AULA 7 NÚMERO 29 / DICIEMBRE DE 2016

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:: El cristiano y la política

John Graz Licenciado en Teología. Máster y doctor en Historia y Sociología de la Religión.

¿Debe desempeñar el cristiano algún papel en la política? ¿Pueden un miembro o la iglesia misma estar involucrados en la política? ¿Cómo deben relacionarse ellos con el estado y con las autoridades políticas del momento?

E

l Dr. Bert Beach empezó su artículo «El cristiano y la política»1 con estas tres preguntas. Muchos adventistas del séptimo día piensan que la iglesia no tiene un papel político que jugar y que sus miembros no debieran involucrarse en la política. Muchos cristianos mantienen un punto de vista opuesto y creen que es la responsabilidad de todo cristiano influir sobre los políticos con el fin de forjar un mundo mejor. Muchos cristianos también piensan que no hacer nada es equivalente a apoyar lo malo y permitir que la injusticia domine el mundo, mientras que una minoría de los cristianos piensa que la misión de la iglesia se centra únicamente en edificar la ciudad de Dios aquí en la tierra. ¿Cómo elegir la posición correcta? En primer lugar, debemos fijar nuestra mirada en Jesús. ¿Qué hizo Él? ¿Cuál fue su postura ante la política? Jesús no fue un líder político. Su tentación en el desierto sí tuvo una dimensión política. La alimentación de la multitud pudo haber sido el primer paso para asumir Su poder como rey. ¿Y qué de la entrada triunfal a Jerusalén? Sin embargo, Jesús resistió la tentación de convertirse en una figura política. Su misión fue primordialmente espiritual, y sin embargo tuvo importantes implicaciones políticas. Enseñó sobre la justicia y la honestidad. Condenó a los líderes y a los ricos que oprimían a los pobres. Dedicó tiempo a estar con los pobres y los oprimidos. Los pioneros adventistas estuvieron involucrados en algunos temas sociales. La línea que separa los asuntos sociales de los políticos

no es siempre fácil de determinar. Al principio, los adventistas se preocupaban por temas como el alcoholismo, la esclavitud, la opresión de las mujeres y las necesidades educativas de jóvenes y niños. El Dr. Beach escribió: «El cristianismo no es una religión de un individualismo insular o de una introversión aislante, sino que es una religión de comunidad. Los dones y las virtudes cristianas conllevan implicaciones sociales. La dedicación a Jesucristo significa dedicación a todos los hijos de Dios, lo cual engendra la responsabilidad por el bienestar de otros»2. A continuación, compartiré algunos principios que pueden resultar útiles al lidiar con este tema tan importante. The Religious Liberty Leader’s Handbook3 ha sido una considerable fuente de sugerencias e información para la redacción de este texto. El cristiano es un siervo. La Biblia nos da varios ejemplos de personas que sirvieron a su país y a sus reyes al ocupar puestos relevantes de responsabilidad. Dios fue capaz de usarlos por su fidelidad. El principio que encontramos en el Nuevo Testamento consiste en que el cristiano debe amar y servir a su prójimo. Mi prójimo es cualquier persona que forme parte de una sociedad, un país o el mundo. Servir a mi prójimo también significa servir a mi ciudad, a mi país, e incluso al mundo. Jesús le dijo a Sus discípulos: «Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son

En primer lugar, debemos fijar nuestra mirada en Jesús. ¿Qué hizo Él? ¿Cuál fue su postura ante la política?

1

Beach, Bert. «El cristiano y la política», Diálogo, vol. 9, n.º 1 (1997). [En

2 Ibídem.

línea] http://dialogue.adventist.org/es/09-1/beach/el-cristiano-

3

y-la-politica

Department of Public Affairs and Religious Liberty, South England Conference, 1993.

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