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TU LECTURA DEL VIERNES
El dinero de nuestras ofrendas es un dinero dedicado a Dios. Cuando los israelitas llevaban sus ofrendas al templo se convertían en un dinero santo, apartado para Dios. Lo mismo que nuestras ofrendas. Por eso hay que tratarlo con mucho cuidado y utilizarlo bien. No debemos malgastarlo.
Parte del dinero de nuestras ofrendas se usa para tener un lugar para reunirnos y vivir algún tiempo juntos. Cada uno puede dar dinero o regalar otras cosas que se necesitan para tener un lugar de reunión, lo que ahora también llamamos «tener una iglesia». Con el dinero de las ofrendas se compran bancos y sillas para sentarnos en la iglesia, se pintan las paredes, se conecta la calefacción en invierno o se pagan los recibos de la electricidad. Así que todo lo que hay en la iglesia hay que tratarlo con cuidado y hay que utilizarlo bien porque son cosas apartadas para alabar a Dios, para conocerlo mejor y para que otros también lo conozcan. Imagínate que alguien empieza a escribir con un rotulador en los bancos, las puertas o las paredes de la iglesia. Está estropeando la casa de todos, que es la iglesia. Cuando estropeamos, ensuciamos o rompemos cosas por usarlas sin cuidado o por maltratarlas estamos malgastando el dinero que habíamos apartado para Dios.
Para los padres
Ayudad a vuestros hijos a valorar el esfuerzo de toda la iglesia (los miembros de ahora y los que estuvieron antes que nosotros) por tener un lugar de reunión bonito y acogedor. Ayudadles a valorar el trabajo de todos los hermanos que tienen una responsabilidad o que están dispuestos a trabajar por la iglesia.
También necesitamos entregar parte de nuestro tiempo y nuestro trabajo para que la iglesia funcione. Por ejemplo, los maestros de escuela sabática dedican mucho tiempo para preparar las clases de cada sábado; los diáconos dedican tiempo para tener la iglesia ordenada y preocuparse de cómo están las personas; los directores de cada departamento trabajan para que haya actividades en la iglesia… Y todo eso se hace gratis, solo para ayudarnos unos a los otros como lo hacían los primeros seguidores de Jesús.
Cuando tratamos con respeto el lugar de reunión y a las personas que trabajan para la iglesia, también estamos demostrando respeto a Dios.
Comprende y memoriza:
Tu Lectura Del Domingo
La predicación y los milagros de los apóstoles hacían que cada día más y más personas confiaran en Jesús.
Los sacerdotes y dirigentes judíos estaban muy preocupados. Tanto trabajo para matar a Jesús y ahora, después de muerto, tenía más seguidores que nunca. Había algunas personas que estaban furiosas, muy furiosas. (Lee en Hechos 5:17 quiénes estaban muy enfadados).
¿Sabes por qué? El sumo sacerdote Anás y su grupo, los saduceos, no creían en la resurrección de los muertos. Los saduceos se convirtieron en enemigos de Jesús cuando descubrieron que Jesús podía resucitar muertos. Ellos decían que las personas resucitadas por Jesús no estaban muertas de verdad. Pero cuando no pudieron explicar la resurrección de Lázaro, en vez de reconocer que estaban equivocados, odiaron a Jesús.
Y ahora, los apóstoles predicaban que Jesús había resucitado, estaba vivo y que estaba en el cielo. Los saduceos no podían consentir que se contara la historia de Jesús. Jesús era la demostración de que estaban equivocados. Y si estaban equivocados los judíos seguirían a Jesús y no al sumo sacerdote.
• Jesús había demostrado que Dios puede y quiere resucitar a los muertos. La hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín o Lázaro fueron algunos ejemplos. Pero ¿a quién más resucitará Jesús? Separa las palabras y lo sabrás.