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TU LECTURA DEL LUNES
Jesús les contó una parábola. ¿A qué se parecía esta vez el reino de Dios? (Puedes leerlo en Mateo 22: 2).
El reino de Dios no es un lugar triste ni cutre 2 . El reino de Dios se parece a una boda real. ¡Imagínate! ¡La boda de un príncipe! ¿Quién se quiere perder la boda de un príncipe? En esa fiesta van a estar las personas más importantes de todo el reino, los más ricos y famosos, comida rica, atracciones, música, juegos... Desde el momento en que recibieras la invitación empezarías a pensar en la ropa que ibas a llevar, ¿verdad?
El rey también tendría mucho que preparar. Siendo la boda de un príncipe no puede ofrecer cualquier tipo de comida. Tienen que ser de la mejor calidad, con la mejor presentación. Tiene que preparar el lugar de la fiesta, decorarlo, elegir las flores, los manteles y la cubertería. Tampoco puede faltar la música.
Así es la vida que Dios tiene preparada para nosotros en la Tierra Nueva. Todo está preparado con mucho cuidado, con cariño y ofreciéndonos lo mejor de lo mejor. Por fin llega el momento de repartir las invitaciones. El rey llama a sus criados para que vayan a todas las casas a entregar en mano las invitaciones. Es muy importante que todos reciban la invitación personalmente.
Es lo que Dios hace con cada uno de nosotros. Se encarga personalmente de que todos nosotros nos sintamos invitados. Nos llama uno a uno.
¿Qué ocurrió cuando los criados llevaron las invitaciones a los invitados? (Lee Mateo 22: 3. ¡Increíble!).
¿A quién se le ocurre rechazar la invitación a una boda real? Estaban rechazando uno de los mayores honores que el rey podía ofrecer.
¿Es que podemos rechazar vivir con Jesús para siempre en la Tierra Nueva? Por supuesto. Dios no nos va a obligar a vivir toda la eternidad en un lugar donde no queramos estar.
Piensa un poco
Dios es el rey que invitó a Israel como pueblo escogido. Tenían a Jesús entre ellos, escucharon sus enseñanzas pero muchos le rechazaron. También rechazaron a los profetas que anunciaron la venida de Jesús a esta tierra. Los judíos fueron los primeros invitados que recibieron el mensaje de Jesús, pero ellos no quisieron saber nada. Como verás a lo largo de esta semana, Dios termina invitando a los cristianos, sean de origen judío o no, y a todo el mundo, para que vengan al banquete de su hijo, Jesús.
Tu Lectura Del Martes
Pero el rey no se da por vencido. Tiene preparada la comida y el salón. Ha contratado a los camareros. Es el día más importante para su hijo. El rey quiere que todos sus invitados disfruten de la fiesta. Así que envía otra vez a sus criados con las invitaciones. Y los invitados desprecian, por segunda vez, al rey (ver Mateo 22: 4, 5).
Dios, al igual que el rey de la parábola, nos invita una y otra vez. Es verdad que podemos rechazar pertenecer al reino de Dios, pero podemos estar seguros de que siempre nos llegará otra invitación a la fiesta. En el Evangelio de Lucas se recoge una parábola parecida pero con algunos detalles diferentes. En la historia, tal como la cuenta Lucas, los invitados se excusan para no ir a la fiesta. (Busca las tres excusas que dan los invitados en Lucas 14: 18-20).
¿Te parecen justificadas las excusas? El primero tiene que ir a ver un campo que ya ha comprado. ¿No podía ir a ver el campo otro día? ¡El campo no se iba a mover del sitio! El segundo dice que tiene que probar a los bueyes para ver si saben labrar el campo o no. ¿Prefería ir a trabajar con animales en vez de ir al palacio real? ¿Prefería llenarse de barro antes que ponerse sus mejores galas para ir al banquete del príncipe? Y el tercero dice que acaba de casarse. ¿Por qué no lleva a su nueva esposa de fiesta? Acaba de terminar una fiesta de bodas y tiene la oportunidad de seguir un poco más tiempo de fiesta, pero la rechaza.
La verdad es que las excusas son muy poco creíbles. Es una forma de decir, sencillamente, «no quiero ir a tu fiesta». Le están diciendo a la persona más importante y poderosa del reino que no quieren saber nada de él.
Aquí tenemos EL PRIMER REQUISITO para estar en la Tierra Nueva: querer aceptar la invitación que Dios les hace a todas las personas de este planeta. ¿Quieres estar en la fiesta de bodas del príncipe? ¿Quieres vivir toda la eternidad como en una fiesta?
Piensa un poco
¿Qué opinas de las excusas que dieron los invitados? ¿Verdad que tú no actuarías igual? Pues piénsalo bien. Dios te llama de muchas maneras para que hagas algunas cosas por tu bien. Por ejemplo, te pide que estudies cada día las historias de la Biblia que están en el librito de la escuela sabática. Estas cosas son un banquete que te alimenta espiritualmente. ¿Le pones excusas para no estudiar la escuela sabática?
No pongas pretextos y dedica unos minutos de cada día para acudir al banquete que Dios te ha preparado.