3 minute read
TU LECTURA DEL MIÉRCOLES
¿Has visto alguna vez a una persona que lleve muchos años en una silla de ruedas? Sus piernas están muy delgadas. Como no pueden hacer ejercicio los músculos se les atrofian. No tienen fuerza en las piernas y parece que tienen los pies torcidos. Así debían ser las piernas del mendigo. El paralítico miró sus piernas. Era imposible ponerse de pie. Pero miró a Pedro y a Juan. Pedro le extendió mano y le ayudó a levantarse. ¿Qué ocurrió entonces?
(Lee el maravilloso milagro en Hechos 3:7,8).
Sus piernas tenían fuerzas. ¡Tenía músculos! ¡Los pies ya no estaban torcidos! ¡Podía caminar! ¡Hasta podía saltar!
¿Te imaginas los gritos de alegría de aquel hombre al sentirse sanado?
Mucha gente se acercó para saber qué estaba pasando y vieron dar saltos al paralítico de la puerta. ¡Pero si hace un momento no podía caminar! ¡Pero si habían visto cómo unas personas lo traían y lo sentaban en la puerta porque sus piernas no tenían fuerzas!
Seguramente abrazó a Pedro y a Juan. ¡Estaba tan agradecido! Pero ¿a quién le daba las gracias? Si lees el versículo 8 te darás cuenta de que el mendigo alababa a Dios. Sabía que Pedro había pronunciado las palabras, pero sabía que era Jesús el que le había sanado. Y quería que todo el mundo lo supiera.
Para los padres
Cuando les leemos la Biblia a nuestros hijos aparecen palabras que ellos no usan habitualmente. Haz una lectura previa, marca esas palabras y prepara algún juego para que aprendan su significado. Eso les facilitará la comprensión de los textos bíblicos y de las predicaciones. Intenta enseñarles a hablar del contenido bíblico con un vocabulario que puedan comprender otras personas que no son adventistas y/o cristianas.
Tu Lectura Del Jueves
Enseguida todo el mundo comenzó a rodear a Pedro y a Juan. Todos querían conocer a los que podían hacer milagros (ver Hechos 3:11). Entonces Pedro tuvo otra vez la oportunidad de hablar. Lo primero que les dijo es que ellos no tenían poderes mágicos. No, ellos no habían hecho el milagro. Jesús lo había realizado. (Puedes leerlo en Hechos 3:16).
Pedro comenzó a hablarles de la resurrección de Jesús y de su ascensión al cielo. No, Jesús ya no estaba muerto. ¡Estaba vivo!
Pero los sacerdotes no querían que la gente supiera que Jesús había resucitado. ¿Qué hicieron para que Pedro se callara? (Lee Hechos 4:1-3).
Pero ya era demasiado tarde. Las personas que vieron caminar al paralítico y que escucharon las palabras de Pedro, creyeron que Jesús era el Hijo de Dios.
¿Cuántas personas creyeron las palabras de Pedro? Lee Hechos 4:4 y escríbelo …………………..
• Encuentra el camino que deberán seguir los soldados para detener a Pedro.
Tu Lectura Del Viernes
Al día siguiente, se reunió el consejo de gobernantes (ver Hechos 4:5). Mandaron traer a Pedro y a Juan para interrogarlos. Allí estaban todos los gobernantes y los hombres más importantes de Israel. Aquella reunión era muy parecida a la que se organizó para acusar a Jesús hacía unas pocas semanas.
Los sacerdotes pensaron que sería fácil asustarlos, como se asustó Pedro cuando negó a Jesús, y así dejarían de predicar. Pero esta vez Pedro no tuvo miedo. ¿Por qué? (Lee Hechos 4:8).
El Espíritu Santo le ayudó a elegir bien las palabras que debía decir ante el consejo de gobernantes. Cuando terminó de hablar, los miembros del Sanedrín estaban asombrados. Lo que más les impresionó es que tenían la misma fuerza y la misma forma de hablar que Jesús. (Lee Hechos 4:13). ¿Qué iban a hacer con ellos? No habían cometido ningún delito. No habían hablado en contra de las Escrituras ni en contra de Dios. Decidieron dejarlos libres, pero les ordenaron que dejaran de predicar a Jesús.
¿Qué respondió Pedro? (Lee sus valientes palabras en Hechos 4:20). Habían vivido tantas cosas maravillosas con Jesús que no podían dejar de contarlas.
Para los padres
Pregunta a tus hijos lo más emocionante que les haya ocurrido últimamente. Una vez lo hayan explicado, vuelve a preguntarles a cuántos amigos, familiares, etc. se lo han contado y cómo se sentían al hacerlo. Lo mismo les ocurría a los apóstoles.
• Cambia los símbolos por las letras correspondientes y podrás leer las palabras de Pedro y Juan
¿Te ha pasado a ti, alguna vez que te lo has pasado tan bien en una fiesta, en un campamento o en una excursión que tienes que contárselo a tus padres, a tus abuelos, a tus tíos y a todos tus amigos? Eso es lo que les pasaba a los apóstoles. No podían dejar de contar que Dios nos ama tanto que envió a Jesús para salvarnos.
Pedro y Juan regresaron junto a los demás apóstoles y seguidores de Jesús. Dieron gracias a Dios por haberlos protegido y por haberlos ayudado a saber qué decir.