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Piensa un poco

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Para saber más

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Tú también tienes la oportunidad de conocer bien la Biblia. Si aprendes ahora tus «Aprende y comprende» estarán siempre en tu memoria. Aunque seas muy mayor, aunque seas un viejito, no los olvidarás.

Tu Lectura Del Viernes

Pero los enemigos de Jesús no se daban por vencidos. No podían desacreditarle por ningún tema religioso. Jesús era mucho más inteligente que ellos y conocía las Escrituras mucho mejor que nadie. Así que intentaron acusarle por temas políticos.

Los fariseos fueron a hablar con los partidarios del rey Herodes para convencerlos de que Jesús era un peligro para el rey porque la gente lo estaba aclamando como rey.

Así que los fariseos y los partidarios de Herodes se pusieron de acuerdo para tenderle una trampa. Había una disputa entre varios grupos políticos. Unos decían que había que rebelarse contra los romanos y no pagarles los impuestos porque eso era colaborar con los opresores paganos con un dinero que pertenecía a Dios. Si conseguían que Jesús dijera que no había que pagar impuestos lo acusarían delante de los romanos y lo detendrían.

Pero si Jesús decía que había que pagar impuestos a los romanos lo podrían acusar de colaborar con los paganos en contra de lo que ellos creían que eran los intereses de Dios.

Se acercaron a Jesús y le preguntaron. (Puedes leer cómo le hicieron la pelota 1 en Mateo 22: 16, 17).

Pero Jesús se dio cuenta de sus intenciones y no se dejó engañar por los halagos. Así que les pidió que le enseñaran una moneda de las que utilizaban para comprar y vender las cosas de todos los días y que servía también para pagar los impuestos romanos.

Alguien sacó un denario del bolsillo. ¿Qué les preguntó sobre esa moneda? (Lee Mateo 22: 20).

Como en la mayoría de las monedas, aparecía el nombre y la cara del emperador romano. ¿Cuál fue la respuesta entonces de Jesús? (La puedes leer en Mateo 22: 21).

Si utilizaban el sistema romano para comprar y vender, usaban los caminos que habían construido los romanos, se beneficiaban del agua que llegaba a la ciudad gracias al acueducto romano, y muchas otras cosas, era lógico pagar los impuestos a los romanos.

Pero eso no impedía que también dieran sus diezmos y ofrendas a Dios, en las sinagogas y en el Templo. Eran cosas distintas. Ese dinero estaba destinado a mantener a los sacerdotes, los levitas y los maestros de la Ley.

¿Qué les pareció la respuesta de Jesús? (Lee Mateo 22: 22 e imagina con qué caras se fueron a su casa).

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