿recuerdas?

¿Por qué en medio de toda la alegría que rodeaba a Jesús, Jesús llora? (Lee Lucas 19: 42-44).

Curiosidades

Jesús le habla a la ciudad como si fuera una persona. En realidad, era un mensaje para sus habitantes.

Se creían que eran importantes porque tenían una gran ciudad y un gran templo, y que eso era suficiente para ser felices. Habían dedicado todos sus esfuerzos para conseguir una ciudad más grande y más rica, y que fuera la envidia de otros lugares. Sin embargo, habían olvidado a Dios, al verdadero Dios de amor. Estaban tan orgullosos de tener un Templo tan hermoso que se olvidaron de lo que significaban los rituales que se realizaban en su interior y de las fiestas que celebraban. Olvidaron que el Mesías los salvaría del pecado, no de los enemigos.

Jesús había intentado mostrar al Dios de amor, pero ellos preferían a un Dios vengador y guerrero que aniquilara a sus enemigos para ser ellos los que dominaran el mundo. Y esa soberbia era lo que les traería la ruina.

Jesús lloró por todas esas personas que sufrirían cuando Jerusalén fuera destruida.

El Templo lo había mandado construir Herodes el Grande, el Herodes que intentó matar a Jesús siendo bebé. Su construcción comenzó en el año 19 a.C. La estructura principal se terminó pocos años después, pero las obras de reforma y ampliación no terminaron hasta el año 64 d.C. En el año 70 d.C. fue destruido completamente por el emperador romano Tito.

Tu Lectura Del Jueves

Judíos de todas partes del mundo acudían cada año a Jerusalén a celebrar la fiesta de la Pascua. Desde la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor, muchos judíos se habían marchado a vivir a otras regiones y a otras ciudades. En aquellos lugares habían mantenido las costumbres judías y la adoración a Dios. Aunque ya hubieran nacido lejos de Israel, seguían siendo judíos, a pesar de que muchos tenían el aspecto de extranjeros.

Pero con tanta cantidad de gente, también llegaban a Jerusalén comerciantes de otros lugares que aprovechaban los días de fiesta para hacer negocio. La Biblia nos cuenta que en aquellos días había unos hombres griegos que sintieron curiosidad por ese hombre que acababa de entrar en la ciudad aclamado por la multitud. No sabemos si eran judíos que vivían en Grecia o eran turistas o comerciantes griegos que aprovecharon los días de la fiesta para visitar Jerusalén. Estos hombres fueron a ver a los discípulos de Jesús con una petición. (Puedes leerla en Juan 12: 21).

Jesús aceptó hablar con los griegos; nunca rechazó a nadie y mucho menos por razones de nacionalidad o raza. Él había venido a salvar a todas las personas de este mundo, a mostrar el amor de Dios por cada uno de los seres humanos. Para Dios todos - judíos, griegos o egipcios-, eran sus hijos. Y esas personas, cuando volvieran a su casa contarían a todo el mundo que habían conocido a Jesús.

No sabemos cómo se inició la conversación, pero Jesús debía aprovechar la ocasión para que entendieran lo que iba a suceder en los siguientes días. ¿Qué es lo que iba a pasar? (Lee lo que dijo Jesús en Juan 12: 24).

Jesús vuelve a hablar en parábolas. Él es el grano que debe entregarse y ser enterrado para poder crecer y dar fruto. Pero una semilla que ni crece ni sale fuera de la tierra no sirve de nada. El fruto madura cuando la planta está viva. Y Jesús no iba a quedarse enterrado. Él también iba a «brotar», iba a resucitar.

¿Qué pasaría cuando eso ocurriera? (Lee Juan 12: 32).

Jesús sabía que hasta que él no muriera y resucitara ni los discípulos ni toda esa multitud que lo seguía comprendería el verdadero significado de lo que era ser el Mesías y pertenecer al reino de Dios. Y cuando lo vieran resucitado, muchas personas lo seguirían. Entonces habría mucho fruto.

Y eso fue lo que ocurrió como estudiaremos el trimestre que viene.

Encuentra 8 diferencias entre los dos dibujos.

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