AULA 7 NÚMERO 27 / DICIEMBRE DE 2014

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:: Ecumenismo y diálogo interreligioso: peligros y oportunidades Guillermo Sánchez Profesor de enseñanza secundaria

E

l Diccionario de la Real Academia Española define ecumenismo como la «tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas». Tal es el sentido más frecuentemente otorgado al concepto: se restringe al ámbito de la cristiandad y se asocia a la búsqueda de la unidad.1 En cambio, para hacer referencia a las relaciones entre diferentes religiones se suele utilizar el término “diálogo interreligioso”. Pero no siempre se entiende que el ecumenismo implique las dos características señaladas: cada vez es más común el uso del término para referirse a las relaciones interreligiosas en general; y también hay quienes hablan de ecumenismo sin tener en mente la búsqueda de la unidad. En tales casos “ecumenismo” y “diálogo interreligioso” funcionan prácticamente como sinónimos. En este artículo (que no es más que un esbozo de un tema amplísimo) señalaré primero los peligros que observo en ciertas tendencias ecuménicas de nuestro tiempo, para finalmente proponer algunas vías que faciliten un aprovechamiento constructivo de las relaciones entre cristianos y entre religiones en general. Para una ampliación y profundización remito a las referencias aportadas en las notas.

necesidad de tomar decisiones vinculantes mediante el consenso. Es el diálogo de la política y las instituciones –por ejemplo, el “diálogo social”, entre sindicatos y patronal–, en el que las partes siempre tienen que ceder en algunos de sus planteamientos iniciales. El diálogo interreligioso debe ser siempre un diálogo por voluntad, pero gran parte del movimiento ecuménico contemporáneo somete el diálogo a la consecución de unos objetivos prefijados, partiendo de la premisa de que quienes se comunican alcanzan siempre y necesariamente posturas consensuadas. A veces se expresa explícitamente que el objetivo es la unidad. De esta manera, el diálogo por voluntad se convierte en diálogo por necesidad, pervirtiendo así su naturaleza libre y sometiéndolo a la exigencia de un consenso. Todo aquello que obstaculice el objetivo final previamente señalado se margina e, incluso, se condena. Algunos promotores del “diálogo” consideran que para que éste sea fecundo han de despejarse obstáculos. En su encíclica sobre el ecumenismo, Juan Pablo II afirmaba: «Cuando se empieza a dialogar, cada una de las partes debe presuponer una voluntad de reconciliación en su interlocutor, de unidad en la verdad. Para realizar todo esto, deben evitarse las manifestaciones de recíproca oposición. Sólo así el diálogo ayudará a superar la división y podrá acercar a la unidad». Según este planteamiento, el “diálogo” hay que llevarlo hasta sus últimas consecuencias, evitando «las polémicas y controversias intolerantes».2 Observo aquí el riesgo de que se avance hacia el pensamiento único. Porque ¿acaso las organizaciones religiosas deben renunciar a creencias esenciales a fin de salvar el diálogo? La convicción en la verdad –en una verdad, si se quiere– no es negociable, como no lo es la conciencia individual, y los dirigentes religiosos no deberían actuar como delegados de las religiones cuyo objetivo es decidir qué deben creer los respectivos fieles.3

1. Peligros del ecumenismo 1.1. Confundir diálogo por voluntad con diálogo por necesidad En atención a las motivaciones, se podrían distinguir dos tipos de diálogo: el diálogo por voluntad e interés y el diálogo por necesidad. El primero es el que mantienen dos o más personas cuando desean conocerse e intercambiar puntos de vista. Siendo su objetivo la comunicación y el conocimiento en sí, no está condicionado por la consecución de unos resultados específicos, sino que es un diálogo abierto, libre, y por tanto lo mismo que comienza puede acabar. El diálogo por necesidad es el que entablan dos partes con el objetivo de alcanzar un acuerdo o un pacto. Puede haber interés previo, pero sobre todo lo definen los objetivos establecidos y la

1.2. Confundir la tolerancia con el respeto Aunque el ecumenismo nace en el ámbito cristiano (protestante, más concretamente), desde hace varias décadas se ha desarrollado un ecumenismo más global, el “ecumenismo huma13

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