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Misioneros de Jesús

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Abriendo puertas

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Tu Lectura Del Domingo

La historia de esta semana comienza en Antioquía, la ciudad donde estaban predicando Bernabé y Saulo. Un día, el Espíritu Santo habló a los dirigentes de la iglesia en Antioquía. Tenía un trabajo especial para Bernabé y Saulo: Dios quería que fueran a otras ciudades donde no había cristianos para predicar a Jesús. Para señalar que Bernabé y Saulo tenían este trabajo especial. ¿Qué hicieron los dirigentes de la iglesia? (Léelo en Hechos 13:3).

Si te acuerdas es lo mismo que los apóstoles hicieron cuando nombraron a los primeros diáconos. A esa forma de orar lo llamamos «ordenación» y en la iglesia seguimos haciéndolo cuando nombramos diáconos, ancianos y pastores. ¿Lo has visto hacer alguna vez?

En el caso de Bernabé y Saulo, la iglesia los apartó para que dedicaran todo su tiempo a la predicación. Eso es lo que hacen hoy los pastores. Los pastores han estudiado mucho para conocer bien la Biblia. Su trabajo es predicar el evangelio, estudiar la Biblia con las personas y ayudarlas a amar a Jesús cada día.

Bernabé quiso llevar a otro ayudante con ellos. Era un chico joven llamado Juan Marcos. Este chico era hijo de María, la dueña de la casa a donde fue Pedro cuando fue liberado de la cárcel la semana pasada. Juan Marcos era un chico inteligente y valiente. Había aprendido a amar a Jesús y conocía muy bien a los apóstoles. Este chico quería ayudar a que todo el mundo conociera la historia de Jesús. Bernabé conocía bien a Juan Marcos porque era su primo (ver Colosenses 4:10). Sabía que podía ser un buen ayudante.

• Encuentra en la sopa de letras todos los nombres propios que aparecen en el texto de hoy.

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